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domingo, 17 de abril de 2016

Adelanto: Capítulo 36 Marked in Flesh - Anne Bishop


Capítulo 36




Firesday 22 de Juin


Jackson en forma de Lobo y cinco Intuyes a caballo vieron a las camionetas arder. Se habían detenido -o explotado- a yardas de la simple barricada que los Terráneos e Intuye habían establecido a través del camino que conducía al asentamiento de Aguas Dulces y el pueblo.

El fuego que barría sobre la tierra había comenzado con las dos camionetas, que debían de haber transportado varios contenedores de gasolina, así como hombres con la intención de quemar el pueblo Intuye. Ahora se precipitaba hacia Resistencia, la ciudad controlada por humanos más cercana.

—Dioses encima y por debajo. — Un hombre dijo en voz baja—. Si el viento gira de nuevo...

El fuego debería haberse desatado hacia Aguas Dulces. En su lugar se desvió con una deliberación que no podía explicarse como algo más que una elección consciente y se dirigió a los pocos ranchos humanos que se habían establecido en la tierra alrededor de Resistencia, las pasturas ardieron antes de que el fuego girara hacia las casas y tiendas.

—Los camiones de suministro cobrarán más si tienen que recorrer todo el camino para Aguas Dulces, — dijo otro hombre.

—Suponiendo que todavía haya un camino y algún camión que nos pueda alcanzar, — dijo el tercer hombre.

Jackson se dio cuenta de cuan cuidadosos eran para no mirarlo mientras hablaban.

Tenían razón. Los camiones de suministro no querrían perder la gasolina para conducir a Aguas Dulces, cuando podrían dejar la mayor mercancía en un almacén alquilado en la ciudad humana. También acertaron sobre que el camino por el País Salvaje ya no existiría, y no había certeza de que algo sería capaz de llegar a ellos, ya sea que el pueblo se quemara o no.

Puesto comercial, Jackson pensó mientras sus ojos seguían el camino de tierra que circunvalaba la tierra ardiente. Podríamos construir un puesto de comercio cerca del lugar donde nuestro camino conecta con la carretera asfaltada que conduce a la ciudad humana. Ya hay una gasolinera y una pequeña tienda en ese lugar. Incluso un almacén en el cual las cosas podrían ser dejadas para los Intuye y Otros, con eso bastaría. Todavía estarán autorizados los camiones de Nativos de la Tierra para utilizar las carreteras, incluso si los Antiguos se volvieran completamente contra los humanos. Todavía podríamos traer lo que necesitamos, si todavía existen esas cosas.

—Nada podemos hacer al respecto del fuego, salvo dejar que arda, — dijo el primer hombre.

Una masa húmeda cayó en la nariz de Jackson. La lamió, luego alzó la vista, sorprendido por el repentino frío.

¿Nieve? ¿Nieve? ¿Ahora? Él ya se había mudado el abrigo de invierno. ¿Por qué había nieve ahora?

—Mierda, — un hombre dijo entre dientes—. No he venido preparado para esto.

Jackson lamió otro copo de nieve de su nariz.

Un copo. Dos. Diez. Mil.

—Tenemos que volver al pueblo, mientras que todavía podamos encontrar el camino, — dijo el segundo hombre—. ¿Jackson?

Un momento estaba mirando a la nieve seguir el camino del fuego y caer creando una manta sobre la tierra. Al momento siguiente, apenas podía ver a los hombres y los caballos que lo habían acompañado.

La cachorra Esperanza estaba vestida de verano, y huyó hacia el arroyo. Si los Lobos se mojaban, se mojaban. Su piel, -incluso el abrigo de verano- los protegería lo suficientemente bien del frío. Pero Esperanza...

Jackson se dirigió de nuevo a Aguas Dulces, recordándose a sí mismo que tenía que permanecer en la carretera ya que los Intuye lo seguirían y terminarían perdidos y enfermos si tenían que acurrucarse y esperar a que pase la tormenta.

Luego corrió hacia la luz del sol y se detuvo tan rápidamente que uno de los caballos casi pasa sobre en él.

—Por los dioses, — uno de los hombres exhaló.

Luz del sol. Calor.

Jackson se trasladó fuera del camino y sacudió su piel antes de mirar a la pared de nieve que se estaba convirtiendo rápidamente en unos pocos copos, mullidos, perezosos. Entonces, incluso esos dejaron de caer.

—Tal vez deberíamos...

Al ver a los hombres mirar hacia atrás, Jackson cambió a su forma humana y deseó tener algo de ropa, no por modestia, pero si por calor.

—¿Tienen alguna razón para creer que los humanos en las camionetas siguen vivos?

Vacilaron, mirándolo no del todo después de la primera mirada. Luego negaron con la cabeza.

—Entonces, permanezcan en este lado de la barricada. Permanezcan en la tierra que a los Intuye se les permite usar. Por ahora.

—Hay que hacer frente a esas camionetas en algún momento. Los restos tendrán que ser devueltos a sus familias.

Jackson captó un olor en el aire que lo hizo estremecerse. Miró a los hombres que ya no le miraban. ¿Cómo decirles lo que sus instintos aullaban?

—El País Salvaje comienza en la barricada ahora. Nos... rodea...  Rodea esta ciudad humana.

—Siempre fue así.

—No como ahora. — Los vio palidecer.

Silencio. Entonces:
—¿No podemos salir?

—No por algunos días. — No quería estar en esta piel, no quería parecer humano.

Jackson cambió de nuevo a Lobo. De todos modos, nada más podía decirle a los Intuye. Aún no.

Corrió a su casa para encontrar a Grace y a la cachorra Esperanza cerca de la corriente con el resto de la manada. La sangre dulce parecía atontada hasta que le lamió la mejilla. Entonces le echó los brazos al cuello y se puso a llorar.

«Todo está bien, cachorra. Está bien.» Esperanza no le oía, pero dijo las palabras de todos modos. Luego miró a Grace. «¿Está todo bien?»

«Las Águilas y los Grajos dijeron que no había fuego, pero no han venido hasta aquí,» le respondió. «¿El pueblo Intuye?»

«Seguro.» Lamió la oreja de la cachorra Esperanza ya que era todo lo que podía alcanzar. «Se habría quemado sin su advertencia.»

Cuando la cachorra Esperanza finalmente dejó de llorar, se lavó la cara en la corriente mientras que Jackson rodaba en la hierba para limpiar su pelaje. Entonces él y Grace llevaron a su cachorra profeta de nuevo a la cabaña Wolfgard. Entró él primero y sacó los terribles dibujos, ocultándolos en la zona de la cocina hasta que pudiera decidir qué hacer con ellos.

Grace entró después. Juntos abrieron las ventanas de la habitación y el baño y lavaron el olor a orina en el suelo lo mejor que pudieron.

Dejando a la cachorra Esperanza dormitando en el porche con el resto de la manada custodiándola, Jackson y Grace trotaron a la cabaña de comunicaciones en el borde del asentamiento. El Halcón que había estado contestando el teléfono los miraba con ojos tristes mientras le entregaba un mensaje a Jackson después de que los dos Lobos cambiaron a su forma humana.

—¿De quién es? — Preguntó Grace.

—De Vlad Sanguinati, — respondió Jackson—. Simon y la manada de Lakeside están bien.

—Vlad preguntó por ti, — dijo el Halcón—. Le dije que la manada de Aguas Dulces estaba bien también. He estado llamando al número que me pediste, pero no hay respuesta.

—Ya conozco parte de la respuesta. La cachorra Esperanza hizo un dibujo. — Pero había esperado que Joe hubiera recibido el aviso a tiempo.

Grace contuvo el aliento.

—El teléfono funciona por momentos y por momentos no, — dijo el Halcón.

—Puede ser que sea así por un tiempo. — Nada podía hacer en este momento. No había nada que pudieran hacer alguno de ellos, salvo esperar—. Vamos a estar en la cabaña Wolfgard por si más mensajes llegan.

Grace esperó hasta que empezaron a trotar de regreso a la cabaña.
«¿Esperas más mensajes?»

«No» ¿Cuántas manadas habían recibido la advertencia de correr, ocultarse, de huir de los humanos malignos? ¿Cuántos de los Wolfgard todavía estaban por ahí?

Estaban a salvo. Por esta noche, todos los Terráneos en el asentamiento estaban a salvo.

3 comentarios:

  1. snif..snif... aun me dura la pena por joe como para alegrarme demasiado por la bonanza de aguas dulces...
    Parece que Ezperanza tambien se considera mas lobo que humano como sucede con Meg.

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    1. Si y Jackson y Grace a esta altura la ven como su hija.. su cachorra

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  2. Yes después de lo que les paso a las casandras de sangre se merecen una familia

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