Capítulo 36
Firesday
22 de Juin
Jackson en
forma de Lobo y cinco Intuyes a caballo vieron a las camionetas arder. Se
habían detenido -o explotado- a yardas de la simple barricada que los Terráneos
e Intuye habían establecido a través del camino que conducía al asentamiento de
Aguas Dulces y el pueblo.
El fuego que
barría sobre la tierra había comenzado con las dos camionetas, que debían de
haber transportado varios contenedores de gasolina, así como hombres con la
intención de quemar el pueblo Intuye. Ahora se precipitaba hacia Resistencia,
la ciudad controlada por humanos más cercana.
—Dioses encima
y por debajo. — Un hombre dijo en voz baja—. Si el viento gira de nuevo...
El fuego
debería haberse desatado hacia Aguas Dulces. En su lugar se desvió con una
deliberación que no podía explicarse como algo más que una elección consciente
y se dirigió a los pocos ranchos humanos que se habían establecido en la tierra
alrededor de Resistencia, las pasturas ardieron antes de que el fuego girara
hacia las casas y tiendas.
—Los camiones
de suministro cobrarán más si tienen que recorrer todo el camino para Aguas
Dulces, — dijo otro hombre.
—Suponiendo
que todavía haya un camino y algún camión que nos pueda alcanzar, — dijo el
tercer hombre.
Jackson se dio
cuenta de cuan cuidadosos eran para no mirarlo mientras hablaban.
Tenían razón.
Los camiones de suministro no querrían perder la gasolina para conducir a Aguas
Dulces, cuando podrían dejar la mayor mercancía en un almacén alquilado en la
ciudad humana. También acertaron sobre que el camino por el País Salvaje ya no
existiría, y no había certeza de que algo sería capaz de llegar a ellos, ya sea
que el pueblo se quemara o no.
Puesto comercial, Jackson pensó mientras sus
ojos seguían el camino de tierra que circunvalaba la tierra ardiente. Podríamos construir un puesto de comercio
cerca del lugar donde nuestro camino conecta con la carretera asfaltada que
conduce a la ciudad humana. Ya hay una gasolinera y una pequeña tienda en ese
lugar. Incluso un almacén en el cual las cosas podrían ser dejadas para los
Intuye y Otros, con eso bastaría. Todavía estarán autorizados los camiones de
Nativos de la Tierra para utilizar las carreteras, incluso si los Antiguos se
volvieran completamente contra los humanos. Todavía podríamos traer lo que
necesitamos, si todavía existen esas cosas.
—Nada podemos
hacer al respecto del fuego, salvo dejar que arda, — dijo el primer hombre.
Una masa
húmeda cayó en la nariz de Jackson. La lamió, luego alzó la vista, sorprendido
por el repentino frío.
¿Nieve?
¿Nieve? ¿Ahora? Él ya se había mudado el abrigo de invierno. ¿Por qué había
nieve ahora?
—Mierda, — un
hombre dijo entre dientes—. No he venido preparado para esto.
Jackson lamió
otro copo de nieve de su nariz.
Un copo. Dos.
Diez. Mil.
—Tenemos que
volver al pueblo, mientras que todavía podamos encontrar el camino, — dijo el
segundo hombre—. ¿Jackson?
Un momento
estaba mirando a la nieve seguir el camino del fuego y caer creando una manta
sobre la tierra. Al momento siguiente, apenas podía ver a los hombres y los
caballos que lo habían acompañado.
La cachorra
Esperanza estaba vestida de verano, y huyó hacia el arroyo. Si los Lobos se
mojaban, se mojaban. Su piel, -incluso el abrigo de verano- los protegería lo
suficientemente bien del frío. Pero Esperanza...
Jackson se
dirigió de nuevo a Aguas Dulces, recordándose a sí mismo que tenía que
permanecer en la carretera ya que los Intuye lo seguirían y terminarían
perdidos y enfermos si tenían que acurrucarse y esperar a que pase la tormenta.
Luego corrió
hacia la luz del sol y se detuvo tan rápidamente que uno de los caballos casi
pasa sobre en él.
—Por los dioses,
— uno de los hombres exhaló.
Luz del sol.
Calor.
Jackson se
trasladó fuera del camino y sacudió su piel antes de mirar a la pared de nieve
que se estaba convirtiendo rápidamente en unos pocos copos, mullidos,
perezosos. Entonces, incluso esos dejaron de caer.
—Tal vez
deberíamos...
Al ver a los
hombres mirar hacia atrás, Jackson cambió a su forma humana y deseó tener algo
de ropa, no por modestia, pero si por calor.
—¿Tienen
alguna razón para creer que los humanos en las camionetas siguen vivos?
Vacilaron,
mirándolo no del todo después de la primera mirada. Luego negaron con la
cabeza.
—Entonces,
permanezcan en este lado de la barricada. Permanezcan en la tierra que a los
Intuye se les permite usar. Por ahora.
—Hay que hacer
frente a esas camionetas en algún momento. Los restos tendrán que ser devueltos
a sus familias.
Jackson captó
un olor en el aire que lo hizo estremecerse. Miró a los hombres que ya no le
miraban. ¿Cómo decirles lo que sus instintos aullaban?
—El País
Salvaje comienza en la barricada ahora. Nos... rodea... Rodea esta ciudad humana.
—Siempre fue
así.
—No como
ahora. — Los vio palidecer.
Silencio.
Entonces:
—¿No podemos
salir?
—No por
algunos días. — No quería estar en esta piel, no quería parecer humano.
Jackson cambió
de nuevo a Lobo. De todos modos, nada más podía decirle a los Intuye. Aún no.
Corrió a su
casa para encontrar a Grace y a la cachorra Esperanza cerca de la corriente con
el resto de la manada. La sangre dulce parecía atontada hasta que le lamió la
mejilla. Entonces le echó los brazos al cuello y se puso a llorar.
«Todo está
bien, cachorra. Está bien.» Esperanza no le oía, pero dijo las palabras de
todos modos. Luego miró a Grace. «¿Está todo bien?»
«Las Águilas y
los Grajos dijeron que no había fuego, pero no han venido hasta aquí,» le
respondió. «¿El pueblo Intuye?»
«Seguro.» Lamió
la oreja de la cachorra Esperanza ya que era todo lo que podía alcanzar. «Se
habría quemado sin su advertencia.»
Cuando la
cachorra Esperanza finalmente dejó de llorar, se lavó la cara en la corriente
mientras que Jackson rodaba en la hierba para limpiar su pelaje. Entonces él y
Grace llevaron a su cachorra profeta de nuevo a la cabaña Wolfgard. Entró él
primero y sacó los terribles dibujos, ocultándolos en la zona de la cocina
hasta que pudiera decidir qué hacer con ellos.
Grace entró
después. Juntos abrieron las ventanas de la habitación y el baño y lavaron el
olor a orina en el suelo lo mejor que pudieron.
Dejando a la
cachorra Esperanza dormitando en el porche con el resto de la manada
custodiándola, Jackson y Grace trotaron a la cabaña de comunicaciones en el
borde del asentamiento. El Halcón que había estado contestando el teléfono los
miraba con ojos tristes mientras le entregaba un mensaje a Jackson después de
que los dos Lobos cambiaron a su forma humana.
—¿De quién es?
— Preguntó Grace.
—De Vlad
Sanguinati, — respondió Jackson—. Simon y la manada de Lakeside están bien.
—Vlad preguntó
por ti, — dijo el Halcón—. Le dije que la manada de Aguas Dulces estaba bien
también. He estado llamando al número que me pediste, pero no hay respuesta.
—Ya conozco
parte de la respuesta. La cachorra Esperanza hizo un dibujo. — Pero había
esperado que Joe hubiera recibido el aviso a tiempo.
Grace contuvo
el aliento.
—El teléfono
funciona por momentos y por momentos no, — dijo el Halcón.
—Puede ser que
sea así por un tiempo. — Nada podía hacer en este momento. No había nada que
pudieran hacer alguno de ellos, salvo esperar—. Vamos a estar en la cabaña
Wolfgard por si más mensajes llegan.
Grace esperó
hasta que empezaron a trotar de regreso a la cabaña.
«¿Esperas más
mensajes?»
«No» ¿Cuántas
manadas habían recibido la advertencia de correr, ocultarse, de huir de los
humanos malignos? ¿Cuántos de los Wolfgard todavía estaban por ahí?
Estaban a
salvo. Por esta noche, todos los Terráneos en el asentamiento estaban a salvo.
snif..snif... aun me dura la pena por joe como para alegrarme demasiado por la bonanza de aguas dulces...
ResponderEliminarParece que Ezperanza tambien se considera mas lobo que humano como sucede con Meg.
Si y Jackson y Grace a esta altura la ven como su hija.. su cachorra
EliminarYes después de lo que les paso a las casandras de sangre se merecen una familia
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