Capítulo 35
Firesday
22 de Juin
Joe arremetió
con toda la velocidad que tenía.
«¡Lobos!
¡Esperen!»
«¡Están
matando a nuestra carne!»
Demasiado
enojados. No escuchaban. Había sido elegido como líder del asentamiento
Terráneo debido a su contacto con Simon y el Courtyard de Lakeside, porque
necesitaban a alguien ahora que tratara activamente con los humanos de Pradera
de Oro. Pero ser el líder del asentamiento no era lo mismo que ser el Lobo
dominante. La manada lo estaba demostrado haciendo caso omiso de su mando.
«¡La sangre
dulce dice que es una trampa!»
Eso frenó a
los otros Lobos que habían estado corriendo hacia los hombres tan centrados en
disparar a los bisonte que no parecían darse cuenta de los Lobos enojados
corriendo hacia ellos.
«¿Sangre
dulce?» El ejecutor dominante de la manada desaceleró a un trote.
«La profeta de
Simon, Meg, llamó a Jesse Walker para advertirnos de que esto es una trampa.»
Más Lobos
desaceleraron. Los cazadores de entre ellos, eran los más reacios a dejar que
los humanos siguieran matando la carne que necesitaba la manada, pero los
ejecutores, quienes tenían la tarea de proteger la manada, se apartaron de los
humanos que se subieron a la parte trasera de las camionetas y se dirigían
hacia Joe .
Luego se
detuvieron, dieron un paso atrás. Al igual que ellos, Joe sintió el trueno que
sólo podía significar una cosa: estampida de bisontes.
Disparos y gritos
detrás de él. Por el otro lado, los bisontes. Los humanos se dirigían hacia los
bisonte con las camionetas y los Lobos quedaron atrapados en el medio.
«¡Corran!» Joe
gritó. Los Lobos giraron y corrieron hacia las camionetas y los bisontes que ya
estaban muertos. Cuerpos grandes. Presionándose contra el vientre, un Lobo
podría escapar de recibir un disparado, podría escapar de ser pisoteado. No
tenían ninguna posibilidad a la intemperie.
Corrieron
hacia las camionetas y los hombres. Tenían que llegar a los bisontes muertos
antes...
Los hombres
dejaron de disparar. Moviéndose rápidamente, un hombre bajó el portón trasero
de una de las camionetas, mientras que otro hombre sacó de una lona algo que
parecía una pesada arma montada sobre tres patas. ¿Qué...?
Los cazadores,
que estaban a la cabeza del grupo, fueron los primeros en caer cuando las balas
del rifle de munición pesada se clavaron en los cuerpos demasiado rápido para
que los Lobos pudieran cambiar la dirección. Y detrás de ellos, los bisontes
tronaban más y más, impulsados por otros humanos.
Ahora algunos
de los hombres levantaron sus fusiles hacia el cielo, su objetivo los Grajos y
los Halcones.
«¡Váyanse!»
Joe gritó a los Grajos y Halcones. «Alarma...» Sentía el ruido, ruido, ruido
sordo. Sus patas delanteras se tambalearon y se cayó. Tenía que alejarse de los
bisontes en estampida. Tenía que...
Puso sus patas
traseras debajo de él y trató de saltar, ganar un poco de distancia entre él y
los cascos.
Más ruido,
ruido, ruido sordo que afectaba a una pata trasera y el costado.
Él cayó de
nuevo, una de sus patas traseras ya era inútil. Todavía luchando para moverse,
logró arrastrarse hasta que quedó parcialmente oculto por uno de los bisontes
muertos.
Tan difícil
respirar. Tan difícil...
En realidad no
sintió a los cascos cuando un bisonte pisoteó sus patas traseras. Apenas oyó
los gritos de triunfo de los humanos o los disparos que llevaron a los bisontes
lejos de la camioneta.
No notó el
silencio.
¿Cómo Meg, tan
lejos allá en Lakeside, supo que esto era una trampa? ¿Qué había visto?
Apenas podía
oír. Apenas podía respirar.
—Éste sigue
vivo.
—No por mucho
tiempo. Tira el cuerpo con el resto.
Fue arrastrado
por sus patas delanteras. Luego levantado y tirado.
¿Qué había
visto Meg? ¿Cómo diferenció un Lobo de otro?
Ella me vio en Lakeside. Recordaría mi cara.
No pudo
cambiar del todo a humano. No tenía la fuerza para ello. Pero si Simon y
Jackson lo vieran de alguna manera, si Meg lo viera ahora, sabrían, estarían...
advertidos, podrían... escapar de otras trampas.
Hizo sonidos
extraños mientras trataba de respirar, trató de cambiar de Lobo a su forma humana.
Vio a su mano, sobre todo humana ahora en el extremo de una pata delantera
peluda. Él sintió que su cara cambió.
Sintió un
golpe en la parte posterior de la cabeza.
*****
—¿Quiere que saque
a éste de la pila, jefe? — preguntó un hombre—. Su cara está tiene un aspecto
medio humano.
Daniel Black
miró el cuerpo del último Lobo tirado en el montón de cadáveres.
—Déjalo. Ese
prueba que eliminamos al enemigo y no sólo a unos pocos animales tontos. — Se
apartó de la pila de los Lobos muertos y le tendió una mano—. Dame esa cámara.
Voy a tomar un par de fotos de ustedes chicos de pie por los humanos de todas
partes.
Se reunieron a
ambos lados del montículo, fusiles levantados en señal de triunfo, mientras que
Black tomaba las fotos. No sería el único hombre en hacer un registro de este
día histórico. Hombres de docenas de divisiones de HPU en todo el Medio Oeste y
Noroeste habían participado en la tercera etapa del proyecto de recuperación de
tierras.
No sería el
único hombre en enviar una o dos fotos al periódico. Pero, por los dioses, él y
sus hombres serían unos de los mejor recompensados por el trabajo de este día.
—Ahora, — dijo
Black, mirando en la dirección de las colinas y la ciudad llamada Pradera de
Oro—. Vamos a terminar esto y reclamar lo que debió ser nuestro todo el tiempo.
Mientras él y
sus hombres se dirigieron de nuevo a sus camionetas, no se percataron de la
ausencia de todas las aves, y no notaron el silencio.
*****
Nada podría haber hecho frente a una estampida de bisontes, Tolya pensó
con amargura mientras corría por encima de la hierba. Él podría haber reducido
a un animal, o dar captura y muerte a alguno de los jinetes que impulsan a los
animales. Pero eso no habría salvado a los Lobos. Todo lo que podía hacer ahora,
era volver a Pradera de Oro y hacer lo que pudiera para ayudar a los Intuye a
salvar la ciudad.
El viento
agitó la hierba. Un reflejo de calor apareció justo delante de él. Se puso en
una columna de humo antes de cambiar a humano.
Dos de los
Elementales que velaban por este pedazo de Thaisia tomaron forma delante de él.
Aire y Fuego sentadas a horcajadas sobre dos de sus monturas; uno blanco y otro
marrón.
¿Había algo
que las Elementales podrían haber hecho para detener esto? No tenía sentido
preguntar. Peligroso -incluso para un Sanguinati- decir algo que pudiera sonar
como una acusación.
Y tal vez los
Elementales no estaban destinados a poner fin a esta lucha entre los humanos y
Otros, más de lo que estaban destinados a interferir con cualquiera de dos
depredadores que estuvieran luchando en el mismo territorio. Pero los
Elementales en Lakeside habían ayudado a Simon. Los Elementales en otra parte
del Medio Oeste habían ayudado a destruir al Controlador y el terrible lugar
donde habían enjaulado a las sangre dulce. Tal vez los Elementales aquí
trabajarían con él ahora. Después de todo, Aire había ayudado a Joe cuando
envió la carne de bisonte a Simon.
—Los humanos,
— dijo Tolya—. Ellos van a incendiar la ciudad de los Intuye. Ellos van a
tratar de matar a todos los jóvenes que Jesse Walker está llevando a las
colinas por protección.
—¿Cómo sabes
eso? — Preguntó finalmente Fuego.
—Meg Corbyn
hizo una profecía y advirtió a Jesse Walker.
—¿Chica palo
de escoba?
Así que la
canción de Charlie Crowgard sobre Meg defendiendo a un Lobo había llegado tan
lejos al oeste.
—Sí. Meg, la Trailblazer. Amiga de los Terráneos en
Lakeside.
—Nuestros
parientes del este la conocen,— dijo Aire—. Ella salvó a los ponis que viven en
el Courtyard de Lakeside.
Tolya asintió.
Luego esperó.
Aire levantó
la vista mientras que algunos de los Ravengard pasaban volando.
—Los humanos
que mataron a los Lobos. Los Grajos dicen que algunos son de la ciudad y
algunos... — Miró a Fuego y sonrió—. ¿Cuántos bisontes murieron?
Fuego
simplemente le devolvió la sonrisa.
Algo sobre
esas sonrisas dio a Tolya una repentina comprensión de por qué los Elementales
no debían ser animados a involucrarse demasiado en la vida de los seres que
estaban más anclados a la carne que a su forma Terránea.
Aire y Fuego no
dijeron nada mientras conducían a sus caballos hacia los ranchos que se
extendían entre la ciudad Intuye de Pradera de Oro y la ciudad humana Bennett.
Cambiando de
nuevo a humo, Tolya continuó hacia Pradera de Oro. Al llegar a la parada de
camiones en el borde de la ciudad, vio un rayo golpeando contra el suelo en el
norte y juzgó que había golpeado algo cerca del cruce.
Él siguió su
camino hasta que llegó al Almacén de
ramos generales Walker. Los hombres corrieron a reunirse con él tan pronto
como cambió a su forma humana.
—Están
muertos, — dijo—. Los Lobos están muertos.
—Ah, mierda, —
Floyd Tanner dijo en voz baja, con tristeza—. ¿Incluso Joe?
Tolya asintió.
Él no le diría a estos hombres cómo murieron los Lobos. Aún no.
—Sentimos
mucho su pérdida, — dijo Kelley Burch después de un momento de silencio—. A
todos nos gustaba Joe.
—Era un buen
líder, — dijo Tolya. Y tal vez, de la
misma manera que Simon Wolfgard es con Vlad, podría haber sido un buen amigo.
No había
apreciado cuánto la pérdida había entristecido a estos humanos hasta que vio el
cambio en sus caras y cuerpos, y comprendió que, por ahora, iban a dejar a un
lado el dolor.
Phil Mailer se
aclaró la garganta.
—Creo que será
mejor que nos preparemos para el resto de la profecía. He advertido a todos los
pueblos Intuye o asentamientos que pude. Tuve una respuesta de Steve Barquero
de Desembarco del Ferry. Está enviando la alarma también. No tuvo la sensación
de que todos los lugares Intuye estarían en peligro. Una gran cantidad de nuestros
asentamientos están demasiado dentro del País Salvaje para ser alcanzados
fácilmente por otros humanos. Pero también sentía que cuanto más lejos la
advertencia pudiera expandirse, sería menos probable de nuestros pueblos fueran
dañados.
Tolya asintió.
Luego miró al norte y señaló.
—No creo que
seamos nosotros quienes tengamos que preocuparnos por el fuego.
*****
El embudo de
fuego corrió sobre la tierra, y todo se quemó en su estela. El viento azotaba
las llamas que consumieron postes de cercas y pasto -y el ganado-, mientras el
embudo se dirigía a los edificios de los ranchos aún en la distancia.
*****
Cuando se
acercaron a la encrucijada, Daniel Black vio un rayo golpear la cabina de la minivan
con la precisión de un tirador mientras una repentina ráfaga de viento la golpeó
con la fuerza suficiente para sacarlos de la carretera.
Las otras
camionetas se detuvieron y los hombres corrieron a ayudar a sus compañeros.
Black salió de
su camioneta.
—¿Están
heridos? — preguntó a los hombres.
Se apartaron
de la minivan.
—Están
muertos. — Uno de los hombres, que se había visto tan triunfante poco tiempo
atrás, parecía asustado ahora.
No deberían
estar muertos. Neumáticos de goma. Camino de tierra. Se suponía que era para
proteger a una persona en una tormenta eléctrica, ¿verdad? ¿Cómo podrían sus
hombres estar muertos?
Entonces Black
vio el embudo que apareció de la nada, y sintió el primer escalofrío de miedo.
—Por todos los
dioses oscuros, — susurró.
—¿Jefe?
Miró a su
capataz. Luego metió su mano en la
camioneta, sacó la cámara, y se la dio al hombre.
—Dile al
sheriff acerca de esto. Saca a alguien de aquí para tratar con... los hombres.
Después, lleva esas fotografías al periódico. ¿Lo pillas? — Esperó hasta que el
capataz se apartó con una velocidad imprudente antes de volverse hacia el resto
de sus hombres—. Vengan conmigo. Tenemos que llegar al rancho antes que esa
cosa y salvar lo que podamos.
Los hombres
miraron al embudo y luego a él.
—¡Muévanse!
Black se revolvió hacia la camioneta. Los hombres se amontonaron en la cabina y
en la parte trasera, su única opción si no querían quedarse atrás.
Puso la
camioneta en marcha. Luego vaciló. No podían correr más rápido que el tornado.
Él no llegaría a la casa del rancho a tiempo. Debía ir a otro lado y terminar
su misión, quemar esa ciudad de monstruos.
—¿Qué
mierda...? — Uno de sus hombres gritó
momentos antes de que un granizo del tamaño de su puño golpeó la camioneta,
golpeando el metal y el vidrio. El parabrisas se agrietó. Sus hombres subidos
en la caja de la camioneta gritaron de dolor mientras trataban de protegerse.
En un día
caluroso de verano. No había nubes de tormenta. No había nubes de ningún tipo.
Sin embargo, había un maldito embudo en dirección a todo lo que había
construido, y ahora esta tormenta.
Miró el espejo
lateral y creyó ver a un jinete cabalgando en carrera hacia él, sin hacer caso
del granizo castigador. Al pasar junto a su camioneta, vio una forma tan
envuelta por la tormenta que no estaba seguro si se había imaginado ver
figuras. Y sin embargo, la tormenta giró sin ninguna explicación racional y se
dirigió a la ciudad de los monstruos, llenando el camino con granizos. Luego
desaceleró, hasta dejar de moverse.
Esperado.
Si se dirigía
a Pradera de Oro, sus hombres podrían quedar expuestos a la tormenta en todo el
camino y resultarían heridos e inútiles para cuando llegaran a la ciudad. Por
supuesto, si quedaran atrapados por el tornado o el fuego, no les iría mucho mejor tampoco. Pero, al menos,
estarían tratando de salvar algo.
Black se
dirigió a su rancho.
*****
Jesse siguió
un ancho sendero de caza. Para cuando su gente logró alcanzar el asentamiento
Terráneo, los Cuervos y Halcones ya habían extendido la noticia de que los
humanos mataron a los Lobos. Sorprendentemente, los adultos en el asentamiento
no se opusieron a que se llevara a los jóvenes Wolfgard con ella al escondite
que Joe Wolfgard había dispuesto. De hecho, todos los jóvenes del asentamiento
estaban con ella. Los polluelos de los gard de los Búhos, Grajos, Halcones y
Águilas viajaban en los hombros humanos o sobre las espaldas de los Lobatos o
iban haciendo equilibrio sobre los paquetes cargados en dos burros.
Cuando tuviera
tiempo, -si sobrevivía-; reflexionaría sobre la rareza de que los Lobos
tuvieran un puñado de burros como animales de carga, y lo que decía acerca de
los Otros el que los burros supieran que no tenían que temer a estos
depredadores.
—¿Jesse? —
Shelley se quedó sin aliento detrás de ella—. ¿Jesse? Necesitamos parar.
Necesitamos un descanso.
—Descansaremos
cuando lleguemos allí. — No podía estar mucho más lejos. Joe había dicho que
estaba a un par de millas más allá del asentamiento Terráneo. Agua. Abrigo. Un
punto que podría ser una defensa.
Lo que podría
significar también, que era un punto que, si fuera invadido por un enemigo, no
les daría ninguna vía de escape. A los humanos, para ser más claros.
—Arroo, —
Rachel dijo en voz baja, de repente trotando por delante de Jesse.
La joven se
había quedado cerca de ella durante todo el viaje. Jesse no estaba segura de si
Rachel estaba ayudando actuando como una exploradora o si la Loba quería estar
cerca de cualquier adulto que conociera.
La cuidadora
de la manada era el único Lobo adulto que quedó en el asentamiento. El resto de
los adultos habían partido para hacer frente a los humanos y resultaron
muertos.
Los cachorros son huérfanos ahora, todos, pensó Jesse.
—¿Jesse? —
Ahora era Abigail Burch—. ¿No podemos
detener un minuto? Los niños están cansados.
Cansados era
mejor que muertos.
Jesse vaciló
cuando Rachel se precipitó de nuevo hacia ella. Pero la Loba parecía excitada,
aliviada. Un par de minutos más tarde, Jesse compartió el alivio. El agua fluía
en un estanque antes de que una quebrada corriera por las colinas hacia el
asentamiento. Había rocas que proporcionarían refugio, y árboles que darían
sombra. No se podía hacer un fuego aquí porque estaban en el País Salvaje. Joe
le había advertido sobre eso. Pero podrían acurrucarse en mantas para mantener
el calor si tuvieran que quedarse aquí toda la noche.
Una vez que
establecieran un campamento, averiguaría donde podrían ubicar la letrina y
dónde atar a los burros.
—Estamos aquí,
— dijo, haciéndose a un lado—. Paso ligero, ahora. Todo el mundo.
No todas las
mujeres de Pradera de Oro habían venido con ellos. Unas pocas enviaron mensajes
de que habían tenido el presentimiento de que tenían que quedarse en las
granjas y ayudar a cuidar de los animales. Pero habían enviado a sus hijos. En
verdad, tenían un punto. Meg Corbyn no había dicho que escondiera a las
mujeres, sólo los niños. Sólo los Lobos.
Sintiendo a
Rachel presionándose contra su pierna, temblando, Jesse sintió una punzada de
dolor al recordar a Joe de pie fuera del almacén, listo para intervenir si era
necesario, pero permitiendo a Rachel hacer su primera incursión en una tienda
humana por su cuenta. Jesse no había tenido tiempo para conocerlo bien, y se
lamentó por ello. Trabajando juntos, podrían haber tendido puentes sobre las
diferencias entre Terráneos e Intuyes, podrían haber construido una asociación
de la misma manera en que en otros lugares estaban tratando de hacer.
Rachel se
quejó.
—Silencio, —
Jesse espetó a las mujeres y a los niños cuyas voces venía aumentando. Al
entrar en la brecha entre las rocas, levantó su rifle, lista para disparar.
Las mujeres se
quedaron en silencio o desesperadamente trataron de silenciar a los niños.
Nada. Nada.
Salvo la cuidadora de la manada conduciendo a los cachorros a un lugar donde
esconderse detrás de un árbol caído. Salvo Rachel a su lado, jadeando y
temblando.
Nada más que
un silencio extraño.
Entonces, algo
brilló en el sendero de caza. Algo que sus ojos no podían ver bien.
Algo grande.
—Hasta aquí, —
advirtió.
Un rugido
tenue, más una sensación en el aire que un sonido real.
—Tenemos
permiso para estar aquí, y nos vamos a quedar hasta que me digan que es seguro
llevar a los jóvenes de regreso a sus hogares.
Rachel cambió
de repente, ahora una adolescente humana en cuclillas a su lado.
—Jesse Walker
es nuestra amiga. Ella... era amiga de Joe Wolfgard.
¿Dónde una
apuntaría cuando no se podía ver? Ese brillo oscuro. ¿Era un ojo? Dioses, ¿qué
tan grande era esa cosa?
Dio un paso
más cerca. No podía verlo, pero sabía que se había acercado.
—Si es uno de
los Terráneos que vive en estas colinas, entonces debe saber por qué vinimos
aquí, debe saber qué pasó con los Lobos. — Jesse tomó una respiración lenta—.
Hemos perdido suficientes amigos hoy. En eso, creo, usted y yo somos iguales.
Así que le digo ahora que la única manera en que alguien se lleve a cualquiera
de estos jóvenes de aquí, es si estoy muerta y no puedo luchar por ellos más.
Vacilación.
Luego desapareció.
Jesse no sabía
cómo algo tan grande podía moverse tan rápidamente o en tal silencio, pero
podía sentir que había desaparecido.
—Los Antiguos vigilaran el sendero, — susurró
Rachel—. Vamos a estar a salvo aquí esta noche y podemos ir... a casa... por la
mañana.
Jesse bajó el
rifle.
—¿Eso fue un Antiguo?
—Sí. Son
viejas formas de Terráneos. Son los dientes y las garras de Namid.
Los dientes y las garras de Namid. Ya lo creo.
Vaya que sí. Dioses encima y por debajo—. ¿Ellos viven en las colinas?
—Sí. Ellos nos
permiten tomar un poco de madera y piedras amarillas para el comercio con los
humanos. Y nuestra... — La respiración de Rachel quedó atrapada en un sollozo—.
Nuestra manada podía cazar hasta aquí. — Miró a los otros Lobos jóvenes que
habían venido con ellos—. Nosotros hemos estado aprendiendo a cazar, pero no
somos lo suficientemente fuertes todavía... No podemos... ¿Cómo vamos a
alimentar a los cachorros?
—Ya se nos
ocurrirá algo, — dijo Jesse en voz baja—. Tienes que cambiar de vuelta a Lobo
ahora. Vas a estar más abrigada usando piel.
La muchacha
asintió. Después de cambiar, se unió a los otros Lobos, que estaban reunidos en
un área. Todos los jóvenes Terráneos habían elegido un lugar en particular,
cada gard se mantenía junto. En el centro estaban los Intuye, que dispusieron
las mantas, sacando vasos para beber y envases de alimentos.
Ellen García
se acercó a Jesse, que estaba apoyada en una roca y dividía su atención entre
el sendero y el campamento.
—Tengo unas
treinta libras de carne cruda envasada en uno de esos burros, — dijo Ellen.
—Les dije que
no trajeran nada que necesitara cocción. — ¿Treinta libras? No le extrañaría
que tuvieran que dejar algunas cosas atrás, más aún con las mujeres llevando
paquetes de cosas que los bebés y niños pequeños pudieran necesitar.
—No la traje
para nosotros.
Jesse miró a
la otra mujer. Tobias era el capataz del rancho de Pradera de Oro, pero Ellen y
Tom se encargaban de los edificios y vehículos, y Ellen cocinaba para los
hombres. Ella también tenía algún tipo de formación como contable, por lo que
se encargaba de los libros del rancho, así como de la granja lechera y la
agrícola. Aunque a Jesse le gustaba Shelley Bookman y la consideraba una amiga,
reconocía a Ellen como un espíritu afín, una mujer que se ponía manos a la obra
con lo que había que hacer.
Ella resopló
al observara a los jóvenes Terráneos. Consumidores de carne, cada uno de ellos.
—No había
pensado en eso.
—No hay razón
para que lo hicieras. Tenemos un par de perros de pastoreo, por lo que empacar
un poco de carne cruda en las provisiones es una segunda naturaleza para mí. Me
haré cargo de esa parte del campamento.
—Gracias.
Disfrutaron de
un minuto de silencio cómodo, sólo escuchando a las otras mujeres acomodando a
los niños. Luego, Ellen dijo:
—¿Te cuesta
tanto como a mí no pensar en lo que sucede en el rancho y en la ciudad?
Jesse asintió.
—Sigo pensando
que veríamos el humo si ocurría lo peor, pero no estoy segura de que sea
cierto.
—Supongo que
lo averiguaremos en la mañana.
—Supongo que
lo haremos.
—Bien. Será
mejor que pique un poco de esa carne antes de que todos los jóvenes se den
cuenta que tienen hambre.
Jesse liberó
una sonrisa.
—Alimentar a
esta pandilla debe ser interesante.
Mientras que
Ellen se puso a trabajar preparando la carne para los peludos y con plumas,
Jesse siguió manteniendo la vigilancia. ¿Rachel había visto claramente lo que
el ojo y cerebro humano se negaron a entender? ¿qué podría haber ocurrido si un
Lobo no hubiera hablado a favor de ellos?
¿Qué pasaría
con cualquiera de ellos si no hubiera nadie como Joe Wolfgard para hablar por
ellos cuando los Antiguos bajaran de
las colinas?
Jesse se frotó
el dolor en su muñeca izquierda.
Vendrían. Lo
sabía, con la misma seguridad con la que sabía su propio nombre.
*****
Ignorando a
los bisontes muertos, se reunieron alrededor de los Lobos que habían sido
apilados en un montículo. Resoplaron, rodearon, consideraron.
«Este
asesinato,» uno de ellos dijo finalmente. «Esto es lo que significa ser humano.
Esto es lo que hacen los humanos.»
La ira creció
lentamente, llenó sus músculos, huesos y sangre. Y en algunos de ellos, ... los
hizo cambiar. Se levantaron sobre sus patas traseras y cambiaron las formas de
las piernas y caderas para poder mantenerse en pie. Las patas delanteras
cambiaron para manos, pero los dedos todavía conservaban las garras de un
depredador. El cuerpo se reformuló en un poderoso torso y hombros, el cuello
fuerte, y una cabeza que conservaba los dientes y mandíbulas que podían cortar
a través de los huesos.
Ellos
sobrepasaban a sus presas, pero con esta forma serían capaces de entrar en las
viviendas, desenterrar lo que se trataba de ocultar.
Uno de ellos
se giró y dio unos pasos vacilantes sobre sus piernas recién formadas. Agarró
los cuernos de un bisonte con sus nuevas manos y, con toda la fuerza de su
verdadera forma, dio un giro salvaje y le arrancó la cabeza al bisonte. Dejando
caer la cabeza, clavó sus garras sobre el vientre y observó a las entrañas
deslizarse hacia afuera.
«Esto es lo
que significa ser humano,» eso dijo. «Esto es lo que hacen los humanos.»
«Esto es lo
que hacen los humanos,» el resto estuvo de acuerdo.
Los que habían
tomado esta forma necesaria, pero no deseada cambiaron de nuevo a su forma
verdadera.
Luego todos se
dirigieron a la población humana llamada Bennett, y sus pasos llenaron la
tierra de un terrible silencio.
Me demore más porque este capítulo en especial me costo..
ResponderEliminarnooooo, me hizo llorar!!! que triste...
ResponderEliminareste capitulo se hizo de rogar,pobre joe
ResponderEliminarpor cierto en españa son las 3 de la mañana
ResponderEliminarAcá en Argentina son las 23hs... Hasta el último momento esperaba que se pudiera salvar...
EliminarYO TAMBIEN... seguia esperando que apareciese algun elemental y salvase a Joe a ultimo momento.
Eliminarincreíble, gracias por este cap. estoy esperando con ansias lo que sigue
ResponderEliminarNooooooo Joe?? X que, los humanos no saben lo que les viene! Que paso con Meg y Simón!!!!! 😱 😱 😱 chicas van a subir capítulo mañana xfis ssiiiiiiii 🙏🙏🙇🙇🙇🙏🙏
ResponderEliminarSi mañana subimos otro capítulo, más o menos a las 5 pm hora Argentina/Uruguay, que es de donde somos
EliminarEn Veracruz México son las 9:16 desde la 1 pm estoy checando la pagina 😫😫😫😫😫😵😵😵😵
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarOMG, no se que es peor lo que paso o lo que vendrá...
ResponderEliminarA mi me gustaba Joe, él fue quien aviso de que habían matado a los bebes varones de las profetas, fue también quien estuvo a cargo de terminar con el Controlador...
ResponderEliminarCierto no nosotras no lo olvidaremos;🙏🌹⛪ pero que pasara con los lobos huérfanos, y con los humanos ahora que han enfurecido a los ANTIGUOS
ResponderEliminarJoe T.T </3 no puedo creer que muriera, y ahora si se les armo a los humanos con los antiguos, pero me pregunto si sabrán diferencian a los buenos humanos, a los intuye al menos...
ResponderEliminarDe todas las muertes de terraneos que hubo hasta ahora en la saga, Joe es el que mas me dolió. Supongo que se debe a que él mismo relata su dolor y final aciago... TRISTEZA TOTAL !!!!
ResponderEliminar¡Nooooo! T_T sigo llorando la pérdida de Joe... espero que Fuego y viento se hagan cargo de esos desgraciados... ya quiero leer cuando los antiguos arracen con los culpables completamente...
ResponderEliminarBuuuaaaa...empieza la guerra, todos los adultos de una manada, y toda una ciudad que va a desaparecer...y encima los humanos dicen que lo han hecho en más sitios....
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias por la traducción. Si no fuera por el trabajo de ustedes no conoceríamos estas historias que se salen de lo normal y cotidiano.
ResponderEliminarHOLA DARK,RECIEN LEI ESTE CAPITULO,QUE TRISTEZA,ESPERANDO CON GANAS LOS SIGUIENTES A VER COMO TERMINA TODO,MUCHA GRACIAS,BESOS.
ResponderEliminarMe dolió mucha la muerte de joe ojala que le den muerte a eso desgraciados
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