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sábado, 16 de abril de 2016

Adelanto: Capítulo 35 Marked in Flesh - Anne Bishop


Capítulo 35




Firesday 22 de Juin


Joe arremetió con toda la velocidad que tenía.
«¡Lobos! ¡Esperen!»

«¡Están matando a nuestra carne!»

Demasiado enojados. No escuchaban. Había sido elegido como líder del asentamiento Terráneo debido a su contacto con Simon y el Courtyard de Lakeside, porque necesitaban a alguien ahora que tratara activamente con los humanos de Pradera de Oro. Pero ser el líder del asentamiento no era lo mismo que ser el Lobo dominante. La manada lo estaba demostrado haciendo caso omiso de su mando.

«¡La sangre dulce dice que es una trampa!»

Eso frenó a los otros Lobos que habían estado corriendo hacia los hombres tan centrados en disparar a los bisonte que no parecían darse cuenta de los Lobos enojados corriendo hacia ellos.

«¿Sangre dulce?» El ejecutor dominante de la manada desaceleró a un trote.

«La profeta de Simon, Meg, llamó a Jesse Walker para advertirnos de que esto es una trampa.»

Más Lobos desaceleraron. Los cazadores de entre ellos, eran los más reacios a dejar que los humanos siguieran matando la carne que necesitaba la manada, pero los ejecutores, quienes tenían la tarea de proteger la manada, se apartaron de los humanos que se subieron a la parte trasera de las camionetas y se dirigían hacia Joe .

Luego se detuvieron, dieron un paso atrás. Al igual que ellos, Joe sintió el trueno que sólo podía significar una cosa: estampida de bisontes.

Disparos y gritos detrás de él. Por el otro lado, los bisontes. Los humanos se dirigían hacia los bisonte con las camionetas y los Lobos quedaron atrapados en el medio.

«¡Corran!» Joe gritó. Los Lobos giraron y corrieron hacia las camionetas y los bisontes que ya estaban muertos. Cuerpos grandes. Presionándose contra el vientre, un Lobo podría escapar de recibir un disparado, podría escapar de ser pisoteado. No tenían ninguna posibilidad a la intemperie.

Corrieron hacia las camionetas y los hombres. Tenían que llegar a los bisontes muertos antes...

Los hombres dejaron de disparar. Moviéndose rápidamente, un hombre bajó el portón trasero de una de las camionetas, mientras que otro hombre sacó de una lona algo que parecía una pesada arma montada sobre tres patas. ¿Qué...?

Los cazadores, que estaban a la cabeza del grupo, fueron los primeros en caer cuando las balas del rifle de munición pesada se clavaron en los cuerpos demasiado rápido para que los Lobos pudieran cambiar la dirección. Y detrás de ellos, los bisontes tronaban más y más, impulsados por otros humanos.

Ahora algunos de los hombres levantaron sus fusiles hacia el cielo, su objetivo los Grajos y los Halcones.

«¡Váyanse!» Joe gritó a los Grajos y Halcones. «Alarma...» Sentía el ruido, ruido, ruido sordo. Sus patas delanteras se tambalearon y se cayó. Tenía que alejarse de los bisontes en estampida. Tenía que...

Puso sus patas traseras debajo de él y trató de saltar, ganar un poco de distancia entre él y los cascos.

Más ruido, ruido, ruido sordo que afectaba a una pata trasera y el costado.

Él cayó de nuevo, una de sus patas traseras ya era inútil. Todavía luchando para moverse, logró arrastrarse hasta que quedó parcialmente oculto por uno de los bisontes muertos.

Tan difícil respirar. Tan difícil...

En realidad no sintió a los cascos cuando un bisonte pisoteó sus patas traseras. Apenas oyó los gritos de triunfo de los humanos o los disparos que llevaron a los bisontes lejos de la camioneta.

No notó el silencio.

¿Cómo Meg, tan lejos allá en Lakeside, supo que esto era una trampa? ¿Qué había visto?

Apenas podía oír. Apenas podía respirar.

—Éste sigue vivo.

—No por mucho tiempo. Tira el cuerpo con el resto.

Fue arrastrado por sus patas delanteras. Luego levantado y tirado.

¿Qué había visto Meg? ¿Cómo diferenció un Lobo de otro?

Ella me vio en Lakeside. Recordaría mi cara.

No pudo cambiar del todo a humano. No tenía la fuerza para ello. Pero si Simon y Jackson lo vieran de alguna manera, si Meg lo viera ahora, sabrían, estarían... advertidos, podrían... escapar de otras trampas.

Hizo sonidos extraños mientras trataba de respirar, trató de cambiar de Lobo a su forma humana. Vio a su mano, sobre todo humana ahora en el extremo de una pata delantera peluda. Él sintió que su cara cambió.

Sintió un golpe en la parte posterior de la cabeza.



*****



—¿Quiere que saque a éste de la pila, jefe? — preguntó un hombre—. Su cara está tiene un aspecto medio humano.

Daniel Black miró el cuerpo del último Lobo tirado en el montón de cadáveres.

—Déjalo. Ese prueba que eliminamos al enemigo y no sólo a unos pocos animales tontos. — Se apartó de la pila de los Lobos muertos y le tendió una mano—. Dame esa cámara. Voy a tomar un par de fotos de ustedes chicos de pie por los humanos de todas partes.
Se reunieron a ambos lados del montículo, fusiles levantados en señal de triunfo, mientras que Black tomaba las fotos. No sería el único hombre en hacer un registro de este día histórico. Hombres de docenas de divisiones de HPU en todo el Medio Oeste y Noroeste habían participado en la tercera etapa del proyecto de recuperación de tierras.

No sería el único hombre en enviar una o dos fotos al periódico. Pero, por los dioses, él y sus hombres serían unos de los mejor recompensados por el trabajo de este día.

—Ahora, — dijo Black, mirando en la dirección de las colinas y la ciudad llamada Pradera de Oro—. Vamos a terminar esto y reclamar lo que debió ser nuestro todo el tiempo.

Mientras él y sus hombres se dirigieron de nuevo a sus camionetas, no se percataron de la ausencia de todas las aves, y no notaron el silencio.



*****



Nada podría haber hecho frente a una estampida de bisontes, Tolya pensó con amargura mientras corría por encima de la hierba. Él podría haber reducido a un animal, o dar captura y muerte a alguno de los jinetes que impulsan a los animales. Pero eso no habría salvado a los Lobos. Todo lo que podía hacer ahora, era volver a Pradera de Oro y hacer lo que pudiera para ayudar a los Intuye a salvar la ciudad.

El viento agitó la hierba. Un reflejo de calor apareció justo delante de él. Se puso en una columna de humo antes de cambiar a humano.

Dos de los Elementales que velaban por este pedazo de Thaisia tomaron forma delante de él. Aire y Fuego sentadas a horcajadas sobre dos de sus monturas; uno blanco y otro marrón.

¿Había algo que las Elementales podrían haber hecho para detener esto? No tenía sentido preguntar. Peligroso -incluso para un Sanguinati- decir algo que pudiera sonar como una acusación.

Y tal vez los Elementales no estaban destinados a poner fin a esta lucha entre los humanos y Otros, más de lo que estaban destinados a interferir con cualquiera de dos depredadores que estuvieran luchando en el mismo territorio. Pero los Elementales en Lakeside habían ayudado a Simon. Los Elementales en otra parte del Medio Oeste habían ayudado a destruir al Controlador y el terrible lugar donde habían enjaulado a las sangre dulce. Tal vez los Elementales aquí trabajarían con él ahora. Después de todo, Aire había ayudado a Joe cuando envió la carne de bisonte a Simon.

—Los humanos, — dijo Tolya—. Ellos van a incendiar la ciudad de los Intuye. Ellos van a tratar de matar a todos los jóvenes que Jesse Walker está llevando a las colinas por protección.

—¿Cómo sabes eso? — Preguntó finalmente Fuego.

—Meg Corbyn hizo una profecía y advirtió a Jesse Walker.

—¿Chica palo de escoba?

Así que la canción de Charlie Crowgard sobre Meg defendiendo a un Lobo había llegado tan lejos al oeste.
—Sí. Meg, la Trailblazer. Amiga de los Terráneos en Lakeside.

—Nuestros parientes del este la conocen,— dijo Aire—. Ella salvó a los ponis que viven en el Courtyard de Lakeside.

Tolya asintió. Luego esperó.

Aire levantó la vista mientras que algunos de los Ravengard pasaban volando.
—Los humanos que mataron a los Lobos. Los Grajos dicen que algunos son de la ciudad y algunos... — Miró a Fuego y sonrió—. ¿Cuántos bisontes murieron?

Fuego simplemente le devolvió la sonrisa.

Algo sobre esas sonrisas dio a Tolya una repentina comprensión de por qué los Elementales no debían ser animados a involucrarse demasiado en la vida de los seres que estaban más anclados a la carne que a su forma Terránea.

Aire y Fuego no dijeron nada mientras conducían a sus caballos hacia los ranchos que se extendían entre la ciudad Intuye de Pradera de Oro y la ciudad humana Bennett.

Cambiando de nuevo a humo, Tolya continuó hacia Pradera de Oro. Al llegar a la parada de camiones en el borde de la ciudad, vio un rayo golpeando contra el suelo en el norte y juzgó que había golpeado algo cerca del cruce.

Él siguió su camino hasta que llegó al Almacén de ramos generales Walker. Los hombres corrieron a reunirse con él tan pronto como cambió a su forma humana.

—Están muertos, — dijo—. Los Lobos están muertos.

—Ah, mierda, — Floyd Tanner dijo en voz baja, con tristeza—. ¿Incluso Joe?

Tolya asintió. Él no le diría a estos hombres cómo murieron los Lobos. Aún no.

—Sentimos mucho su pérdida, — dijo Kelley Burch después de un momento de silencio—. A todos nos gustaba Joe.

—Era un buen líder, — dijo Tolya. Y tal vez, de la misma manera que Simon Wolfgard es con Vlad, podría haber sido un buen amigo.

No había apreciado cuánto la pérdida había entristecido a estos humanos hasta que vio el cambio en sus caras y cuerpos, y comprendió que, por ahora, iban a dejar a un lado el dolor.

Phil Mailer se aclaró la garganta.
—Creo que será mejor que nos preparemos para el resto de la profecía. He advertido a todos los pueblos Intuye o asentamientos que pude. Tuve una respuesta de Steve Barquero de Desembarco del Ferry. Está enviando la alarma también. No tuvo la sensación de que todos los lugares Intuye estarían en peligro. Una gran cantidad de nuestros asentamientos están demasiado dentro del País Salvaje para ser alcanzados fácilmente por otros humanos. Pero también sentía que cuanto más lejos la advertencia pudiera expandirse, sería menos probable de nuestros pueblos fueran dañados.

Tolya asintió. Luego miró al norte y señaló.
—No creo que seamos nosotros quienes tengamos que preocuparnos por el fuego.



*****


El embudo de fuego corrió sobre la tierra, y todo se quemó en su estela. El viento azotaba las llamas que consumieron postes de cercas y pasto -y el ganado-, mientras el embudo se dirigía a los edificios de los ranchos aún en la distancia.



*****



Cuando se acercaron a la encrucijada, Daniel Black vio un rayo golpear la cabina de la minivan con la precisión de un tirador mientras una repentina ráfaga de viento la golpeó con la fuerza suficiente para sacarlos de la carretera.

Las otras camionetas se detuvieron y los hombres corrieron a ayudar a sus compañeros.

Black salió de su camioneta.
—¿Están heridos? — preguntó a los hombres.

Se apartaron de la minivan.

—Están muertos. — Uno de los hombres, que se había visto tan triunfante poco tiempo atrás, parecía asustado ahora.

No deberían estar muertos. Neumáticos de goma. Camino de tierra. Se suponía que era para proteger a una persona en una tormenta eléctrica, ¿verdad? ¿Cómo podrían sus hombres estar muertos?

Entonces Black vio el embudo que apareció de la nada, y sintió el primer escalofrío de miedo.

—Por todos los dioses oscuros, — susurró.

—¿Jefe?

Miró a su capataz. Luego metió  su mano en la camioneta, sacó la cámara, y se la dio al hombre.

—Dile al sheriff acerca de esto. Saca a alguien de aquí para tratar con... los hombres. Después, lleva esas fotografías al periódico. ¿Lo pillas? — Esperó hasta que el capataz se apartó con una velocidad imprudente antes de volverse hacia el resto de sus hombres—. Vengan conmigo. Tenemos que llegar al rancho antes que esa cosa y salvar lo que podamos.

Los hombres miraron al embudo y luego a él.

—¡Muévanse! Black se revolvió hacia la camioneta. Los hombres se amontonaron en la cabina y en la parte trasera, su única opción si no querían quedarse atrás.

Puso la camioneta en marcha. Luego vaciló. No podían correr más rápido que el tornado. Él no llegaría a la casa del rancho a tiempo. Debía ir a otro lado y terminar su misión, quemar esa ciudad de monstruos.

—¿Qué mierda...?  — Uno de sus hombres gritó momentos antes de que un granizo del tamaño de su puño golpeó la camioneta, golpeando el metal y el vidrio. El parabrisas se agrietó. Sus hombres subidos en la caja de la camioneta gritaron de dolor mientras trataban de protegerse.

En un día caluroso de verano. No había nubes de tormenta. No había nubes de ningún tipo. Sin embargo, había un maldito embudo en dirección a todo lo que había construido, y ahora esta tormenta.

Miró el espejo lateral y creyó ver a un jinete cabalgando en carrera hacia él, sin hacer caso del granizo castigador. Al pasar junto a su camioneta, vio una forma tan envuelta por la tormenta que no estaba seguro si se había imaginado ver figuras. Y sin embargo, la tormenta giró sin ninguna explicación racional y se dirigió a la ciudad de los monstruos, llenando el camino con granizos. Luego desaceleró, hasta dejar de moverse.

Esperado.

Si se dirigía a Pradera de Oro, sus hombres podrían quedar expuestos a la tormenta en todo el camino y resultarían heridos e inútiles para cuando llegaran a la ciudad. Por supuesto, si quedaran atrapados por el tornado o el fuego, no les  iría mucho mejor tampoco. Pero, al menos, estarían tratando de salvar algo.

Black se dirigió a su rancho.



*****



Jesse siguió un ancho sendero de caza. Para cuando su gente logró alcanzar el asentamiento Terráneo, los Cuervos y Halcones ya habían extendido la noticia de que los humanos mataron a los Lobos. Sorprendentemente, los adultos en el asentamiento no se opusieron a que se llevara a los jóvenes Wolfgard con ella al escondite que Joe Wolfgard había dispuesto. De hecho, todos los jóvenes del asentamiento estaban con ella. Los polluelos de los gard de los Búhos, Grajos, Halcones y Águilas viajaban en los hombros humanos o sobre las espaldas de los Lobatos o iban haciendo equilibrio sobre los paquetes cargados en dos burros.

Cuando tuviera tiempo, -si sobrevivía-; reflexionaría sobre la rareza de que los Lobos tuvieran un puñado de burros como animales de carga, y lo que decía acerca de los Otros el que los burros supieran que no tenían que temer a estos depredadores.

—¿Jesse? — Shelley se quedó sin aliento detrás de ella—. ¿Jesse? Necesitamos parar. Necesitamos un descanso.

—Descansaremos cuando lleguemos allí. — No podía estar mucho más lejos. Joe había dicho que estaba a un par de millas más allá del asentamiento Terráneo. Agua. Abrigo. Un punto que podría ser una defensa.

Lo que podría significar también, que era un punto que, si fuera invadido por un enemigo, no les daría ninguna vía de escape. A los humanos, para ser más claros.

—Arroo, — Rachel dijo en voz baja, de repente trotando por delante de Jesse.

La joven se había quedado cerca de ella durante todo el viaje. Jesse no estaba segura de si Rachel estaba ayudando actuando como una exploradora o si la Loba quería estar cerca de cualquier adulto que conociera.

La cuidadora de la manada era el único Lobo adulto que quedó en el asentamiento. El resto de los adultos habían partido para hacer frente a los humanos y resultaron muertos.

Los cachorros son huérfanos ahora, todos, pensó Jesse.

—¿Jesse? — Ahora era  Abigail Burch—. ¿No podemos detener un minuto? Los niños están cansados.

Cansados era mejor que muertos.

Jesse vaciló cuando Rachel se precipitó de nuevo hacia ella. Pero la Loba parecía excitada, aliviada. Un par de minutos más tarde, Jesse compartió el alivio. El agua fluía en un estanque antes de que una quebrada corriera por las colinas hacia el asentamiento. Había rocas que proporcionarían refugio, y árboles que darían sombra. No se podía hacer un fuego aquí porque estaban en el País Salvaje. Joe le había advertido sobre eso. Pero podrían acurrucarse en mantas para mantener el calor si tuvieran que quedarse aquí toda la noche.

Una vez que establecieran un campamento, averiguaría donde podrían ubicar la letrina y dónde atar a los burros.

—Estamos aquí, — dijo, haciéndose a un lado—. Paso ligero, ahora. Todo el mundo.

No todas las mujeres de Pradera de Oro habían venido con ellos. Unas pocas enviaron mensajes de que habían tenido el presentimiento de que tenían que quedarse en las granjas y ayudar a cuidar de los animales. Pero habían enviado a sus hijos. En verdad, tenían un punto. Meg Corbyn no había dicho que escondiera a las mujeres, sólo los niños. Sólo los Lobos.

Sintiendo a Rachel presionándose contra su pierna, temblando, Jesse sintió una punzada de dolor al recordar a Joe de pie fuera del almacén, listo para intervenir si era necesario, pero permitiendo a Rachel hacer su primera incursión en una tienda humana por su cuenta. Jesse no había tenido tiempo para conocerlo bien, y se lamentó por ello. Trabajando juntos, podrían haber tendido puentes sobre las diferencias entre Terráneos e Intuyes, podrían haber construido una asociación de la misma manera en que en otros lugares estaban tratando de hacer.

Rachel se quejó.

—Silencio, — Jesse espetó a las mujeres y a los niños cuyas voces venía aumentando. Al entrar en la brecha entre las rocas, levantó su rifle, lista para disparar.

Las mujeres se quedaron en silencio o desesperadamente trataron de silenciar a los niños.

Nada. Nada. Salvo la cuidadora de la manada conduciendo a los cachorros a un lugar donde esconderse detrás de un árbol caído. Salvo Rachel a su lado, jadeando y temblando.

Nada más que un silencio extraño.

Entonces, algo brilló en el sendero de caza. Algo que sus ojos no podían ver bien.

Algo grande.

—Hasta aquí, — advirtió.

Un rugido tenue, más una sensación en el aire que un sonido real.

—Tenemos permiso para estar aquí, y nos vamos a quedar hasta que me digan que es seguro llevar a los jóvenes de regreso a sus hogares.

Rachel cambió de repente, ahora una adolescente humana en cuclillas a su lado.
—Jesse Walker es nuestra amiga. Ella... era amiga de Joe Wolfgard.

¿Dónde una apuntaría cuando no se podía ver? Ese brillo oscuro. ¿Era un ojo? Dioses, ¿qué tan grande era esa cosa?

Dio un paso más cerca. No podía verlo, pero sabía que se había acercado.

—Si es uno de los Terráneos que vive en estas colinas, entonces debe saber por qué vinimos aquí, debe saber qué pasó con los Lobos. — Jesse tomó una respiración lenta—. Hemos perdido suficientes amigos hoy. En eso, creo, usted y yo somos iguales. Así que le digo ahora que la única manera en que alguien se lleve a cualquiera de estos jóvenes de aquí, es si estoy muerta y no puedo luchar por ellos más.

Vacilación. Luego desapareció.

Jesse no sabía cómo algo tan grande podía moverse tan rápidamente o en tal silencio, pero podía sentir que había desaparecido.

—Los Antiguos vigilaran el sendero, — susurró Rachel—. Vamos a estar a salvo aquí esta noche y podemos ir... a casa... por la mañana.

Jesse bajó el rifle.
—¿Eso fue un Antiguo?

—Sí. Son viejas formas de Terráneos. Son los dientes y las garras de Namid.

Los dientes y las garras de Namid. Ya lo creo. Vaya que sí. Dioses encima y por debajo—. ¿Ellos viven en las colinas?

—Sí. Ellos nos permiten tomar un poco de madera y piedras amarillas para el comercio con los humanos. Y nuestra... — La respiración de Rachel quedó atrapada en un sollozo—. Nuestra manada podía cazar hasta aquí. — Miró a los otros Lobos jóvenes que habían venido con ellos—. Nosotros hemos estado aprendiendo a cazar, pero no somos lo suficientemente fuertes todavía... No podemos... ¿Cómo vamos a alimentar a los cachorros?

—Ya se nos ocurrirá algo, — dijo Jesse en voz baja—. Tienes que cambiar de vuelta a Lobo ahora. Vas a estar más abrigada usando piel.

La muchacha asintió. Después de cambiar, se unió a los otros Lobos, que estaban reunidos en un área. Todos los jóvenes Terráneos habían elegido un lugar en particular, cada gard se mantenía junto. En el centro estaban los Intuye, que dispusieron las mantas, sacando vasos para beber y envases de alimentos.

Ellen García se acercó a Jesse, que estaba apoyada en una roca y dividía su atención entre el sendero y el campamento.

—Tengo unas treinta libras de carne cruda envasada en uno de esos burros, — dijo Ellen.

—Les dije que no trajeran nada que necesitara cocción. — ¿Treinta libras? No le extrañaría que tuvieran que dejar algunas cosas atrás, más aún con las mujeres llevando paquetes de cosas que los bebés y niños pequeños pudieran necesitar.

—No la traje para nosotros.

Jesse miró a la otra mujer. Tobias era el capataz del rancho de Pradera de Oro, pero Ellen y Tom se encargaban de los edificios y vehículos, y Ellen cocinaba para los hombres. Ella también tenía algún tipo de formación como contable, por lo que se encargaba de los libros del rancho, así como de la granja lechera y la agrícola. Aunque a Jesse le gustaba Shelley Bookman y la consideraba una amiga, reconocía a Ellen como un espíritu afín, una mujer que se ponía manos a la obra con lo que había que hacer.

Ella resopló al observara a los jóvenes Terráneos. Consumidores de carne, cada uno de ellos.
—No había pensado en eso.

—No hay razón para que lo hicieras. Tenemos un par de perros de pastoreo, por lo que empacar un poco de carne cruda en las provisiones es una segunda naturaleza para mí. Me haré cargo de esa parte del campamento.

—Gracias.

Disfrutaron de un minuto de silencio cómodo, sólo escuchando a las otras mujeres acomodando a los niños. Luego, Ellen dijo:
—¿Te cuesta tanto como a mí no pensar en lo que sucede en el rancho y en la ciudad?

Jesse asintió.
—Sigo pensando que veríamos el humo si ocurría lo peor, pero no estoy segura de que sea cierto.

—Supongo que lo averiguaremos en la mañana.

—Supongo que lo haremos.

—Bien. Será mejor que pique un poco de esa carne antes de que todos los jóvenes se den cuenta que tienen hambre.

Jesse liberó una sonrisa.
—Alimentar a esta pandilla debe ser interesante.

Mientras que Ellen se puso a trabajar preparando la carne para los peludos y con plumas, Jesse siguió manteniendo la vigilancia. ¿Rachel había visto claramente lo que el ojo y cerebro humano se negaron a entender? ¿qué podría haber ocurrido si un Lobo no hubiera hablado a favor de ellos?

¿Qué pasaría con cualquiera de ellos si no hubiera nadie como Joe Wolfgard para hablar por ellos cuando los Antiguos bajaran de las colinas?

Jesse se frotó el dolor en su muñeca izquierda.

Vendrían. Lo sabía, con la misma seguridad con la que sabía su propio nombre.



*****



Ignorando a los bisontes muertos, se reunieron alrededor de los Lobos que habían sido apilados en un montículo. Resoplaron, rodearon, consideraron.

«Este asesinato,» uno de ellos dijo finalmente. «Esto es lo que significa ser humano. Esto es lo que hacen los humanos.»

La ira creció lentamente, llenó sus músculos, huesos y sangre. Y en algunos de ellos, ... los hizo cambiar. Se levantaron sobre sus patas traseras y cambiaron las formas de las piernas y caderas para poder mantenerse en pie. Las patas delanteras cambiaron para manos, pero los dedos todavía conservaban las garras de un depredador. El cuerpo se reformuló en un poderoso torso y hombros, el cuello fuerte, y una cabeza que conservaba los dientes y mandíbulas que podían cortar a través de los huesos.

Ellos sobrepasaban a sus presas, pero con esta forma serían capaces de entrar en las viviendas, desenterrar lo que se trataba de ocultar.

Uno de ellos se giró y dio unos pasos vacilantes sobre sus piernas recién formadas. Agarró los cuernos de un bisonte con sus nuevas manos y, con toda la fuerza de su verdadera forma, dio un giro salvaje y le arrancó la cabeza al bisonte. Dejando caer la cabeza, clavó sus garras sobre el vientre y observó a las entrañas deslizarse hacia afuera.

«Esto es lo que significa ser humano,» eso dijo. «Esto es lo que hacen los humanos.»

«Esto es lo que hacen los humanos,» el resto estuvo de acuerdo.

Los que habían tomado esta forma necesaria, pero no deseada cambiaron de nuevo a su forma verdadera.


Luego todos se dirigieron a la población humana llamada Bennett, y sus pasos llenaron la tierra de un terrible silencio.

22 comentarios:

  1. Me demore más porque este capítulo en especial me costo..

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  2. nooooo, me hizo llorar!!! que triste...

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  3. este capitulo se hizo de rogar,pobre joe

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  4. por cierto en españa son las 3 de la mañana

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    1. Acá en Argentina son las 23hs... Hasta el último momento esperaba que se pudiera salvar...

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    2. YO TAMBIEN... seguia esperando que apareciese algun elemental y salvase a Joe a ultimo momento.

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  5. increíble, gracias por este cap. estoy esperando con ansias lo que sigue

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  6. Nooooooo Joe?? X que, los humanos no saben lo que les viene! Que paso con Meg y Simón!!!!! 😱 😱 😱 chicas van a subir capítulo mañana xfis ssiiiiiiii 🙏🙏🙇🙇🙇🙏🙏

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    1. Si mañana subimos otro capítulo, más o menos a las 5 pm hora Argentina/Uruguay, que es de donde somos

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  7. En Veracruz México son las 9:16 desde la 1 pm estoy checando la pagina 😫😫😫😫😫😵😵😵😵

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  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  9. OMG, no se que es peor lo que paso o lo que vendrá...

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  10. A mi me gustaba Joe, él fue quien aviso de que habían matado a los bebes varones de las profetas, fue también quien estuvo a cargo de terminar con el Controlador...

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  11. Cierto no nosotras no lo olvidaremos;🙏🌹⛪ pero que pasara con los lobos huérfanos, y con los humanos ahora que han enfurecido a los ANTIGUOS

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  12. Joe T.T </3 no puedo creer que muriera, y ahora si se les armo a los humanos con los antiguos, pero me pregunto si sabrán diferencian a los buenos humanos, a los intuye al menos...

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  13. De todas las muertes de terraneos que hubo hasta ahora en la saga, Joe es el que mas me dolió. Supongo que se debe a que él mismo relata su dolor y final aciago... TRISTEZA TOTAL !!!!

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  14. ¡Nooooo! T_T sigo llorando la pérdida de Joe... espero que Fuego y viento se hagan cargo de esos desgraciados... ya quiero leer cuando los antiguos arracen con los culpables completamente...

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  15. Buuuaaaa...empieza la guerra, todos los adultos de una manada, y toda una ciudad que va a desaparecer...y encima los humanos dicen que lo han hecho en más sitios....

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  16. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  17. Gracias por la traducción. Si no fuera por el trabajo de ustedes no conoceríamos estas historias que se salen de lo normal y cotidiano.

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  18. HOLA DARK,RECIEN LEI ESTE CAPITULO,QUE TRISTEZA,ESPERANDO CON GANAS LOS SIGUIENTES A VER COMO TERMINA TODO,MUCHA GRACIAS,BESOS.

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  19. Me dolió mucha la muerte de joe ojala que le den muerte a eso desgraciados

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