Capítulo 7
Thaisday 10 de Maius
Se ve triste, Meg pensó cuando Simon entró
en la sala de clasificación y se detuvo al darse cuenta Merri Lee y Ruth
estaban con ella. Parecía enojado y triste.
Ella corrió
hacia él.
—¿Qué pasó? —
Cuando él no respondió, ella miró a sus amigas, luego de nuevo a él—. ¿Simon? ¿Qué
pasó?
¿Qué se
suponía que debía hacer cuando un amigo se veía enojado y triste, pero que no
sabía el por qué?
—Tú eres la
Trailblazer, — dijo Simon—. Tú tienes las respuestas, y necesitamos respuestas.
—Tiene razón,
— dijo Merri Lee.
Meg comparó la
cara de Merri Lee con imágenes de entrenamiento. Pálida. Enferma. Molesta.
Ella sabe por qué Simon está molesto. Es debido a
la profecía, por las cosas que no quiso decirme.
Ruth, por el
contrario, se veía preocupada, pero no parecía saber.
—Esto es lo
que sacamos en limpio. — Merri Lee dejo una serie de fotografías en la mesa de clasificación.
— Meg ha creado un marco de cosas tangibles que actúa como un ancla y le impide
quedar abrumada por los estímulos visuales y auditivos. El marco es una
combinación de cosas grandes, como la mesa de clasificación y cosas más
pequeñas como el reproductor de CD y la pila de discos compactos colocados
sobre el mostrador. Estas son las cosas constantes que no pueden cambiar,
porque Meg tiene que contar con estén exactamente dónde están.
—Es como los
muebles de la habitación de Meg en el recinto, — complementó Ruth.
—Celdas, —Meg
dijo con fuerza—. Se llaman celdas. Ellos la cerraban desde el exterior, y solo
teníamos los que los Nombres Caminantes nos
permitían tener.
Ruth asintió
para indicar comprensión.
—El contenido
de las celdas no cambiaba mientras las chicas vivieran en el recinto. Creemos
que la falta de cambio equilibraba todas las nuevas imágenes y vídeos a que les
mostraban a las chicas, como parte de su entrenamiento para describir las
visiones.
Meg no agregó
su pequeña cuota de especulación: que la esterilidad de las celdas hacía que
las niñas quisieran estudiar las imágenes y las volvía más dispuestas a
cortarse para poder experimentar algún estímulo. La adicción seguía allí, el
ansia por la navaja, cómo la sensación de
euforia. Todavía velaba su mente para protegerla de las visiones, pero la
euforia no se sentía tan intensa como las sensaciones que había sentido hace
unos meses. O tal vez quería creer que era porque había muchos otros tipos de
estimulación agradables ahora.
Algo en lo que
tenía que pensar un poco más.
—No podemos
decir si es por la formación o simplemente así funcionan sus cerebros, pero
creemos que, ya que absorben todo lo que les rodea, las profetas de la sangre
sufren sobrecargas de información mucho más rápido que otras personas, y sufren
apagones para que su mente descanse, — dijo Merri Lee.
Meg podía
decir por la forma en que las orejas de Simon se habían vuelto un poco peludas
y con más forma lobuna, que estaba escuchando atentamente a todo lo que decían,
pero no estaba segura si él entendía lo que decían.
—Cuando los
cachorros son jóvenes, tienen que absorber todo también, para poder aprender
sobre el mundo, — él dijo—. Sus cosas constantes son el estudio y la manada.
—¿Qué sucede
cuando sus pequeños cerebros se cansan? — Preguntó Merri Lee.
Simon
entrecerró los ojos hacia Meg.
—Se acurrucan
y toman una siesta.
Meg entrecerró
los ojos en respuesta a él. No parecía impresionado.
—Bueno, los
humanos no están hechos para tomar estas pequeñas siestas cortas durante todo
el día.
Su único
comentario fue un sonido de chasqueo resoplado, que les decía a todas que él
pensaba que ese era un defecto humano.
—El punto, —
Ruth dijo—, es que tratamos de determinar lo que constituye una constante y qué
hace que algo sea aceptable, incluso cuando cambia.
Merri Lee
señaló las fotos de nuevo.
—Por ejemplo,
un jarrón de flores puede tener o no tener flores. Un jarrón con flores era
diferente, pero no causó ansiedad. La puerta al patio de Henry podría estar
abierta o cerrada. Podría haber comida en la nevera aquí o no. Pero Meg eligió
donde poner los CD, y si alguien cambia la colocación, hace que Meg se sienta
molesta.
—A partir de
lo que nos dijo, la mayoría de días hay algo que la hace sentirse molesta, —
continuó Ruth—. Pero un poco de aflicción, más otro poco de molestia por el
aluvión de nuevas imágenes, podría empujar a una profeta de la sangre a
cortarse para aliviar la presión emocional de sentirse abrumada.
Simon miró a
Meg y gruñó.
—Las cosas
siempre están cambiando en el Courtyard.
—Sí, — dijo
ella, con la esperanza de que pudiera hacerle comprender. Con la esperanza de
que mantendría su promesa de dejarla tener una vida, incluso si tenía una que
la matara—. Cada día cuando hago mis entregas, el Courtyard se ve diferente.
Pero es un buen diferente, un diferente natural.
—Y Meg lo ve
como una imagen activa, — dijo Merri Lee—. Creemos que eso es parte de ella. Al
conducir a través del Courtyard, o caminar o montar como pasajera, Meg es una
participante activa en un movimiento, la imagen cambia. La tierra cambia con
las estaciones...
—Pero mi
apartamento no cambia,— Meg terminó—. El mobiliario se mantiene en el mismo
lugar a menos que mueva algo.
Simon comenzó
a rascarse detrás de una oreja. Entonces su rostro se sonrojo cuando se dio
cuenta de que sus orejas eran Lobunas. Sin mirarlas, él cambió sus orejas de
vuelta a la forma humana.
—No hay un
montón de cosas en tu apartamento, —dijo—. No hay mucho mobiliario. No
necesitamos mucho... —Se calló.
—Ni yo, — dijo
Meg—. Tampoco las otras chicas.
—Así que...
¿Más como Vida Simple que como el atesoramiento de los Cuervos?
No había visto
ninguna de esas cosas, pero sólo una sonaba calmante.
—Si Vida Simple es más como nuestros
apartamentos, entonces, sí, así.
—El problema
inmediato son las niñas que viven en la Isla Grande, ¿verdad? —Preguntó Merri
Lee.
Simon vaciló,
y luego asintió con la cabeza, dejando a Meg a preguntarse quién más necesitaba
ayuda.
—Quien sea que
cuide de las niñas, debe limpiar sus habitaciones de visuales cosas extrañas,
cuadros en las paredes, estatuillas en las mesas, cosas así, — dijo Ruth—.
Pueden tomar fotos de todas esas cosas y hacer una capeta de imágenes. Tal vez
permitir que cada chica miré las imágenes y seleccione un puñado de artículos
que querría en su habitación, luego
dejar que ellas sean quienes les den una ubicación. Pero una vez que las cosas
queden establecidas, la habitación de la chica no puede cambiar, a menos que
ella sea la que haga el cambio.
—También,
tienen que tomar una foto de cada habitación, como referencia para los adultos,
para que no cambien inadvertidamente algo, —dijo Merri Lee—. Incluso una
pequeña diferencia, como poner un libro en un estante diferente, puede ser
desorientador para estas niñas. Algo que todos aprendimos cuando cambié la pila
de CD hoy.
—Rutina, —
dijo Ruth—. La flexibilidad no era parte de la atención o la formación en el
recinto. Todo lo que es diferente es un factor de estrés para las chicas.
—Alguien
podría hacer una carpeta llamada: "Nuestro
Pueblo" o "Desembarco del
Ferry", — añadió Merri Lee—. Las niñas pueden estudiar las imágenes
previamente, y su profesor o cuidador pueden discutir qué otras cosa podrían
ver, como los coches en movimiento en la calle o las personas que conducen
bicicletas. Imágenes estáticas combinadas con una imagen en movimiento. Luego
pueden salir como una aventura, para ver las cosas por sí mismas.
Simon se
centró en Meg.
—No tienes
esas cosas.
—Pero tengo la
rutina que da forma a los días. Y no necesito una carpeta de imágenes para el
Courtyard, porque estoy familiarizada con la mayoría de las calles y edificios
ahora. — No le iba a recordar que no había esperado sobrevivir más de unas
pocas semanas, por lo que se había atiborrado de imágenes y experiencias,
determinada vivir mientras pudiera.
Y no le diría
que a menudo era su miedo a lo que el olor de la sangre podría hacer con los
instintos de los depredadores, lo que le impedía cortarse más a menudo de lo
que se cortaba.
—¿Eso ayuda? —
Preguntó.
—Ayuda.
—¿Vas a
decirme por qué estás enojado y triste?
Echó un
vistazo a Merri Lee, luego miró a Meg y se quejó en voz baja.
—Algunas de
las profetas de sangre han dejado los recintos. Las viste caminar por su cuenta
cerca de las carreteras. Y algunos de ellas...
Meg comprendió
entonces por qué Merri Lee no le dijo lo que había visto esa mañana.
—Vi imágenes
que indicaban que algunas morirían.
—Sí. Pero los
Terráneos están buscándolas ahora. También la policía. Las encontraremos, Meg.
Vamos a encontrarlas y llevarlas a un lugar seguro.
¿Cuántas
chicas había visto ella?
—¿Dónde las
vas a llevar?
—Para los
pueblos Intuye o asentamientos Terráneos, — dijo Simon—. Lo que esté más cerca
del lugar donde las encontremos. — Hizo una pausa—. ¿Qué debemos hacer cuando
nos encontremos con ellas?
¿Qué me habría ayudado si me hubiera encontrado
sola y asustada, y hubiera sido encontrada por extraños?
—Imágenes, —
dijo Meg. Merri Lee y Ruth asintieron vigorosamente—. Díganles a las chicas lo
que está sucediendo. Díganles cómo van a llegar desde donde están a donde van a
ser llevadas. Todas tenemos imágenes generales acerca de los viajes. Díganles
la secuencia para que puedan recordar las imágenes de entrenamiento que coincidan.
Entonces, si pueden, muéstrenles una foto de la habitación que será su lugar
seguro.
Sus brazos se
erizaron de repente con tan mal quemazón, pero no se atrevió a frotarse su
piel. Simon reconocería la advertencia de la profecía. Así como Ruth y Merri Lee.
Ellos sabían que no se debía cortarse de nuevo hoy, después de haberse cortado
esta mañana, y Simon ya estaba molesto. No quería ni pensar en cómo iba a
aullar y gruñir si sacaba la navaja por segunda vez en un día.
—Me tengo que
ir, — dijo Simon—. El resto de los Terráneos necesitan saber estas cosas.
—También los
agentes de policía implicados en el rescate de las chicas, — dijo Ruth—. Debe
llamarlos también.
Él enseñó los
dientes para demostrar que no le gustaba que alguien le diera una orden, pero los
dientes se quedaron en tamaño humano, por lo que debía haber pensado que Ruth
tenía razón. Esa fue probablemente la verdadera razón por la que les gruñó y
dijo:
—Ustedes
escriban esto para la Guía.
Antes de que
pudieran protestar, él salió de la sala de clasificación y cerró la puerta de
atrás al salir de la oficina.
—Bueno... —
Merri Lee farfulló.
—Creo que
deberíamos empezar a escribir La Guía de
las Profetas de la sangre para imbéciles, — dijo Meg.
Después de un
momento, Ruth asintió.
—Sí, debemos
hacerlo. Y creo que deberíamos encontrar a alguien que pueda dibujar, así
podemos añadir una caricatura de Meg señalando los elementos importantes.
—¿Qué? — Meg
gritó.
—La caricatura
de Meg podría llamarse Meg la Pathfinder,
— dijo Merri Lee—. Y podría proporcionar consejos Trailblazer, que a otras chicas le serían de ayuda.
—No creo que
deberíamos llamarlo para Imbéciles, —
dijo Ruth—. Tal vez sólo La Guía de las
Profetas de la sangre.
—Sí, — susurró
Meg. El zumbido doloroso bajo su piel se desvaneció a un cosquilleo ligero en
sus dedos. Luego, eso también se fue—. Una guía para las niñas, así como para
las personas que tratan de ayudarlas.
—Está bien. —
Merri Lee aplaudió—. Vamos a ver si podemos usar el ordenador en la habitación
de la Asociación Empresarial, para pasar estas primeras notas. ¿A quién debemos
pedir permiso? ¿A Vlad o a Tess?
—¿A quién sea
que encontremos primero? — Dijo Ruth.
—La oficina
necesita mantenerse abierta un poco más, — dijo Meg—. Adelántense y empiecen.
—¿Vas a estar
bien aquí sola?
—¡Arooeeooeeoo!
¡Arooeeooeeoo!
Meg suspiró
mientras el arroo tirolés de Saltarín sonó afuera de la puerta de entrega de la
sala de clasificación.
—Estaré bien.
Salgo con ustedes.
—¿No vas a
dejarlo entrar? — Preguntó Merri Lee.
—No hasta
estar segura de que no está tratando de echar un ratón en la oficina,
—respondió Meg—. Sobre todo porque Nathan no está aquí para olfatear.
Sus amigas
humanas corrieron a la puerta trasera de Un
Pequeño Bocado. El joven Lobo, sin ningún juguete peludo, entro en la
oficina.
Mientras Meg
guardaba cuidadosamente las fotos que Ruth había tomado para su experimento,
pensó en el tono de las voces de las otras chicas cuando hablaban de la Guía.
No fue un olvido de lo malo que le estaba pasando a las otras Casandra de
sangre, pero si una distracción, un esfuerzo para ayudar.
Y eso era un
tipo diferente de referencia. Una referencia de vida.
Meg registro
eso en la memoria de audio "animando
a un amigo."
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