Próximamente

martes, 7 de julio de 2015

Adelanto Capítulo 7 (primera parte): Visiones en Plata - Anne Bishop


Capítulo 7




Thaisday 10 de Maius

Se ve triste, Meg pensó cuando Simon entró en la sala de clasificación y se detuvo al darse cuenta Merri Lee y Ruth estaban con ella. Parecía enojado y triste.

Ella corrió hacia él.
—¿Qué pasó? — Cuando él no respondió, ella miró a sus amigas, luego de nuevo a él—. ¿Simon? ¿Qué pasó?

¿Qué se suponía que debía hacer cuando un amigo se veía enojado y triste, pero que no sabía el por qué?

—Tú eres la Trailblazer, — dijo Simon—. Tú tienes las respuestas, y necesitamos respuestas.

—Tiene razón, — dijo Merri Lee.

Meg comparó la cara de Merri Lee con imágenes de entrenamiento. Pálida. Enferma. Molesta.

Ella sabe por qué Simon está molesto. Es debido a la profecía, por las cosas que no quiso decirme.

Ruth, por el contrario, se veía preocupada, pero no parecía saber.

—Esto es lo que sacamos en limpio. — Merri Lee dejo una serie de fotografías en la mesa de clasificación. — Meg ha creado un marco de cosas tangibles que actúa como un ancla y le impide quedar abrumada por los estímulos visuales y auditivos. El marco es una combinación de cosas grandes, como la mesa de clasificación y cosas más pequeñas como el reproductor de CD y la pila de discos compactos colocados sobre el mostrador. Estas son las cosas constantes que no pueden cambiar, porque Meg tiene que contar con estén exactamente dónde están.

—Es como los muebles de la habitación de Meg en el recinto, — complementó Ruth.

—Celdas, —Meg dijo con fuerza—. Se llaman celdas. Ellos la cerraban desde el exterior, y solo teníamos los que los Nombres Caminantes nos permitían tener.

Ruth asintió para indicar comprensión.
—El contenido de las celdas no cambiaba mientras las chicas vivieran en el recinto. Creemos que la falta de cambio equilibraba todas las nuevas imágenes y vídeos a que les mostraban a las chicas, como parte de su entrenamiento para describir las visiones.

Meg no agregó su pequeña cuota de especulación: que la esterilidad de las celdas hacía que las niñas quisieran estudiar las imágenes y las volvía más dispuestas a cortarse para poder experimentar algún estímulo. La adicción seguía allí, el ansia por la navaja,  cómo la sensación de euforia. Todavía velaba su mente para protegerla de las visiones, pero la euforia no se sentía tan intensa como las sensaciones que había sentido hace unos meses. O tal vez quería creer que era porque había muchos otros tipos de estimulación agradables ahora.

Algo en lo que tenía que pensar un poco más.

—No podemos decir si es por la formación o simplemente así funcionan sus cerebros, pero creemos que, ya que absorben todo lo que les rodea, las profetas de la sangre sufren sobrecargas de información mucho más rápido que otras personas, y sufren apagones para que su mente descanse, — dijo Merri Lee.

Meg podía decir por la forma en que las orejas de Simon se habían vuelto un poco peludas y con más forma lobuna, que estaba escuchando atentamente a todo lo que decían, pero no estaba segura si él entendía lo que decían.

—Cuando los cachorros son jóvenes, tienen que absorber todo también, para poder aprender sobre el mundo, — él dijo—. Sus cosas constantes son el estudio y la manada.

—¿Qué sucede cuando sus pequeños cerebros se cansan? — Preguntó Merri Lee.

Simon entrecerró los ojos hacia Meg.
—Se acurrucan y toman una siesta.

Meg entrecerró los ojos en respuesta a él. No parecía impresionado.
—Bueno, los humanos no están hechos para tomar estas pequeñas siestas cortas durante todo el día.

Su único comentario fue un sonido de chasqueo resoplado, que les decía a todas que él pensaba que ese era un defecto humano.

—El punto, — Ruth dijo—, es que tratamos de determinar lo que constituye una constante y qué hace que algo sea aceptable, incluso cuando cambia.

Merri Lee señaló las fotos de nuevo.
—Por ejemplo, un jarrón de flores puede tener o no tener flores. Un jarrón con flores era diferente, pero no causó ansiedad. La puerta al patio de Henry podría estar abierta o cerrada. Podría haber comida en la nevera aquí o no. Pero Meg eligió donde poner los CD, y si alguien cambia la colocación, hace que Meg se sienta molesta.

—A partir de lo que nos dijo, la mayoría de días hay algo que la hace sentirse molesta, — continuó Ruth—. Pero un poco de aflicción, más otro poco de molestia por el aluvión de nuevas imágenes, podría empujar a una profeta de la sangre a cortarse para aliviar la presión emocional de sentirse abrumada.

Simon miró a Meg y gruñó.
—Las cosas siempre están cambiando en el Courtyard.

—Sí, — dijo ella, con la esperanza de que pudiera hacerle comprender. Con la esperanza de que mantendría su promesa de dejarla tener una vida, incluso si tenía una que la matara—. Cada día cuando hago mis entregas, el Courtyard se ve diferente. Pero es un buen diferente, un diferente natural.

—Y Meg lo ve como una imagen activa, — dijo Merri Lee—. Creemos que eso es parte de ella. Al conducir a través del Courtyard, o caminar o montar como pasajera, Meg es una participante activa en un movimiento, la imagen cambia. La tierra cambia con las estaciones...

—Pero mi apartamento no cambia,— Meg terminó—. El mobiliario se mantiene en el mismo lugar a menos que mueva algo.

Simon comenzó a rascarse detrás de una oreja. Entonces su rostro se sonrojo cuando se dio cuenta de que sus orejas eran Lobunas. Sin mirarlas, él cambió sus orejas de vuelta a la forma humana.

—No hay un montón de cosas en tu apartamento, —dijo—. No hay mucho mobiliario. No necesitamos mucho... —Se calló.

—Ni yo, — dijo Meg—. Tampoco las otras chicas.

—Así que... ¿Más como Vida Simple que como el atesoramiento de los Cuervos?

No había visto ninguna de esas cosas, pero sólo una sonaba calmante.
—Si Vida Simple es más como nuestros apartamentos, entonces, sí, así.

—El problema inmediato son las niñas que viven en la Isla Grande, ¿verdad? —Preguntó Merri Lee.

Simon vaciló, y luego asintió con la cabeza, dejando a Meg a preguntarse quién más necesitaba ayuda.

—Quien sea que cuide de las niñas, debe limpiar sus habitaciones de visuales cosas extrañas, cuadros en las paredes, estatuillas en las mesas, cosas así, — dijo Ruth—. Pueden tomar fotos de todas esas cosas y hacer una capeta de imágenes. Tal vez permitir que cada chica miré las imágenes y seleccione un puñado de artículos que  querría en su habitación, luego dejar que ellas sean quienes les den una ubicación. Pero una vez que las cosas queden establecidas, la habitación de la chica no puede cambiar, a menos que ella sea la que haga el cambio.

—También, tienen que tomar una foto de cada habitación, como referencia para los adultos, para que no cambien inadvertidamente algo, —dijo Merri Lee—. Incluso una pequeña diferencia, como poner un libro en un estante diferente, puede ser desorientador para estas niñas. Algo que todos aprendimos cuando cambié la pila de CD hoy.

—Rutina, — dijo Ruth—. La flexibilidad no era parte de la atención o la formación en el recinto. Todo lo que es diferente es un factor de estrés para las chicas.

—Alguien podría hacer una carpeta llamada: "Nuestro Pueblo" o "Desembarco del Ferry", — añadió Merri Lee—. Las niñas pueden estudiar las imágenes previamente, y su profesor o cuidador pueden discutir qué otras cosa podrían ver, como los coches en movimiento en la calle o las personas que conducen bicicletas. Imágenes estáticas combinadas con una imagen en movimiento. Luego pueden salir como una aventura, para ver las cosas por sí mismas.

Simon se centró en Meg.
—No tienes esas cosas.

—Pero tengo la rutina que da forma a los días. Y no necesito una carpeta de imágenes para el Courtyard, porque estoy familiarizada con la mayoría de las calles y edificios ahora. — No le iba a recordar que no había esperado sobrevivir más de unas pocas semanas, por lo que se había atiborrado de imágenes y experiencias, determinada vivir mientras pudiera.

Y no le diría que a menudo era su miedo a lo que el olor de la sangre podría hacer con los instintos de los depredadores, lo que le impedía cortarse más a menudo de lo que se cortaba.

—¿Eso ayuda? — Preguntó.

—Ayuda.

—¿Vas a decirme por qué estás enojado y triste?

Echó un vistazo a Merri Lee, luego miró a Meg y se quejó en voz baja.
—Algunas de las profetas de sangre han dejado los recintos. Las viste caminar por su cuenta cerca de las carreteras. Y algunos de ellas...

Meg comprendió entonces por qué Merri Lee no le dijo lo que había visto esa mañana.

—Vi imágenes que indicaban que algunas morirían.

—Sí. Pero los Terráneos están buscándolas ahora. También la policía. Las encontraremos, Meg. Vamos a encontrarlas y llevarlas a un lugar seguro.

¿Cuántas chicas había visto ella?
—¿Dónde las vas a llevar?

—Para los pueblos Intuye o asentamientos Terráneos, — dijo Simon—. Lo que esté más cerca del lugar donde las encontremos. — Hizo una pausa—. ¿Qué debemos hacer cuando nos encontremos con ellas?

¿Qué me habría ayudado si me hubiera encontrado sola y asustada, y hubiera sido encontrada por extraños?

—Imágenes, — dijo Meg. Merri Lee y Ruth asintieron vigorosamente—. Díganles a las chicas lo que está sucediendo. Díganles cómo van a llegar desde donde están a donde van a ser llevadas. Todas tenemos imágenes generales acerca de los viajes. Díganles la secuencia para que puedan recordar las imágenes de entrenamiento que coincidan. Entonces, si pueden, muéstrenles una foto de la habitación que será su lugar seguro.

Sus brazos se erizaron de repente con tan mal quemazón, pero no se atrevió a frotarse su piel. Simon reconocería la advertencia de la profecía. Así como Ruth y Merri Lee. Ellos sabían que no se debía cortarse de nuevo hoy, después de haberse cortado esta mañana, y Simon ya estaba molesto. No quería ni pensar en cómo iba a aullar y gruñir si sacaba la navaja por segunda vez en un día.

—Me tengo que ir, — dijo Simon—. El resto de los Terráneos necesitan saber estas cosas.

—También los agentes de policía implicados en el rescate de las chicas, — dijo Ruth—. Debe llamarlos también.

Él enseñó los dientes para demostrar que no le gustaba que alguien le diera una orden, pero los dientes se quedaron en tamaño humano, por lo que debía haber pensado que Ruth tenía razón. Esa fue probablemente la verdadera razón por la que les gruñó y dijo:
—Ustedes escriban esto para la Guía.

Antes de que pudieran protestar, él salió de la sala de clasificación y cerró la puerta de atrás al salir de la oficina.

—Bueno... — Merri Lee farfulló.

—Creo que deberíamos empezar a escribir La Guía de las Profetas de la sangre para imbéciles, — dijo Meg.

Después de un momento, Ruth asintió.
—Sí, debemos hacerlo. Y creo que deberíamos encontrar a alguien que pueda dibujar, así podemos añadir una caricatura de Meg señalando los elementos importantes.

—¿Qué? — Meg gritó.

—La caricatura de Meg podría llamarse Meg la Pathfinder, — dijo Merri Lee—. Y podría proporcionar consejos Trailblazer, que a otras chicas le serían de ayuda.

—No creo que deberíamos llamarlo para Imbéciles, — dijo Ruth—. Tal vez sólo La Guía de las Profetas de la sangre.

—Sí, — susurró Meg. El zumbido doloroso bajo su piel se desvaneció a un cosquilleo ligero en sus dedos. Luego, eso también se fue—. Una guía para las niñas, así como para las personas que tratan de ayudarlas.

—Está bien. — Merri Lee aplaudió—. Vamos a ver si podemos usar el ordenador en la habitación de la Asociación Empresarial, para pasar estas primeras notas. ¿A quién debemos pedir permiso? ¿A Vlad o a Tess?

—¿A quién sea que encontremos primero? — Dijo Ruth.

—La oficina necesita mantenerse abierta un poco más, — dijo Meg—. Adelántense y empiecen.

—¿Vas a estar bien aquí sola?

—¡Arooeeooeeoo! ¡Arooeeooeeoo!

Meg suspiró mientras el arroo tirolés de Saltarín sonó afuera de la puerta de entrega de la sala de clasificación.
—Estaré bien. Salgo con ustedes.

—¿No vas a dejarlo entrar? — Preguntó Merri Lee.

—No hasta estar segura de que no está tratando de echar un ratón en la oficina, —respondió Meg—. Sobre todo porque Nathan no está aquí para olfatear.

Sus amigas humanas corrieron a la puerta trasera de Un Pequeño Bocado. El joven Lobo, sin ningún juguete peludo, entro en la oficina.

Mientras Meg guardaba cuidadosamente las fotos que Ruth había tomado para su experimento, pensó en el tono de las voces de las otras chicas cuando hablaban de la Guía. No fue un olvido de lo malo que le estaba pasando a las otras Casandra de sangre, pero si una distracción, un esfuerzo para ayudar.

Y eso era un tipo diferente de referencia. Una referencia de vida.


Meg registro eso en la memoria de audio "animando a un amigo."

No hay comentarios:

Publicar un comentario