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martes, 7 de julio de 2015

Adelanto Capítulo 7 (segunda parte): Visiones en Plata - Anne Bishop



* * *


De pie en la ventana de arriba que le daba una vista de la zona asfaltada detrás de las tiendas, Simon vio a Merri Lee y Ruthie ir apresuradas hacia Un Pequeño Bocado mientras que Steve Barquero le ladraba por teléfono.

—No dijeron que había que quitar el papel tapiz de las habitaciones, sólo las cosas extras que hacen que la habitación parezca demasiado ocupada, — dijo cuando Steve se detuvo por un momento. ¿Y por qué los humanos ponen papel en las paredes de todos modos?

—¿Están las chicas seguras de que eliminando todo menos lo esencial de las habitaciones no causará más trauma? — Preguntó Steve.

—No, no están seguras. Pero diles a las cachorras de profeta de la sangre que esperan que eso las va a ayudar. Me tengo que ir. Tengo más llamadas para hacer.

—Gracias por esto. De verdad.

Simon terminó la llamada, luego se dirigió a la mesa en la oficina de ABL. No tenía sentido escribir un e-mail. Las manadas estaban desconectadas. Probablemente era inútil llamar y dejar mensajes en los teléfonos. Sin embargo, algunos Lobos usaban un collar que tenía una bolsa de cuero, para llevar un teléfono móvil o algún otro elemento humano. Un aullido viajaba por millas y no dependía de postes, líneas o torres metálicas para llevar mensajes. Un aullido viajaría de Lobo a Lobo, dando la información a todo el mundo dentro del alcance. Pero la policía no reconocerían un aullido de "¡Encontré algo!"; necesitaban una llamada telefónica.

Llamó a Jackson primero y resumió todo lo que Meg le había dicho en una frase: tratar a las profetas de la sangre como a los cachorros que no saben nada y tienen miedo de todo.

No era probable ninguna de las chicas se encontraría cerca de Aguas Dulces, un área en el noroeste que contenía un pueblo Intuye y el asentamiento Terráneo donde vivía Jackson. Hace unas semanas, un simple control de rutas se había establecido a través de la carretera que conducía a la zona de una aldea humana que había sido contaminada con Repasado al lobo, una droga hecha de la sangre de Casandra de sangre. Nadie podría haber dejado a las chicas a lo largo de ese camino sin que los Otros lo supieran.

El teléfono sonó bajo su mano, sorprendiéndolo lo suficiente para morder a la persona en el otro extremo.
—¿Qué?

—¿Simon?

—¿Joe? — Había pasado algo malo Terriblemente malo. Como una patada de un bisonte, que te quebraba las costillas.

—Hemos encontrado... No sabíamos... — El aullido de dolor de Joe hizo que Simon se levantara.

—¿Encontraste a alguna de de las chicas? — Atropellada. No todas esas chicas tendrían la fuerza y el deseo de sobrevivir de Meg. ¿Era por eso que Joe estaba de duelo?

—A unas pocas. Cargan cachorros. Todas ellas están listas para tener cachorros.

Cuando los Terráneos atacaron el recinto dirigido por el Controlador, no habían visto ninguna hembra gestante. Cachorras con edad suficiente para la escolarización, sí, pero no había mujeres llevando cachorros.

¿Tenían mantenidas a las hembras reproductoras en un lugar diferente al de las chicas que eran cortadas?

—¿Qué más?

—Encontramos cachorros muertos, — Joe gimió—. Simon, mataron a los cachorros.

Un horrible dolor atravesó a Simon. Recuerdos de alcanzar a su hermana Daphne, después de que ella recibiera un disparo. Los recuerdos de la búsqueda de Sam acobardado, sus pequeñas patas cubiertas de la sangre de su madre. Recuerdos de Meg la primera vez que la había visto, tropezando en Aullidos, Buena Lectura medio congelada y en busca de trabajo.

—¿Cuántos cachorros? — Apenas podía dar forma a las palabras humanas.

—Muchos de los Terráneos que estaban buscando a las chicas sólo distinguen a los humanos de los Otros que puedan desplazarse a esa forma. Los Eaglegard y Hawkgard vieron humanos lanzando sacos ruidosos en un lago muchas veces antes de hoy, pero no entendían. Ellos sólo pensaron que los humanos estúpidos estaban infectando su propio suministro de agua. Para cuando algunos de los Crowgard volaron por el lago y reconocieron los sonidos que provenían del último de los sacos, como el llanto de un bebé... Demasiado tarde para salvar a alguno de ellos.

¿Le habrían hecho esto a Meg? ¿La habrían criado en una especie de granja como ganado? ¿Habrían arrojado a su cría en el lago si hubiera sido hombre e inútil para las profecías?

Limpieza de casa. ¿No es así como los humanos dicen cuando quieren evitar ser castigados por alguna fechoría? Limpieza de casa. Destruyeron la evidencia que mostraba a todos que eran malvados, incluso para los humanos.

Tal vez deberíamos hacer un poco de limpieza de casa también.

No estaba seguro de qué más le dijo a Joe, o lo que Joe le dijo, antes de finalizara la llamada con la promesa de enviar información acerca de cómo mantener vivas a las chicas rescatadas.

Humanos. Había tratado de verlos, trabajar con ellos, incluso ayudar a algunos de ellos.

En este momento, lo único que quería hacer, era deshacerse de ellos antes de que lastimaran a Sam. Antes de que lastimaran a Meg.

Él podía, y lo haría, librar al Courtyard de la enfermedad llamada humanos, antes de que contaminara a los Terráneos, antes de que los cambiara. Era, después de todo, el Lobo dominante, el líder.

Él bajó las escaleras. John Wolfgard le echó un vistazo y se encogió.

Simon tomó las llaves de su bolsillo y con calma cerró la puerta principal de ABL.

No había escape de esa dirección.

—¿Simon? — La voz de Vlad. Aguda. Casi desafiante.

—Todos los humanos son desterrados del Courtyard. No quiero verlos, oírlos, olerlos.

—¿Qué pasó?— La voz de Tess ahora. Igual de aguda.

Simon se giró y sintió la furia estallar en él cuando vio a  Merri Lee y Ruthie de pie junto a Tess, cuyo pelo se ondulaba con hebras rojas que rápidamente pasaban a negras.

Haciendo caso omiso de la advertencia visual de Tess, Simon se precipitó a las chicas, con las manos, cambiándolas para acomodar las garras del Lobo.

—¡Monos asquerosos! — les aulló. La saliva saliendo de su boca. Él  pasó a Vlad cuando el vampiro se interpuso entre él y las chicas—. ¡Asquerosos, monos codiciosos! ¡Los cachorros de Meg no son algo que se ahogue como una bolsa de gatitos! Pero eso es lo que hacen, ¿no? Destruyen cualquier cosa para conseguir lo que quieren, ¡todo lo que no es exactamente igual a ustedes!

Casi esquivó a Vlad cuando saltó para atacar a Merri y Ruthie. Él podría haber sobrevivido a Tess. Pero los grandes, brazos peludos de Henry lo atraparon, lo levantaron de sus pies de manera que lo único que podía hacer era luchar y rabiar.

—Salgan, — dijo Vlad, empujando a las chicas hacia la puerta de atrás—. Salgan del Courtyard y manténganse alejadas hasta que las llame.

—Pero yo vivo en el monoambiente... — comenzó Merri Lee.

—Encuentra otro lugar esta noche, — Vlad espetó.

—Dale diez minutos para empacar algo de ropa, — dijo Tess—. Ruthie ve a Las Tres P y dile a Lorne que cierre, y luego ve a la oficina médica y avisa a Theral.

Simon aulló. ¡La presa se estaba alejando!

—¡Vayan! — Dijo Tess.

Las chicas corrieron hacia la parte trasera de la tienda. Pero Merri Lee volvió.
—¿Qué pasa con Meg?

«¡Nuestra Meg!» Simon gritó.

—Vamos a cuidar de Meg y mantenerla a salvo, — dijo Vlad, viendo a Simon—. Váyanse.

Simon jadeó. Le era difícil respirar. La presa se había ido. No tenía sentido pelear con el Oso Pardo ahora que la presa se había ido.

—Simon.

Vampiro de mierda tenía la agudeza en su cara otra vez. ¡Maldito!

—¿Con quién hablaste? — Preguntó Vlad en voz baja—. ¿Simon? ¿Quién te dijo acerca de los cachorros de Meg?

No eran los cachorros de Meg, pero que podrían haberlo sido.

Su boca no podía moldear el lenguaje humano.
«Joe encontró...» Sin la furia, se sintió enfermo y demasiado cansado para luchar con Vlad y Henry.

Henry lo arrastró hasta la habitación de la Asociación Empresarial. Incapaz de soportar estar en la sucia piel humana un momento más, Simon se arrancó la ropa y cambió totalmente a Lobo. El alivio fue casi doloroso.

Se acurrucó y estudió a Henry, que montaba guardia en la puerta.

«¿Meg?» Preguntó.

«Nosotros nos encargaremos de Meg,» Henry respondió. «Puedes verla cuando estés más tranquilo.»

Henry no mentiría. Con los humanos fuera del Courtyard, Meg estaría a salvo.

Simon cerró los ojos. A la deriva en un sueño intranquilo, soñaba con Meg cayendo a través del hielo sobre el Arroyo Courtyard, agobiado por las bolsas que se lamentaban y gritaban.


* * *


Vlad colgó el teléfono con cuidado exagerado... y se preguntó cuánto tiempo Tess había estado de pie en la puerta.

—¿Es malo? — Ella preguntó.

Comprendía el matar para comer, para sobrevivir. Comprendía el matar a un enemigo. Comprendía el matar para proteger a la familia y el hogar.

Pero él no entendía esto. No estaba seguro de que había algún tipo de Terráneo que pudiera entender esto.

Una oportunidad, pensó mientras cogía el teléfono y marcaba. Una oportunidad para mostrarnos que no son todos monstruos.

—Ven para que puedas escuchar. Yo prefiero no repetir esto más de lo necesario.


* * *


Monty entró en la oficina de Burke para preguntar si el hombre quería una taza de café, pero el capitán estaba en el teléfono, y su rostro estaba lívido y pálido.

Retirándose, Monty tropezó con Kowalski, quien lo agarró del brazo y tiró de él hacia su propio escritorio, donde los oficiales Debany y MacDonald esperaban, junto con Louis Gresh y Peter Denby.

—Ruthie me acaba de llamar, — dijo Kowalski, hablando tan bajo que los otros hombres tuvieron que inclinarse para oírlo—. Algo ha sucedido, algo malo, pero las chicas no saben qué. Simon Wolfgard simplemente desterró a todos los humanos del Courtyard. Está tan malditamente loco, trató de atacar a Merri Lee y Ruthie.

El corazón de Monty golpeó contra su pecho. Mikhos, espíritu guardián, por favor líbranos de tener que llenar un formulario de Difunto. Ubicación Desconocida para cualquiera de estas chicas.

—¿Están todos bien?

—Sí. Tess, Vlad, y Henry intervinieron. En este momento, las otras dos chicas están con Ruthie en nuestro apartamento. Merri Lee se queda con nosotros esta noche. Lawrence puedes recoger a Theral después de tu turno.

—Gracias, — dijo MacDonald.

Peter miró al resto de ellos.
—¿Es esto debido a las chicas que todo el mundo está buscando?

—Ruthie no lo cree así, — respondió Kowalski.

—Los Otros sabían de esas chicas antes que nosotros, — dijo Monty—. Wolfgard no habría perdido el control unas horas más tarde, por lo que tiene que ser...

—Señores, — Burke dijo desde la puerta de su oficina—. Entren. El último, cierra la puerta.

Monty entró primero. Peter Denby llegó último, cerrando la puerta.

—Acabo de recibir dos llamadas telefónicas. La primera era de un contacto en un departamento de la policía en el noroeste. —Burke les dio a todos una sonrisa escalofriante—. ¿Las chicas que la policía y los Otros están buscando? Todas están embarazadas. Cada chica soltera que se ha encontrado hasta ahora, está embarazada, y algunas de ellas estaban en el trabajo cuando las encontraron.

—Dioses, deben estar aterrorizadas, — dijo Monty.

—Muertas de miedo. Literalmente, en algunos casos. Al parecer, a las chicas les han lavado el cerebro para hacerles creer que la policía las golpearían hasta que perdieran a sus bebés. Y que los Otros se los comerían. Están huyendo de la ayuda y algunas chicas han muerto como consecuencia de ello.

Monty estudió el rostro de Burke.
—Eso no es lo peor de todo. Eso no es lo que empujó a Simon Wolfgard sobre el borde hace un rato.

—La segunda llamada era de Vladimir Sanguinati. — Las manos de Burke se cerraron en puños—. La mayoría de las personas prefieren no saber acerca de las leyes que permiten la propiedad benevolente. E incluso las personas que no piensan que otros humanos deben ser capaces de "tener" a otro humano, justifican mantener a las niñas con problemas en recintos especiales por su propio bien. ¿Cuántas de esas personas tratarían de justificar no sólo la cría de esas chicas con problemas, sino también la eliminación de los bebés no deseados? Sí, señores, al parecer, algunos de esos recintos también tienen sus propias granjas de cría. No se puede tener ese pequeño secreto sin que salga, ¿cierto?

—Las Casandra de sangre son todas chicas, —dijo Monty—. ¿Hay un orfanato para los niños varones?

—Eliminación, Teniente, no adopción. Y eso es lo que los Terráneos han descubierto durante la búsqueda de las chicas. — Poco a poco, con esfuerzo, obligó a sus manos a abrirse—. Los responsables de la cría de estas chicas como ganado, deben ser encontrados y juzgados con todo el peso de nuestra ley. Las chicas y los bebés que sobreviven, tienen que ser encontradas y resguardadas. Hay que encontrar y terminar con las granjas de cría. Teniente, estoy dividiendo su equipo por el resto del día. Cada hombre se emparejará con otro oficial de la estación. De esta manera habrá un hombre en cada vehículo que ha tenido tratos con los Otros. Usted irá a las granjas alrededor de Lakeside. Comprobará los graneros, las dependencias. Hará una nota de cualquier edificio que podría albergar a estas chicas. Si se encuentra con problemas o se encuentra con alguien que no quiere que mire alrededor, llame por respaldos o dispare un par de tiros al aire. Me dijeron que llegara otro tipo de ayuda.

—¿Capitán? — Preguntó Kowalski—. ¿Cree que vamos a encontrar algo?

—No, no lo creo. Pero vamos a buscar de todos modos para resguardar a todos los ciudadanos de Lakeside.

Peter Denby se aclaró la garganta.
—Estas chicas. Las que viven por aquí. ¿Necesitan un abogado?

—No por el momento, — Burke respondió—. Pero es bueno saber que estás dispuesto a brindar esa asistencia. — Se dirigió hacia la puerta—. Vamos a hacer esto, señores.

—¿Usted va a buscar? — Dijo Monty. ¿No debería el capitán quedarse en la estación para coordinar con otras estaciones, con otros capitanes? ¿Con el comisario y el alcalde?

—Ah sí. Voy a salir a buscar. Voy a mantener mi teléfono móvil encendido para que me puedan encontrar en el campo. — Burke abrió la puerta de la oficina y se fue.

Monty y los otros hombres se apresuraron a seguirlo.


1 comentario:

  1. oh dios, sabia que eran malos y realmente me lo imagine, pero comprendo totalmente a Simon con respecto a lo de los bebes, pobrecitos

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