Capítulo 19
Windsday, 22 de Messis
Meg
bajó las escaleras de su apartamento y giró hacia el lado del Complejo Verde
que contenía el correo, la lavandería y las habitaciones sociales, así como el
arco que conducía a los garajes. Luego se volvió en la dirección opuesta y dio
unos pasos hacia la puerta principal del apartamento de Simon.
No
había vuelto anoche. Bueno, lo había hecho. Había dejado una nota en la mesa de
la cocina, diciendo que tenía que ir a trabajar temprano, así que debería
manejar ella hacia la Oficina del Enlace. Pero se despertó sola esa mañana. Si
había regresado anoche para dormir un poco, no había vuelto a ella.
¿Había
hecho algo que le molestó? ¿Podría preguntarle? ¿Se lo diría? Así era como se
sentía cuando se rompía con alguien... ¿Qué? ¿Qué te importa? ¿Amado? ¿Cómo
podía saber lo que sentía por Simon? Nunca había tenido esos sentimientos
antes. En ese momento, se sentía perdida, sola y asustada.
La
forma en cómo estaban las cosas entre ella y Simon no era igual a como se daban
las cosas entre Merri y Michael, por ejemplo. Su relación no era como las que
había leído en lo que Simon y Vlad llamaban los libros de besos. No era una relación sin complicaciones, pero no
estaba plagada de malentendidos, -que, según Merri y Ruth, eran mucho más
divertidos al leer que al experimentar. No todas las relaciones funcionaban. Y
a veces la gente estaba confundida e insegura de lo que sentían y de lo que
querían tener y darle a alguien más.
Tal
vez esto era normal. Tal vez Simon sólo necesitaba una noche para salir y hacer
cosas Lobunas con otros Lobos. Cosas que ella no podía hacer.
—Estás
mirando algo, pero estoy bastante seguro de que no es a mí.
Meg
soltó un sonido que podría haber sido un ladrido, tendría que haber sido un
grito, pero no fue ninguno, ya que apenas emitió un sonido.
— ¡No
te me acerques sigilosamente! —
reprendió a Jester.
El
Coyote la miró fijamente.
—No
hubo ningún sigilo. Solo me acerqué a ti. Pensé que me habías visto. No es mi
culpa que estuvieras mirando algo que no estaba aquí. —Estudió la puerta
cerrada de Simon, luego la miró con atención—. ¿Qué estabas mirando?
Sintió
que su cara se calentaba de vergüenza.
—Nada.
—Huh.
Debe ser una cosa humana. Cuando estamos enfocados, estamos mirando algo.
—Tengo
que irme a trabajar, pero voy a ir a Un
Pequeño Bocado a desayunar primero. —Tal vez Tess sabría por qué Simon tuvo
que ir a trabajar tan temprano.
—Ya he
desayunado, pero me gustaría una gran taza de té de hierbas.
Algo
sobre el brillo en los ojos de Jester, algo sobre la manera en que se lamió los
labios cuando dijo que ya había desayunado, incomodó a Meg.
—
¿Comiste conejo? — ¿O una rata? Sabía que, para la mayoría de los residentes
del Courtyard, los conejos y las ratas eran carne intercambiable, y lo que se
consumía dependía de lo que pudiesen atrapar. Pero ella era humana, y aunque
comía la carne de una criatura, no tenía ganas de probar la carne de la otra.
—No,
no a un conejo.
Esa
mirada en los ojos del Coyote, un recordatorio agudo de que era tan depredador
como el resto de los Terráneos que vivían el Courtyard.
— ¿Vas
a ir manejando al trabajo? —preguntó, sonando... y pareciéndose más al Jester
que conocía.
Puesto
que la tenía agarrada del codo y la conducía hacia el pasaje y a los garajes,
no parecía necesitar una respuesta. De hecho, ninguno de los dos dijo nada
hasta que pasaron por la Plaza Comercial y vio los carteles de Cerrado pegados a los caballetes que
bloqueaban todos los arcos que daban acceso a los negocios.
— ¿Pasó
algo anoche? —Vio a Nathan, Blair, y Vlad -y a Simon- saliendo de la
carnicería.
—Ah,
alguien hizo un poco de lío, —respondió Jester—. Supongo que la Asociación
Empresarial decidió cerrar todos los negocios por un par de horas para hacer
una limpieza a fondo.
— ¿Qué
clase de lío?
—No te
puedo contar... y como no quiero meterte en problemas, por favor, no me
preguntes de nuevo.
¿Jester
no quería meterse en problemas? ¿Quién podía intimidar al Coyote que cuidaba de
los corceles de los Elementales?
Podía
pensar en unos pocos además de los Elementales. Simon, por ejemplo. Pero
también Henry, Vlad y Tess. Incluso el Sr. Erebus. Como Jester era un amigo, no
volvió a preguntar.
Cuando
llegaron a los garajes detrás de la Oficina del Enlace, Jester salió del Bow y
le abrió la puerta del garaje. Luego se apresuró a entrar en Un Pequeño Bocado, sin esperarla.
Ya no
tenía apetito, no es que hubiera querido comida alguna desde que vio la nota de
Simon en la mesa de la cocina. Meg tomó su bolso y sacó la bolsa transportadora
del Bow y se dirigió a la puerta trasera de la Oficina del Enlace. Acababa de
abrir la puerta cuando Kowalski caminó por el camino de acceso, vestido para
trabajar.
—Hola,
Meg. —Kowalski sonrió, pero parecía distraído por los caballetes y el cartel
que bloqueaba el tercer arco que conducía a la Plaza Comercial. Luego miró el segundo
piso de su edificio—. ¿Sabes si el agente O'Sullivan está aquí? ¿O si tiene
compañía?
—Creo
que todavía está en Hubb NE, —respondió Meg. Luego parpadeó—. ¿Compañía? ¿Cómo,
compañía romántica? —Greg O'Sullivan parecía demasiado intenso para tener una
novia, y si tenía una, probablemente vivía en Hubbney. Además, O'Sullivan
conocía las reglas de traer a alguien al Courtyard sin avisar a Simon o a Vlad.
No podía imaginarlo haciendo algo que pudiera matar a su amiga.
—Ser
un agente de la GTI no elimina el morreo.
— ¿Morreo?
— Qué palabra tan extraña.
Él
sonrió.
—Algo
que a ti ya Simon les va a gustar probar en algún momento.
No
podía decirle si sería así o no hasta que descubriera lo que significaba la
palabra.
El
humor se desvaneció de la cara de Kowalski.
—Te lo
pregunté porque noté una furgoneta en el lote de El Ciervo y la Liebre. Podría ser alguien estacionando allí para
hacer una entrega temprana a uno de los otros edificios en ese lado de la
calle. Pero si perteneciera a alguna invitada de alguien que hubiera pasado la
noche sin permiso...
— ¿Los
animarías a terminar con el morreo y a que salieran a desayunar antes de que
alguien se diera cuenta?
—Algo
así.
Su
respuesta no le proporcionó ninguna pista, por lo que mentalmente viajó a
través de las imágenes de entrenamiento de juegos, ya que a eso le sonaba la
palabra. ¿Tal vez era algo como el bingo? Pero no podía imaginar a nadie arriesgándose
la ira de Simon -o los dientes de Blair- para quedarse toda la noche jugando al
bingo.
Kowalski
inclinó la cabeza hacia la Plaza Comercial.
— ¿Sabes
algo de eso?
—Jester
dijo que alguien hizo un lío.
Se
tensó un momento antes de intentar dar la impresión de sentir curiosidad pero
no mucha preocupación.
— ¿Un
lío? ¿Las tiendas fueron vandalizadas?
—No lo
sé. Cuando pasé, parecía que estaban trabajando en la zona abierta, no en las
tiendas. Tendrías que preguntarle a Simon o a Vlad. No supe nada hasta que
llegué hace unos minutos. —Meg lo estudió—. ¿Karl? ¿Algo va mal? —De repente,
la broma acerca del morreo fue apagada, se sentía incómoda, igual que cuando el
brillo en los ojos de Jester la hizo sentir incómoda.
—Probablemente
no. Pero como al Capitán Burke le gusta decir, tratamos de mantener las cosas
tranquilas. —Sonrió—. Es mi turno para tomar café, así que mejor me voy.
Tenía
la sensación de que Kowalski dejó de sonreír en el momento en que se dirigió a
la puerta de atrás de Un Pequeño Bocado
y ya no pudo ver su cara. Tenía la sensación de que Kowalski, como Jester,
sabía más de lo que decía.
Y
tenía una muy mala sensación de que debía saber lo que había pasado en la Plaza
Comercial la pasada noche.
*****
Simon
salió de la carnicería y vio a Meg conducir el Bow. Por un momento, se sintió
feliz, emocionado de verla. Luego se sintió incómodo. Mareado. Culpable.
—Boone
está lavando la vitrina, haciendo eso de la limpieza humana, —dijo Henry,
acercándose hasta estar a su lado—. Cuando haya terminado, sacará el resto de la
carne.
—No.
Esa carne va a La Carne no es Verde
para las comidas de allí.
—Entonces
Boone no tendrá nada que vender hasta que llegue el próximo cargamento de carne
de las granjas, —dijo Henry. Él esperó un golpe—. No hay nada malo con la carne
que fue tomada. No estuvo fuera de la nevera lo suficiente para empezar a
echarse a perder.
—La
carne está bien para nosotros, pero no para los humanos.
—La
carne estuvo fuera el mismo tiempo que cuando los humanos la compran en una
carnicería y la llevan a casa.
Simon
vaciló. Henry tenía razón. La carne no se había estropeado en el corto tiempo
que salió de la carnicería, y no había razón para decirles a los humanos que
había estado fuera. Entonces se imaginó llevando a casa uno de esos asados
para que Meg cocinara y comiera, y sacudió la cabeza, frustrado de no poder
explicar sus sentimientos, ni siquiera a sí mismo. La carne de cerdo y la de
vaca no pudieron haberse estropeado de una manera que las hiciera no comestibles
para los humanos, pero el robo las había estropeado sin embargo.
—No
será vaca o cerdo, pero Boone tendrá algo que vender a quien quiera comprar
carne.
Todos
en el Complejo Verde, y cada congelador en los otros complejos, tenían algunos
paquetes de carne de bisonte congelada de los becerros que mataron unas semanas
atrás. Los Terráneos no entenderían por qué la carne de vaca y cerdo que fue
sacada de la carnicería no podía ser enjuagada y devuelta a la carnicería para
que Boone la vendiera, pero la mayoría llegaría a la conclusión de que esta
carne, por alguna razón, molestaría a Meg y a la manada femenina, así que le
darían a Boone un paquete de carne de bisonte para venderla en la carnicería a
cambio de vaca o cerdo fresco.
Pero a
Meg no le gustaba la carne de bisonte. Tal vez, cuando no estuviera tan lleno,
podía cazar un conejo sólo para ella. O podría llamar a Steve Barquero para
comprar de un poco de carne, o incluso un pollo, de una de las tiendas en
Desembarco del Ferry.
Pensar
en Meg y en la razón por la que estaba tan lleno lo hizo gruñir.
—Eran
invasores. Ladrones. Malos humanos. No fue como si nos hubiéramos comido a una
de sus amigas.
—Eran
invasores y ladrones, —convino Henry—. Y eso los convirtió en enemigos. Y en
carne.
Simon
sintió el peso de la mirada de Henry. El guía espiritual del Courtyard que bien
podía hablarle o golpearle con una pata de Oso Pardo.
—No
eres humano, Simon, —dijo Henry en un bajo rumor—. Nunca serás humano. Y los
que son humanos, siempre serán carne.
—No
todos ellos. No más. —Y ahí estaba el tema, la forma en cómo él, con el acuerdo
de Vlad, Henry y Tess, habían elegido para castigar al ladrón restante iba a
causar todo tipo de disgustos entre los humanos.
Sintió
que algo se movía dentro de él, un alboroto de cambio que estuvo y se fue.
No era
humano. Nunca sería humano. Pero, en realidad, ¿aún era un Lobo Terráneo?
*****
Una
vez que Lizzy entró en la casa de los Denby para desayunar con Sarah y Robert,
Monty y Pete Denby se unieron a Kowalski y Debany entre el frente del dúplex y
la acera pública.
—Algo
pasó anoche, y no creo que haya terminado, —dijo Kowalski, sosteniendo el porta
bebidas para que todos pudieran tomar un café—. Meg no lo sabe, pero Tess sí.
Su cabello estaba rojo y verde, y se enrollaba de esa manera que hace que
parezca tener vida. La forma en que ella me miró... —Se estremeció—. Fue como
si estuviera esperando algo.
— ¿Qué
debemos hacer? —preguntó Pete.
Monty
consideró la pregunta y consideró a sus hombres. Kowalski estaba en uniforme,
listo para ir a trabajar. Debany llevaba una camiseta y pantalones vaqueros, ya
que su turno oficial comenzaba más tarde por la mañana.
—Karl,
quiero que te quedes cerca del Courtyard durante un rato y vigiles las cosas.
—Monty miró a su propio edificio de apartamentos y esperó la señal que indicaba
que Kowalski sabía exactamente a quién necesitaba vigilar—. Michael, te vas de
servicio a tu hora habitual, pero mantén tu teléfono móvil a mano en caso de
que Karl necesite respaldo por cualquier razón. —Miró a Pete—. El resto debe
hacer su trabajo como de costumbre.
— ¿Crees
que es seguro que los niños vayan a la escuela? —preguntó Pete.
—Creo
que hoy es el lugar más seguro para ellos, —respondió Monty.
Sacó
su teléfono móvil y llamó a la estación de la calle Chestnut, pidiendo un coche
y un chofer para recogerlo. También habló con el Capitán Burke, informando lo
que sabía.
Se
quedaron en la acera, bebiendo café y hablando en voz baja para que no fueran
escuchados.
—Si el
patrullero sigue revisando el túmulo, los Halcones o Cuervos van a notarlo y lo
reportarán, —dijo Kowalski—. Quizá el Capitán Burke pueda hablar con el capitán
de la patrulla montada y hacer que examinen el túmulo. Patrullan el Parque de
Lakeside, por lo que no va a parecer extraño que un oficial pase por el lugar.
Pete
miró a los tres oficiales.
— ¿Hay
una patrulla montada? ¿Hombres a caballo?
—Había
una patrulla montada en Toland, —dijo Monty—. Y policía comunitaria también.
—Aquí
los oficiales a caballo principalmente patrullan alrededor del parque y la
universidad, y los policías comunitarios están en su mayoría en el centro de la
ciudad, —dijo Kowalski.
Monty
pensó en Jana Paniccia, la joven que fue a Bennett para convertirse en ayudante
de sheriff porque no podía conseguir un empleo como oficial de policía en una
ciudad controlada por humanos. Ahora patrullaba con un caballo y un revólver.
Se preguntó cómo se llevaba con el sheriff, que era un Lobo.
El
oficial Daniel Hilborn se detuvo en uno de los espacios de estacionamiento
cerca del dúplex.
—Ese
es mi coche, —dijo Monty—. Voy a comprobar el túmulo. Si no encuentro nada,
hablaré con el Capitán Burke acerca de cómo conseguir ayuda para monitorear el
sitio. —Entró en el patrullero e instruyó a Hilborn a conducir hasta el túmulo.
Era un lugar en el Parque de Lakeside, enfrente del Courtyard, donde los
documentos y otros artículos personales eran dejados cuando los humanos
entraban en el Courtyard sin ser invitados. Cuando eso ocurría, no habría un
cadáver que encontrar, así que la identificación que quedaba en el monumento
era el único medio que la policía tenía para llenar un formulario DUD necesario
para que una familia pudiera obtener un certificado de defunción.
Pero
no había nada en el lugar donde habían estado los cazadores la noche en que
mataron a Daphne Wolfgard y trataron de disparar a Sam. Nada escondido entre
las piedras. Sin billetera, sin llaves, sin libreta de racionamiento o licencia
de conducir. Nada.
Volviendo
al patrullero, Monty llamó a Kowalski.
—Llamé
por la matrícula, —dijo Kowalski después de decirle a Monty sobre la furgoneta
estacionada en el lote de El Ciervo y la
Liebre—. Comprobamos la guantera. No hay tarjeta de seguro o registro. Pero
la puerta del lado del pasajero estaba desbloqueada.
—Si el
propietario no aparece en unos minutos, que el vehículo sea remolcado a la
estación.
—Sí
señor.
Monty
terminó la llamada. Al cabo de un minuto, se dio cuenta de que el Oficial
Hilborn lo observaba.
— ¿Dónde,
señor? —preguntó Hilborn.
Si
dejaba un vehículo, ¿por qué no bloquear todas las puertas? ¿Y por qué el
conductor salía del lado del pasajero? Pero había vías en un vehículo que no
dejaban rastro: una ventana abierta una grieta para dejar entrar el aire
fresco, las rejillas de ventilación, probablemente otras formas que no podía
nombrar. Cualquier apertura por la que el humo pudiera fluir proporcionaría
acceso. Lo suficientemente fácil como para eliminar cualquier material que tuviera
el nombre de una persona o dirección. Fácil de desbloquear la puerta del
pasajero y salir con el material.
También
habría sido bastante fácil el bloquear la puerta del pasajero. ¿Descuido o
intencional?
—De
vuelta a la estación, —dijo Monty—. Pero me gustaría que permanezcas disponible
como conductor hoy.
—Sí
señor.
Los
humanos conectados al Courtyard necesitaban mantener la ilusión de trabajar
como siempre, hasta el momento en que no fuera posible.
*****
Meg
cerró la puerta privada casi del todo. La puerta de entrada todavía estaba
cerrada. No era hora de abrir la oficina todavía, así que Nathan no estaba allí
para mantener un ojo en las cosas, incluido ella. Especialmente ella.
Volviendo
a la mesa de la sala de clasificación, cogió la navaja plateada. Un lado del
mango tenía algunas hojas y flores. El otro lado estaba llano y tenía un
grabado en él. Lo que fue su designación; Lo más cercano que tuvo a un nombre
durante veinticuatro años.
Nadie
quería contarle lo que estaba pasando, pero la navaja se lo diría. Salvo que
ella no sentía ningún pinchazo que guiara a la parte derecha de su cuerpo para
hacerse el corte.
Frustrada,
Meg metió la navaja en el bolsillo, abrió un cajón y sacó la caja de las cartas proféticas. Extendió todas las
cartas sobre la mesa, incluyendo las nuevas que eran en realidad un juego de
niños con ilustraciones simples. Pasó los dedos sobre todas ellas, moviéndose
hacia adelante y hacia atrás.
Necesitaba
una pregunta.
Una
cosa buena acerca de usar las cartas era que podía hacer tantas preguntas como
quisiera. Si no lo hacía bien la primera vez, podría intentarlo de nuevo. Pero
todavía necesitaba un punto de partida y no sabía cómo condensarlo en una
pregunta.
Algo
ocurrió en la Plaza Comercial en la noche. ¿Eso terminó, o algo sucedería en
consecuencia?
Las
yemas de sus dedos hormiguearon, luego empezaron a arder mientras rozaba las
cartas.
Una,
dos tres. Sujeto, acción, resultado.
Dio
vuelta las cartas. La figura encapuchada con la guadaña. Un coche de policía
con las luces parpadeando conduciendo por una calle de la ciudad. Una cara de
caricatura de un hombre enfurecido agarrando los barrotes de una celda de la
cárcel.
Meg
levantó la carta del hombre en la cárcel y frunció el ceño. La cara del dibujo
le hizo pensar que la carta debería ser del juego de niños, no de la cubierta
del paisaje urbano de las cartas para leer la fortuna. Dio vuelta a la carta
para mirar la parte de atrás. Estaba trabajando con varias cubiertas para crear
una nueva baraja de cartas proféticas
que podría ser usada por las Casandra de sangre, pero podía decir de qué
cubierta venía una carta por el diseño en la tapa.
La
carta se le resbaló de la mano. Cuando la recogió y le dio vuelta, se dio
cuenta de que había recogido dos cartas.
La
nueva carta era un cartel que decía: ¡PELIGRO!
—Eso
no es de mucha ayuda, —murmuró—. ¿Qué clase de peligro? ¿Quién está en peligro?
La
punta de su lengua se estremeció al mismo tiempo que un zumbido áspero llenó
las puntas de sus dedos. Entonces su mente quedó en blanco por un momento. No,
no en blanco. Su mente se... veló.
Meg
parpadeó. Apoyó las manos sobre la mesa.
Eso
fue extraño. No hubo ninguna sensación de euforia, que por lo general velaba la
mente de una profeta de la sangre de las imágenes que veía, pero Meg
definitivamente había experimentado el velo protector.
Examinó
sus manos buscando evidencia de cortes de papel o pinchazos que podrían haber
sangrado, luego presionó su lengua contra el paladar de su boca. Sin cortes,
sin sensación de dolor.
Pero
había tres cartas más volteadas boca arriba sobre la mesa.
La
primera carta era un bosque moteado, como si una persona estuviera caminando
entre los árboles hacia un prado iluminado por el sol. La segunda carta era una
lápida. La tercera carta era un espejo.
Tragó
saliva y deseó no haber hecho ninguna pregunta.
De
alguna manera, lo que había sucedido en la Plaza Comercial conduciría a una
tumba en el bosque. En cuanto a quién estaba en peligro... Bueno, ¿a quién veía una persona cuando se
miraba en un espejo?
Meg
devolvió las cartas a la caja de madera, dejó la caja en el cajón y lo cerró.
Las profecías no eran una certeza absoluta, ni siquiera con la navaja. Y
todavía no sabía lo suficiente sobre el uso de las cartas para estar segura de
su interpretación. Además, si continuaba haciendo preguntas y sacando cartas
por respuestas, ¿cómo podía saber si alguna de ellas era la pregunta que
necesitaba hacerse?
Y
estaba esa inquietante experiencia de que su mente quedó velada sin la euforia
que seguía cuando era cortada.
Tal
vez debería consultar con Theral y averiguar si Emily Faire, la enfermera
practicante, tenía horas de oficina hoy. Y debía escribir los detalles de este
episodio para el Dr. Lorenzo, ya que estaba trabajando con un grupo de trabajo
para comprobar el bienestar de las Casandras de sangre. Éste era exactamente el
tipo de cosa que él tenía que saber.
El
estrés o la ansiedad podían hacer que el cuerpo reaccionara extrañamente. Había
leído un artículo sobre eso recientemente. Así que tal vez su mente no se había
velado de la forma en que lo hacía cuando usaba la navaja y por eso no había
sentido la euforia. Tal vez se había borrado debido al estrés o la ansiedad.
¿Le pasaba eso a la gente?
Sacó
el cuaderno que usaba para registrar cualquier cosa revelada usando las cartas,
fechó una página limpia y escribió:
Figura
encapuchada con guadaña + patrullero + hombre en la cárcel
Señal
de peligro
Bosque
+ lápida + espejo
¿Cómo
comenzaba una secuencia de eventos con la muerte y terminaba con ella?
Suponiendo que su interpretación fuera remotamente exacta.
— ¡Arroo!
Nathan,
reportándose en el trabajo.
Nada
más que pudiera hacer ahora mismo. Incluso si su cerebro estaba enloqueciendo y
las cartas no significaban nada, debía mostrarle a alguien. Henry o Vlad o
Merri Lee.
Quería
mostrarle a Simon, pero ¿y si quería una excusa para alejarse, para evitar seguir
siendo amigos? Los Lobos no se alejaban de los miembros de la manada que tenían
cerebros vacilantes. Saltarín era prueba de ello. Pero ella no era un Lobo, no
era realmente de la manada.
Si le
dijera a Henry o a Vlad, se lo dirían a Simon. Merri Lee, entonces. Le
mostraría a Merri Lee durante su descanso del mediodía.
— ¡Arroo!
—Más insistente. Si Nathan tuviera que esperar mucho más, empezaría a aullar.
Meg
puso el cuaderno en el cajón con los otros cuadernos y se apresuró a abrir la
puerta de la oficina para el Lobo guardián.
Ahhhhhhhhh simón está avergonzado de haber matado humanos... Y se puso feliz al ver a Meg ♥ lo adoro...
ResponderEliminarTodos están alterados, Meg no sabe que hacer y Jimmi debe de estar muy cómodo en su casa. La pregunta que se hizo simón fue realmente algo, ¿aun era un lobo Terraneo? Eso es algo muy abstracto, los antiguos deben de estar muy curiosos. Mil gracias por sus esfuerzos Chicas (^o^)/
ResponderEliminarLástima que no se comieron al instigador de todos esos problemas...
ResponderEliminarEspejo? Me suena a que Meg esta en peligro....Gracias chicas
ResponderEliminarMariana
Ahora no duermo de pensar q le va a pasar algo a Meg....
ResponderEliminarLe han estado advirtiendo a Simon que no se vuelva demasiado Humano, esa molestia que tiene por haberse comido a unos humanos no la había tenido antes, creo que eso va a generarle problemas a futuro
ResponderEliminarLo que le molesta a Simon es que eso le moleste a Meg,
Eliminaruy...este capitulo esta lleno de confusion...me pregunto sobre lo de la camioneta...porq solo estaba abierto la parte del pasajero...
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