Capítulo 18
Sunsday, 21 de Messis
Jimmy
esperó hasta que el grueso de los que estaban almorzando mermara antes de
dirigirse a la Plaza Comercial. No quería encontrarse con su madre o con CJ. No
quería encontrarse con ninguna de las perras que espiaban para los monstruos.
Pero tres de ellas estaban sentadas en una de esas mesas con sombrilla,
comiendo ensaladas como si esa basura fuera comida de verdad. Reconoció a las
dos mujeres que vivían con policías en los apartamentos, Ruth y Merri, pero no
reconoció a la tercera, una chica de
pelo negro que llevaba una camisa de gasa grande a pesar del calor.
Parecía
vagamente familiar, como si la hubiera visto de pasada. No importaba. No
debería de haber nada demasiado interesante en ella si ella estaba dando
vueltas con las otras dos.
Quería
echar un vistazo a lo que había llegado a la carnicería esa mañana, necesitaba
decirle a su pandilla lo que podían esperar. Le molestaba tener que comprar
carne fresca. Sandee la cocinaba hasta el punto de no ser comestible, la perra
podía estropear la mantequilla de cacahuate y la jalea en el pan, pero
necesitaba una razón para estar allí en vez de comprar comida preparada en La Carne no es Verde o Un Pequeño Bocado.
Al
entrar en la carnicería, confirmó que no había ninguna ruidosa campana en la
puerta que pudiera alertar a nadie más tarde por la noche. Nada sofisticado en
cuanto a la cerradura tampoco. Mierda, incluso Clarence podría franquear esa
cerradura en un minuto.
Esperó
cerca de la puerta, pero el tendero parecía dispuesto a hablar con uno de los
chupadores de sangre masculinos que estaban invadiendo el apartamento sobre el
suyo.
—La
entrega de carne especial llegará esta noche, —dijo el tendero—. Últimamente es
raro conseguirla. Por eso no voy a poner un cartel, simplemente haré correr la
voz.
— ¿De
cuánto va a ser la entrega? — Preguntó el vampiro.
—No es
seguro. Es por eso que no puedo garantizar que se pueda obtener un corte en
particular, pero estoy haciendo una lista de cualquiera que esté interesado en
recibir un poco.
El
vampiro miró a Jimmy, luego se giró pero no bajó la voz lo suficiente.
— ¿Vas
a dejar que los humanos reserven parte de la carne especial?
El
tendero rió en voz baja.
—Nah.
No voy a mencionarle nada a ninguno de ellos. Si queda algo después de que
llene nuestros pedidos, la venderé a los humanos, pero no es probable que haya
nada.
El
vampiro asintió.
—Resérvame
una porción. No quiero perderme ese manjar.
Jimmy
apenas pudo contener su emoción cuando el vampiro salió dejándolo solo con el
tendero. Carne especial. Manjar. Maldita sea, habían escogido la noche perfecta
para vaciar la carnicería.
—Buenas
tardes, —le dirigió al tendero una gran
sonrisa—. Esperaba comprar algo de carne para la cena de la familia.
El
tendero agitó la mano hacia el mostrador de vidrio.
—Lo
que tengo esta aquí. Si quieres una comida rápida, hoy tengo rebanadas de
pastel de carne con salsa. Fue hecho esta mañana. Por una humana.
En
cualquier otro día, habría intentado comprar un pastel de carne entero,
calculando vender o comerciar la mitad del mismo. Pero no quería que los
monstruos lo miraran con demasiada atención hoy, y no quería que le fueran con
las quejas a CJ o a ese bastardo de Burke, de que tomaba más de lo que se podía
comer en una comida.
—Voy a
llevar tres rebanadas, —dijo. Cuando el tendero levantó las cejas que tenían
más plumas marrones que pelo, añadió—: Los niños no podrán comer más de media
rebanada cada uno, no cuando van a tener sus verduras también.
Tres
rebanadas entraron en uno de esos recipientes que se esperaba que los clientes
lavaran y trajeran. Jimmy hizo la compra y salió. Mantuvo un paso tranquilo,
incluso saludó a las tres perras que estaban terminando sus comidas.
Sandee
estaba fuera cuando regresó al apartamento, y los mocosos también estaban
fuera, así que calentó una rebanada de pastel de carne, y luego la otra mitad
para su propia comida. Habiendo puesto el resto en el refrigerador, pasó la
tarde sentado en el porche esperando el anochecer.
*****
Meg
colgó su camisa de gasa en la habitación trasera de la Oficina del Enlace,
luego fue al baño para echarse agua en la cara, cepillarse los dientes y hacer
pis. Los eufemismos, había aprendido, eran inútiles con los Lobos. Tan pronto
como Nathan regresaba de su propio descanso del mediodía, olfateaba por la
habitación de atrás y podía reportar exactamente lo que había hecho, así que
¿qué sentido tenía decir algo más? Había intentado una vez usar el pretexto de
"Voy a empolvarme la nariz",
pero cada Lobo que conocía había intentado olfatear su rostro para poder
identificar el olor de este polvo.
Incluso
con la ayuda de Merri Lee y Ruth, no pudo convencer a los Lobos de que no había
polvo hasta que Simon confirmó que, en algunas historias, "empolvar la
nariz" significaba hacer pis. Entonces Katherine Debany lo arruinó más
tarde, ese mismo día, al sacar un neceser y realmente empolvarse la nariz a la
vista de Elliot. Naturalmente, Elliot le informó de ello a Blair y Nathan -y a
Simon- y la rutina de “déjame oler tu rostro” empezó de nuevo.
Encontró
a Nathan en la sala delantera, ya acostado en la cama de Lobo. Bostezó hacia
ella, mostrando todos sus dientes. No se dejaba engañar. Sólo parecía perezoso
y medio dormido. Cualquier repartidor que creyera el engaño y actuara
inapropiadamente descubriría lo rápido que podía moverse un Lobo, y cuánto daño
podrían hacer esos dientes.
—Merri
Lee, Ruth y yo tuvimos un excelente almuerzo, —le dijo—. Fue una ensalada hecha
de verduras frescas y verduras del huerto con los últimos trozos de lo que
sobró del pavo con huevo duro, junto con una variedad de mini muffins que le
compramos a Nadine. ¿Qué hay contigo? ¿Tuviste un buen almuerzo?
Nathan
hizo un movimiento de “saltos” con una pata.
—Conejito
fresco, —tradujo—. ¡Mmm!. —Entonces recordando que podría ser mal interpretado
como una petición, agregó—, ¡mmm! para ti.
Regresando
a la sala de clasificación, pensó qué hacer con su tarde hasta que llegara el
momento de hacer sus entregas. El correo ya estaba ordenado y despachado con
los ponis; Sus paquetes estaban organizados en un carro para poder cargar y
descargar el Bow de manera eficiente mientras hacía sus rondas. Ella ya tenía
los libros de la biblioteca que iba a entregar a las chicas del lago.
Meg
dejó escapar un suspiro. Podía escribir una nota a Jean o a Hope o a Barb
Debany, o incluso a Jesse Walker en Pradera de Oro. Podía leer uno de los
libros que había sacado de la biblioteca. Normalmente, la idea de hacer esas
cosas le daba placer, pero ahora se sentía inquieta, molesta. No había picor,
ninguna sensación de alfileres y agujas advirtiéndole de algo a punto de
suceder. Era más sutil que eso, pero le revolvía un poco.
Sacando
su caja de cartas proféticas del
cajón, abrió la caja y apoyó ligeramente las yemas de los dedos en las cartas.
Pero no tenía una pregunta, ni siquiera tenía idea de qué preguntar. Le había
contado a Nathan lo de su almuerzo, él le contó del suyo, y...
Agudas
punzadas llenaron las yemas de sus dedos. Cerró los ojos y eligió las cartas
que le producían las punzadas más agudas. Con los ojos todavía cerrados, dio
vuelta las cartas en el orden en que fueron elegidas.
Abrió
los ojos, estudió las cartas... Y llamó a Merri Lee.
—
¿Puedes escaparte un par de minutos? Es importante.
—Tengo
un cliente, —respondió Merri Lee—. Déjame terminar con él, y luego voy
corriendo.
Unos
minutos después, ambas estaban mirando las tres cartas en la mesa de
clasificación.
—Entonces,
¿cuál fue la pregunta? — Merri Lee finalmente preguntó.
—No
estoy segura. Cuando elijo tres cartas, es sujeto, acción y resultado.
—Las
tres son cartas de comida. Bueno, una muestra una mesa llena de panes, productos
lácteos y cuencos de fruta; Otra muestra un banquete con carnes y verduras
cocidas; Y la última muestra animales que se consideran alimentos. —Merri Lee
frunció el ceño—. ¿Sigues sintiendo las punzadas?
Meg
negó con la cabeza.
—Pero
va a suceder algo relacionado con la comida.
—No
parece que se trate de una escasez.
Frustrada,
Meg soltó un suspiro.
—
¿Tienes antojos de S.P.M? Tal vez por eso tienes fijación con la comida. Tiendo
a querer chocolate, pizza y aperitivos salados. Por supuesto, entonces bebo
mucha agua, y retengo mucho líquido, y me hincho, lo que me pone de mal humor.
—Merri Lee la miró expectante.
Ella
lo pensó y sacudió la cabeza.
—Supongo
que no es nada importante, pero de todos modos se lo contaré a Simon. Podría
tener sentido para él.
*****
Le
comentó el tema a Simon cuando regresaron del trabajo, y pudo ver que tenía
sentido para él. Lo que la preocupó fue la expresión de sus ojos ámbar, y el
hecho de que no le dijera lo que significaba. Y por primera vez, le gruñó
cuando ella pidió una explicación. Le dijo que no era asunto suyo.
Eso
también la preocupó.
Lo que
más le preocupó fue despertar en la
noche y darse cuenta de que Simon había desaparecido.
*****
Todo
fue como un reloj. Los cuatro hombres estacionaron en el lote adyacente a El Ciervo y la Liebre, luego cruzaron la
Calle Principal hasta la entrada de la zona de entregas del Courtyard. Desde
allí, subieron por la vía de acceso y entraron en la Plaza Comercial,
manteniéndose cerca de las tiendas en vez de atravesar la gran área abierta del
centro.
Se
metieron dentro de la carnicería, encontraron el refrigerador y miraron por un
momento, atrapados por la cantidad de bandejas de carnes; bandejas de
excelentes bifes de carne vacuna, así como corte para asados y filetes. Otras
bandejas contenían jamones, salchichas, tocino y costillas.
Cada
uno llevaba una gran mochila rectangular forrada con material aislante
alrededor del plástico grueso. El calor nocturno no era mucho mejor que la
temperatura diurna; No cooperaba para que la carne comenzara a descomponerse
antes de que tuvieran la oportunidad de guardarla en sus propios congeladores o
vender la mayoría de los mejores cortes con fines de lucro.
Jimmy
Montgomery era un jodido arrogante que pensaba que era una mierda caliente sólo
porque había vivido en Toland, como si birlar una cerradura allí requiriera
mayor destreza que ahí, en Lakeside. Había entrado en el bar, se había comprado
un trago y se había sentado en su mesa, como si lo hubieran invitado. Comenzó a
hablar de la necesidad de un equipo para un trabajo fácil, uno que garantizaba
poner comida en la mesa. ¿Ilegal? Por supuesto que no. La ley humana no se
aplicaba en el Courtyard, así que ¿cómo podía ser ilegal algo hecho allí?
Sin
guardias, sin centinelas en el distrito de negocios después de que las tiendas
cerraban. Sí, estar fuera en la noche podía ser complicado, pero si se escogía
el momento adecuado, incluso los policías no harían mucho patrullaje,
prefiriendo quedarse cerca de sus estaciones a menos que fueran llamados.
Él había
explorado las tiendas, sabía exactamente dónde estaba la carnicería, les
comentó de la cerradura y la falta de una campana en la puerta. Había
confirmado la entrega de carne de una de las granjas Nativos de la tierra. Incluso su razón para no entrar con ellos
tenía sentido. Por supuesto, su "comisión" reflejaría los riesgos que
él no iba a asumir esta noche. No es que se hubieran encontrado con algún
problema.
Llenaron
sus mochilas con los mejores cortes de carne, dejando las salchichas y el
tocino, junto con los asados y jamones que no podían caber en sus mochilas.
No pudieron encontrar la carne especial que Jimmy dijo que estaría allí, pero
eso no importaba. Tenían todo por lo que habían ido y más.
Sí,
todo se había ido como un reloj. Justo hasta el momento en que salieron de la
carnicería y encontraron a los vampiros y a los Lobos esperándolos.
*****
Con el
corazón palpitando, Monty salió de la cama, abrió el cajón de la mesita de
noche y sacó su arma de respaldo recientemente adquirida, con su funda y todo.
Luego se movió silenciosamente hacia la puerta mosquitera que se abría hacia el
porche y se detuvo a escuchar.
Había
escuchado algo y su entrenamiento le hizo responder antes de que estuviera
completamente despierto. Un breve grito, agudo y aterrorizado. Ahora... nada.
Abrió
la puerta mosquitera y salió al porche.
Muy
tranquilo. La mayoría de la gente seguía las recomendaciones de la policía
sobre estar en casa antes de la medianoche, de modo que no había coches en las
carreteras a esa hora de la noche, excepto los vehículos oficiales. Pero no fue
una sirena lo que escuchó.
En esa
quietud, Monty oyó otra puerta abrirse. Apoyando su mano libre en la
barandilla, se inclinó hacia adelante y miró hacia el porche del segundo piso
de la casa vecina.
Kowalski,
vestido sólo con pantalones del pijama. Algo sobre la forma en que estaba
parado le dijo Monty que su compañero también había agarrado un arma en
respuesta a... ¿Qué?
Otra
puerta se abrió, más abajo. No podía ver, pero Monty sabía que era Debany. Así
que, todos habían oído algo.
Monty
silbó, un sonido suave, pero fue suficiente para que Kowalski girara en su
dirección. Entonces el hombre más joven desapareció. Un minuto después,
reapareció, pasando por los patios delanteros hasta llegar al porche de Monty.
—Sí,
—dijo Kowalski en voz baja en el teléfono móvil—. Sí. Se lo haré saber.
— ¿Escuchaste?
—Monty mantuvo la voz baja para evitar despertar a Lizzy, cuya ventana abierta
del dormitorio estaba al otro extremo del porche.
Kowalski
asintió con la cabeza.
—También
Michael —miró a su alrededor—. No hay luces en ninguna de las casas de la calle
y nada en movimiento por la calle. Fuera lo que fuera no alarmó a los
centinelas del Courtyard.
Al
llegar al final del porche, Monty vio dos búhos encaramados en los tejados que
les daban una buena vista de los negocios del Courtyard.
—Podría
haber sido un conejo, —dijo Kowalski—. Ellos gritan cuando mueren.
Los
conejos no eran las únicas cosas que gritaban.
—Michael
y yo podríamos ir a echar un vistazo a nuestro alrededor.
—No.
Ninguno de nosotros debería ir a dar vueltas por el Courtyard a estas horas de
la noche. —El corazón de Monty seguía golpeando. Era tentador cruzar el pasillo
y golpear la puerta hasta que Jimmy contestara, con brusquedad al ser
despertado tan abruptamente.
Si
Jimmy contestaba.
—No,
—dijo de nuevo—. No fuimos llamados para ayudar. Mantén los ojos abiertos
mañana.
—Sí
señor. Buenas noches.
Kowalski
no entró en su propia casa. Se dirigió al edificio de apartamentos al otro lado
del dúplex para hablar con Debany. Un par de minutos más tarde, se fue a casa.
Puertas
cerradas. Todo estaba muy tranquilo.
Monty
entró y metió el arma de respaldo en el cajón, donde quedaría, a la mano, hasta
que se levantara y la guardara en la caja fuerte con su arma de servicio. Se
estiró en su cama, pero no durmió. No quería hacerlo en realidad. Pero en algún
momento se deslizó en un sueño intranquilo, temiendo lo que tendría que
enfrentar en la mañana.
Dios!! Yo tampoco creo que pueda dormir sin saber qué hicieron simón y los demás jajajaja Los secuaces de Jimmy... bien, carne especial. Pero no creo que hayan matado a Jimmy. Quiero decir, los antiguos todavía lo necesitan para aprender a reconocer humanos buenos de malos no? Y quiero saber cómo reacciona Jimmy cuando se entere qué tipo de carne es llamada "especial" en el courtyard.
ResponderEliminarMe mata la intriga, pero muchas gracias por el capítulo! :)
Michelle.
Muchas gracias por el capítulo, ¡estoy deseando leer más!
ResponderEliminarL habrá llegado su hora a Jimmy? Ayyy que emoción¡¡¡
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