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sábado, 8 de abril de 2017

Adelanto: Capítulo 18 Etched in Bone - Anne Bishop


Capítulo 18



Sunsday, 21 de Messis


Jimmy esperó hasta que el grueso de los que estaban almorzando mermara antes de dirigirse a la Plaza Comercial. No quería encontrarse con su madre o con CJ. No quería encontrarse con ninguna de las perras que espiaban para los monstruos. Pero tres de ellas estaban sentadas en una de esas mesas con sombrilla, comiendo ensaladas como si esa basura fuera comida de verdad. Reconoció a las dos mujeres que vivían con policías en los apartamentos, Ruth y Merri, pero no reconoció a la  tercera, una chica de pelo negro que llevaba una camisa de gasa grande a pesar del calor.

Parecía vagamente familiar, como si la hubiera visto de pasada. No importaba. No debería de haber nada demasiado interesante en ella si ella estaba dando vueltas con las otras dos.

Quería echar un vistazo a lo que había llegado a la carnicería esa mañana, necesitaba decirle a su pandilla lo que podían esperar. Le molestaba tener que comprar carne fresca. Sandee la cocinaba hasta el punto de no ser comestible, la perra podía estropear la mantequilla de cacahuate y la jalea en el pan, pero necesitaba una razón para estar allí en vez de comprar comida preparada en La Carne no es Verde o Un Pequeño Bocado.

Al entrar en la carnicería, confirmó que no había ninguna ruidosa campana en la puerta que pudiera alertar a nadie más tarde por la noche. Nada sofisticado en cuanto a la cerradura tampoco. Mierda, incluso Clarence podría franquear esa cerradura en un minuto.

Esperó cerca de la puerta, pero el tendero parecía dispuesto a hablar con uno de los chupadores de sangre masculinos que estaban invadiendo el apartamento sobre el suyo.

—La entrega de carne especial llegará esta noche, —dijo el tendero—. Últimamente es raro conseguirla. Por eso no voy a poner un cartel, simplemente haré correr la voz.

— ¿De cuánto va a ser la entrega? — Preguntó el vampiro.

—No es seguro. Es por eso que no puedo garantizar que se pueda obtener un corte en particular, pero estoy haciendo una lista de cualquiera que esté interesado en recibir un poco.

El vampiro miró a Jimmy, luego se giró pero no bajó la voz lo suficiente.
— ¿Vas a dejar que los humanos reserven parte de la carne especial?

El tendero rió en voz baja.
—Nah. No voy a mencionarle nada a ninguno de ellos. Si queda algo después de que llene nuestros pedidos, la venderé a los humanos, pero no es probable que haya nada.

El vampiro asintió.
—Resérvame una porción. No quiero perderme ese manjar.

Jimmy apenas pudo contener su emoción cuando el vampiro salió dejándolo solo con el tendero. Carne especial. Manjar. Maldita sea, habían escogido la noche perfecta para vaciar la carnicería.

—Buenas tardes,  —le dirigió al tendero una gran sonrisa—. Esperaba comprar algo de carne para la cena de la familia.

El tendero agitó la mano hacia el mostrador de vidrio.
—Lo que tengo esta aquí. Si quieres una comida rápida, hoy tengo rebanadas de pastel de carne con salsa. Fue hecho esta mañana. Por una humana.

En cualquier otro día, habría intentado comprar un pastel de carne entero, calculando vender o comerciar la mitad del mismo. Pero no quería que los monstruos lo miraran con demasiada atención hoy, y no quería que le fueran con las quejas a CJ o a ese bastardo de Burke, de que tomaba más de lo que se podía comer en una comida.

—Voy a llevar tres rebanadas, —dijo. Cuando el tendero levantó las cejas que tenían más plumas marrones que pelo, añadió—: Los niños no podrán comer más de media rebanada cada uno, no cuando van a tener sus verduras también.

Tres rebanadas entraron en uno de esos recipientes que se esperaba que los clientes lavaran y trajeran. Jimmy hizo la compra y salió. Mantuvo un paso tranquilo, incluso saludó a las tres perras que estaban terminando sus comidas.

Sandee estaba fuera cuando regresó al apartamento, y los mocosos también estaban fuera, así que calentó una rebanada de pastel de carne, y luego la otra mitad para su propia comida. Habiendo puesto el resto en el refrigerador, pasó la tarde sentado en el porche esperando el anochecer.

*****

Meg colgó su camisa de gasa en la habitación trasera de la Oficina del Enlace, luego fue al baño para echarse agua en la cara, cepillarse los dientes y hacer pis. Los eufemismos, había aprendido, eran inútiles con los Lobos. Tan pronto como Nathan regresaba de su propio descanso del mediodía, olfateaba por la habitación de atrás y podía reportar exactamente lo que había hecho, así que ¿qué sentido tenía decir algo más? Había intentado una vez usar el pretexto de "Voy a empolvarme la nariz", pero cada Lobo que conocía había intentado olfatear su rostro para poder identificar el olor de este polvo.

Incluso con la ayuda de Merri Lee y Ruth, no pudo convencer a los Lobos de que no había polvo hasta que Simon confirmó que, en algunas historias, "empolvar la nariz" significaba hacer pis. Entonces Katherine Debany lo arruinó más tarde, ese mismo día, al sacar un neceser y realmente empolvarse la nariz a la vista de Elliot. Naturalmente, Elliot le informó de ello a Blair y Nathan -y a Simon- y la rutina de “déjame oler tu rostro” empezó de nuevo.

Encontró a Nathan en la sala delantera, ya acostado en la cama de Lobo. Bostezó hacia ella, mostrando todos sus dientes. No se dejaba engañar. Sólo parecía perezoso y medio dormido. Cualquier repartidor que creyera el engaño y actuara inapropiadamente descubriría lo rápido que podía moverse un Lobo, y cuánto daño podrían hacer esos dientes.

—Merri Lee, Ruth y yo tuvimos un excelente almuerzo, —le dijo—. Fue una ensalada hecha de verduras frescas y verduras del huerto con los últimos trozos de lo que sobró del pavo con huevo duro, junto con una variedad de mini muffins que le compramos a Nadine. ¿Qué hay contigo? ¿Tuviste un buen almuerzo?

Nathan hizo un movimiento de “saltos” con una pata.

—Conejito fresco, —tradujo—. ¡Mmm!. —Entonces recordando que podría ser mal interpretado como una petición, agregó—, ¡mmm! para ti.

Regresando a la sala de clasificación, pensó qué hacer con su tarde hasta que llegara el momento de hacer sus entregas. El correo ya estaba ordenado y despachado con los ponis; Sus paquetes estaban organizados en un carro para poder cargar y descargar el Bow de manera eficiente mientras hacía sus rondas. Ella ya tenía los libros de la biblioteca que iba a entregar a las chicas del lago.

Meg dejó escapar un suspiro. Podía escribir una nota a Jean o a Hope o a Barb Debany, o incluso a Jesse Walker en Pradera de Oro. Podía leer uno de los libros que había sacado de la biblioteca. Normalmente, la idea de hacer esas cosas le daba placer, pero ahora se sentía inquieta, molesta. No había picor, ninguna sensación de alfileres y agujas advirtiéndole de algo a punto de suceder. Era más sutil que eso, pero le revolvía un poco.

Sacando su caja de cartas proféticas del cajón, abrió la caja y apoyó ligeramente las yemas de los dedos en las cartas. Pero no tenía una pregunta, ni siquiera tenía idea de qué preguntar. Le había contado a Nathan lo de su almuerzo, él le contó del suyo, y...

Agudas punzadas llenaron las yemas de sus dedos. Cerró los ojos y eligió las cartas que le producían las punzadas más agudas. Con los ojos todavía cerrados, dio vuelta las cartas en el orden en que fueron elegidas.

Abrió los ojos, estudió las cartas... Y llamó a Merri Lee.

— ¿Puedes escaparte un par de minutos? Es importante.

—Tengo un cliente, —respondió Merri Lee—. Déjame terminar con él, y luego voy corriendo.

Unos minutos después, ambas estaban mirando las tres cartas en la mesa de clasificación.

—Entonces, ¿cuál fue la pregunta? — Merri Lee finalmente preguntó.

—No estoy segura. Cuando elijo tres cartas, es sujeto, acción y resultado.

—Las tres son cartas de comida. Bueno, una muestra una mesa llena de panes, productos lácteos y cuencos de fruta; Otra muestra un banquete con carnes y verduras cocidas; Y la última muestra animales que se consideran alimentos. —Merri Lee frunció el ceño—. ¿Sigues sintiendo las punzadas?

Meg negó con la cabeza.
—Pero va a suceder algo relacionado con la comida.

—No parece que se trate de una escasez.

Frustrada, Meg soltó un suspiro.

— ¿Tienes antojos de S.P.M? Tal vez por eso tienes fijación con la comida. Tiendo a querer chocolate, pizza y aperitivos salados. Por supuesto, entonces bebo mucha agua, y retengo mucho líquido, y me hincho, lo que me pone de mal humor. —Merri Lee la miró expectante.

Ella lo pensó y sacudió la cabeza.
—Supongo que no es nada importante, pero de todos modos se lo contaré a Simon. Podría tener sentido para él.

*****

Le comentó el tema a Simon cuando regresaron del trabajo, y pudo ver que tenía sentido para él. Lo que la preocupó fue la expresión de sus ojos ámbar, y el hecho de que no le dijera lo que significaba. Y por primera vez, le gruñó cuando ella pidió una explicación. Le dijo que no era asunto suyo.

Eso también la preocupó.

Lo que más le preocupó fue despertar en  la noche y darse cuenta de que Simon había desaparecido.

*****

Todo fue como un reloj. Los cuatro hombres estacionaron en el lote adyacente a El Ciervo y la Liebre, luego cruzaron la Calle Principal hasta la entrada de la zona de entregas del Courtyard. Desde allí, subieron por la vía de acceso y entraron en la Plaza Comercial, manteniéndose cerca de las tiendas en vez de atravesar la gran área abierta del centro.

Se metieron dentro de la carnicería, encontraron el refrigerador y miraron por un momento, atrapados por la cantidad de bandejas de carnes; bandejas de excelentes bifes de carne vacuna, así como corte para asados ​​y filetes. Otras bandejas contenían jamones, salchichas, tocino y costillas.

Cada uno llevaba una gran mochila rectangular forrada con material aislante alrededor del plástico grueso. El calor nocturno no era mucho mejor que la temperatura diurna; No cooperaba para que la carne comenzara a descomponerse antes de que tuvieran la oportunidad de guardarla en sus propios congeladores o vender la mayoría de los mejores cortes con fines de lucro.

Jimmy Montgomery era un jodido arrogante que pensaba que era una mierda caliente sólo porque había vivido en Toland, como si birlar una cerradura allí requiriera mayor destreza que ahí, en Lakeside. Había entrado en el bar, se había comprado un trago y se había sentado en su mesa, como si lo hubieran invitado. Comenzó a hablar de la necesidad de un equipo para un trabajo fácil, uno que garantizaba poner comida en la mesa. ¿Ilegal? Por supuesto que no. La ley humana no se aplicaba en el Courtyard, así que ¿cómo podía ser ilegal algo hecho allí?

Sin guardias, sin centinelas en el distrito de negocios después de que las tiendas cerraban. Sí, estar fuera en la noche podía ser complicado, pero si se escogía el momento adecuado, incluso los policías no harían mucho patrullaje, prefiriendo quedarse cerca de sus estaciones a menos que fueran llamados.

Él había explorado las tiendas, sabía exactamente dónde estaba la carnicería, les comentó de la cerradura y la falta de una campana en la puerta. Había confirmado la entrega de carne de una de las granjas Nativos de la tierra. Incluso su razón para no entrar con ellos tenía sentido. Por supuesto, su "comisión" reflejaría los riesgos que él no iba a asumir esta noche. No es que se hubieran encontrado con algún problema.

Llenaron sus mochilas con los mejores cortes de carne, dejando las salchichas y el tocino, junto con los asados ​​y jamones que no podían caber en sus mochilas. No pudieron encontrar la carne especial que Jimmy dijo que estaría allí, pero eso no importaba. Tenían todo por lo que habían ido y más.

Sí, todo se había ido como un reloj. Justo hasta el momento en que salieron de la carnicería y encontraron a los vampiros y a los Lobos esperándolos.

*****

Con el corazón palpitando, Monty salió de la cama, abrió el cajón de la mesita de noche y sacó su arma de respaldo recientemente adquirida, con su funda y todo. Luego se movió silenciosamente hacia la puerta mosquitera que se abría hacia el porche y se detuvo a escuchar.

Había escuchado algo y su entrenamiento le hizo responder antes de que estuviera completamente despierto. Un breve grito, agudo y aterrorizado. Ahora... nada.

Abrió la puerta mosquitera y salió al porche.

Muy tranquilo. La mayoría de la gente seguía las recomendaciones de la policía sobre estar en casa antes de la medianoche, de modo que no había coches en las carreteras a esa hora de la noche, excepto los vehículos oficiales. Pero no fue una sirena lo que escuchó.

En esa quietud, Monty oyó otra puerta abrirse. Apoyando su mano libre en la barandilla, se inclinó hacia adelante y miró hacia el porche del segundo piso de la casa vecina.

Kowalski, vestido sólo con pantalones del pijama. Algo sobre la forma en que estaba parado le dijo Monty que su compañero también había agarrado un arma en respuesta a... ¿Qué?

Otra puerta se abrió, más abajo. No podía ver, pero Monty sabía que era Debany. Así que, todos habían oído algo.

Monty silbó, un sonido suave, pero fue suficiente para que Kowalski girara en su dirección. Entonces el hombre más joven desapareció. Un minuto después, reapareció, pasando por los patios delanteros hasta llegar al porche de Monty.

—Sí, —dijo Kowalski en voz baja en el teléfono móvil—. Sí. Se lo haré saber.

— ¿Escuchaste? —Monty mantuvo la voz baja para evitar despertar a Lizzy, cuya ventana abierta del dormitorio estaba al otro extremo del porche.

Kowalski asintió con la cabeza.
—También Michael —miró a su alrededor—. No hay luces en ninguna de las casas de la calle y nada en movimiento por la calle. Fuera lo que fuera no alarmó a los centinelas del Courtyard.

Al llegar al final del porche, Monty vio dos búhos encaramados en los tejados que les daban una buena vista de los negocios del Courtyard.

—Podría haber sido un conejo, —dijo Kowalski—. Ellos gritan cuando mueren.

Los conejos no eran las únicas cosas que gritaban.

—Michael y yo podríamos ir a echar un vistazo a nuestro alrededor.

—No. Ninguno de nosotros debería ir a dar vueltas por el Courtyard a estas horas de la noche. —El corazón de Monty seguía golpeando. Era tentador cruzar el pasillo y golpear la puerta hasta que Jimmy contestara, con brusquedad al ser despertado tan abruptamente.

Si Jimmy contestaba.

—No, —dijo de nuevo—. No fuimos llamados para ayudar. Mantén los ojos abiertos mañana.

—Sí señor. Buenas noches.

Kowalski no entró en su propia casa. Se dirigió al edificio de apartamentos al otro lado del dúplex para hablar con Debany. Un par de minutos más tarde, se fue a casa.

Puertas cerradas. Todo estaba muy tranquilo.


Monty entró y metió el arma de respaldo en el cajón, donde quedaría, a la mano, hasta que se levantara y la guardara en la caja fuerte con su arma de servicio. Se estiró en su cama, pero no durmió. No quería hacerlo en realidad. Pero en algún momento se deslizó en un sueño intranquilo, temiendo lo que tendría que enfrentar en la mañana.

3 comentarios:

  1. Dios!! Yo tampoco creo que pueda dormir sin saber qué hicieron simón y los demás jajajaja Los secuaces de Jimmy... bien, carne especial. Pero no creo que hayan matado a Jimmy. Quiero decir, los antiguos todavía lo necesitan para aprender a reconocer humanos buenos de malos no? Y quiero saber cómo reacciona Jimmy cuando se entere qué tipo de carne es llamada "especial" en el courtyard.
    Me mata la intriga, pero muchas gracias por el capítulo! :)

    Michelle.

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  2. Muchas gracias por el capítulo, ¡estoy deseando leer más!

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  3. L habrá llegado su hora a Jimmy? Ayyy que emoción¡¡¡

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