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sábado, 1 de abril de 2017

Adelanto: Capítulo 13 (primera parte) Etched in Bone - Anne Bishop


Capítulo 13




Sunsday, 14 de Messis


Cuando los Owlgard se dirigían a casa y el resto de los gard todavía dormían, sus pasos llenaron la Plaza Comercial con un extraño y frustrado silencio.

No podían encontrar el olor de las sabrosas galletas de Lobo en ninguna parte excepto la guarida de trabajo de la aulladora no-Lobo. Había olores interesantes en la guarida de trabajo de la Cosechadora, especialmente durante el día en que tantos Terráneos y  humanos se apresuraban y se escabullían dentro y fuera del grupo de edificios. Y luego los olores, tan frescos y fuertes, desaparecían: la comida fue consumida.

Eran fuertes y sus garras podían abrir las puertas con mucha facilidad, pero los Wolfgard y Sanguinati ya estaban descontentos por su insistencia en mantener cerca al insignificante depredador humano. Si entraban en las salas de trabajo de la Cosechadora y la no-Lobo para buscar la sabrosa galleta o alguna otra delicia, los cambiantes más pequeños se enojarían. Lo mismo la Cosechadora. ¿Y la no-Lobo? Si se asustaba, podría abandonar la guarida de trabajo, y una buena cantidad de cambiantes más pequeños, -si estaban dispuestos a sacrificar a muchos- podrían herir seriamente a un Antiguo. Y la Cosechadora trabajando con ellos haría el resto.

«El pequeño macho humano robó al Halcón,» el macho dijo.

«Eso fue una mala cosa humana,» respondió la hembra. «El pequeño macho fue mordido por el cachorro Lobo, y el robo hizo que todos los adultos estuvieran enojados.» Y una pequeña cantidad de la sangre no-Lobo fue derramada mientras los cachorros estaban peleando. Ese olor de la terrible creación de Namid había atravesado el aire, peligroso y seductor.

Siguieron dando vueltas por el conjunto de edificios, y finalmente terminaron en la puerta trasera de la guarida de trabajo de la no-Lobo. ¿Cómo sabía la no-Lobo cuándo proveer la sabrosa galleta para los Lobos? ¿Cómo sabía la no-Lobo qué entregar a los pequeños cambiantes cuando ella se metía en su caja y hacía sus carreritas de conejito bebé alrededor del Courtyard?

«El Lobo recibe pequeños papeles de Terráneos de los asentamientos del país salvaje,» dijo la hembra. «Pequeños papeles que dicen lo que quieren.»

«Le diremos a la no-Lobo lo que queremos.» El macho estudió sus manos y los dedos con garras que podrían hacer la cosa de escribir.

«Sí,» la hembra acordó. «Aprenderemos cómo hacer esto y contaremos la historia a nuestros parientes en el país salvaje en caso de que el aprendizaje sea necesario cuando vigilen a los humanos.»

Fueron al edificio cruzando el camino de acceso de la guarida de trabajo de la no-Lobo. El macho tiró de la puerta, rompiendo las cerraduras. Mientras entraba y seleccionaba papel y un bastón para escribir, la hembra buscaba algo que pudieran dejar a cambio.

Intercambio, después de todo, era diferente de robar. Robar era malo, pero el intercambio era algo que los humanos hacían.

*****

Mientras los conducía a trabajar, Simon se mantuvo mirando a Meg. Había estado compungida la pasada noche, a pesar de ver las películas de La Brigada Lobo con él y Sam, y parecía que el estado de ánimo no había cambiado.

— ¿Te molesta el labio? — Parecía adolorida, y él quería cuidar de ella lamiéndolo, algo que sabía que no debía hacer.

—Duele, pero no está mal. —Ella resopló—. Tienes que hablar con Saltarín. No puede seguir empujando a los pies de las personas para conseguir que contengan su plato cuando come helado.

—Él no estaba presionando a las personas; Estaba acomodando tus pies para sostener su plato.

— ¡Bueno, soy una persona!

—Pero tú fuiste quien le enseñó a hacer eso.

Ella balbuceo.
—No creí que lo iba a recordar. Olvida todo lo demás.

—No todo. Saltarín recuerda lo que es importante para Saltarín. —Él la miró y se rió—. Estás usando tu cara de poni gruñón.

—Jaja. Eres tan divertido.

Se sentía bien. El corte en la cara de Sam se curaría muy bien. Tenían dudas sobre si el labio de Meg tendría una cicatriz, pero puesto que no era un lugar probable para que ella deliberadamente se hiciera un corte, no pensaba que fuera algo de qué preocuparse... a menos que interfiriera con su capacidad de comer. En el país salvaje, una lesión que impedía que un Lobo consumiera comida o agua, usualmente significaba la muerte.

Pero Meg comió huevos revueltos en la cena y tomó su helado en un recipiente para no tener que morder el cono. Tal vez no pudiera comer todo lo que quisiera, pero no se debilitaría mientras la herida se curaba. Simon se detuvo detrás de la Oficina del Enlace y luego observó mientras Meg abría la puerta trasera y entraba. Aparcó el Bow en el garaje y lo conectó a la conexión de energía para cargarlo. Mientras se dirigía a Aullidos, Buena Lectura, pasó por al lado de Chris Fallacaro, que llevaba una bolsa de herramientas colgada sobre un hombro.

—Tenemos que reemplazar la cerradura de la puerta principal de Las Tres P, —dijo Chris—. Lorne ya habló con el señor Sanguinati al respecto.

El humano olía... raro. No muy asustado pero más que nervioso.

Ahora, inquieto, Simon se apresuró a ir a la librería. Pero volvió a mirar a la Oficina del Enlace y se preguntó si debería decirle a Meg que trabara la puerta trasera.

Vlad estaba detrás del mostrador, configurando la caja registradora.
—Hubo una especie de robo en Las Tres P anoche o temprano esta mañana.

Simon se rascó detrás de una oreja.
— ¿Por qué? No hay nada más que papel y material de oficina allí. ¿Y cómo se tiene una especie de robo?

—Bueno, es una "especie" porque alguien entró destruyendo las cerraduras de la puerta y luego tomó un papel y quizás un marcador o pluma. Lorne no está seguro de cuánto falta. No cree que sea mucho, y fue sólo el desorden en un par de lugares en la tienda lo que le ayudó a adivinar lo que se tomó.

—Si fue tomado, es un robo, —gruñó Simon.

—No cuando una marmota se deja en el mostrador como una especie de pago.

Simon miró a Vlad. Vlad miró a Simon.

—Ah, —dijo Simon—. ¿Por qué querrían bolígrafos y papel?

—Cuando lo averigües, házmelo saber.

*****

Meg abrió la puerta trasera y escaneó la zona circundante. Regresando a la sala de clasificación, estudió el trozo de papel que habían pasado por la puerta antes de que ella llegara esa mañana.


Querer gayetas

—Puede que quieras galletas, pero lo que necesitas son más lecciones de ortografía, —murmuró. Y había algo en los gruesos golpes del lápiz que la hacían pensar que era una exigencia, no una petición.

Bueno, sabía qué hacer con una demanda.

— ¿Arroo? —preguntó Nathan desde la sala.

—Nada, —respondió mientras arrugaba el papel. ¿Ruth conocía a la maestra o a los maestros que enseñaban en la escuela del Courtyard? Tal vez Henry sabía quiénes eran. Había pensado que los jóvenes Terráneos estaban aprendiendo algunas lecciones humanas básicas como la lectura, la escritura y la aritmética. Sam podría deletrear mejor que eso, y ¿qué cachorro que prestara algún tipo de atención podría escribir mal  "galletas"?

Casi lanzó el mensaje a la canasta de reciclaje. Luego alisó el papel y volvió a mirar el mensaje. Era la primera vez que alguien dejaba una solicitud de galletas. Por lo general, cuando una entrega llegaba de la Panadería Eamer, los Lobos quedaban contentos con lo que recibían.

Sin embargo, ceder a las demandas sería un error. Sí, lo sería.

Meg tomó el teléfono y marcó el número de la Panadería Eamer en Desembarco del Ferry. El hecho de que no respondiera a una demanda, no significaba que no estuviera lista para responder a una petición.

*****

Jimmy se sentó en el porche del apartamento, ignorando los berridos de Sandee y lamentándose de que los mocosos estuvieran atrapados en el apartamento sin nada que hacer ya que el resto de los chicos estaban en la escuela y Clarence y Fanny ni siquiera podían pasar el rato en la Plaza Comercial.

Tal vez la decisión de Sissy fue la acertada: largarse sin decir una palabra. Con quinientos en el bolsillo, podía coger un tren de regreso a Toland o ir a Shikago. Tal vez incluso ir a una ciudad controlada por humanos en la Región Sudeste. Sacarse a la perra y a los mocosos y empezar de nuevo.

Pero primero tenía que ocuparse de su parte del plan.

Jack, quien había estado observando el Courtyard durante un tiempo, le dijo que a última hora de la mañana era el momento en que todo el mundo estaba currando en sus trabajos y ahí era cuando habría el menor número de monstruos estaba en la Plaza Comercial. Sólo necesitaba empujar a CJ para que regresara al edificio de apartamentos en el momento adecuado.

Jimmy miró su reloj pulsera y esperó.

*****

Algo golpeó la puerta trasera de la Oficina del Enlace con la fuerza suficiente para asustar a Nathan, que estaba en la sala principal, y tuvo a Pete Denby, desde su oficina de arriba, corriendo hacia la parte trasera del edificio para revisar las cosas.

Meg abrió la puerta trasera, luego pisó el trozo de papel que casi se le escapa. Ella lo recogió.


¡Querer gayetas!

—Ah, eso quieren ¿a que sí?

Segura de que quien había dejado el papel estaba observando de cerca, Meg salió y sacudió el dedo.
—Cuando alguien hace una petición de un convite, ese alguien debe decir por favor. Es lo más educado que se puede hacer.

Esperó, segura de que los cachorros o los jóvenes que habían dejado el papel vendrían saliendo de sus escondites con la cabeza baja y las colas dobladas. Pero no hubo nada más que un extraño silencio que la hizo sentirse extraña.

Sintiéndose insegura, pero negándose a actuar como un conejo asustado, sacudió el dedo otra vez y gritó,
— ¡Están actuando como cachorros malos!

— ¿Meg?

Miró a Pete, que estaba en el piso de arriba.
—Sólo estoy estableciendo límites, —dijo, volviendo a entrar.

Nathan estaba en el cuarto de atrás esperando por ella. En cuanto cruzó el umbral, la olisqueó. Cuando olisqueó el papel en su mano, él la empujó más lejos en la habitación, luego golpeó la puerta con las dos patas delanteras, cerrándola de golpe.

—Nathan...

Él la condujo a la sala de clasificación y cerró la puerta antes de cambiar a la forma humana.

La mirada aturdida en su rostro le impidió comentar sobre su desnudez.

— ¿Has perdido la cabeza? — Casi gritó las palabras.

—Los cachorros necesitan aprender modales, —respondió, molesta por su tono—. El hecho de que quieran galletas no significa que voy a salir corriendo a buscar un regalo para ellos.

—Cachorros. — Nathan la miró fijamente—. ¿Crees que fueron cachorros quienes dejaron esa nota?

—Bueno, ¿quién más....? —Pensó en la tormenta que pasó por Lakeside el mes pasado y en cómo algo había explorado la Oficina del Enlace, hurgando en todos los armarios mientras una espesa niebla cubría la ciudad. Y repentinamente recordó a qué otra forma Terránea le gustaba las galletas de Lobo recién horneadas—. Ah.

Otro golpe sacudió el edificio.

—Quédate aquí, —dijo Nathan—. Se metió en la habitación de atrás.

Se sentía como si hubiera esperado una semana, pero estaba bastante segura de que sólo pasó un minuto antes de que regresara y le entregara otro pedazo de papel.


Querer gayetas por fabor

Meg aspiró aire, sólo entonces se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración mientras esperaba a Nathan.

—Meg, —lloriqueó Nathan, siguiéndola a la habitación trasera.

Abrió la puerta y sacó la cabeza.
—Las galletas estarán aquí dentro de poco. —Hizo una pausa y añadió—: ¡Arroo!

Cerrando la puerta, se hundió en el suelo. Nathan, de nuevo en forma de Lobo, le lamió la cara antes de caer a su lado. Ella hundió los dedos en su piel y sintió los temblores que lo atravesaban.

—Supongo que no debería haberlos regañado, ¿eh? — Dijo.

Nathan la miró.
—Roo.

Meg se levantó del suelo cuando oyó que alguien la llamaba desde la habitación de enfrente.
—Ese es el cartero. Será mejor que vaya a trabajar.

*****

Vlad miró a Simon.
—Meg le dijo a los Antiguos que eran...

—Cachorros malos, —terminó Simon—. Sip.

Un minuto pasó antes de que Vlad dijera:
— ¿Por qué?

—No dijeron "por favor" cuando pidieron galletas.

—No sé qué decir.

Simon se rascó detrás de una oreja que ahora estaba en forma de Lobo y peluda.
—Está bien. Meg dijo mucho por todos nosotros.

*****

— ¿CJ? Soy Jimmy. Te necesito de vuelta aquí. Tengo algunas cosas que decirte.

—Estoy trabajando, Jimmy.

—Sí es cierto. Siempre estás demasiado ocupado para la familia.

—Jimmy...

—No, simplemente andas por ahí y pareces importante, y voy a decirle lo que tengo que decir a mamá.

Una pausa.
—Estaré allí en media hora.

Jimmy colgó y sonrió. Siempre podía contar con CJ. Sólo tenía que presionar la tecla correcta.

*****

Meg se estremeció. La sensación de alfileres y agujas llenó un lado de su cuello. Metió la mano en el bolsillo de su capris y apretó sus dedos contra la navaja de plata.

No. No un corte de cuello. Demasiado peligroso. Demasiadas cosas podrían salir mal.

Dejando la navaja en el bolsillo, sacó la caja de las cartas proféticas del cajón, abrió la caja y apoyó las manos en las cartas. No tenía una pregunta, ni siquiera un tema vago. Pero las yemas de los dedos zumbaban mientras buscaba en las cartas, seleccionando las tres que creaban el sentimiento más fuerte.

Las puso en la mesa en el orden en que fueron elegidas, luego miró el reloj. Tenía un poco de tiempo antes de que llegaran los ponis para entregar el correo por el Courtyard.

Volvió las cartas. Luego llamó a Aullidos, Buena Lectura.

— ¿Vlad? Soy Meg. Necesito ver a Merri Lee por unos minutos. Estoy bien. Sólo... perpleja.

— ¿Qué pasa? —Dijo Merri Lee un minuto después.

Meg señaló las cartas. La carta de explosión. Una persona que apuntaba en una dirección, pero había colocado la carta al revés. Y la última carta, el resultado, era la figura encapuchada sosteniendo una guadaña.

—Eso es lo que quería que vieras. —Meg señaló la segunda carta—. Esta al revés. Eso nunca ha ocurrido antes.

— ¿Nunca? Pero las cartas están todas revueltas en la caja. Tal vez las hayas dado vuelta sin pensarlo, y esta vez te has distraído.

Ella sacudió su cabeza.
—Las cartas tienen tapas diferentes, y diferencio el mazo de la naturaleza del mazo urbano, así que mantengo mis ojos cerrados cuando estoy seleccionando las cartas. Nunca he revelado una carta al revés hasta ahora.

—Entonces significa algo. —Merri Lee frunció el ceño—. La figura habría estado apuntando hacia la muerte, pero dada vuelta así, está señalando la explosión.

—Tampoco es algo bueno.

—No pero...

—Meg. —El rostro de Henry apareció de repente en la ventana de la sala de clasificación—. Hay problemas. Ustedes se quedan adentro.

Se giró hacia su estudio, así que Meg y Merri Lee se apresuraron al mostrador, donde podían mirar por las grandes ventanas de la oficina. Siendo un Oso Pardo, Henry no saltó sobre la pared de ladrillo con la gracia de un Lobo, pero la pared no era una gran barrera. Se impulsó y saltó, y luego se dirigió a la calle principal, girando a la derecha cuando llegó a la acera.

Merri sacó su móvil del bolsillo.
—Eva está al otro lado de la calle. Podrá ver lo que está pasando.

Gruñendo, Nathan tomó una posición delante de la puerta de cristal.

Meg se retiró a la sala de clasificación, seguida por Merri.

—Eva dice que hay un altercado entre el Teniente Montgomery y su hermano. Algunos empujones y un montón de gritos, —informó Merri Lee—. Karl está allí, pero está tratando con Sandee. Eva no está segura de dónde está Michael. Podría estar en la estación. Simon, Vlad y Henry se dirigen al otro lado de la calle.

Meg miró fijamente las cartas y susurró:
—Van por el camino equivocado. —Apresurándose a la puerta privada, ella gritó a Nathan—. ¡Dile a Simon que va por el camino equivocado!

El Lobo guardián se volvió hacia ella, distraído. En ese momento, Meg vio a un hombre de pelo rubio correr a través de la zona de entrega y dirigirse a la vía de acceso.

*****

« ¡Meg dice que vas por el camino equivocado!», Gritó Nathan.

Simon saltó de nuevo a la acera en el lado del Courtyard de la Avenida Crowfield. Trató de agarrar el brazo de Vlad, pero el Sanguinati había cambiado a humo y empezó a levantarse para poder cruzar la calle por encima del tráfico. El intento de agarrarlo fue suficiente para hacer que Vlad se detuviera, e hizo que Henry dudara.

—Meg dice...

Una mujer gritó.

Simon ladeó la cabeza hacia la Plaza Comercial. Se dirigió hacia el estacionamiento para clientes, ignorando la pelea de Montgomery con ese Cyrus. Alargó el paso para alcanzar a Henry, que ya se estaba girando hacia el estacionamiento.

La hembra gritó de nuevo, un sonido lleno de dolor y miedo.

Henry empujó la puerta de madera que conducía al estacionamiento para empleados y luego se detuvo. Los tres miraron la niebla tan espesa que no pudieron ver la mano de Henry cuando el Oso Pardo extendió el brazo.

Otro grito, abruptamente cortado. Masculino.

Entonces un extraño y terrible silencio llenó la zona alrededor de la Plaza Comercial.

Simon y Vlad se apartaron de la niebla. Henry vaciló, luego entró y cerró la puerta antes de retirarse.

« ¡Nathan!» exclamó Simon. «Mantén a Meg dentro de la Oficina del Enlace.»

«Merri Lee también,» dijo Nathan. «No podemos ver la ventana trasera de la oficina, pero no hay niebla en el área de entrega. Pete Denby está arriba. Le grité que se quedara adentro.»

Con eso resuelto, Simon se volvió hacia el siguiente grupo.
« ¡Elliot!»

«Estamos bien,» respondió Elliot. «El agente O'Sullivan está mirando la puerta. Cambié a Lobo. Katherine Debany y la señora Twyla están aquí. Lorne llamó desde Las Tres P y dijo que cerró la puerta y esperará hasta que esté todo despejado.»

— ¿Señor. Wolfgard? —Ruth estaba justo en el interior de la puerta de cristal que proporcionaba acceso a la calle a los monoambientes por encima del Taller de costura y sastrería.

—Tú y los cachorros van a permanecer adentro, —dijo Simon al mismo tiempo que Kowalski, que estaba al otro lado de la calle, gritó—: ¡Ruthie, vuelve a entrar!

— ¡Espera! —Dijo Simon. Él y Vlad, que todavía estaba en forma de humo, pasaron por delante de Ruthie y subieron las escaleras, dejando a Henry para empujar a la hembra y proteger la puerta. Cuando se apresuraron a subir las escaleras que les daban acceso al área detrás de Aullidos, Buena Lectura y Un Pequeño Bocado, Chris Fallacaro abrió la puerta de su apartamento y parpadeó.

— ¿Qué está pasando? —preguntó Chris.

Ellos no le respondieron, pero al menos otro humano fue comprobado. Nadine estaba en Un Pequeño Bocado con Tess, y Eva Denby estaba al otro lado de la calle en su guarida. Así que...

Theral MacDonald estaba sola en el consultorio médico, ya que Emily Faire estaba visitando su manada familiar esa mañana y Elizabeth Bennefeld no estaba programada para hacer masajes.

«Déjame» dijo Vlad cuando Simon abrió la puerta para echar un vistazo al exterior. «Yo debería estar a salvo en mi forma de humo.»

«No estás seguro de eso»

Vlad fluyó por la abertura.
«La niebla está desplazándose y despejándose. Creo que estamos a salvo ahora.»

« ¡La Theral está herida!» Jenni llamó. «Su rostro está sangrando. ¿Podemos salir y ayudar?»

Simon vaciló.
« ¿Ves algún macho cerca de Theral?»

«No, pero el pavimento está oscuro cerca de ella. Podría ser sangre.»

Si Jenni podía ver el pavimento, la niebla se dispersaba también en la Plaza Comercial. Por supuesto, eso no significaba que fuera seguro salir.

Entonces escuchó el clomp, clomp, clomp de patas de poni y observó a los ponis trotar a la puerta lateral de la Oficina del Enlace y alinearse, esperando a Meg para que llene sus cestas de correo.

Simon se quitó la ropa y cambió a Lobo.
«Elliot, ve a la Oficina del Enlace y cuida a Meg. Necesito a Nathan.»

«Hecho.»

Simón corrió escaleras abajo, con Vlad fluyendo a su lado. En su forma de poni, los corceles de los Elementales eran tan vulnerables a los dientes y las garras -y las balas- como cualquier otra criatura. No creía que los ponis hubieran ido a por el correo y las golosinas si los Antiguos todavía estuvieran en la Plaza Comercial.

Nathan se encontró con ellos en el arco de la plaza, y los tres se lanzaron a través del espacio abierto hasta el lugar donde Theral estaba sentada en el suelo con Jenni acuclillada a su lado.

—Jack, —Theral jadeó—. Fue Jack. Él me pegó. Dijo que me mataría si no iba con él. Aún así intente escaparme. Entonces se puso brumoso y Jack gritó y se fue.

Vlad cambió a la forma humana y ayudó a Theral a ponerse de pie.
—Estás herida. Vamos a la oficina. Haremos que un sanador vaya a ayudarte.

«Welby Owlgard es el sanador más cercano,» Simon dijo. «Y volar será más seguro que viajar por tierra.» Al menos esperaba que los Antiguos no bajaran a un Búho del aire.

«De acuerdo,» Vlad dijo. «Le pediré a Henry que transmita la información al Teniente Montgomery y al Oficial Kowalski. Pueden venir aquí para hablar con Theral o llevarla a un médico humano.»

Después de dar a Theral un olfateo educado por el olor de ese Jack Fillmore, Simon y Nathan se volvieron hacia la sangre cercana. Una parte era de Theral; La mayoría pertenecía a otro humano. Siguieron el rastro de sangre a la vista del huerto del Complejo Verde, donde se encontraron con Blair, que estaba husmeando...

Ay no, pensó Simon. Meg no puede saber esto.

«Los Antiguos,» dijo Blair. «Me quedé en el Complejo Verde hasta que se adentraron más en lo profundo del Courtyard con lo que sea que no comieron aquí.»

Simon se acercó a la espina dorsal despojada de carne, mientras que Nathan pateaba la ropa rasgada y encontró una cartera y llaves. Blair olfateó un pie, todavía en su zapato, que tenía unos cuantos centímetros de pierna unida a él.

Tenían una forma diferente, pero un macho humano adulto tendría tanta carne como un ciervo. Pero eso no era mucha comida para ninguna de las formas de Antiguos cuando había dos de ellos consumiendo la carne.

Los huesos, lo que quedaba de ellos, fueron despojados. Todos los órganos habían desaparecido, y los huesos largos de una pierna se habían roto por la médula. Lo único que quedó intacto era el pie en el zapato y...

« ¿Qué estás haciendo?» Gritó Simon mientras Blair comía la carne del pedazo de la pierna todavía conectada al pie.

«Tengo hambre,» respondió Blair. «No hay que desperdiciar la carne.» Comenzó a tirar del pie del zapato, luego olisqueó el pie y se detuvo. «Es apestoso»

«Dijiste que estabas hambriento»

«No tan hambriento.»

«Encontré el otro pie pero no la otra pierna,» dijo Nathan. Trotó hacia Simon, llevando el pie por el talón.

«Tenemos que enterrar esto.» Simon miró algunos arbustos a varios metros de la huerta. Alguien que trabajara en la huerta no notaría la tierra recién excavada detrás de los arbustos. «Ver una columna vertebral de conejo alteró a Meg. Esto...»

Apretó los dientes en la columna vertebral y se dirigió hacia los arbustos. Blair y Nathan lo siguieron con los pies, los dejaron en el lugar elegido y luego volvieron a buscar otros pedacitos de restos de huesos y carne.

«Algunos Halcones salieron con un par de pedacitos,» dijo Blair. «Pero no dejarán nada donde Meg lo vea. No pude encontrar la cabeza. Uno de los Antiguos pudo habérsela llevado para abrirle el cráneo y comer el cerebro más tarde.»

Recogieron todo lo que pudieron encontrar del humano. Nathan corrió al Complejo Verde a tomar una bolsa para llevar la ropa y las pertenencias mientras que Simon y Blair comenzaron a cavar.

« ¿Los Wolfgard quieren ayuda?»

Los Lobos miraron a  Tierra, que estaba a horcajadas de un corcel de color arena.

«Necesitamos esconder esto de Meg,» dijo Simon, apartándose de los huesos y restos. «Ella se enfadará si lo ve.»

—Arenales y yo podemos hacer eso.

El suelo bajo los restos humanos se convirtió en esa especie de arena mortal. Cuando el último pedazo de hueso desapareció, el suelo se convirtió en tierra sólida y arenosa.

«Gracias,» dijo Simon.

Arenales golpeó el suelo, convirtiendo momentáneamente un trozo de tierra arenosa en arenas movedizas.

Tierra rió.
—Nuestra Meg está repartiendo trozos de azúcar como un regalo extra-especial. Arenales quiere conseguir su parte. — La Elemental dio vuelta a su corcel, y galoparon hacia la Plaza Comercial y a la Oficina del Enlace.

«Encontré esto» dijo Nathan un minuto después. Dejó caer una gran bolsa de papel y una pequeña manta cerca del montón de ropas rasgadas.

Pusieron los vaqueros, la camisa, la ropa interior, y un zapato en la bolsa, junto con un cinturón, las llaves y la cartera. Ese Jack podría haber llevado otras cosas en sus bolsillos, pero después de una rápida búsqueda de la zona, no encontraron nada, excepto el otro zapato. Colocaron la bolsa en la manta y ataron los extremos de la manta para que sea más fácil para los Lobos. Entonces Simon y Nathan se dirigieron de nuevo a la Plaza Comercial mientras que Blair volvió al Complejo de Servicios Públicos.

Se encontraron con varios Crowgard, que volaron en el momento en que fueron vistos. Puesto que había un par de monedas sin brillo en el camino, Simon pensó que los Crowgard se quedaron con cualquier brillante que pudiera haber caído de los bolsillos de ese Jack.

Cuando pasaron junto a los ponis que llevaban cestas de correo, Simon se dio cuenta del poco tiempo que había pasado. Eso era bueno. Meg había estado ocupada. Por desgracia, también significaba que Montgomery y Kowalski todavía estaban en la Plaza Comercial. Los hombres observaron mientras él y Nathan pasaban trotando con la bolsa balanceándose en la manta entre ellos.

Subieron por las escaleras traseras de los monoambientes. Calculando que no tenía mucho tiempo antes de que Montgomery lo buscara, Simon cambió las patas delanteras lo suficiente como para tener dedos semi-humanos, luego sacó la billetera de la bolsa. Quitó el dinero, mucho dinero, y dejó caer la billetera en la bolsa.

Si la policía hacía eso de la huella digital en la cartera, no encontraría nada útil que lo identificara.

No es que importaría si pudieran identificarlo.

Dejó el dinero a un lado, cambió a humano y se vistió rápidamente. Guardando el dinero en el bolsillo trasero, miró a Nathan.
—Me ocuparé del Teniente Montgomery, —se inclinó y olisqueó la boca de Nathan—. Tienes que comer hierba o algo antes de volver a la Oficina del Enlace. Tienes aliento a carne humana.

Lo que significaba que probablemente él también. Lo bueno era que las narices humanas no eran lo suficientemente sensibles para hacer la distinción. Meg tampoco podría, pero con Meg, no parecía cortés respirar sobre ella después de mascar a uno de su especie.

Simon agarró la bolsa y abrió la puerta. Nathan bajó corriendo las escaleras y pasó junto a Montgomery. Simon bajó más despacio y le tendió la bolsa.

—Eso es lo que encontramos.

Montgomery cogió la bolsa y la abrió.
— ¿Nada más?

—No queda nada, Teniente. —Lo cual no respondió la pregunta, pero era la verdad.

Montgomery asintió con la cabeza.
—Katherine Debany está llevando a Theral al médico de familia de los MacDonald. Welby Owlgard dijo que no conocía los cuerpos humanos lo suficientemente como para saber si Theral tenía una conmoción cerebral y pensó que era mejor para ella ver a un sanador humano.

—Eso tiene sentido.

Había cosas que decir, preguntas que hacer. Pero ninguno de los dos quería decir o preguntar.

—Será mejor que lleve estas pruebas a la estación y llene un formulario DUD, —dijo Montgomery.

Simon asintió con la cabeza. Caminó con Montgomery hasta el acceso, luego giró a la izquierda hacia el estacionamiento de empleados mientras Montgomery giraba a la derecha hacia la calle principal.

Encontró a Kowalski ayudando a Theral a entrar en el coche de Katherine Debany. Sus ojos ámbar se encontraron con los oscuros y enojados de Kowalski. Una vez que Theral se estableció, Katherine puso en marcha su coche. Pero cuando Kowalski rodeó el coche y se acercó a él, Simon levantó una mano, señalando a Katherine para que esperara.

—Si él hubiese sacado a Theral del Courtyard, no la habríamos encontrado viva, —dijo Kowalski en voz baja—. Hubiera sido difícil para la familia MacDonald perderla en cualquier momento, pero especialmente después de que Lawrence muriera.

Simon miró al oficial de policía hasta que estuvo fuera de su vista. Luego sacó el dinero de su bolsillo trasero, sacó cuatro billetes de cincuenta y se los entregó a Katherine Debany.

—Para el doctor y cualquier medicina que Theral necesite.

Katherine Debany estudió su rostro y parecía como si quisiera preguntar de dónde había sacado el dinero. Luego le dio las gracias y tomó los billetes.


Una vez que ella y Theral se fueron, fue a la Oficina del Enlace para averiguar lo que Meg sabía.

11 comentarios:

  1. Ohhhhhhhhhhhhhhh el mejor capítulo hasta ahorita... Me encantó... las adoro chicas... besos por animar mi tarde

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  2. Adoré a Meg:
    Abrió la puerta y sacó la cabeza.
    —Las galletas estarán aquí dentro de poco. —Hizo una pausa y añadió—: ¡Arroo!

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    1. y Simon contándole a Vlad que Meg le dijo a los Antiguos "Cachorros Malos"... igual que Nathan diciendo: "Estas mal de la cabeza?... jajaja

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    2. Jajajajaja siiiii eso fue lo mejor... bueno esa parte y la otra en donde los antiguos se comen a Jack jajajaja:
      « ¿Qué estás haciendo?» Gritó Simon mientras Blair comía la carne del pedazo de la pierna todavía conectada al pie.

      «Tengo hambre,» respondió Blair. «No hay que desperdiciar la carne.» Comenzó a tirar del pie del zapato, luego olisqueó el pie y se detuvo. «Es apestoso»

      «Dijiste que estabas hambriento»

      «No tan hambriento.»

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  3. Jajajaja 😄, me imagino a un gatito regañando a un león por no saber pedir las cosas

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  4. Creo que me reiré por un largo rato por la situación de Meg, cachorros malos XD y fue una buena manera de deshacerse de Jack y que ya no cause problemas. Muchas gracias por la traducción :D

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  5. Gracias!! Ustedes hacen mis noches felices después de un largo dia de trabajo

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  6. No paro de reírme! Anne Bishop es una geni! Amo su estilo de escritura. Gracias por la traducción!

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  7. Meg va a meter en cintura hasta a los antiguos gracias chica Feliz inicio de semana

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  8. este es uno de mis capitulos favoritos.con los Antiguos exigiendo galletas y luego pidiendo con educacion las galletas,ahhh moriii.gracias chicas!

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  9. Ah!!q divertido meg vs antiguos por las galletas jaja y jack asi como llego se fue jeje

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