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jueves, 14 de abril de 2016

Adelanto: Capítulo 30 Marked in Flesh - Anne Bishop

Capítulo 30




Firesday 22 de Juin


Esperanza dejó caer el lápiz color gris, horrorizada por el dibujo. Ella saltó y medio cayó en la cama  ya que sus piernas, -adormecidas por haber estado dobladas por mucho tiempo-, no pudieron sostenerla. Sintió como un calor liquido le recorría por las piernas, apenas entendiendo que se había mojado sobre sí misma.

Temblando, llorando, demasiado temerosa para pedir ayuda -demasiado temerosa de que nadie respondiera-, se obligó a mirar el dibujo de nuevo.

Más que muerte. Un horror que nunca se olvidaría.

Miró más de cerca. No conocía esa cara. No vivía en Aguas Dulces. ¿Había dibujado esa cara antes? No podía recordar.

El miedo creció en su interior, sus garras filosas cortaron su capacidad de raciocinio.

Tenía que encontrar a Jackson y a Grace. Tenía que correr, escapar, esconderse. Tenía que contar...

Un rostro en la esquina del papel, aparte del resto del dibujo.

... la Trailblazer.

Esperanza se puso de pie. Podía correr rápido ahora. Podía correr a la cabaña de comunicaciones y llamar a la Trailblazer. Recordó el número. Llamaría porque el peligro golpearía en otro lugar antes de llegar a Aguas Dulces. Así que llamaría, y entonces buscaría a sus amigos y huirían y se ocultarían.

Ella tropezó al salir de la cabaña Wolfgard, casi se cayó por las escaleras.

¡Caw!

Uno de los Ravengard, la observaba.

No había tiempo para explicar. No hasta que hubiera enviado la advertencia.

Esperanza avanzó tambaleante entre las cabañas que formaban el asentamiento Terráneo hasta llegar a la carretera de tierra. Luego corrió tan rápido como pudo a la cabaña de comunicaciones, perseguida por la imagen de un dibujo lleno de muerte.



*****



Joe Wolfgard rascó en la puerta de la habitación del motel de Tolya, se dio la vuelta y escuchó el aullido de los Lobos en la distancia.

El Cantar de la batalla.

«¿Qué pasa?», Exigió.

«¡Los humanos!», Fue la respuesta. «¡Están disparando de nueva a nuestros bisontes! ¡Están matando a nuestra carne!»

«¡Esperen! ¡Pueden dispararles a ustedes también!»

Sin embargo, los cazadores y los guardianes de la manada, demasiado enfurecidos por la masacre sin sentido, no escucharon.

Tolya abrió la puerta.
—¿Joe?

«Los humanos están matando a los bisontes de nuevo.»

—¿A plena luz del día? ¿Cuándo somos capaces de reconocerlos? — Había sospecha en la voz de Tolya.

Los humanos habían sido cuidadosos hasta el momento. Se habían quedado dentro de los vehículos para que los Lobos no pudieran recoger sus aromas. Pero Tolya tenía razón, los humanos no se expondrían a menos que estuvieran haciendo algo más que ser taimados.

«Tengo que frenar a la manada.»

—Ve. Voy a mantener un ojo en los humanos de aquí.


Joe corrió en la dirección de la manada y se preguntó si se había perdido alguna nueva señal de que los humanos se hubieran vuelto rabiosos.

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