*****
—Vladimir.
Mirando hacia
arriba, Vlad forzó una sonrisa.
—Abuelo. ¿Qué
trae por la Plaza Comercial?
En su forma
humana, Erebus Sanguinati parecía un anciano con una cara arrugada. Sus manos
tenían articulaciones nudosas y venas grandes, pero las uñas no estaban tan
amarillentas o curvadas como solían ser: un ligero ajuste en la apariencia,
hecho después de que Meg comenzara a entregar los paquetes a las Cámaras, que
eran la parte de los Sanguinati en el Courtyard. Su voz tenía un ligero acento
y contrastaba con la naturaleza letal del vampiro que gobernaba a todos los
Sanguinati en Thaisia.
Erebus se
sentó junto a él en el banco.
—Nuestra Meg
vio un par de películas en la tienda de aquí y pensó que yo podría
disfrutarlas. Así que he venido a mirar. Luego te vi. — Él sonrió suavemente—.
¿Estás preocupado?
Meg me mintió. No era algo que le diría a
Erebus ni ahora ni nunca. El abuelo adoraba a Meg.
—Sí, estoy
preocupado, —admitió Vlad—. Sigo regresando a lo que ha sucedido esta mañana y
en cómo funcionan generalmente las profecías.
—La profecías
son sobre el futuro, sobre algo que va a pasar. ¿No es así?
—Sí. Y a veces
ese futuro posible está a solo unos pocos minutos, dejando a una persona con
muy poco tiempo para actuar. — Vlad dejó escapar un suspiro—. El amanecer. Eso
me está molestando. Un montón de bisontes me están molestando. Ellos deben
estar conectados con el sueño de Meg y
el dibujo de Esperanza, pero Joe Wolfgard dijo que los bisontes cayeron donde
murieron. No estaban en un montículo.
—¿Crees que la
sangre dulce vio algo más, algo que no ha sucedido todavía?
Vlad asintió.
—Y todo lo que
Meg y Esperanza vieron, cada una a su manera, está conectado a algo que va a
pasar en torno a un lugar llamado Pradera de Oro.
Erebus no dijo
nada de una manera que mantuvo a Vlad en silencio. Pasó un minuto. Luego dos.
—Somos más
adecuado para cazar alrededor de las grandes ciudades humanas que otros
Terráneos, —Erebus dijo finalmente—. No estamos muy bien adaptados para los
pequeños lugares humanos, como muchos de los pueblos de la región del Medio
Oeste.
—Soy
consciente de ello, abuelo.
—Pero ahora el
líder del Courtyard de Lakeside y nuestra sangre dulce están conectados a dos
lugares que no tienen Sanguinati entre los Terráneos que vigilan a los humanos.
¿Te preocupa que los Lobos no vayan a retransmitir la información?
—No, no es
eso. Confío Simon, y él confía Jackson y Joe. Pero los Lobos y los Sanguinati
tienen diferentes puntos fuertes. Me pregunto si al no estar presentes en gran
parte del Medio Oeste vuelve a otros tipos de Terráneos más vulnerables a un
ataque.
La risa de
Erebus sonó como hojas secas cayendo.
—¿Les dirías a
los Osos y Panteras que no son capaces de defender sus tierras? ¿Podrías
decirle algo así a los Lobos?
—Hemos luchado
bien, todos juntos aquí. Podemos luchar bien todos juntos en otros lugares.
Otro silencio.
Entonces...
—Ese lugar
donde murieron los bisontes. ¿Podrían los Sanguinati encontrar refugio?
Vlad asintió.
—Hay un motel,
así que hay unas pocas habitaciones que se pueden alquilar. Lo pregunté cuando
hable con Jesse Walker, la mujer que dirige la tienda de ramos generales.
Erebus sonrió.
—Muy bien,
Vladimir. Tal vez es hora de volver a evaluar nuestra presencia en la región
del Medio Oeste. Pediré a dos de nuestros familiares que visiten Pradera de Oro.
—Podríamos
suministrar una razón legítima para visitarles. Los Terráneos recogen el oro
que se encuentra en las corrientes que fluyen en Colinas Antiguas. Los
Sanguinati pueden comerciar dinero humano por el oro y traerlo aquí o llevarlo
a Toland. Además, Jesse Walker no sonaba como si confiara en los humanos de
Bennett, la ciudad del ferrocarril, donde los Intuye compran muchos de sus suministros.
Podemos ser capaces de suministrar algo de mercancía directamente.
—Muy bien.
Pero, Vladimir, informarás al Lobo de
ahí que los Sanguinati van a ir. Como cortesía.
—Por supuesto,
abuelo.
Erebus se puso
de pie. Después de dar al hombro de Vlad una palmada, se acercó a Música y Películas a examinar las
películas que Meg pensó que le gustaría.
Vlad se sentó
por un momento más antes de volver a Aullidos,
Buena Lectura. Los Sanguinati que fueran a Pradera de Oro podrían llevar la
primera orden de libros con ellos.
*****
Una ventana de
Nadine Bizcochos & Café estaba
cubierta con un pedazo de madera contrachapada, en sustitución de los vidrios
rotos. Pintado en la puerta y la otra ventana estaban las palabras "sorra de Lobo".
—Creo que los
vándalos sí necesitan un diccionario si no pueden escribir eso
correctamente, — dijo Kowalski.
La culpa le
produjo un ardor de náuseas en el estómago de Monty. Había hablado con Nadine
para que suministrara productos y sándwiches horneados para Un pequeño Bocado. Los Otros acudían a
su tienda temprano dos o tres veces a la semana para recoger el pedido. Lo
hacían en silencio, en un monovolumen que no se diferenciaba de otros mil en la
ciudad. Pero alguien debió haberse dado cuenta, debió haber dicho algo.
Monty entró en
la bonita cafetería, con su puñado de mesas y grandes vitrinas de vidrio que
por lo general estaban llenas de postres que te hacían agua la boca.
No había mucho
en las vitrinas hoy.
Nadine salió
de la trastienda donde realizaba la cocción y horneado.
—Teniente.
—Sra.
Fallacaro, siento mucho esto que ha
sucedido.
—Pudo haber
sido peor. Esos pequeños bastardos podrían haber -hubieran hecho-, más si Chris
no se hubiera quedado abajo con un bate de béisbol y empezó a golpearlos.
El padre de Chris
era el primo de Nadine y el propietario de Fallacaro
Llave & cerradura y un miembro
del movimiento Humanos Primeros y Últimos. La negativa de Chris para unirse al
HPU era la razón por la que actualmente se alojaba con Nadine. Monty se
preguntó si Fallacaro sabia o le
importaba que el HPU tenía como objetivos específicos a su familia.
—Él piensa que
uno de ellos podría tener un brazo roto, — continuó Nadine.
—Tiene suerte
de que no le dispararan, — dijo Kowalski.
Nadine dio a
Kowalski una sonrisa amarga.
—Pertenecen a
la clase bien de humanos. No esperaban que la gente como nosotros se opongan a
cualquier cosa que optan por hacer, por lo que no estaban preparados para
enfrentar una defensa.
No esta vez, pensó Monty. ¿Pero si hay una próxima vez?
—Voy a
explicarle la situación a Tess. Creo que ella, y el Sr. Wolfgard, comprenderán
por qué ya no puedes abastecer...
—No vas a
hacer tal cosa. — Resopló Nadine—. Si cedo, entonces la próxima demanda será
que me una al HPU. ¿Crees que no me di cuenta cuántas tiendas ostentan ese logo
esta mañana? No, Teniente. No voy a cerrar mi café, no voy a dejar que tontos
con fines ocultos me digan quién puede comprar mis productos horneados y otros
alimentos, y por todos los dioses, no voy a poner el logo de HPU en mi ventana.
— Ella volvió a resoplar y enderezó los hombros—. Además, cualquier persona que
quiera desafiar a HPU en este barrio necesita comprar alimentos en alguna
parte.
Monty extrajo
una de sus tarjetas de visita, le dio la vuelta, y escribió su número de
teléfono móvil en la parte posterior.
—Si tu o Chris
tienen más problemas, llámame.— Le tendió la tarjeta—. Llámame.
—¿Vas al
Courtyard? — Preguntó Nadine.
—Sí.
—¿Podrías
llevar un pedido?
—Puedo.—
Monty se giró hacia Kowalski—. Oficial,
lleva el coche hasta la puerta de entrega.
—Sí, señor. —
Kowalski salió.
—¿Discreción,
Teniente?
—Sentido
práctico.
Nadine se
frotó las manos sobre sus brazos, como si tratara de calentarse.
—Dile a Tess
que voy a tener los extras que pidió la próxima semana.
—Se lo diré. —
Un sonido de alarma lo sobresaltó.
—Tienes que
tomar esas galletas que van a salir del horno. Da la vuelta a la puerta de ahí.
Ella abrió la
puerta de sólo para empleados para él, y él la siguió mientras se apresuraba a
la parte posterior de su tienda a sacar las galletas.
Mirando la
comida que ya había hecho esa mañana, Monty pensó que debió haberse levantado a
las primeras horas, limpiando el vidrio y el sellando la ventana rota. Y después de cocinar, hornear,
hacer lo que pudiera con sus manos, para aliviar el dolor en su corazón.
—Yo no fui el
único blanco anoche, — dijo Nadine mientras empaquetaba la comida—. ¿Por qué
las personas piensan que cualquier cosa será mejor si empezamos a pelear entre
nosotros mismos?
—No lo sé, —
dijo Monty suavemente. Luego miró a su alrededor—.¿Dónde está Chris?
—Él ha estado
tratando de encontrar algún vidrio para reemplazar la ventana. Si no podemos
conseguir vidrio nuevo, va a ir a la ferretería para encontrar una manera de
cubrir mejor esa abertura en vez de simplemente usar la madera contrachapada.
Después de que
Nadine le asegurara de que ella y Chris tenía las cosas bajo control, Monty y
Kowalski cargaron la comida en la parte de atrás del patrullero y se marcharon.
—No somos un
servicio de entrega, y no deberíamos estar haciendo esto, — dijo Monty ya que
Karl no estaba diciendo nada en voz alta.
—No creo que
esté esperando muchos clientes hoy, —dijo Kowalski—. Ella empaquetó mucho de lo
que había hecho.
—Lo sé.
Kowalski lo
miró.
—¿Qué tiene en
mente, Teniente?
Monty suspiro.
—¿Si las cosas
se están empezando a desenvolver así en Lakeside, que tan malo será en otras
partes de Thaisia?
*****
La computadora
terminó la descarga de la primera imagen de Jackson. Simon puso dos hojas de
papel brillante especial en la impresora de la oficina e imprimió dos copias.
Luego se dirigió al siguiente correo de Jackson y dio las órdenes para
descargar la segunda imagen.
Tomó una copia
de la primera imagen de la impresora cuando Vlad, Blair, Henry, y Tess entraron
en la oficina. Él levantó la imagen para que todos la vieran mientras la
impresora escupía la segunda copia.
—Un montón de
bisontes,—dijo Henry con gravedad.
—Esperanza es
buena, — dijo Vlad—. Nunca he visto un bisonte real, pero parte de mí cree que
si toco el papel, podre sentir el pelaje lanudo, los cuernos.
—Oler la
sangre, — dijo Simon—. Bueno, ciertamente Jackson olió la sangre en el dibujo
original.
Tess se quedó
mirando la imagen.
—Huellas
sangrientas... huellas de Lobos... todos sobre los cuerpos apilados. ¿Por qué?
—Nosotros no
cazaríamos así, —dijo Simon—. Nosotros no cazamos así.
Vlad sacudió
la cabeza.
—Nos falta
algo, o hay algo que no entendemos. ¿Se lo vas a mostrar a Meg?
Un cuadro
terrible. Matanza injustificable. No para comer o defenderse.
—¿Esa es una
enorme huella de una pata? — Vlad señaló la parte inferior de la imagen, a una
forma que parecía que había sido creada en la sangre y que la absorbió hasta
que una leve huella quedó en la hierba cerca del montículo de bisontes.
—Podría ser
una huella en primer plano, — dijo Tess.
Simon miró a
Henry.
—La cachorra
Esperanza no podría haber visto a ninguno de ellos.
—¿A quién? —
Preguntó Blair—. ¿Estás diciendo que hay Lobos gigantes en el Medio Oeste o el
Noroeste? — Miró a Simon, y luego a Henry—. No son Lobos.
—No, — dijo
Henry—. No son Lobos. Los Terráneos primigenios en su verdadera forma. Los Antiguos son muy grandes, incluso cuando
toman una forma lo suficientemente cerca de la de los cambiantes como nosotros
tomamos.
—Ni siquiera
entonces, ninguno de nosotros se ve realmente así cuando estamos en nuestra
forma verdadera. — Simon miró a Henry, que era grande en forma humana y enorme
como Oso Pardo. Pero cuando Henry entraba en su verdadera forma, la del Espíritu
del Oso, era aún más grande.
En comparación
con los Antiguos, incluso Henry como
Espíritu del Oso era pequeño.
—¿Podrían
hacer eso? — Preguntó Tess, señalando el dibujo de Esperanza.
Simon vaciló,
y luego asintió.
—Algunos de
ellos son lo suficientemente grandes y lo suficientemente fuertes, para
arrastrar un bisonte en plena madurez y llevarlo sobre un montón de cadáveres.
Pero no cazan de esa manera. —Pero al igual que el resto de los Terráneos, los Antiguos estudiaban a otros depredadores
y aprendían de ellos.
—Simon, tienes que mostrarle esto a Meg, — dijo Vlad.
La computadora
sonó, la señal de que la segunda imagen de Jackson había finalizado de
descargar. Simon puso dos papeles brillantes más en la impresora y pulso la
tecla Imprimir.
—Voy a hablar
con Meg, pero no sólo... — Miró a la impresora. Se quedó mirando la imagen que
se estaba imprimiendo en el papel.
—¿Simon? —
Como no decía nada, Vlad tiró de la hoja de la impresora en el momento en que
terminaba de imprimir la primera copia—. ¿Qué es esto?
Una anciana
con un sombrero de paja, sus brazos desnudos dorados por el sol, por lo que las
finas cicatrices se veían más blancas. Estaba sentada detrás de una pequeña
mesa, apuntando a las cartas echadas en la mesa. Su otra mano sostenía dos
cartas. Una de ellas tenía la imagen de un joven Lobo... Simon la reconoció
como una imagen de sí mismo cuando era menor. La otra carta era una imagen de
Meg. Meg, pero no como él la conocía. Más joven. Perdida. Sus ojos conteniendo
pocas esperanzas... Y sin embargo, sólo un toque de desafío en ellos.
—¿Simon? — La
nitidez de la voz de Vlad hizo que Simon se enfocara en los otros Terráneos en
la habitación.
—Parte de un
recuerdo, — respondió—. Y parte de otra cosa. — La anciana no conoció realmente
a Meg, entonces ¿por qué la cachorra Esperanza hizo un dijo como ese? —. ¿Cuál
de las mujeres están trabajando en el Courtyard hoy?
—Merri Lee y
Ruthie están abajo, empaquetando el stock para enviar a Jesse Walker en Pradera
de Oro, — dijo Vlad.
Simon tomó la
imagen que Vlad sostenía.
—Quiero
mostrarles esta imagen. Me gustaría enviársela por correo electrónico a Jesse
Walker y a Steve Barquero. Tal vez los Intuye tendrán una idea de lo que
significa.
—¿Sólo esta
foto o ambas?
—¿Los Intuye
en Isla Grande se preocupan por los bisontes? — Preguntó Henry.
Vlad se
encogió de hombros.
—Enviar ambas,
— dijo Simon.
Tomando la
imagen de la anciana, bajó las escaleras y se encontró a ambas chicas en el
almacén, agotando afanosamente el stock que él quería que estuviera en la
tienda para los visitantes de la próxima semana.
—Miren esto.
Se detuvieron
y se quedaron mirando la foto.
—No estoy
segura de lo que se supone que debemos ver, — Ruthie dijo finalmente.
No estaba
seguro tampoco. Por eso les estaba mostrando la foto.
—¿Qué tipo de
cartas son las que está apuntando? —
Preguntó Merri Lee.
Simon gruñó
suavemente. No pudo evitarlo.
—No lo sé.
Ella decía la buenaventura. Con las cartas. — Salvo que no había utilizado las
cartas el día que se detuvo en su mesa. Ese día, la anciana había abierto una
navaja de plata y cortó su piel.
Ellas ladearon
la cabeza, un gesto tan lobuno que lo sobresaltó.
—¿Tarot? —
Dijo Merri Lee, mirando a Ruthie.
—Tal vez, —
respondió Ruthie—. Pero la mujer es como Meg, una Casandra de sangre. ¿Alguna
de ellas usa cartas de tarot? Y ¿cómo puede saber solo viendo la imagen que
ella usa las cartas para adivinar el futuro?
—La vi una vez
cuando era menor. — Simon estudió a las hembras. Él no iba a retroceder. O
correr. Pero los depredadores tenían la misma mirada enfocada en sus ojos justo
antes de que saltaran sobre sus presas.
Tienen dientes pequeños y pequeñas garras que no
son muy filosas. Y puedo correr más rápido.
—La conoció, —
Merri Lee dijo lentamente—. Así que esto es...
—Dibujar
visiones,— finalizó—. Así le decimos a los dibujos que la cachorra Esperanza
hace.
—Un mensaje.
—Ruthie señaló a la esquina inferior derecha—. Para Meg.
Esa mirada de
nuevo.
—Voy a
mostrársela, — dijo él, sonando, y sintiéndose, a la defensiva.
—Hay algunas
tiendas en los alrededores de la Universidad de Lakeside que podrían vender
cartas de tarot,— dijo Merri Lee.
—Es mejor si
te quedas lejos de las tiendas de la universidad, —dijo Ruthie—. Karl y yo
podemos ir después de que él salga del trabajo.
Simon asintió
con la cabeza. No es que tuvieran en cuenta su opinión a esta altura. Pero
Merri Lee había sido atacada por cuatro estudiantes en la universidad porque
trabajaba en el Courtyard, y otros estudiantes podría reconocerla si entraba en
una tienda en esa zona de la ciudad. La posibilidad de resultar herida por
otros humanos era la razón por la que se alojaba en uno de los monoambientes y
no había regresado a la escuela. Si regresara sería como un conejo deambulando
en un campo lleno de perros salvajes y hambrientos.
—Está bien.
Voy a comprobar el directorio telefónico y ver si puedo hacer una lista de
posibles lugares, — dijo Merri Lee.
Volvieron a
empaquetar el stock, luego se detuvieron.
—¿Hay algo
más, Sr. Wolfgard?
—No. — Ya que
estaban entre él y la puerta de atrás, Simon se dirigió a la parte delantera de
Aullidos, Buena Lectura, luego pasó a
través de la celosía que conectaba la librería con Un pequeño Bocado. Saliendo por la puerta de atrás de la cafetería,
se dirigió a la Oficina del Enlace.
Deseaba no
tener que permanecer en forma humana para hablar con Meg sobre la imagen. Le
gustaría poder cambiar a Lobo y darle a la mano un par de lamidas. Siempre se
sentía mejor después de lamerle la mano. No podía hacerlo cuando tenía forma
humana. ¿O sí? No había visto a Kowalski o Debany lamerle las manos a sus
parejas.
Una cosa más
que no sabía de los humanos.
Entonces,
entró en la sala de clasificación y se encontró a Meg de pie junto a la mesa
con postales distribuidas en la superficie y se preguntó si, a su manera, ella
ya tenía la respuesta.
—¿Meg? — Simon
esperó hasta que ella alzó la vista—. Tengo algo que enseñarte.
esperando por el proximo, gracias.
ResponderEliminarWuau cada vez hay más misterio y cabos sueltos, no puedo esperar para el siguiente capítulo, gracias.😮😮😟😵😵😶
ResponderEliminarSon tantos acertijos, me encanta. Y la verdad no se que pensar de Meg, esta en una situación muy complicada y no puede hablar, o al menos, eso cree ella ya que aun no es tiempo. y sigo preguntándome que pasara con Esperanza. Muchas gracias por el capitulo ^w^
ResponderEliminarGracias por el capi muy interesante por cierto
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