Capítulo
8
Windsday
6 de Juin
"Las disputas siguen enardeciéndose por las
secuelas de la tormenta que se extendió hasta la costa este ayer. Algunos
propietarios de embarcaciones, cuyos barcos fueron dañados durante la tormenta,
están reclamando el daño sufrido, a los miembros del movimiento HPU, debido a
que los propietarios de dichas embarcaciones se negaron a dejar que el HPU
usara sus buques para "actividades cuestionables". Los representantes
cuestionados de HPU, han negado vehementemente las acusaciones, alegando que
los propietarios de las embarcaciones se dirigen a ellos porque no pueden
demandar al maldito océano por dañar su propiedad.
Aquí en Lakeside, un número de empresas fueron
objeto de vandalismo anoche. La policía no tiene pistas hasta el momento sobre
quién o quiénes rompieron ventanas y pintaron sugerencias obscenas en los
edificios. Un dueño de una tienda dijo que iba a dejar un diccionario en un
banco público, para que los vándalos pudieran deletrear, al menos, las
obscenidades correctamente. Se observó que en ninguna de las empresas objeto de
vandalismo, aparece un logo de HPU en la ventana.
El comisionado de policía Kurt Wallace, quien
recientemente admitió ser un miembro del movimiento Humanos Primeros y Últimos,
no estaba disponible para hacer comentarios. Esta es Ann Hergott para WSAS,
brindándoles la noticia..."
Monty se
apartó de la puerta de la sala de descanso, después de haber escuchado lo
suficiente.
—¿Teniente? —
Kowalski se apresuró a salir de la sala de descanso—. ¿Está listo?
—Aún no. ¿Has
oído algo en las noticias sobre bisontes masacrados?
Kowalski
parpadeó.
—¿Bisontes?
¿Por aquí?
—No, no aquí.
En alguna parte de Thaisia.
—No he oído
nada por el estilo. — Kowalski se acercó más y bajó la voz—. ¿Es eso un
problema?
—Podría serlo.
Necesito un minuto con el Capitán Burke; luego nos vamos. — Monty fue a la
oficina de Burke y golpeó el marco de la puerta... y se preguntó qué hacía en
realidad el primo de Burke, Shady, en
Lakeside, ya que el hombre pasaba la mayor parte de su tiempo en la estación de
policía—. ¿Capitán? ¿Puede darme un minuto?
—Puedo darle
dos, — respondió Burke.
Monty no
estaba seguro de si eso era literal o una broma.
—Simon
Wolfgard llamó. Un centenar de bisontes fueron masacrados en el territorio de
Joe Wolfgard esta mañana. Simon quería saber si habíamos oído sobre algún otro
incidente.
—¿Bisontes? —
Preguntó Shady.
—Grandes
animales de pastoreo que viajan en manadas, —dijo Burke—. En su mayoría están
en el Medio Oeste y partes de la región Noroeste, aunque creo que también se
pueden encontrar en el Alto Norte. Algunas organizaciones de agricultura y
ganadería sienten que los bisontes son el obstáculo a la apertura de las
tierras para que los humanos puedan cultivar y pastar el ganado.
—¿Y si se
eliminan a los bisontes?
—Si se elimina
a los bisontes, alces, ciervos, y todo lo demás que cazan los Terráneos para
comer ahora, los Otros van a terminar comiéndose al ganado, ovejas, cabras, y, probablemente
a los humanos molestos que se apropiaran de las tierras.
—Si se tratara
de un incidente aislado provocado por unos alborotadores en una ciudad del
Medio Oeste, es una cosa,— dijo Monty—. Si hay más incidentes...
—Entonces
podría tratarse un esfuerzo concertado por HPU para antagonizar con los Otros,—
Burke terminó por él—. O por otro grupo diferente, pero HPU, sería mi primera
opción. Voy a hacer algunas llamadas, a ver si me dan alguna respuesta. ¿Va a
ir al Courtyard?
—Aún no. He
oído en las noticias que algunos edificios fueron destrozados ayer por la
noche, así que quiero ver cómo está Nadine Fallacaro. Ella ha estado
suministrando alimentos para la cafetería del Courtyard. Podría ser un objetivo
debido a eso.
—Nada se ha
reportado en nuestro recinto, gracias a los dioses. — Burke se inclinó hacia
atrás en su silla—. Muy bien, Teniente. Chequee a la Sra. Fallacaro. Voy a ver
si puedo averiguar algo acerca de los bisontes.
Monty se
volvió hacia Shady.
—Voy a estar
por el Courtyard en algún momento del día, y le voy a preguntar a Simon
Wolfgard acerca de aceptar invitados humanos.
—Se lo
agradezco, — dijo Shady.
Por supuesto
que iba a estar en el Courtyard en algún momento del día. Monty estaba
dividiendo su tiempo entre el apartamento de una habitación que había
alquilado, cuando había llegado por primera vez a Lakeside, y el monoambiente
en el Courtyard que estaba usando como un lugar en donde Lizzy podía quedarse
mientras él estaba en el trabajo. Ambos lugares tenía desventajas, pero le
hacían salir del paso hasta que pudiera entrar en uno de los apartamentos de
dos dormitorios en la Avenida Crowfield. Todavía no estaba seguro de lo que
sentía por tener a los Otros como sus caseros, pero sabía que no encontraría un
lugar más seguro para vivir con Lizzy... o un lugar más peligroso si Lakeside
estallaba en una violenta colisión entre las personas que apoyaban al
movimiento Humanos Primeros y Últimos y aquellos que creían que el progreso dependía
de mantener relaciones pacíficas con los Terráneos.
—Entonces,
¿cuál es el asunto de los bisontes? — Preguntó Kowalski.
—Podría ser un
incidente aislado. O podría ser la primera descarga en la guerra del Bloque
Romano contra los Otros.
—Pero pensé que
el Bloque Romano estaba preparándose para hacer la guerra en su parte del
mundo.
Monty miró por
la ventana lateral.
—Tal vez eso
es lo que se supone que debemos pensar.
*****
Vlad posó un
pequeño recipiente sobre la mesa de sala de clasificación y sonrió a Meg.
—Te traje unas
fresas.
Se acerco
hacia una fresa, pero no la tomó.
—No estás
renunciando a tu parte de las fresas, ¿verdad?
—No, compré
una caja de fresas que estaban a la venta en la Plaza Comercial y decidí
compartirlas contigo.
—Ah. Bueno,
gracias.
Él esperó
hasta que comió una fresa antes de abordar la verdadera razón por la que estaba
allí.
—¿Meg? ¿Qué te
molestó esta mañana?
Observó a su
garganta mientras tragaba. Gargantas, con sangre en ellas para acceder
fácilmente con un beso, siempre le llamaron la atención. Pero con Meg, era como
mirar una delicada pieza de arte que podría ser admirada, pero no tocada,
porque las Casandra de sangre eran la creación de Namid, tan maravillosas como
terribles, y su sangre no era bebida por los Sanguinati.
—Tuve una
pesadilla. Después me desperté. Creo que fui ruidosa al despertar.
—Gritaste y te
lanzaste sobre Simón. — Con las ventanas abiertas para enfriar los
apartamentos, su grito despertó a todos en el Complejo Verde. Pero Meg tendía a
gritar cuando veía un ratón, por lo que todos ellos no hubiera llegado
corriendo a su apartamento si Simon no hubiera aullado como si él también
estuviera en problemas. Para el resto de ellos, un grito significaba problemas
físicos. De cierta manera fue así, ya que Meg había estado aferrándose a Simon
mientras él trataba de salir de debajo de ella sin hacerle daño. Por lo menos,
ofreció un buen espectáculo al tratar de salir de debajo de ella, cuando el
resto de ellos se precipitaron en la habitación—. ¿Qué soñaste?
Rubor ardió en
sus mejillas.
—No me
acuerdo.
Vlad la
estudió, deseando poder creer que hubiera habido algún elemento erótico en el
sueño que ella no quería revelar, pero esa no era la razón para el rubor. Meg
había mentido.
—¿Por qué un
mal sueño es tan importante? — Preguntó.
—No lo sería
si alguien más hubiera tenido el sueño. Pero eres una Casandra de sangre.
—Yo no me
corte, y mi piel no se quebró a causa de tiempo ni nada, así que no hubo una
profecía; fue solo un sueño.
Él asintió con
la cabeza como si ella lo hubiera convencido, pero persistía el pensamiento que
le preocupaba, el pensamiento que lo había llevado a la Oficina del Enlace.
—Es extraño,
¿no te parece?, ¿qué tres cosas importantes sucedieran en el mismo momento del
día? Tuviste un mal sueño, algo obligó a Esperanza a hacer un dibujo que le dio
miedo, y los bisontes en el territorio de Joe fueron asesinados. Todo al
amanecer.
—Pero el
amanecer en la región Nordeste es dos horas antes que el amanecer donde vive
Esperanza.
—Dos horas
antes del amanecer en el territorio de Joe también. Pero no recuerdas tu sueño,
por lo que no se sabe si tuviste algún tipo de visión sobre los bisontes.
La sala de
clasificación se llenó de un silencio incómodo hasta que un camión se detuvo en
la zona de entrega.
—Tengo que
atender, — dijo Meg.
—Y yo tengo
que ir a trabajar. — Él salió por la puerta de atrás de la Oficina del Enlace,
luego se detuvo. No quería ir a Aullidos,
Buena Lectura todavía, no quería hablar con Simon.
Meg le había
mentido acerca de no recordar el sueño. No era que hubiera pensado que no podía
mentir. Ella era humana después de todo. Pero nunca hubiera pensado que les
mentiría a alguno de los Terráneos con los que había hecho amistad.
¿Valoraría
menos su amistad ahora que había más humanos alrededor? ¿O él estaba dándole
demasiada importancia a cosas que no la tenían?
Demasiado
agitado para trabajar, se dirigió a la Plaza Comercial para sentarse y pensar.
*****
En el momento
en que el repartidor salió por la puerta principal, Meg corrió a la habitación
de atrás y se asomó por la puerta para asegurarse de que no había nadie
alrededor. Entonces abrió la puerta del todo y se apoyó en el marco.
Le había
mentido a Vlad y les había mentido a Simon, Henry y a Tess más temprano en la
mañana, cuando le preguntaron si recordaba el sueño. Ella recordaba lo
suficiente. Más que suficiente.
Había soñado
que se hacía un corte, el sueño fue tan vívido que todavía podía sentir la
navaja cortando su piel. Antes del corte, había corrido sus manos por los
brazos, por sus piernas. Pero los picores no habían estado en sus brazos o
piernas; ni en la espalda o vientre. Al final, puso la navaja a lo largo del
lado derecho de la mandíbula y presionó la hoja contra la piel. Entonces su yo
onírico había soportado la agonía que se presentaba antes de que una Casandra
de sangre comenzara a decir la profecía, y siguió soportando la agonía al
permanecer en silencio. Y su yo onírico habían visto algo tan terrible que
había hecho que Meg se arrojara sobre Simon para protegerlo, para salvarlo.
Ella se había
desangrado en un sueño mientras veía una profecía. Algo malo iba a pasar con
los Lobos. Por desgracia, no había visto la profecía en sí, por lo que no podía
decirle a nadie lo que venía, no podía dar una advertencia.
¿Alguna de las
otras Casandra de sangre que vivían fuera de los compuestos, tenían
experiencias similares? ¿veían visiones sin hacerse un corte real? Esperanza
estaba haciendo dibujos que, hasta esta mañana, habían sido una forma diferente
de llegar a las visiones sin cortarse. ¿Qué pasaba con Jean, que estaba
viviendo con una familia de Vida Simple en Isla Grande? ¿Estaba sintiendo cosas
ahora sin cortarse?
Las visiones
de las tres parecían entrelazarse, ¿pero estaban viendo las mismas cosas? Ella,
Jean y Esperanza provenían del mismo Compuesto, les habían enseñado las mismas
imágenes, por lo que tenían mucho en común cuando describían sus visiones. Pero
ahora sus vidas eran muy diferentes. Jean vivía en una granja. Esperanza vivía
en un asentamiento Terráneo en el Noroeste. Y ella vivía en el Courtyard de
Lakeside. Cada una estaba absorbiendo nuevas imágenes todos los días, pero no
las mismas imágenes. ¿Pasaba lo mismo con todas las chicas que habían sido
liberadas de la propiedad benevolente? ¿Las más jóvenes, que estaban creciendo
sin la formación rígida, serían capaces de comunicarse en algún modo cuando
tenían visiones proféticas? ¿Importaría?
Meg apretó los
dientes cuando la piel sobre toda la cabeza se llenó de repente con esa sensación
de alfileres y agujas.
Importaría. Tal vez no aquí, tal vez no en este
momento, pero tendría importancia.
Entonces,
¿cómo podrían las niñas que viven fuera de los compuestos lograr el mismo tipo
de coherencia de la imagen con el fin de comunicarse unas con otras?
Necesitaba
encontrar otra, ya disponible, fuente de imágenes. ¿No era parte de su trabajo
como Trailblazer, ayudar a las demás profetas de la sangre a encontrar las
herramientas que necesitaban para sobrevivir?
El cosquilleo
debajo de su piel se desvaneció. Caminando hacia la puerta entre el cuarto
trasero y el cuarto de la clasificación,
gritó:
—¿Nathan? Voy
a Las Tres P. Vuelvo en unos pocos
minutos.
—¿Arroo?
Sí, era
inusual que ella dejara la oficina durante sus horas de trabajo, pero si
llegaba otra entrega, Nathan y Jake Crowgard, que posaba sobre la pared que
separaba el patio de Henry y la zona de entrega, le avisarían.
Ella corrió
por la puerta trasera y cruzó el camino de acceso. Había estado dentro de Las Tres P sólo una vez y quedó abrumada
por la cantidad de productos de papelería que Lorne Kates manejaba en la
pequeña tienda. Mantuvo los ojos centrados en el mostrador y se precipitó hacia
él cuando Lorne salió de detrás de los paneles a modo de pared a la altura del
pecho que separaban las computadoras y las impresoras de la parte de ventas de
la tienda.
—Buenas, Meg.
—Buenos días.
— Ella apoyó las manos sobre el mostrador.
—¿Estás bien?
Meg asintió.
—Me gustaría
algunas postales.
—¿Quieres
echar un vistazo a lo que tengo en el estante de atrás? — Preguntó Lorne.
—No. Necesito un
conjuntos de fotos, imágenes. Si veo
Saltos de Talulah en una visión y necesito transmitir que estoy viendo
esa cascada en particular, quiero que otra Casandra de sangre reciba la misma
imagen para que sepa exactamente lo que quiero decir.
—¿No has
estado creando una carpeta de imágenes para ayudarte a identificar las cosas en
tus visiones?
—Las carpetas
son demasiado grandes. — Tan pronto como lo dijo, supo que era cierto. Las
carpetas podían ser útiles para la recopilación de imágenes que atraían a cada
chica, pero las profetas de la sangre necesitaban algo más para que las
imágenes fueran coherentes, algo como del tamaño de una tarjeta postal.
¿Por qué
estaba tan segura de eso? ¿Había visto algo durante un corte, o escuchado algo
acerca de ello que no podía recordar?
Los dos se
volvieron hacia la puerta cuando oyeron el aullido.
—Alguien te
está buscando, — dijo Lorne—. Voy a juntar una de cada postal y dejarlas en la
oficina del Enlace. Después de que las veas, te quedas con las que desees y me
devuelves el resto. ¿Te parece bien?
—Sí. Gracias,
Lorne. —Soltando un suspiro molesto cuando Nathan volvió a aullar, Meg se
precipitó a través de la vía de acceso, pero se detuvo vacilante cuando vio a
Blair Wolfgard apoyado en la puerta trasera de la oficina, esperando por ella.
Blair era el
ejecutor dominante en el Courtyard y no tenía mucha tolerancia hacia los
humanos. Para ser justos, ella estaba segura de que le había causado una cantidad
considerable de problemas desde que comenzó a trabajar, y vivir entre los
Terráneos. Así que siempre existía la posibilidad de que Blair pudiera olvidar
o ignorar la regla de "no morder a
Meg".
—Causaste una
conmoción en tu lugar esta mañana, — dijo.
—Tuve un mal
sueño, y de alguna forma me caí encima
de Simon. — ¿Cuántas veces tenía que decirlo?
—¿Cuál fue el
sueño?
—No me
acuerdo.
Los ojos ámbar
del Lobo de Blair la estudiaron.
—Me dirás si
es necesario vigilar algo en especial, ¿verdad?
—Eso quiero. Y
lo haré. Pero no hay nada que decir ahora.
Le abrió la
puerta de atrás y se apartó para dejarla entrar.
—¡Meg! — Lorne
corrió hacia ella, echando una mirada nerviosa a Blair—. Echa un vistazo a
estas. Y aquí está un catálogo del lugar que imprime las tarjetas postales.
Quédatelo un tiempo. Puedes hacer una lista de las imágenes que desees y las
ordenare para ti.
Meg tomó las
tarjetas postales y el catálogo.
—Gracias.
Con otra
mirada a Blair, Lorne giró hacia la vía de acceso y de vuelta a la seguridad de
su propia tienda.
—Voy a volver
a trabajar ahora, — dijo Meg.
Pero los ojos
del ejecutor estaban centrados en el segundo piso de Aullidos, Buena Lectura y en el Lobo de pie junto a la ventana.
Blair se alejó sin decir una palabra.
Temblando a
pesar de que el día se estaba calentando, Meg entró en la oficina y dejó las
tarjetas postales en la mesa de sala de clasificación.
Imágenes
comunes para profetas de la sangre que viven en diferentes partes de Thaisia.
Pero estas no eran las imágenes que ella, Jean y Esperanza necesitaban. Estas
eran pintorescas y bonitas, y las profecías, rara vez eran acerca de cosas
bonitas. Si eso no fuera una verdad, las profetas de la sangre no necesitarían
la euforia para velar lo que veían y ensombrecía sus recuerdos.
Había mentido
sobre el sueño porque Simon, Vlad, y el resto de sus amigos se molestarían si
les contaba la parte que recordaba.
No había
ninguna cicatriz a lo largo del lado derecho de su mandíbula. Pero iba a haberla.
En algún momento próximo se haría el corte para salvar a Simon y al resto de
los Lobos.
ansioso y emocionado.
ResponderEliminarGracias!! Increíble capitulo...
ResponderEliminarGracias, me gustaría que Meg encontrará otra forma de tener visiones que cortarse? 😩😩😩😩😩
ResponderEliminarGracias, me encanto el capitulo. Que es lo va a pasar con los lobos? Me muero por la intriga.
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