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martes, 22 de marzo de 2016

Adelanto: Capítulo 7 Marked in Flesh - Anne Bishop



Capítulo 7




Windsday 6 de Juin

Jesse Walker empujó un mechón de pelo gris que se había escapado de la pinza de pelo y levantó la vista de su lista cuando Shelley Bookman, bibliotecaria de la comunidad, se precipitó en el almacén de ramos generales.

—Contacté con todo el mundo en el que podía pensar, ya sea para ayudar a Floyd con la carne u ofrecer un poco de espacio en el congelador, — dijo Shelley—. Y he actualizado la lista de temas en debate, en caso de que tengamos la oportunidad de hablar de algo más que de la carne.

—No voy a presionar por más discusión, — advirtió Jesse—. Al menos, no hasta que tengamos una mejor idea de cuan molesto esta Joe Wolfgard por el tema de los bisontes masacrados de esa forma.

—Lo sé, lo sé, pero él es el primero de ellos que inicia un contacto con nosotros desde que algunos de nuestros antepasados plantaron un par de tiendas de campaña aquí y esperaron algo de tierra. Él entró en la biblioteca  la semana pasada.

—¿Ha sacado algún libro?

—No, se escabulló tan pronto como me vio, pero él entró.

Jesse miró a su lista.
—He puesto en aviso a la granja de productos lácteos, a la granja agrícola y al rancho. Un par de mujeres de las granjas están en camino para ayudar, y Tom y Ellen García vienen desde el rancho. Por ahora, eso es todo lo que podemos hacer.

Observó a la joven mujer ir a la puerta y mirar hacia fuera. Al igual que Tobias, Shelley tenía 30 años y era una hija de Pradera de Oro, después de haber vivido en esta pequeña comunidad toda su vida a excepción de los años que había ido a la escuela por su formación para convertirse en una bibliotecaria. El mundo exterior no era un lugar fácil para los Intuye, y aunque Shelley nunca hablaba de sus años en el exterior, Jesse tenía la sensación de que el corazón de la mujer había sido traicionado y roto. Sea lo que sea que hubiera pasado, a Shelley le gusta los hombres bastante, siempre y cuando quisieran ser amigos, pero no consideraría ser nada más.

Una pena, la verdad, ya que, según la experiencia de Jesse, una gran cantidad de disfrute podría venir con el hombre adecuado.

Shelley volvió rápidamente al mostrador.
—Tobias está de regreso, y Joe Wolfgard está con él.

—No lo apabulles. Jesse abrió el pequeño refrigerador de vidrio detrás de ella y sacó la jarra de limonada que había hecho esa mañana. Sacó cuatro vasos de plástico de su armario personal, los puso en el mostrador, y vertió la limonada justo cuando la puerta se abrió y entró Tobias con el nuevo líder Terráneo que vigilaba Pradera de Oro y el puñado de ranchos de propiedad humana, cuyas vallas bordeaban el resto de la tierra, que era reclamada por los Otros.

—Supuse que podrían desear algo de beber, — dijo Jesse, dando a los varones una sonrisa—. Han estado por ahí un rato. — Les entregó los vasos a Tobias, Joe, y luego a Shelley, antes de tomar el último.

—Mi madre hace una limonada genial, — dijo Tobias, tomando un par de tragos.

Joe olfateó el líquido en el vaso antes de tomar un sorbo con cautela. Pareciendo sorprendido, tomó otro sorbo.
—¿Esto es limonada?

Jesse asintió, viendo al Lobo.

—Probé algo que se llamaba limonada una vez. El sabor era como este, pero no igual. — Joe bebió de nuevo—. Esta limonada es mejor.

—Lo tomaré como un cumplido.

—Sí. — Joe vació su vaso y con cuidado lo colocó sobre el mostrador.

—¿Quieres más? — Preguntó Jesse.

—No. Gracias.

No confía en nosotros. No está seguro de qué hacer con nosotros. Pero conoce las formas humanas, al menos hasta cierto punto.

—Necesito usar un teléfono, — dijo Joe, mirando el teléfono que estaba en el extremo del mostrador, cerca de la caja registradora—. Para llamar al Courtyard de Lakeside. En el Nordeste.

—Está bien. — Jesse intentó no hacer una mueca por el costo de una llamada de larga distancia—. ¿Podríamos poner el teléfono en altavoz para que todos podamos escuchar?

Joe la miró a los ojos, y pudo sentir el peso de la mirada del Lobo mientras consideraba su petición. Ella no estaba siendo entrometida, no demasiado, de todos modos. Sólo tenía la sensación de que esta conversación iba a cambiar muchas cosas en Pradera de Oro, para bien o para mal, y  quería saber lo que se dijera.

—Muy bien, — dijo Joe—. Es tu teléfono, por lo que es justo.

Tobias le dio una mirada "Madre" como advertencia, la cual ignoró mientras giraba el teléfono para que le fuera más fácil a Joe marcar.

—Todavía es muy temprano en el noreste, — dijo Tobias.

Jesse miró el pequeño reloj en la pared detrás del mostrador.
—Es en el inicio de las horas de trabajo.

Joe se encogió de hombros y marcó con cuidado los números en el teléfono.

El teléfono sonó. Y sonó. Y...

Aullidos, Buena Lectura.

Una voz con un ligero acento. Una voz que, aunque sonaba educada y profesional, a Jesse la hizo estremecerse... e hizo brotar  piel en el dorso de las manos de Joe Wolfgard.

—¿Vladimir? — Dijo Joe—. Soy Joe Wolfgard.

—Joe.— La voz fue lo suficientemente cálida como para que Joe se inclinara hacia el teléfono.

—Necesito hablar con Simon.

—Simon y Meg están en otra llamada con Jackson. Hubo un... incidente... con Esperanza esta mañana.

—¿La cachorra profeta de Jackson?

Jesse hizo un esfuerzo para no reaccionar. Cachorra profeta. ¿Joe estaba hablando de una de las Casandra de sangre de las que había leído en el periódico? ¿Las chicas que podían decir profecías? Las noticias acerca de ellas fueron apenas un destello, un esta y ya no, dejándola preguntándose lo que realmente había sucedido.

Necesitamos ser parte de esto, pensó. No sé cómo ni por qué, pero tenemos que tener una conexión con estas chicas.

Silencio. Entonces Vlad dijo:
—¿Por qué tu voz suena distante?

—Estoy usando el teléfono de Jesse Walker. Está en el altavoz para que todos podamos escuchar.

—¿Quiénes, exactamente, son todos? — Desapareció la calidez en la voz de Vlad.

Jesse observó a las orejas de Joe cambiar de humano a orejas de Lobo, alcanzó a ver un colmillo que estaba segura de que no pertenecía a una boca humana. Vladimir, quienquiera que fuese, volvía a su nuevo líder Lobo, cauteloso.

—Soy Jesse Walker, — dijo—. Conmigo están Shelley Bookman, bibliotecaria de la ciudad, y mi hijo, Tobias. Hemos tenido un incidente aquí también, es por ello que pedí al Sr. Wolfgard si podíamos participar en esta conversación.

—Soy Vladimir Sanguinati, co-gestor de Aullidos, Buena Lectura, una librería en el Courtyard de Lakeside.

Shelley palideció al oír el apellido de Vlad. Ella no había reaccionado a su voz o nombre de pila, lo que implicaba que no lo conocía personalmente. Y eso significaba que los Sanguinati como grupo eran algo a temer. Jesse iba a averiguar el por qué más tarde.

—¿Joe? — Dijo Vlad—. ¿Tu incidente tiene algo que ver con bisontes muertos?

Joe gruñó.
—Sí. Un centenar de bisontes fueron asesinados esta mañana.

—¿Cómo se veían?

Joe se quedó mirando el teléfono.
—Se veían muertos. Cayeron donde los mataron.

—¿Así que no los describirías como un montículo de bisontes?

—¿Un montículo? El bisonte es grande. No los arrastras a un montículo. Sin embargo los toros ya crecidos son lo suficientemente grandes que se podría pensar que son un montículo. — Joe siguió mirando fijamente el teléfono—. ¿Sabes algo acerca de nuestros bisontes? ¿Cómo? Justo estoy llamando a Simon para contarle.

—Es por eso que Jackson está en el teléfono. Esperanza hizo un dibujo de bisontes muertos, y algo sobre la imagen la molestó mucho, se cortó. Es la primera vez que se ha hecho un corte desde que Jackson y Grace la llevaron al asentamiento de Aguas Dulces a vivir con la manda. Están comprensiblemente molestos, razón por la cual ellos, y Esperanza, está en el teléfono con Simon y Meg.

—¿La cachorra va a estar bien?

—Si Jackson no la muerde para sacarse la frustración... un sentimiento con el que Simon se solidariza.

—Meg y los peluches explosivos no se van solidarizar.

Jesse parpadeó. ¿Qué serían los peluches explosivos? ¿Conejos que explotaban cuando eran atacados? No, eso era una tontería. Tenían que estar conectados con las profetas de la sangre de alguna manera.

Vlad se rió entre dientes.
—Afortunadamente, nuestras empleadas humanas no se han presentado a trabajar todavía. Al menos, no he visto a ninguna de ellas en la librería. — Una pausa—. ¿Quieres que Simon te devuelva la llamada, o debería transmitir el mensaje sobre los bisontes asesinados?

—Un centenar de bisontes es un montón de carne, — respondió Joe—. Me preguntaba si a Simon y Henry les gustaría alguno. No es una carne que tengan en el Courtyard de Lakeside.

—Creo que estarían encantados de tener alguno. ¿Tienes una manera de enviarlo?

—Podemos envasar la carne y conseguir que vaya en el tren de la noche, — dijo Jesse, insertándose sola en la conversación—. O en el primer tren de mañana. Siempre hay un coche refrigerador para el transporte de alimentos que deben mantenerse fríos.

—Ningún alimento viajará por el País Salvaje sin escolta, — dijo Vlad.

—¿Alguien tendrá que ir a Lakeside? — Tobias sonaba interesado.

—Tendrías que tener piel para viajar en un coche refrigerador, —dijo Joe—. Un Lobo, Oso, o Pantera tendrá que viajar con la carne.

—La escolta no tiene que viajar todo el camino con los paquetes, — dijo Vlad—. Los Terráneos han establecido un relevo de guardias de nuestros diversos asentamientos, de modo que nadie tiene que viajar tan lejos de casa en este momento, pero las provisiones siguen igual de bien custodiadas.

Joe asintió.
—Podemos hacer pequeños paquetes de carne para los escoltas, como agradecimiento.

—Serían felices con eso. Entonces, ¿qué te gustaría a cambio de la carne que vas a enviar a Lakeside?

—No necesitamos...

Jesse levantó una mano. Joe frunció el ceño, haciéndola sentir como si se hubiera portado mal. Pero no podían dejar pasar esta oportunidad.

—¿Quieres algo a cambio? — Joe le preguntó.

Jesse miró a Shelley, que le entregó la lista.
—Sobre todo, nos gustaría conexión, comunicación.

—No entiendo, — dijo Vlad después de un momento.

—Bennett es la ciudad más cercana bajo control humano. Es nuestra conexión con otros lugares, ya que tiene la estación de tren y la carretera por la que los camiones grandes viajan. Somos tan autosuficiente como podemos serlo aquí en Pradera de Oro, pero somos dependientes de los trenes y camiones para los suministros que no podemos producir. — Ella esperó. Al parecer, Vlad también estaba esperando—. Tenemos una biblioteca, y Shelley hace todo lo posible para que siga funcionando y traer nuevos libros. Y tenemos una librería -bien pequeña-, tengo un par de estantes en mi tienda donde la gente puede comprar libros nuevos y usados. El punto es, que solía ser capaz de pedir una caja variada de libros de las editoriales para mi tienda, y Shelley estaba en listas de correo electrónico que anunciaban los nuevos libros que estaban disponibles. Ahora quedamos afuera, se redujo las listas, dijeron que tenemos que comprar cantidades de cada título que no vamos a usar. Durante el último par de meses, hemos ido a la librería de Bennett y compramos libros para la biblioteca, pero la semana pasada, la librería estaba cerrada cuando llegamos a la ciudad. Curioso que una empresa este cerrada a media mañana, pero Shelley y yo tuvimos el presentimiento de que el cambio en las horas tiene algo que ver con la nueva etiqueta que se muestra en una esquina de la ventana de la librería.


—¿HPU?

Vladimir Sanguinanti sonaba amable cuando hizo la pregunta. Jesse esperaba nunca estar en torno a él en persona mientras fuera tan amable de esa manera. Fuera lo que fuese, Vladimir era más depredador que el Lobo de pie al otro lado del mostrador.

—Sí, — dijo ella—. Esas eran las letras.

—Así que el movimiento Humanos Primeros y Últimos se ha extendido tan lejos al oeste. — Un silencio reflexivo—. Ellos no van a vender libros a cualquier persona de su ciudad. No por un tiempo.

—Ese es sólo un ejemplo. Yo... bueno, todos los que hemos ido a Bennett en el pasado mes, tuvimos la sensación de que la gente de la ciudad están tratando de excluirnos.

—Eres una Intuye, — dijo Vlad.

—Sí. — No tenía sentido negarlo, ya que pensaba que ya lo sabía—. Y estas chicas, estas profetas, que tuvieron un breve paso por las noticias. Me gustaría saber más acerca de ellas. Tal vez podríamos ayudar. No estoy segura de cómo, pero tengo la sensación de que podemos ayudar. — Ella escuchó la ira en su voz y trató de templarla. Pero sabía que este era el momento en el que haría una diferencia.

—¡Mamá! — Dijo Tobias, al mismo tiempo que Joe dijo—: Dan un montón de trabajo. Más que otros tipos de cachorros.

Silencio.

—¿Vlad? — Joe dijo finalmente—. ¿Todavía estás ahí?

—Esta no es una decisión que puedo tomarla solo, — dijo Vlad—. Hay demasiadas cosas que necesitan ser consideradas. Pero creo que sería prudente tener algún tipo de conexión entre Lakeside, Pradera de Oro, y Aguas Dulces, ya sea solo porque nuestras Casandra de sangre están viendo visiones de una conexión. Joe, ¿tienes una dirección de correo electrónico?

Joe se alejó del mostrador, como si el teléfono se hubiera convertido en una serpiente de cascabel.
—No.

—Puedo crear una para él en la biblioteca, — dijo Shelley, sonando tan brillante con su voz quebradiza—. Jesse revisa su correo electrónico allí también.

—Muy bien, — dijo Vlad—. Dame una donde puedo enviar información, y luego puedan enviarnos a su vez la información que necesitaremos. También danos un par de números de teléfono para que te podamos localizar rápidamente si es necesario. Me aseguraré de que Jackson también tenga los números y direcciones de correo electrónico.

—Con eso alcanza. — Jesse le dio su dirección de correo electrónico y el número de teléfono de su tienda—. Nosotros le haremos saber en qué tren se transportara la carne.

—Está bien. —Una vacilación—. ¿Cuando murieron los bisontes?

—Alrededor de la primera luz; tal vez un poco más temprano, —respondió Joe—. ¿Por qué?

—¿Y no llamaste a Jackson o le comentaste algo sobre bisontes?

—No. ¿Por qué?

—Nada aún. ¿Jesse Walker? Con su consentimiento, voy a enviar su información de contacto a Steve Barquero en la Isla Grande.

¿Quién era Steve Barquero?
—Claro.

Debió haber sido la respuesta correcta, porque Vlad concluyó la llamada con una promesa de enviar información. Pero justo antes de que desconectara la llamada, dijo:
—¿Hay un lugar en su ciudad donde los viajeros puedan quedarse?

—Hay un motel en el borde de la ciudad, conectado a donde los camioneros paran y cenan. La mayoría de las personas que vienen aquí son huéspedes de alguna familia y se quedan con ellos.

—Bueno saberlo. Estaremos en contacto. Le diré a Simon acerca de la carne de bisonte. — Vlad colgó.

—Debemos ayudar con la carne. — Joe miró a su alrededor, se dio la vuelta y salió de la tienda.

Con un guiño a ella, Tobias se giró para seguir a Joe.

—Ten cuidado, hijo, — dijo Jesse.

Él le devolvió la mirada mientras alcanzaba la puerta.
—Siempre. Tú igual.

Jesse sirvió otro vaso de limonada para ella y Shelley.
—Cuando escuchaste el nombre Sanguinati, te espantaste como ganado en una tormenta. ¿Por qué?

Shelley bebió la mitad del vaso antes de responder.
—Son una forma de Terráneos que beben sangre. Había rumores alrededor de la ciudad donde fui a estudiar, de que la universidad era un coto de caza para algunos de los Sanguinanti. No se registraron muertes que pudieran estar vinculadas a ellos. De hecho, un par de chicas lucían chupetones, que según ellas, eran una clase "especial" de mordedura de amor. Nadie pudo probarlo tampoco. Pero había algunos hombres jóvenes en el campus, que eran muy bien parecidos, y oí que eran muy hábiles en hacer sentir a una chica muy, muy bien.

—¿Así que en realidad no hablaste con uno de esos jóvenes?

La sonrisa de Shelley sostenía la amargura de viejas heridas.
—No. Yo no era del tipo de ninguno, ni siquiera de un vampiro. —Ella dejó el vaso—. Te veré más tarde. Gracias por la limonada.

Jesse puso la jarra de nuevo en el refrigerador y limpio el mostrador sacando los otros tres vasos. Luego miró alrededor de su tienda. ¿Qué vería Joe Wolfgard cuando él y otros Terráneos entraban? ¿Qué querrían o necesitaban él y los Otros que pudiera suministrarles? Y Vladimir Sanguinati, tan lejos. ¿Tal vez no lo suficiente?

No tenía manera de saberlo todavía. Pero tenía el presentimiento de que todos iban a averiguarlo lo suficientemente pronto.


*****


Vlad miró distraídamente los libros sobre la mesa de exposición y los estantes delanteros. ¿En las dos librerías y bibliotecas en Desembarco del Ferry  tendrían el mismo problema con los pedidos que en Pradera de Oro? Y tenían la biblioteca rodante también, un autobús que se detenía tanto en la comunidad de Vida Simple en Isla Grande, como en los puntos donde los Otros en la isla habían construido estructuras básicas que necesitaban cuando estaban en forma humana. Ellos querían libros también. Tal vez Meg podría ser la encargada de tramitar las solicitudes de libros para Desembarco del Ferry y Pradera de Oro. Podría ser que también incluyera a Aguas Dulces de paso. Él y Simon continuarían ordenando para ABL y los Terráneos en la tierra que rodeaba Lakeside, mientras que Meg manejaría los otros lugares y les daría una lista.

Algo para meditar. Por ahora...

Vlad fue al almacén y volvió con una cesta vacía. Dudaba que los humanos en Pradera de Oro hubieran leído alguno de los libros escritos por Terráneos. Hablaría con Simon antes de empaquetar una selección. Después de todo, no quería causar problemas a Joe Wolfgard por aterrorizar a los Intuye.

Todavía tenían una serie de libros de besos que habían sacado con Simon de los estantes. Podía incluir unos pocos de ellos y dejar que la Bibliotecaria, Shelley, le dijera qué tipo de libros eran populares entre su pueblo.

El tiempo no encajaba. Eso es lo que le molestaba. Las Casandra de sangre decían profecías; sus visiones eran advertencias sobre algo que podría suceder, algo que no había sucedido. Excepto cuando algo pasado proporcionaba un contexto o referencia para algo que vendría.

¿Esperanza había dibujado su visión de bisontes muertos al mismo tiempo que los animales estaban siendo asesinados? ¿O había visto otra cosa, y los bisontes muertos de Joe no eran los mismos que los bisontes que Esperanza había dibujado? ¿Y por qué la chica se habría asustado tanto como para cortarse sola? No, ella dijo que se había cortado porque necesitaba el color. Ella necesitó pintar la sangre. Pero una vez que se hizo el corte, ¿qué otra cosa vio?

No, el tiempo no encajaba. Y había preguntas que necesitaban ser hechas y respondidas.

—¿Qué estás haciendo? — Preguntó Simon mientras entraba en la parte frontal de Aullidos, Buena Lectura.

—Armando una solicitud de libros.

Simon miró a los libros en el estante superior del carro.
—¿Quién va a comprar tantos libros?

—Más trueque que compra. ¿Están todos bien en Aguas Dulces?

—Todo el mundo está bien. Meg habló con Esperanza; Hablé con Jackson. Nadie va a morder a nadie. Sin embargo. — Simon observó a Vlad seleccionar un par de libros—. ¿Quién no está bien?

—Joe Wolfgard llamó mientras estabas hablando con Jackson.

—¿Joe? ¿Dejó un número de teléfono o una dirección?

—Joe está muy bien. Sin embargo, ¿Simon? — Vlad miró a su amigo y co-gestor—. Tenemos que hablar. Todos tenemos que hablar.




Pd: Cambiamos Campiña Dorada por Pradera de Oro, porque es un más ajustada traducción.

4 comentarios:

  1. Wuau, más intriga y personajes!!!!!!! No puedo esperar al siguiente capítulo!!😨😨😨😨😨

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  2. Amo a esta escritora, me fascina la forma en que va entretejiendo misterio tras misterio, enredo tras enredo, y creando problemas que luego resuelve como si desatara un nudo, pero sin nunca dejar la tension. Muchas gracias por el capitulo :D

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  3. Estoy totalmente enganchada a la historia. Gracias por el capítulo.

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