Capítulo
11
Thaisday
7 de Juin
Joe Wolfgard
ayudó a Tobias Walker a levantar el quinto contenedor con la carne de los
bisontes en el pequeño camión refrigerado de la granja de productos lácteos,
que Tobias había estacionado fuera de la carnicería de Floyd Tanner. No
entendía por qué toda la comunidad de Pradera de Oro estaba orgullosa de tener
un camión de este tipo, pero podía apreciar su utilidad en el traslado de los
alimentos que se echaban a perder en el camino en los días cuando Verano
reinaba en la tierra.
Por otro lado,
Vlad ya había hecho algunas de las cosas que había prometido; Jesse Walker y
Shelley Bookman estaban ahora en la lista de información particular de Steve
Barquero. Shelley también había creado una cuenta de correo electrónico para él
en la biblioteca, para que Simon,
Jackson -y Vlad- pudieran mandarle noticias si no querían enviar un
telegrama, que tendría que ser llevado al asentamiento Terráneo, o llamar a la
tienda de Jesse Walker y entregar un mensaje de esa manera.
En el
asentamiento Terráneo en el que vivió antes de llegar aquí, tenían una cabaña
de comunicaciones con un teléfono y computadora, y el asentamiento estaba lo
suficientemente cerca de un pueblo humano como para poder usar teléfonos
móviles al menos una parte del tiempo . Pero Pradera de Oro era un lugar más
simple, y la comunicación no era tan directa. El asentamiento Terráneo no tenía
un teléfono o una computadora, no tenía postes y cables que hacían a esas cosas
funcionar. Los Otros no habían sentido la necesidad de tener tales cosas. Más
importante, los Antiguos no querían
esas cosas humanas tocando sus colinas.
Sin embargo,
tener una forma de comunicarse con otros Terráneos más allá del rango al que
llegaba un aullido, era importante ahora que los humanos estaban causando
problemas en tantos lugares. Tendría que masticar su problema por un tiempo.
¿Tal vez los Eaglegard estarían dispuestos a actuar como mensajeros si
necesitaba enviar un mensaje rápidamente a otra parte de Thaisia o recibir un
mensaje de Simon o Jackson? Si no era así, entonces los Crowgard o Ravengard[1] sin duda
disfrutarían de ser los primeros en tener noticias.
¿Los humanos
que trabajaban en oficinas de telégrafos elegirían el trabajo porque tenían el
mismo deseo que lo Grajos y los Cuervos de ser los primeros en conocer la
noticia?
—¿Qué piensas?
— Preguntó Tobias.
Joe parpadeó,
luego recordó la pregunta, Tobias había pedido algo cuando cargaban la carne en
el camión.
—¿Grasa de
bisonte? ¿Los humanos la comen?
—No, Abigail
quiere probarla para la fabricación de velas y jabón. Por lo general la adquiere
de la grasa que Floyd Tanner le vende cuando un buey o una oveja se mata para
la carne, pero hay un montón de cadáveres por ahí, y la grasa en ellos se va a echar
a perder, por lo que se preguntó si podría tener algo.
No habrá muchos cadáveres por ahí ahora, pensó Joe.
Un Lobo podía cubrir cien millas en un día. La Antiguos podían cubrir aún más terreno. Muchos de ellos habían
bajado de las colinas para consumir la carne disponible en lugar de cazar. Y,
sospechaba, se habían sentido lo suficientemente curiosos y querían echar un
vistazo más de cerca a los Intuye que se habían instalado cerca del extremo sur
de sus colinas... humanos que estaban trabajando duro para ser amigables con
los Terráneos.
—Ella te daría
algunas de las velas y jabón como una especie de pago por la grasa, — añadió
Tobias.
Eso era justo.
Las velas a veces eran de utilidad. En cuanto al jabón, habría que verlo. Los
Otros habían construido lugares donde hacían el jabón que preferían utilizar
cuando estaban en forma humana. No estaba sucio con los olores añadidos y no
ensuciaba la tierra. Tendría que preguntar a Jesse Walker si tenía ese jabón en
su tienda. Pero si Abigail Burch podía hacer un jabón aceptable, no tendrían
que comprarlo en otra parte de Thaisia.
—Podemos
recoger un poco de grasa en el camino de vuelta desde el tren, — dijo Joe.
Tobias cerró
el camión.
—Hablando del
tren, es mejor ponerse en marcha.
Tenemos que parar por gasolina antes de ir allá.
—¡Oye Tobias!
Tobias asintió
al hombre que caminaba hacia ellos desde la dirección de la tienda.
—Tom.
Tom García
agitó un pulgar hacia la tienda.
—Jesse dijo
que debes parar en la tienda antes de irte. Ella tiene una canasta con
alimentos y bebidas para que ambos se lleven.
—Apreciamos
eso. De todos modos tenemos que parar para recoger un par de contenedores
grandes para la grasa de Abigail.
Tom asintió a
Joe y entró en la carnicería, donde cada humano adulto disponible, había estado
ayudando a Floyd a manejar el exceso de carne de bisonte.
—¿Algo más que
tengas que hacer antes de irnos? — Preguntó Tobias.
—No. — El
resto de los Terráneos ya sabían que iba a la estación de tren con Tobias, y un
montón de Halcones, Águilas y Grajos estarían vigilando desde el cielo.
Levantaron los
alimentos y bebidas de Jesse, llenaron el tanque de gasolina en el camino fuera
de la ciudad, y comenzaron el viaje de dos horas a Bennett.
*****
—¿Segura que
no está buscando cartas de tarot?
Jesse se armo
de paciencia. Shelley había encontrado tres empresas Intuyes que, entre otras
cosas, imprimían cartas de tarot y cartas de adivinación, que al parecer, le
habían dicho, no eran exactamente lo mismo. Esta era la tercera empresa. Las
otras dos, o bien no sabían de que estaba hablando o no estaban dispuestas a
admitir nada a nadie, lo cual le hizo preguntarse cómo permanecían en el
negocio. Pero tenía la sensación de que la confianza se había convertido en un
bien más precioso que el oro.
—Estoy segura,
— le dijo a la mujer en el teléfono—. Recuerdo haber visto mazos de cartas que
usaban algunas mujeres para tener una idea de algo que iba a pasar, pero eso
fue hace cuatro décadas, y estoy tratando de averiguar si todavía se están
haciendo cartas por el estilo.
Silencio.
Entonces:
—¿Qué clase de
mujeres?
—Profetas de
la sangre. Estoy buscando esto para una de las Casandra de sangre. — No era del
todo cierto, pero lo suficientemente cerca.
—¿Tiene a una
de esas chicas que viviendo en su comunidad?
—No, pero
estamos buscando acoger a una o dos de las chicas. — Otra verdad a medias, ya que
había sido un pensamiento pasajero. Cuando la otra mujer no dijo nada, Jesse
continuó—. El líder del asentamiento Terráneo en Pradera de Oro tiene
conexiones con dos de las chicas. Una de ellas tuvo una visión acerca de las
cartas.
Un silencio
crepitante.
—Dioses,— la
otra mujer exhaló—. ¿Está buscando el mazo Trailblazer?
—Yo... — la
muñeca izquierda de Jesse palpitó—. Tal vez sí. — Ahora era su turno para
dudar—. ¿Realmente hay un mazo de cartas llamado así?
—No
oficialmente. Aún no. Ayer saque algunos mazos de cartas de adivinación del
almacén. Tenía la sensación de que un nuevo tipo de mazo era necesario, pero no
sé cuál era el necesario.
—Tal vez no
eres la que se supone debe decidirlo. Tal vez eres quién se supone que debe
producir un mazo de cartas especiales que serán usados por la Trailblazer.
—Jesse pensó por un momento—. ¿Podría hacer un mazo de cartas con diseños más
actuales?
—Claro, pero
no tenemos diseños nuevos.
Aún no.
—Los mazos que
saco ayer. Debe haberlas hecho por una razón. ¿Puede enviarme dos de cada uno
de esos mazos?
—Sí, podría. —
La voz de la mujer se suavizo—. Si, podría.
Jesse le dio a
la mujer la información de correo de Pradera de Oro, le dio las gracias y
colgó. Luego pasó sus dedos por su pelo y tiró con la fuerza suficiente para
aliviar un poco la tensión en el cuero cabelludo.
Necesito abastecerme, pensó
mientras estudiaba las estanterías de su tienda y trató de ignorar el aumento
de dolor en su muñeca izquierda. Alimentos
enlatados, alimentos secos, nada en una jarra que dure hasta...
—¿Hasta qué?—
El sonido de su propia voz la sobresaltó, la hizo detenerse y considerar por
qué sus pensamientos habían saltado de las cartas de adivinación a la certeza
de que tenía que aprovisionarse de suministros, y tenía que hacerlo ahora.
Al mirar
alrededor de su tienda, su mirada se posó en las estanterías que contenían los
libros. No podía comprar más libros de las editoriales. No había podido comprar
libros de la librería de Bennett. Algunos podrían argumentar que los libros
eran un lujo, no una necesidad. No estaba de acuerdo, pero ¿sería una prueba de
cómo privar a una comunidad aislada de mercancía? La gente estaría descontenta
por la pérdida de nuevos libros para leer, pero no enojada. Al menos, no al
principio. Pero ¿qué si las cosas que consideraban más necesarias de repente no
pudieran ser compradas? ¿Cosas como comida, ropa y, dioses, incluso algo tan
básico como el papel higiénico?
Dos años
atrás, tuvieron un invierno duro, quedaron aislados por varias semanas durante
una serie de fuertes tormentas. Ese año tuvo un presentimiento y comenzó a
abastecerse de suministros a finales de otoño, haciendo caso omiso de las
burlas de Tobias y Shelley acerca de convertirse en una rata alimentos
enlatados y paquetes de papel. Entonces, las tormentas llegaron unas semanas
más tarde. Para cuando el camino quedo despejado y lograron conducir a Bennett
por suministros, tenía media docena de latas de sopa y dos cajas de espaguetis
en los estantes y tuvo que desarmar los últimos paquetes de papel higiénico y
venderlos por unidad para que cada familia tuviera alguno.
Mientras
miraba el stock en su tienda, tuvo la misma sensación, sólo que esta vez se
sentía peor. Mucho peor.
Sacando el
cuaderno que usaba para realizar un seguimiento de los artículos a ordenar,
comenzó a revisar los estantes y hacer una lista. Había completado la sección
de alimentos secos cuando Shelley se precipitó en la tienda.
—Joe Wolfgard
recibió un correo electrónico, — dijo Shelley—. ¡De Vlad Sanguinati!
—Joe se ha ido
a Bennett con Tobias, — respondió Jesse.
—¿Crees que
deberíamos leerlo?
—No.
—Puedo tener
acceso a su correo electrónico y...
—No.
—¡Pero podría
ser importante!
Jesse se
volvió y miró a Shelley.
—Incluso si es
importante, no hay nada que se pueda hacer al respecto hasta que Joe y Tobias
regresen.
—Pero
podríamos mirar...
—Sólo porque
creaste una cuenta para él no significa que tienes derecho a leer su correo o
incluso comprobar su cuenta para ver si recibió alguno. — La voz de Jesse se
volvió aguda—. La biblioteca y la oficina de correos son los únicos lugares en
Pradera de Oro que tienen computadoras. Cualquier persona que quiera
comunicarse a través de correo electrónico tiene que usar esas máquinas. ¿Lees
el correo de todos los que usan las computadoras en la biblioteca? ¿Traicionas
la confianza de tus amigos y vecinos?
—¡Por supuesto
no! ¡Pero esto es diferente!
—No, no lo es.
El hecho de que Joe Wolfgard este compartiendo algo con nosotros es más
comunicación de la que nunca hemos tenido con los Terráneos, y, Shelley, no
podemos permitirnos perder esa confianza. Ahora no. — Jesse cubrió con su mano
derecha su muñeca izquierda—. Ahora no.
—Tienes razón,
— dijo Shelley, sonando vapuleada mientras miraba a la muñeca de Jesse—. Tienes
razón. ¿Pero no te preguntas de qué hablaran?
—Creo que es
mejor para todos nosotros si no lo sabemos.
*****
—Llenamos el
papeleo, los contenedores están claramente identificados y pagamos los
doscientos por el transporte que requiere refrigeración, — Tobias dijo con
vehemencia.
—Como ya hemos
dicho. — Uno de los despachadores les dio a Tobias y Joe una sonrisa
empalagosa—. El vagón con refrigeración está lleno en este viaje.
Contrólate, pensó Joe. No cambies. Y no muerdas a los despachadores de equipaje. No va a
ayudar.
Tobias señaló
al vagón del tren que soltaba ráfagas de aire frío por la puerta abierta.
—Hay un montón
de espacio allí para nuestras cinco cajas.
El despachador
cerró la puerta.
—Está lleno.
«¿Lobo? Soy
Aire. ¿Necesitas ayuda?»
La voz de la
hembra -y la oferta- le sorprendieron.
Él nunca había tratado con ninguno de los Elementales directamente hasta la
noche en que todos se reunieron para atacar el compuesto del Controlador.
¿Cuántos de ellos vivían en Thaisia, y dejaban de lado el resto del mundo?
¿Había un millar de ellos llamados Aire? ¿Diez mil? ¿Más? En la naturaleza de
los Terráneos, había machos al igual que hembras. ¿Había algún lugar en el País
Salvaje donde se reunían para aparearse y criar a sus pequeños? ¿Había algún
exuberante valle donde llevaban sus potros para que jugaran y crecieran hasta
que sus naturalezas fueran reveladas? ¿Era una voluta de un torbellino un potro
aprendiendo a ser lo que era, mientras que un embudo letal era un semental en
su mejor momento?
Los
Elementales se daban a sí mismo el nombre de lo que gobernaban y no ofrecían
ningún otro nombre, por lo menos, a nadie fuera de su propia especie. Así,
mientras que esta hembra se llamaba a sí misma Aire, no creía que ella hubiera
estado en el compuesto del Controlador, y estaba bastante seguro de que no era
la Elemental que vivía en Lakeside.
Joe consideró
su pregunta.
«Queremos
enviar un poco de carne a Simon Wolfgard y Meg Corbyn del Courtyard de
Lakeside, pero los humanos están diciendo que el vagón refrigerador no tiene
espacio para las cajas de carne.»
«Hemos oído de
la Meg que vive cerca de Etu. ¿A ella le gusta esta carne?»
«Ella nunca ha
probado bisontes, por lo que será una sorpresa, si es que no se estropea antes
de llegar a Lakeside.»
Un viento
azotó ligeramente la plataforma. La puerta del siguiente vagón se abrió.
«Pon la carne
para la Meg en este vagón,» dijo Aire.
«Este vagón no
es frío.»
«Lo será.»
—Vamos a poner
nuestro envío en este vagón, — Joe le dijo a Tobias—. Vamos, pongamos estas
cajas en el interior.
—Pero este
no...
—Hazlo, —
gruñó Joe.
Arrastraron
las cinco cajas de carne en el vagón vacío, dejándolas a un lado de la puerta.
Los
despachantes exhibían sonrisas de superioridad...hasta que la hembra que
parecía que llevaba un vestido largo hecho de nubes cruzó la plataforma con un
gordito poni blanco con cuerpo de barril.
—Dioses, —
susurró Tobias.
—Ssh,
—advirtió Joe—. «Gracias por su ayuda.»
Ella le
sonrió. Después miró a los despachadores, y su sonrisa cambió a algo agudo y
salvaje. Ella y el poni entraron en el vagón. Ella cerró la puerta.
—¿Qué mierda
fue eso? — Uno de los maleteros dijo.
Joe no
respondió. Su agudo oído de Lobo recogió sonidos en el vagón que los humanos no
escuchaban o habían optando por ignorar, sonidos de una tormenta en ciernes.
—¡Todos a
bordo! — El conductor llamó.
—¡Espere! — Un
hombre corrió a la plataforma con un carrito lleno de cajas—. Estas necesitan
ser cargadas.
—Si los pone
en ese vagón, se van a mojar, — dijo Joe, haciendo un esfuerzo simbólico para
ser útil.
—Tú y el
amante de lobo puede irse a follar entre ustedes, — chasqueó un despachador.
—¿Por qué? —
Preguntó Joe, no viendo la conexión entre las cajas y el apareamiento.
Nadie
respondió a la pregunta, porque el despachador abrió la puerta del vagón... y
la nieve fue impulsada por el viento dándole una palmada en la cara con tanta
fuerza que lo tiró hacia atrás un paso.
—Dioses, —
dijo Tobias nuevo.
—No, esos son
Aire y Ventisca, —dijo Joe—. Van a mantener la carne fría. Vamos. Es hora de
irnos.— Él se alejó, pero tuvo que esperar a que Tobias dejara de mirar el
vagón y lo alcanzara.
En el camino
de vuelta a Pradera de Oro, se preguntó si debería llamar a Simon, y decirle
que los Elementales iban a estar interesados en saber si a Meg Corbyn le gusta
la carne de bisonte.
*****
Sus pasos
llenaron la tierra alrededor de Bennett con un terrible silencio.
Durante horas
dieron vuelta alrededor de la ciudad, olfateando alrededor de la estación de
tren, escucharon la charla de los pequeños depredadores bípedos. No entendieron
mucho de la charla. A diferencia de los sonidos hechos por los que ayudaron a
los cambiantes, esta charla era de poco interés para los dientes y las garras
de Namid. Pero aún así escucharon. Y observaron. Y aprendieron.
Para: Jesse Walker
Un envío de libros
llegará a la estación Bennett el Watersday, 9 de Juin, favor hacer arreglos
para que alguien recoja el envío. Además, tramiten transporte y motel para el
alojamiento de dos personas que visitaran Pradera de Oro durante unos días.
Preferiblemente habitaciones separadas.
Vladimir Sanguinati
Para: Simon Wolfgard
Cinco cajas de carne
de bisonte están en camino. Espero que a tu Meg le guste la carne, ya que Aire
y Ventisca hicieron un esfuerzo especial para mantenerla fría. Además, una
hembra humana está haciendo jabón y velas de grasa de bisonte. Te enviaré
algunos.
Joe
[1]
Ravengard: Hace referencia al gard
de los Cuervos Grajos, que son diferentes de los cuervos corneja (crow) de los
que venimos hablando. Ambos son cuervos pero para diferenciarlos ya que tienen
un gard diferente en la historia los vamos a llamar Grajos a secas.
Gracias,😊😄😃😀 Meg es la destinada a utilizar las cartas, es fantástica esta historia 😍😍😍😍😘😘😘 gracias x traducir
ResponderEliminarGracias, me despierto esperando el nuevo capítulo
ResponderEliminarGracias por compartir ok kisses
ResponderEliminarya se acerca la guerra ¿sera en este libro o en el próximo?
ResponderEliminargracias
ResponderEliminargracias
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