Capítulo 20
Watersday 12 de Maius
La manada
femenina; -Meg, Merri Lee, Ruth, y Theral- se encontraron en el camino al
Complejo Verde, antes de ir a la Plaza Comercial. Era un experimento para
averiguar qué podían absorber las Casandra de sangre y qué provocaba una
sobrecarga. Dado que Merri Lee y Ruth estaban ayudándola a escribir La Guía de las Profetas de la sangre, y
Theral trabajaba en la oficina médica y podía ser necesario que supiera acerca
de los factores desencadenantes, Meg les había pedido unirse a ella en un paseo
desde su apartamento a la Plaza Comercial.
Manejaba por
ese camino, cada día laboral y a menudo
paseaba con Simon y Sam. Así que el camino le era familiar y sin embargo
ligeramente diferente cada vez, pero no recordaba que su mente experimentara
apagones cada vez que algo cambiaba. Entonces; ¿qué provocaba el desborde de
una Casandra de sangre hasta el punto de caer en el pánico... y la
autodestrucción?
Tenía que
averiguarlo porque ya no se trataba solo de ella, o porque eso angustiara a los
Otros en este Courtyard. La Guía no era sólo una manera de Simon de mantener a
la manada femenina ocupada. Había chicas que ahora que querían vivir y podrían
no sobrevivir ya que las personas que querían ayudarlas no sabían cómo hacerlo.
Así que ella y
sus amigas caminarían, y ella vería, y tal vez podría encontrar una respuesta a
una pregunta que ayudaría a algunas de las chicas a vivir un poco más de
tiempo. Tal vez incluso el tiempo suficiente para que ella averiguar la
siguiente respuesta.
—Tomamos el
autobús del Courtyard hasta el Complejo Verde, —dijo Merri Lee mientras las
mujeres se dirigían a la Plaza Comercial—. Henry se reunió con nosotras en la
Plaza Comercial y le dijo al chofer que nos permitiera tomar el autobús hasta
tu apartamento a partir de ahora.
—Creo que un
Halcón era el chofer, —añadió Ruth—. O tal vez era un Búho. De todos modos,
justo antes de que el autobús parara en el Complejo Verde, vi el gran pedazo de
tierra trabajada que debe ser la huerta. Y había estacas de madera con una
cuerda más allá de lo que ya se usaba, por lo que parece que los Otros
realmente están pensando en ampliar lo suficiente para que todos tengamos una
participación.
—Espero que
todos podamos participar, — dijo Merri Lee—. Pero incluso si el Wolfgard sólo
hace la oferta a los inquilinos de los apartamentos, las verduras y frutas que
se venden en el abasto de la Plaza Comercial, siempre están muy frescas y
cuestan menos que en los supermercados humanos.
—¿Qué pasa con
la carnicería? — Preguntó Theral—. Fui a comprar un poco de carne hace unos
días, pero ese comercio parecía un poco... extraño.
Una
vacilación.
—Sólo recuerda
ser específica acerca de lo que quieres, — finalmente dijo Merri Lee.
—Tal vez por
eso mi tía dijo que la carne sabía un poco extraña, y explica el por qué
Lawrence palideció cuando le dije que compré la carne en la Plaza Comercial.
—Si tenía un
sabor fuerte, no era res, que no siempre está disponible, —dijo Ruth—. El almacén
de ramos generales también es un poco de a suerte y verdad. Puedes encontrar un
frasco de salsa para espagueti y una caja de pasta, pero no hay cajas de
cereales. Un montón de cosas se venden en frascos que esperan que los regreses,
pero no hay mucho que se venda en latas.
—Los alimentos
enlatados saben a metal, y los Terráneos tienden a comer los alimentos frescos
que están en temporada, — dijo Meg. La sensación de alfileres y agujas llenó
sus mejillas, la lengua y la mandíbula.
Se detuvo y
estudió un grupo de plantas que no habían florecido hace un par de días atrás.
Las otras
chicas se detuvieron también.
—¿Cómo lo
llevas?—Preguntó Merri Lee, mirando a Meg mientras Ruth tomaba una foto de las
plantas.
—Muy bien, —
respondió Meg. Ahora que habían dejado de hablar de la comida, el picor se
desvaneció. ¿Debería mencionarlo? ¿O sus amigas se sentían incómodas al hablar
con ella de todo, temerosas de que algo desencadenara la necesidad de cortarse?
—¿Qué clase de
flor es? — Preguntó Ruth mientras Merri Lee esperaba, con el bolígrafo
suspendido sobre un pequeño cuaderno.
—¿Flor
silvestre? — Meg especuló—. No recuerdo una imagen de entrenamiento que
corresponda.
—Es un heraldo
de verano, — dijo una voz femenina detrás de ellas—. ¿Qué otro nombre necesita?
—Buenos días,
Primavera, —dijo Meg, volviéndose hacia el Elemental—. Hola, Niebla.
—¿No trabajas
hoy? — Preguntó Primavera.
—Sí. Todas.
Pero estamos dando un paseo primero.
—Muy sabio.
Lloverá más tarde. No será una tormenta. Una lluvia suave por todo lo que está
floreciendo. Pero hay cosas que necesitan un pequeño trago ahora. — Primavera
les sonrió antes de que ella y Niebla se alejaran a medio galope.
Theral señaló
el lugar donde habían estado el Elemental y el corcel.
—El camino
está mojado allí. Justo allí.
—Es porque
Niebla estaba allí, — dijo Meg.
Las chicas la
miraron. Finalmente Merri Lee dijo:
—¿Así que los
ponis realmente son sus nombres?
—Sí.
—Vaya.
Theral no
conocía los nombres de todos los ponis y no comprendía lo que implicaba, pero
Ruth y Merri Lee, que habían sido testigos de la tormenta en Febros, parecían
tener un poco de miedo.
—Eso explica
algunas cosas, — dijo Ruth.
Meg no
recordaba mucho de la tormenta que azotó a Lakeside después de que había caído
a través del hielo en el arroyo. Pero recordó estar atrapada en el hospital,
junto con Simon y Jester, porque toda la ciudad había quedado varada por una
nevada récord.
También
recordó despertar en algún momento para encontrar a Simon en forma de Lobo,
acurrucado en esa cama de hospital con ella para mantenerla caliente.
—Es mejor
empezar a moverse, — dijo.
Cuervos las
siguieron mientras continuaban por el camino. Halcones se dispararon por los
cielos o encontraron alguna cómoda percha para observar. Un par de Búhos, que
deberían haber estado en casa en ese momento, volaron sobre sus cabezas.
Un pequeño
conejo saltó al otro lado de la carretera, bajo la atenta mirada de un Halcón.
¿El Halcón habría hecho más que mirar si las chicas no estuvieran justo pasando
por su percha?
Agradecida de
no tener una nueva imagen de un conejo asesinado, Meg miró las flores, la
hierba y los árboles. ¿Le dejaría Simon trabajar en el huerto? Si llevaba
guantes y tenía la precaución de proteger su piel, podría plantar y sacar
malezas como las otras chicas. ¿Podría?
—¿Los ponis
hablan entre sí?— Preguntó Merri Lee.
Meg se apartó
de las flores que le habían llamado la atención y sonrió. Todos los ponis
excepto Niebla se encontraban en el cruce donde la carretera principal del
Courtyard cruzaba con la calle que conducía al Establo Poni. Incluso Remolino,
el más nuevo poni, estaba allí, aunque todavía no había logrado asumir la forma
de: "soy un inofensivo, gordito poni"
.
Meg los
saludó.
—Tenemos
zanahorias como golosina hoy.
—¿Eso es importante?
— Ruth preguntó cuando estaban lo suficientemente lejos del el camino como para
no ser escuchada.
—Todos vienen
para el regalo de Moonsday, porque son terrones de azúcar, —dijo Meg—. Pero no
todos se presentan para las zanahorias.
—Tiene sentido,
— dijo Merri Lee.
—Vaya que sí,
—dijo Ruth en voz baja.
Un Lobo con un
pelaje oscuro, salpicado ligeramente con manchas grises corrió hacia ellas...
grande, rápido, letal. Y feliz. ¿Tal vez implicaba que la reunión había ido
bien? Lo más probable era que Simon estaba feliz de estar al aire libre y
peludo, aunque fuera sólo por unos minutos.
—No he traído
la cuerda, y no voy a correr y llegar toda sudada antes de empezar a trabajar,
así que ni siquiera pienses en jugar en arrear a la humana, — dijo Meg.
Él se rió de
ella, -podía asegurar que se estaba riendo-, y miraba el sombrero tejido que
Merri Lee le había traído para proteger su cabeza del sol.
Meg puso una
mano en el sombrero, que parecía divertirlo.
Los Lobos
podían hacer un juego de casi cualquier cosa, y el juego de arrebatarle el
sombrero podría continuar durante semanas antes de volverse lo suficientemente
aburrido como para buscar algo más.
Después de
haber logrado lo que fuera que vino a hacer, Simon volvió y trotó en dirección
a la Plaza Comercial.
Él se habría
quedado si hubiera estado caminando sola.
—Puedes
llamarlo, para que camine por delante de nosotras, — dijo Merri Lee.
Meg negó con
la cabeza.
—Estamos
haciendo un experimento.
Pero ella
deseaba haber podido pasar una mano por su pelaje, sólo por ese momento de
conexión. Solo para decir estoy aquí.
* * *
Simon se puso
la ropa que había dejado en ABL: vaqueros, zapatos de lona, y un polo de
color verde oscuro. No era el tipo de vestimenta que solía usar durante las
horas de trabajo en la librería, pero no tenía que preocuparse de causar la
impresión correcta en los clientes humanos más. Además, ahora que estaba más cálido,
usaba el mismo tipo de ropa que Kowalski, Debany, y MacDonald llevaban cuando
no estaban de servicio. Para los Terráneos que mantenían la vigilancia sobre
los humanos, mezclarse en una calle de la ciudad era tan importante como
moverse sin ser visto en el país salvaje.
Meg se veía
bien. Había captado el olor del miedo cuando había alcanzado a las chicas, pero
no venía de ella. Alguien más en la manada había temido al Lobo, porque estaba
en forma de Lobo.
Sonrió.
Pandilla de chicas. Manada femenina sonaba a dientes y poder. ¿Pero pandilla?
Era más fácil hacer frente a una pandilla, siempre y cuando recordara que una
pandilla podría cambiar a una manada muy, muy rápido.
Al llegar al
arco entre ABL y Un Pequeño Bocado,
se dio cuenta de que la puerta de celosía seguía cerrada. Cuando trató de
abrirla, descubrió que estaba trancada.
«¿Tess?»
«Monos de
mierda. Apaga sus ojos. Aprieta sus corazones en pulpa negra. Conviértelos en
la podredumbre de una cloaca contenida en una bolsa llorona de piel.»
Simon se
apartó de la puerta de celosía. La voz sonaba como Tess, pero no de la Tess que
conocía
Jinete de la plaga.
Los Segadores
eran una forma rara de Terráneos, solitarios que podían matar con una mirada
cuando su verdadera naturaleza era revelada. Había invitado a Tess a vivir en
el Courtyard de Lakeside cuando había asumido el control como líder. Sabía que
ella era un depredador peligroso, pero no sabía lo que era hasta hace poco. Y
nunca había sentido que había puesto al resto de Terráneos en Lakeside en
riesgo por dejarla vivir ahí, hasta ahora.
«¿Tess? ¿Qué
pasa?»
«Vete, Simon.
Sólo... Vete. Voy a hablar contigo más tarde.»
Corriendo al
depósito, encontró el paño que usaba a veces para cubrir una mesa para una
exhibición adicional. La puso por encima de la puerta de celosía. Sospechaba
que Tess estaba en algún lugar de la trastienda, fuera de la vista de
cualquiera que mirara en las ventanas, pero si ese no fuera el caso, no quería
a nadie de los suyos caer capturados por verla.
—¿Simon? Hay
algo que tienes que saber antes de reunirte con la policía. —Vlad se acercó y
miró la cubierta—. ¿Qué es eso?
—Algo está mal
con Tess. El Teniente Montgomery y la Lizzy bajaran del apartamento en
cualquier momento. Creo que Tess cerró todas las puertas de Un Pequeño Bocado, pero ve a la puerta
de atrás y asegúrate de que todo el mundo entre por ABL.
—¿Vas a llamar
a Henry?
Simon asintió.
No es que un Oso Pardo pudiera hacer algo más que un Lobo contra una Segadora,
pero Henry fue el primero en reconocer la clase Terránea de Tess, por la forma
en que había matado Asia Crane durante el ataque al Courtyard. Y Henry podría
ayudarle a mantener a todos los demás fuera de la cafetería.
Mientras Vlad
salió de nuevo a vigilar, Simon, llamó a Henry, Blair, y Nathan.
El Teniente
Montgomery entró primero, seguido de Kowalski. Blair y Nathan llegaron momentos
después.
—¿Dónde está
la Lizzy? — Preguntó Simon bruscamente.
Montgomery
vaciló.
—Necesitaba un
minuto para hablar con usted, y el Sr. Beargard amablemente la invitó a ver a
sus tótems de jardín.
La chica no se
había deslizado pasando a Vlad y tropezado con Tess. Bien.
Montgomery y
Kowalski miraron el paño que cubría la puerta de celosía.
—¿Hay algún
problema? — Preguntó Montgomery.
—Tess necesita
un poco de tranquilidad,— respondió Simon. Y tan pronto como fuera seguro
acercarse a ella, iba a averiguar lo que la había enfurecido tanto.
—Necesito un
favor, — dijo Montgomery, pareciendo incómodo—. Lizzy tiene que hacer una
declaración formal esta mañana, y le gustaría que el policía Lobo fuera con
ella.
—¿Policía
Lobo?— Dijo Blair.
Nathan
resopló.
—No creí que
ella sabría lo que era un ejecutor.
—¿Por qué
quiere a Nathan?— Preguntó Simon.
—Lizzy cree
que Oso Boo la protegía de las cosas malas, y ahora él no está con ella cuando tiene
que hablar de lo que le pasó a su madre. Es por eso que le gustaría que Nathan
fuera con nosotros. Ella dice que tiene los dientes grandes, incluso más grande
que Oso Boo.
Se quedaron
mirando a Montgomery. Finalmente Simon dijo:
—Oso Boo no
tiene ningún diente, por lo que todo el mundo tiene dientes más grandes.
—Lo sé. —
Monty vaciló—. La madre de Lizzy fue apuñalada en la estación de tren la mañana de ayer. Ella está muerta.
¿Se había
visto así de cansado y confundido la noche que dispararon a Daphne? ¿La noche
que Sam vio a su madre morir? Simon miró a Vlad.
«¿Lo sabías?»
«El Capitán
Burke me pidió que comprobara con los Sanguinati de Toland por las noticias,»
Vlad respondió. «Stavros llamó esta madrugada con la información. Suena como
que el Teniente ha comprendido lo suficiente como para saber por qué la Lizzy
estaba en el tren sola.»
—Voy a ir con
la cachorra, — dijo Nathan.
—¿Un Lobo
solitario en un edificio lleno de humanos con armas de fuego?— Blair gruñó.
—No solo,
—dijo Kowalski—. Nathan no estará solo.
Simon asintió
para reconocer esa promesa.
—Voy a ir con
ella, —dijo Nathan—. Pero la Lizzy es una exprimidora, por lo que no voy a
cambiar a la forma de Lobo.
—Es una señal
de miedo, — dijo Simon, complacido de compartir una pepita de información
acerca de las mujeres humanas, y aliviado de pensar en algo más que una muerte
que suscitó demasiados recuerdos—. Cuando Meg ve una película del Equipo Lobo con Sam, termino siendo
exprimido.
¿Debería
mencionar la compulsiva depilación de piel? Nah. Eso podría ser sólo cosa de Meg.
Además, Nathan no iba como Lobo, por lo que no debería importar.
—Tengo el
coche, — dijo Kowalski—. Podemos ir cuando esté listo, Teniente.
Montgomery
miró la puerta cubierta.
—¿Hay algo que
pueda hacer para ayudar con eso?
Simon se
encogió de hombros.
—Cuando me
entere de lo que le molesta, le haré saber.
Montgomery,
Kowalski, y Nathan salieron de la tienda en busca de Lizzy y subieron al coche
rumbo a la estación.
Simon estudió
la puerta, luego se fue al mostrador para trabajar en cualquier pedido que
pudiera completar.
Cuando Tess
estuviera dispuesta a hablar, le haría saber. Sólo esperaba que no matara a
nadie antes.
Gracias... Que largo se hace el día esperando más capítulos...
ResponderEliminarÉ verdade, esperamos com ânsia, mas vocês são geniais, e postam diariamente. Obrigada!
ResponderEliminar¡muchas gracias por los capitulos! ^w^ espero que Tess se calme pronto
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