Capítulo 21
Watersday 12 de Maius
A Nathan no le
gustaba la estación de policía. Demasiadas paredes, demasiada gente, demasiado
ruido. No le gustaba la forma en que algunos de los hombres lo observaban
mientras caminaba con la Lizzy y el Teniente Montgomery. Difícil no gruñir una advertencia
para que mantuvieran su distancia.
Difícil no
darse cuenta de la forma en que algunos de los hombres miraban a Kowalski, como
si ya no perteneciera a la misma manada.
Entonces captó
el olor del Capitán Burke antes de que los hombres se dieran cuenta de que el Capitán
estaba allí. Y se preguntó cómo Burke iba a manejar este potencial conflicto
dentro de la manada de la policía.
—Sr. Wolfgard,
— dijo el Capitán Burke—. Gracias por venir con Lizzy y el Teniente Montgomery.
¿Me acompañan?
Burke los
llevó a una pequeña habitación.
Alguien había
estado enfermo ahí no hace tanto tiempo. ¿Debería decirle al Capitán Burke que
los humanos no habían limpiado toda la enfermedad? La habitación tenía el olor
punzante de los productos de limpieza, así que tal vez los humanos pensaban que
la habitación estaba limpia y no podían oler lo que todavía estaba allí.
Esperaba que a
la Lizzy no le llevara mucho tiempo contar su historia. No quería quedarse en
ese cuarto.
Trató de
aparentar que no prestaba mucha atención. Después de todo, su trabajo consistía
en vigilar el Courtyard de Lakeside, no el preocuparse por algo que había
sucedido en Toland, ¿por qué iba a estar interesado en este tipo de cosas?
Era más fácil
de fingir desinterés cuando estaba en forma de Lobo. Los repartidores que iban
a la oficina del Enlace hablaban con Meg. No se les ocurría pensar que el Lobo
que parecía que había perdido interés en cuanto los reconocía todavía escuchaba
todo lo que decían.
Presentía que
los policías no eran tan fáciles de engañar como los repartidores.
Especialmente alguien como Burke.
Después de
asegurar a Lizzy que Oso Boo estaba recibiendo la mejor atención y todavía
tenía que quedarse en la estación y ayudar a la policía, el Capitán Burke
prendió una grabadora. Entonces él sólo movió su bolígrafo y miró el papel
delante de él.
¿Qué estaba
esperando Burke? ¿Cuánto tiempo iba a esperar? Ellos no tenían que acercarse
sigilosamente a las respuestas como si fuera una especie de presa asustadiza.
La Lizzy tenía las respuestas. ¡Sólo necesitaban hacer las malditas preguntas
para que todos pudieran salir de esa habitación!
—¿Por qué
ahora?— Preguntó Nathan. Ignorando las miradas afiladas de Burke y Montgomery,
se centró en la Lizzy—. ¿Por qué tu madre quería que fueras a Lakeside ahora?
Lizzy jugueteó
con un botón en su camisa.
—Mamá y el
señor Scratch tuvieron una pelea porque el señor Scratch fue a una fiesta de
pijamas en casa de una señora, y a mamá no le gustó. Ella le gritó, y él le dio
una bofetada. Luego empacó su maleta y se fue. Entonces mamá llamó a la abuela
Borden y lloró, y cuando colgó, lloró un poco más. Entonces las costuras de Oso
Boo se rompieron porque el tío Leo no hizo las cosas bien la última vez que
jugamos al doctor, y tratamos de arreglar a Oso Boo con vendas adhesivas, y
luego mamá vio a Oso Boo y encontró el secreto.
Nathan estudió
los dos hombres. Al oír la palabra doctor, se pusieron rígidos como si hubieran
olido peligro, lo cual no tenía sentido ya que una palabra no tenía olor.
—¿Tu mamá
llamó a alguien?— Preguntó el capitán Burke.
Lizzy negó con
la cabeza.
—Ella dijo que
teníamos que mantener el secreto hasta que pudiéramos hablar con papá.
—¿Te acuerdas
de que día fue? ¿Viajaste en el tren al día siguiente?
—No. Fuimos al
banco y nos dieron dinero. Y mamá preparó una maleta para cada una. Y cuando el
tío Leo se acercó, ella me dijo que me quedara en mi habitación porque nuestro
viaje para ver a papá, era un gran secreto, y Oso Boo podría cotillear.
Nathan
consideró esta información adicional. No entendía por qué el juego sería malo.
Jugando era como los jóvenes aprendían sus habilidades. Tal vez el jugar con el
tío Leo era la parte mala, ¿el hombre era un peligro? Dado que la madre estaba
tan preocupada porque la Lizzy hablara con el tío Leo, sonaba como que una
humana joven no sabía lo suficiente para mantenerse tranquila y esconderse
cuando un depredador venía a husmear la guarida. No le parecía justo culpar a
Oso Boo, dado que no habría podido irse de lengua con nadie.
—Entonces,
¿qué pasó? — Preguntó el Capitán Burke.
—Tan pronto
como oscureció, mami y yo fuimos a un hotel para una noche de chicas fuera de
casa. Nos pintamos nuestras uñas de los pies y vimos televisión y cenamos en
nuestra habitación. Y ella no puso su cara de loca cuando no comí todas mis
verduras. — Lizzy siguió jugueteando con el botón.
—¿Lizzy? —
Dijo Montgomery en voz baja.
—Mamá no
paraba de decir que el viaje en tren tenía que ser un secreto para todos,
incluso para la abuela y el tío Leo Borden. — La mirada que puso, le dio a
Nathan ganas de quejarse por simpatía—. Yo no le conté el secreto cuando el tío
Leo llamó. Pero... tal vez le dije que sabía un secreto.
—¿Cuándo fue
eso?— Preguntó el Capitán Burke—. ¿Te acuerdas?
—Por la
mañana, —respondió Lizzy—. Mamá estaba en el baño. Es por eso que conteste el teléfono.
—¿Acaso mamá
te dijo que no respondieras?—Preguntó Montgomery.
Ella se volvió
hacia él.
—Pero era el
teléfono, papá. Y seguía sonando y sonando.
Montgomery
asintió.
—¿Qué dijo el
tío Leo?
—Me preguntó
que estábamos haciendo en un hotel, y yo le dije que íbamos a tener una noche
de chicas, y él dijo que habíamos preparado un montón de cosas para una noche y
si nos íbamos a alguna parte. Yo le dije que no lo podía decir porque era un
secreto. Entonces mamá salió corriendo del cuarto de baño y colgó el teléfono y
dijo que teníamos que irnos ya mismo. Yo le dije que no me lave los dientes aún
y que Oso Boo necesitaba hacer caca, pero ella dijo que ya mismo era ya mismo y
que Oso Boo tendría que esperar hasta que llegáramos a la estación de tren porque
me había ido de la lengua con el tío Leo después de que me dijo que no
contestara el teléfono. — Las lágrimas llenaron los ojos de Lizzy. Ella
sollozaba.
—Cometiste un
error, pequeña Lizzy, — dijo Montgomery—. Pero el hombre de la recepción le
dijo al tío Leo que tú y mamá se alojaban en el hotel. Es por eso que él llamó
a tu habitación. Así que el hombre de recepción se equivocó también.
Burke
serenamente se aclaró la garganta.
—¿Luego fueron
a la estación de tren?
Lizzy asintió.
—Mamá compró
dos boletos. Luego fuimos a otra ventana, y me dijo que podía ser una chica
grande y comprar las entradas para Lakeside. Se puso de pie justo detrás de mí,
y el hombre sonrió y le guiñó un ojo, y luego le dio el dinero y me dio los boletos,
y mamá me dijo que pusiera los boletos y el dinero extra en el bolsillo
especial dentro de mi abrigo de verano. Luego dijo que íbamos a fingir que
estábamos siendo perseguidas, como en una película. Oso Boo y yo estábamos
encargados del secreto que teníamos que llevar a papá, y ella sería el señuelo.
Si podía, subiría en el tren conmigo. Si los hombres malos ya estaban buscándonos,
ella los despistaría y tomaría el tren en Hubb, y luego llamaría a papá.
—¿Tu mamá te
puso en el tren?—Preguntó Burke.
—Ella me
mostró donde se suponía que debía pararme cuando llegara el momento; luego
fuimos a un baño así Oso Boo podría hacer caca antes de subir al tren. Y tenía
que hacerlo... — Lizzy se detuvo, sus mejillas se ruborizaron—. Mamá se enojó
porque Oso Boo no puso atención a sus asuntos y tardo mucho tiempo y así íbamos
a perder el tren. Pero cuando nos fuimos del baño, ella miró a su alrededor e
hizo un sonido, como si estuviera a punto de vomitar. Me dijo que subiera en el
tren, que encontrara una familia con niños y actuara como si fuera parte de esa
familia, como una chica lo haría en las películas. Me dijo que me fuera, y me
empujó. Entonces ella volvió a entrar en el baño.
—¿Subiste al
tren?
—¡Yo no quería
que mamá fuera un señuelo! Hice lo que me dijo, más o menos, pero luego volví
al baño porque no me quería ir sin ella. Pero estaba en el suelo, sosteniendo
su vientre. Sacudí su brazo, y ella me miró y me dijo que corriera. Me dijo que
iba a estar bien en un minuto, pero tenía que correr antes de que el hombre
malo me lastimara también.
El botón con
el que Lizzy había estado jugando todo el tiempo, se salió de la camisa. Ella
lo miró por un largo momento, y luego lo puso sobre la mesa.
—Había un niño
y una niña con su mamá y papá subiendo al tren. El niño estaba llorando y
golpeando con los pies y todo el mundo lo miraba. Mientras que el papá lo regañaba
y lo cargaba, me subí al tren con la mamá y luego encontré un asiento por mí cuenta.
Silencio.
Luego Burke dijo:
—Gracias,
Lizzy. Ese fue un muy buen informe. ¿Por qué no vas con tu padre a buscar algo
de beber y me esperan en mi oficina? Me gustaría obtener la declaración del Sr.
Wolfgard sobre el viaje en tren.
Nathan hubiera
preferido conseguir una bebida con la Lizzy, pero él permaneció sentado y
observó a Montgomery y a la Lizzy salir de la habitación.
—¿Qué pasó en
el tren?— Preguntó Burke.
—Yo había
pasado algún tiempo en las montañas de Addirondak y estaba de camino a casa,—
Nathan respondió, encogiéndose de hombros—. Tome un asiento. Note que la Lizzy
y Oso Boo estaban solos. Un macho humano pasó varias veces por el vagón y la
miraba. Ella es sólo una cachorra, y Oso Boo no tiene dientes, y los miembros
adultos de su manada no aparecían, por lo que... — Otro encogimiento de
hombros.
—Intervino,—Burke
concluyó—. Lizzy no habría llegado a Lakeside, si no lo hubiera hecho.
Nathan se
movió en su silla.
—Esta
habitación apesta. ¿Podemos irnos ahora?
—¿Apesta
porque no le gusta estar aquí?
—Huele a
enfermedad y productos de limpieza.
—Ah. Voy a decirles
a los de mantenimiento.
Cuando Burke
se puso de pie, Nathan se levantó también.
—El Oficial
Kowalski lo llevará de vuelta al Courtyard. ¿Le importaría llevarse a Lizzy con
usted, sólo por una hora o dos? El Teniente Montgomery y yo tenemos mucho
trabajo que hacer.
Nathan estudió
al humano. La voz. Demasiado casual. Como cuando un Lobo trataba de pasar a una
manada de ciervos fingiendo no darse cuenta de ellos.
—¿Por qué la
quiere allí? — Preguntó Nathan—. Este edificio está protegido. Tiene muchos
humanos con armas de fuego.
—Me han dicho
que Celia Borden quiere la custodia de Lizzy, —dijo Burke en voz baja—. Leo
Borden sabía dónde Lizzy y Elayne se alojaban. No es disparatado pensar que Leo
se lo dijo alguien, y esa persona quería asegurarse de que Elayne Borden no
dejara Toland mientras que el juguete de su hija guardaba una fortuna en joyas.
—¿Qué tiene
eso que ver con la Lizzy permaneciendo en el Courtyard?
—La ley humana
no se aplica en el Courtyard. Quiero asegurarme de que nuestras leyes no se
puedan usar en contra de Lizzy y que la pongan en peligro. Yo no quiero ser
obligado a entregarla al enemigo.
Nathan pensó
que tratar de forzar a Burke a hacer algo que lo hiciera enojar, sería como
tratar de forzar a Henry Beargard, con más o menos el mismo resultado.
—Esa es la
decisión de Simon, no la mía.
Burke no
mencionó que él y su policía habían ayudado a Simon a proteger a Meg, habían
hecho más para ser útiles que lo que los humanos habían hecho antes.
Inteligente Burke en no mencionarlo y dejar que los Terráneos pudieran elegir.
—Tess está
enojada, así que no estoy seguro de que el Courtyard sea el lugar más seguro,
pero la Lizzy puede volver conmigo, — dijo Nathan. Y sólo esperaba que alguien
de la manada humana estuviera alrededor y supiera qué hacer con una cachorra
humana.
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