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jueves, 9 de julio de 2015

Adelanto Capítulo 11: Visiones en Plata - Anne Bishop

Capítulo 11




Firesday 11 de Maius.

Simon miró a los dos niños apestosos que estaban entre Peter y Eva Denby. No era una clase de apestoso por falta de limpieza; era por tantos olores que los cubrían, que no podía identificar. No sin un cercano, y más a fondo, olfateo que llevaría a sus padres a gruñirle.

No es que les culpara a Eva y Peter por gruñirle. Todos los humanos que habían regresado al trabajo esta mañana, estaban fingiendo que él no había estado a punto de "morder a todos lo humanos" ayer, en su enojo, pero estaban tan cautelosos con él, como lo habían estado antes de que Meg comenzara a trabajar en el Courtyard.

Se preguntó si había una manera en que los varones humanos podían decir lo siento sin decir que lo sentían. Porque que no estaba arrepentido de haberse enojado. Todos los Terráneos estaban enojados por los cachorros de profeta de la sangre asesinados. Pero lamentaba haber intentado morder a Ruthie y Merri Lee, que no eran la clase de humanos que ahogarían cachorros o gatitos... o bebés.

Tampoco Peter y Eva Denby, que habían demostrado valentía al venir aquí, y una confianza en que sus cachorros estarían a salvo con los Otros.

Lo que lo llevó de nuevo a los niños, que parecía como si estuvieran esperando por él para sacar su piel y hacer crecer los colmillos.

Cachorros irritantes. Tan pronto como Peter y Eva se hubieran ido, los mandaría de paseo afuera

Caw, caw.

Y tenerlos afuera haría más fácil para los curiosos Terráneos observarlos.

—Este es nuestro hijo, Robert, y nuestra hija, Sarah, — dijo Peter—. Niños, éste es el señor Wolfgard. Dirige la librería.

—¿Puede realmente convertirse en un lobo? — Preguntó Robert.

—Siempre soy un Lobo, — respondió Simon—. A veces cambio para verme humano.

—¿Puede?, como, ¿ponerse peludo y esos chismes?

Antes de que pudiera decidir si quería contestar a eso, y a qué se refería el joven humano con eso de "chismes", hubo un golpe y un grito en la parte trasera de la tienda. Entonces Ruthie se apresuró hacia él, mirándose revuelta y agitada, lo cual era extraño porque era generalmente una mujer bien peinada.

—¿Sr. Wolfgard? — Dijo.

Primero lo primero. Sacar a los niños apestosos, sin molestar a los padres, ya que ellos quería mirar los edificios que estaban a la venta en la calle. Entonces él lidiaría con el golpe y el grito.

—Ella es Ruthie Stuart, pareja del oficial Kowalski. Ella le mostrará a sus cachorros la Plaza Comercial, — dijo Simon.

Sarah se rió. Robert dijo:
—No somos cachorros; somos chavos[1].

Simon miró a Robert y Sarah, luego a Ruthie.

Chavales/chivitos. Había oído a Merri Lee decir algo acerca de cuando era una chava. Pero la palabra no se aplicaba a ella ahora, porque era una adulta, por lo que nunca se le había ocurrido que, tal vez, los humanos tenían un poco de la habilidad cambiante, que superaban a medida que maduraban. ¿Cuando ella había dicho chava, tal vez ella había querido chivo?

Miró a Robert y Sarah con más interés.
—¿Los pequeños humanos pueden cambiar a chivos jóvenes? — Los chivos eran muy sabrosos. ¿Los humanos que cambiaban a chivos, tenían un sabor diferente de los chivos - chivos?

—No, — dijo Ruthie con firmeza—. Los humanos no pueden cambiar en cualquier otra forma, y aunque a los niños humanos a veces se los llaman chavales, nunca son chivos. — Ella tomó aire y miró a Robert y Sarah—. Sería mejor no usar la palabra "chaval" en el Courtyard porque los chivos son comestibles y los niños no lo son.

Simon vio todo el color de la cara de Eva Denby desaparecer.

—¿A qué hora se supone que deben mirar los edificios? — Preguntó.

Peter vaciló, luego miró su reloj de pulsera.
—Tenemos que ir ahora. — Sacó un billete de cinco dólares de su bolsillo y lo sostuvo en alto mientras miraba a su hijo—. Comparte esto con tu hermana y compra un regalo.

Robert tomó el dinero.

Otro golpe en la habitación de atrás seguido por una maldición gruñida en voz alta. Entonces Saltarín Wolfgard giró en la parte delantera de la tienda y vio el dinero en la mano de Robert.

«¡Galleta!»

Antes de que Simon pudiera agarrarlo, el joven Lobo con el cerebro de un saltante, arrebató el dinero de los dedos de Robert, le dio un par de rápidas mordidas y lo tragó.

Mierda, joder, maldición, pensó Simon. Agarrando la cola de Saltarín, tiró al Lobo hacia él, antes de mirar al chico. No había sangre, no había gritos, no había dedos que faltaran.

Mientras Simon cambió su agarre para sujetar a Saltarín por la piel, los ojos del menor se abrieron de sorpresa justo antes de que vomitara el dinero y la mitad de un ratón.

Sarah gritó y saltó lejos del desastre. Robert se inclinó para ver mejor.

«Vomite galleta,» dijo Saltarín.

—Lo siento, lo siento. — John Wolfgard corrió a la parte delantera de la tienda—. Él se alejó de mí.

—Se comió un ratón, — dijo Robert, sonando intrigado.

—Te comiste un gusano de una vez y vomitaste el gusano y un centavo que debiste habértelo tragado junto con eso. —Eva suspiró y miró a Simon—. ¿Tiene algún trapo o algo para limpiar eso?

—Yo me encargo de eso, — dijo Tess, viniendo a través del arco de Un Pequeño Bocado.

Simon no se molestó a jurar. El cabello de Tess estaba totalmente verde y ondulado, una señal de que estaba agitada por algo.

Los Denby observaron. Ruthie se detuvo. Saltarín trató de retorcerse del agarre de Simon y comerse el ratón regurgitado.

—Ustedes. Vayan con ella. —Tess señaló a los niños, luego a Ruthie—. Ustedes dos vayan a mirar a los edificios de apartamentos.— Señaló a Peter y Eva, y luego se volvió hacia John—. Lleva a Saltarín afuera. Y no le digas a Meg que se comió un ratón o no va a dejar que se quede con ella en la Oficina de Enlace.

Todo el mundo se apresuró a obedecer, dejándolo frente a Tess sobre un charco de vómito.

—Encuentra algo que hacer, — le dijo.

Este no era el momento para recordarle que él era el líder. La rodeó y se dirigió a las escaleras. Pero miró hacia atrás y vio a Tess observándolo. Ella no parecía feliz.

Por supuesto, él no iba a ser feliz tampoco si tenía que limpiar el vómito. Olía peor que los niños Denby.


* * *


Dejando Jake Crowgard posado sobre el mostrador de la Oficina del Enlace, Meg se lanzó a Las Tres P, la tienda del Courtyard de papel, sellos, e impresión. Cuando abrió la puerta trasera de su oficina unos minutos atrás, había visto las luces encenderse en la tienda, por lo que sabía que Lorne se estaba preparando para su día de trabajo.

Sólo necesito un par de minutos para comprobar a Lorne y asegurarme de que está bien con estar aquí hoy, Meg pensó mientras entraba en la tienda. Sólo unos pocos minutos...

Ella no había estado dentro de Las Tres P. Todo lo que necesitaba para hacer su trabajo en la Oficina del Enlace se lo habían dado, desde los bolígrafos y lápices hasta el portapapeles y bloc de papel que utilizaba. Ahora se quedó paralizada justo dentro de la puerta.

No hubo picor. No sentía los alfileres y agujas. No sentía una profecía. Pero mientras miraba a la gran cantidad de artículos en exposición, supo que entrar en la tienda había sido un error.

Entonces Lorne salió de la habitación de atrás y la vio.
—¿Meg?

Empezó a correr hacia ella, pero se detuvo, y se preguntó lo que vio en su rostro que le hiso parecer tan preocupado.

—¿Te pasa algo?—Preguntó.

No hay peligro aquí, ninguna amenaza, pensó Meg, sintiendo el pánico empezar a burbujear en su interior.

—Voy a llamar a Simon. — Lorne volvió hacia el mostrador y el teléfono.

—¡No! — Su vehemencia sorprendió a ambos—. No,— dijo de nuevo, luchando por recuperar el control—. No llames a Simon. Todavía no. Sólo necesito un minuto.

Ella no hablaba con Lorne de la forma en que hablaba con Merri y Ruth sobre las imágenes y cómo ella y la otras Casandra de sangre habían sido entrenadas en el recinto. Si trataba de explicar, ¿lo entendería?

Sólo había una forma de averiguarlo.

—He visto imágenes de tiendas de suministros de oficina, — dijo ella—. Si esto fuera una lección, mostraría una imagen general de la parte interior de la tienda. Pero no habría imágenes de una mercancía, una imagen para representar un determinado tipo de cosa.

—¿Entonces te mostraría el exterior de una agenda y tal vez una página interior que mostrara una cita? — Preguntó Lorne.

Meg asintió.
—Sólo teníamos las imágenes que los Nombre Caminantes querían que nosotras tuviéramos, en lugar de todo. — Ella hizo un gesto para indicar las estanterías de mercancía que llenaban las paredes y las dos unidades a la altura del pecho que proporcionaban más espacio de exhibición.

No le quedaba más tiempo. No podía dejar a Jake por su cuenta durante mucho tiempo, sobre todo cuando era su trabajo el recibir las entregas.

Lorne miró a su alrededor.
—Así que sin nadie que establezca límites, ¿tratarías de catalogar todo en la tienda como imágenes diferentes?

—Sí. Cuando vivía en el recinto, podría haber absorbido toda una carpeta de imágenes en el transcurso de un día. Pero hay tantas cosas que ver en el Courtyard, que hacerlo ahora sería abrumador. — Sobrecarga de información. Supresión, porque su mente se había cerrado durante unos minutos. Se había cerrado a las imágenes.

Su reacción a estar dentro de Las Tres P era otra confirmación de que las Casandra de sangre podrían absorber solamente algo, antes de que se cerraran o buscaran una manera de aliviar la presión dentro de ellas.

—¿Por qué viniste?—Preguntó Lorne.

Después de ir a Chucherías y brillantes, pensó que podía manejar entrar en Las Tres P, pero no podía ir más allá de la puerta. Hoy no.

—Escribí una carta a mi amiga Jean. Ella vive en la Isla Grande ahora. Pero es en papel y lleva un sobre y sello.

¿Había dicho algo que valiera la pena en esa carta? El acto de escribir que la había absorbido tanto que no podía recordar lo que había dicho. Ni siquiera sabía si había dicho algo que alguien más pudiera entender, ¿o había divagado, atrapada por la fascinación de ver el bolígrafo formar letras?

No era lo mismo que escribir la información sobre las entregas. Eso era sencillo. Y no era lo mismo que actualizar las listas de los libros que había leído o la música que le gustaba, o incluso el escribir algunos pensamientos acerca de su día. Ninguna de esas cosas le creaba esa compulsión de continuar, por el simple hecho de continuar.

De repente Meg entendió por qué la Crowgard le había cortado el pelo tan corto. Al igual que Meg escribiendo una carta,  había quedado atrapada por una nueva experiencia y no quería terminarla.

—¿Quieres algo de papelería? — Preguntó Lorne—. Tengo un poco de surtido.

¿Cuánto tiempo gastaría llenando pagina tras pagina?

—Mucho. Meg alcanzó la puerta detrás de ella. Tenía que volver a la oficina, a lo familiar.

—Espera ahí. — Lorne corrió hacia un estante cerca del mostrador. Rápidamente  seleccionó un puñado de artículos, y luego regresó, extendiéndoselos a ella—. Postales. Una foto en el frente. —Dio la vuelta a una—. Y en la parte blanca al otro lado. Pones un sello en esta esquina, y la dirección de la persona aquí. — Señaló a los dos lugares—. La otra mitad es donde se escribe un mensaje. El espacio es limitado.

Espacio limitado. Las palabras debería haber conjurado una imagen de algo que debería odiar. En cambio, sintió alivio.

Meg tomó las postales.
—Te debo dinero.

—Solo manda las cartas hoy. — Lorne abrió la puerta para ella, un gesto que  entendía significaba que tenía que irse—. Nos arreglaremos más tarde. Además, suena como que tienes una entrega, — añadió, cuando ambos escucharon el sonido de la puerta corredera lateral de una camioneta abrirse, luego cerrarse un momento después.

Meg se apresuró a volver a la oficina y llegó a la puerta de entrada privada a tiempo para ver a Jake coger un bolígrafo con su pico y ofrecer al repartidor. El hombre asintió a Meg, tomó la pluma de Jake, e hizo una anotación en el documento adjunto a su portapapeles.

Un repartidor dejando paquetes. Familiar. Jake jugando al juego del bolígrafo. Familiar.

Miró a las tarjetas postales en sus manos, fascinada por las fotografías de Saltos de Talulah. Todo lo que el agua vertía sobre el borde del mundo, creaba niebla y un arco iris.

Algo nuevo. Una experiencia limitada.

Meg se lanzó a la mesa en la sala de clasificación y coloco las cinco tarjetas postales, con la imagen hacia arriba. Tres de ellas eran de Saltos de Talulah. Una de ellas era un ciervo medio envuelto por una niebla que se levantaba desde el suelo. Y la última... Rocas rojas grandes levantándose de la tierra, sus cimas planas.

Mesetas.

Una efervescencia de emoción la invadió. Meseta. Lugar de descanso. Lugar estable donde las cosas podrían permanecer igual durante un tiempo, dando a la mente la oportunidad de ponerse al día.

¿Era por eso que, después de hacer tanto y absorber tanto, estaba en apuros ahora? Viviendo en el Courtyard, absorbía más imágenes e información en un día de lo que hubiera visto en una semana en el recinto. E incluso en el recinto, aunque nadie le habría dicho a las chicas por qué se hacía de esa manera, habría una semana de nuevas imágenes, y luego la siguiente para mirar las cosas que habían visto antes.

Meseta. Lugar de descanso. Un poco lo había hecho por instinto, tomaba una revista que había examinado antes, en lugar de ver la nueva edición. Pero no había prestado la suficiente atención, porque no había considerado lo importante que era parar antes de llegar a la sobrecarga. A partir de ahora, se daría a sí misma, más lugares de descanso.

Y si necesitaba esos lugares de descanso, también las otras chicas, especialmente las niñas que no habían elegido vivir en el mundo exterior.

Meg cogió el teléfono en la sala de clasificación y llamó Merri Lee.
—¿Merri? Me di cuenta de otra cosa que tenemos que poner en la Guía.





[1] Chavo: La palabra usada en el texto original es Kid. Es un juego de palabras que no fuimos capaces de encontrar la forma de plasmar en la traducción. La traducción de Kid en español tiene varias connotaciones; niño, chaval, chamaco etc., pero también significa cabrito, chivo.

4 comentarios:

  1. ¿Alguien tiene alguna sugerencia de como traducir "kid" para que quede mejor planteado la confusión de Simon que piensa que hablan de chivos, o cabritos?

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  2. Pues a mi me gusta como les ha quedado, asi que sin ideas, y gracias por el capitulo ^w^

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Fico emocionada e agradecida pelo cuidado e o zelo que vocês têm com o trabalho de tradução, mas, como disse Marina, gostei como ficou, está clara a confusão de Simon.

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