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domingo, 18 de marzo de 2018

Adelanto: Capítulo 10 - Lake Silence - Anne Bishop




CAPÍTULO 10



Grimshaw


Sunsday, 13 de Juin

El detective Swinn le dio a Grimshaw una mirada que hubiera chamuscado la pintura. Luego miró a Julian antes de salir de la estación de policía.

—No nos quiere, —dijo Julian.

Grimshaw dejó escapar un suspiro.
—Te va a hacer una verificación de antecedentes.

—Alguien normalmente lo hace, tarde o temprano.

¿Y entonces alguien sugiere que te vayas?

—¿Por qué los Sanguinati están interesados en Vicki DeVine? — Preguntó.

—Podría ser tan simple como que ella es quien tiene el control de El Jumble, —respondió Julian—. Llegó a Sproing el otoño pasado y comenzó a renovar la casa principal y algunas de las cabañas con el objetivo de tener las cosas listas para el verano, cuando se espera que la gente quiera alquilar un lugar para una escapada de fin de semana o unas vacaciones junto al lago. Hasta donde yo sé, esta es la primera vez que los Sanguinati se ponen en contacto con ella.

—Si los vampiros poseen tantos edificios en este pueblo como lo insinuó Ilya Sanguinati, ¿cómo todos pudieron fingir que los Otros se mantenían alejados de las personas que viven aquí?

Julian dudó.
—En otro lugar donde viví por un tiempo, tomé un trabajo como agente de la tierra: era quien cobraba el alquiler y arreglaba las reparaciones y escuchaba las quejas. Era una comunidad pequeña como esta, y los humanos juraban que nunca habían visto ningún tipo de Terráneo en su aldea, a pesar del hecho de que vivían alrededor de las montañas Addirondak y, ocasionalmente, cuando el suelo era blando después de una lluvia, se encontraban enormes huellas debajo de una ventana, evidencia de que algo se paraba sobre sus patas traseras para mirar dentro de la ventana del segundo piso. Había un hombre en esa ciudad que tenía un negocio paralelo haciendo moldes de yeso de esas huellas. La gente los colgaba en las paredes de sus habitaciones familiares y se los mostraba a los invitados, y aún juraban que los Otros no merodeaban por las calles por la noche, que algunas de las muertes particularmente espantosas que ocurrieron no fueron causadas por un gran enojo depredador. Wayne, mucha gente se mantiene cuerda fingiendo que los Terráneos están afuera y no son el individuo sentado a tu lado en el mostrador del restaurante.

—La única huésped actualmente en El Jumble es una de los Crowgard, —dijo Grimshaw.

—¿Vicki lo sabe?

—Si no lo sabía antes, ahora sí.

—¿Pero el Cuervo todavía está allí?

—Aún allí.

Una duda
—El Cuervo que conoce puede no ser la única Terránea viviendo en una de las cabañas o, al menos, viviendo en la tierra conectada a El Jumble.

El teléfono sonó. Cuando Grimshaw tomó el auricular, dijo:
—Eso mismo pensé. —Luego—: Estación de policía Sproing.

—O…oficial caído. O…oficial necesita una asistencia.

Dioses. No había otros policías en el área, excepto...
—¿Dónde estás?

—E…El Jumble.

—¿Puedes mantener tu posición?

—Sí.

—Estamos en camino. —Grimshaw colgó y llamó al número de la estación de policía de Bristol—. Soy el Oficial Grimshaw en Sproing. Dile al Capitán Hargreaves que tengo una situación en El Jumble. Oficial caído y otro oficial solicitando asistencia. Me dirijo allí ahora. Necesito a quien sea que me puedan enviar.

—¿No hay un equipo de la UIC en el área? ¿No pueden proporcionar respaldo? —Preguntó la operadora.

—Creo que es el equipo de la UIC quienes recibieron el golpe.

Silencio, por un latido de corazón.
—Procesaré la llamada.

Grimshaw colgó y miró a Julian.
—Vendrás conmigo.

—No. —Julian dio un paso atrás—. Ya no soy un policía. No tengo un arma.

Grimshaw se dirigió hacia la puerta.
—Todavía tienes un arma. Después de lo que pasaste, no te ibas a quedar sin un arma. Necesito a alguien que me respalde, Julian. Alguien en quien pueda confiar.

Salió por la puerta. No era un Intuye como Julian, pero tenía la sensación de que el hombre que recordaba, el hombre que había sido un maldito buen policía, no le dejaría meterse en problemas solo.

—Puedes tomar la escopeta, —dijo cuando Julian se sentó en el asiento del pasajero.

—¿Cuál de ellos llamó? — Preguntó Julian.

Grimshaw salió del estacionamiento e hizo un giro en U para dirigirse a El Jumble, las luces parpadeando y la sirena gritando.
—¿Mi conjetura? El bebé policía. Antes de que Swinn me mandara de paseo, vi a un niño con el equipo que no parecía lo suficientemente mayor para estar en la UIC. Apenas parecía lo suficientemente mayor como para haberse graduado de la academia.

—Swinn es su oficial al mando. ¿Por qué el niño no lo llamó?

—Tal vez porque Swinn es su oficial al mando. —Grimshaw se concentró en conducir por un minuto. Luego sacó una tarjeta de visita del bolsillo de su camisa—. Llama a Ilya Sanguinati y adviértele que no lleve a Vicki DeVine a casa hasta que sepamos lo que está pasando.

Julian tomó la tarjeta y sacó su teléfono móvil.

—¿Señor Sanguinati? —Dijo Julian cuando el vampiro contestó la llamada—. Hay algunos problemas en El Jumble. El oficial Grimshaw está en camino hacia allí ahora. Podría... Ya veo. —Pausa—. Si entiendo. Agradezco la información. —Terminó la llamada. La mano que sostenía el teléfono móvil se dejó caer en su regazo.

Grimshaw le lanzó una mirada a su amigo, que parecía antinaturalmente pálido.
—¿Qué?

—El Señor Sanguinati está llevando a Vicki a Albergue Silence. Dijo que los Antiguos no están contentos con los humanos en este momento, pero que la policía estará lo suficientemente segura como para rescatar al sobreviviente mientras no saquen las armas.

Apenas revisó el reflejo para pisar el freno.
—¿Antiguos? Dioses, Julian.

Cuando las personas hablaban de los Otros, pensaban en los vampiros o en los que podían cambiar a formas animales como Lobos y Osos y, sí, Cuervos. Pero a medida que las amenazas a los humanos pasaban, esos tipos de Terráneos palidecían en comparación con los Terráneos que eran conocidos como los Antiguos y  Elementales. Fueron la fuerza asesina que barrió el continente de Thaisia ​​el verano pasado, todo el maldito mundo. A diferencia de los cambiaformas y los vampiros, que podrían dejar que un humano viviera, si el encuentro era pacífico, los Antiguos no eran tan tolerantes, un hecho que todos los oficiales de policía que patrullaban las carreteras conocían. Esos hombres recorrían los caminos a través del país salvaje todos los días, y todos los días existía la posibilidad de que algo desde el borde decidiera no permitir que el humano manejara la ruidosa caja de metal con las luces intermitentes y llegara a su destino vivo.

—¿Dijo algo más?

—Dijo que debes solicitar una ambulancia o cualquier vehículo que lleve a los muertos cuando la policía atienda una llamada. Y deberías traer algunas bolsas para cadáveres.

Grimshaw redujo la velocidad cuando dobló por el camino de grava que conducía a la casa principal de El Jumble. Apagó la sirena pero pudo oír otras sirenas a lo lejos, acercándose. Apoyo. Ayuda. Eso esperaba.

Vieron el auto sin identificación donde había aterrizado justo al lado del camino de ripio. Lo que quedaba del auto. Algo había destrozado el baúl y el techo, perforado las puertas, roto todas las ventanas y arrancado las ruedas delanteras. Se aseguró de que el vehículo y la gente no pudieran escapar.

—Déjenme salir aquí, —dijo Julian—. Veré lo que puedo hacer por cualquiera dentro del automóvil.

—Estarás a la vista. Expuesto, —protestó Grimshaw.

—No llevaré un arma, así que debería estar lo suficientemente seguro.

El bebé policía todavía estaba adelante, por lo que tuvieron que separarse por si alguien en el auto todavía estaba vivo.

—Cuida tu espalda, —dijo.

Julian abrió la puerta, pero vaciló.
—Tengo la sensación de que todo irá bien mientras todos permanezcan tranquilos y profesionales.

¿Y si el miedo hace que alguien se ponga nervioso? No necesitaba, o quería, una respuesta a esa pregunta.

Julian salió y Grimshaw continuó hacia la casa. Cuando vio al joven oficial de pie de espaldas a la puerta de la casa, puso el auto en espera, tocó la medalla bajo su camisa y le susurró a Mikhos sus oraciones. Luego salió del auto, usando la puerta como escudo mientras miraba a su alrededor.

Hombre en el suelo a la vista de la casa, sin moverse. El bebé policía no parecía herido, al menos no sangraba en ninguna parte, pero podría estar en estado de shock.

Grimshaw se alejó del automóvil, cerró la puerta y se acercó al sobreviviente.
—¿Oficial?

—O...Osgood, señor. David Osgood.

—¿Estás herido?

—No señor. Yo era... Sólo estaba...

Grimshaw levantó una mano.
—Llegaremos a eso. ¿Alguien más alrededor?

Una risa abrupta e histérica, rápidamente cortada.

—Caw.

—Caw.

—Caw.

—Caw.

Una pregunta respondida pero no de la manera que él quería.

—Quédate ahí. —No es que esperara que el niño se moviera mientras se acercaba al hombre en el suelo.

Él no sabía cuándo dejó de moverse. Poco a poco se dio cuenta de que sus pies se habían congelado en su lugar una vez que su cerebro entendió lo que estaba viendo.

El oficial de la UIC yacía boca abajo. Grimshaw vio claramente la parte posterior de la chaqueta deportiva del hombre y la parte de atrás de su cabeza. También vio los zapatos que apuntaban hacia arriba.

Lesión espinal. Dioses encima y por debajo.

Después de ese momento de conmoción, se acercó al hombre para buscar el pulso y esperó no encontrar alguno.

Satisfecho de que no dejaba a un hombre herido, regresó a Osgood y condujo al joven oficial a su vehículo. Una vez dentro del automóvil con las puertas cerradas, como si una puerta cerrada proporcionara algún tipo de seguridad, llamó al capitán Hargreaves para informarle que no se requería un respaldo, pero se necesitaría otro equipo de la UIC para investigar el motivo del ataque, o al menos para tomar posesión del vehículo dañado.

Terminó la llamada a Hargreaves y se giró en su asiento para mirar a Osgood.

—¿Puedes decirme qué sucedió? —Tendrían que tomar una declaración formal, y tal vez él no debería ser quien hiciera preguntas ahora, pero Swinn no estaba allí y no quería que nadie tratara de convencer a Osgood para que cambiara su historia.

—El detective Swinn y el detective Reynolds llevaron a la señora DeVine a Sproing para responder algunas preguntas, —dijo Osgood—. Pero no antes de que la Sra. DeVine dejara en claro que no se nos permitía fisgonear dentro de su casa, automóvil o cabañas. Y algunos de ellos la escucharon decirlo.

Fisgonear. Una palabra interesante para que la use un policía. Lo que le decía que el poli bebé se había sentido incómodo con las órdenes de Swinn.

—Había una chica con la Sra. DeVine, una chica con cabello negro, —continuó Osgood—. Creo que ella era una de ellos.

—Ella es una de los Crowgard. —Estudió a Osgood—. Se llaman Terráneos o nativos de la tierra u Otros. Hablar de nosotros y ellos es parte de lo que causó el problema y provocó la muerte de mucha gente en el último año.

—Sí, señor. —Osgood no dijo nada por un minuto—. Una vez que el Detective Swinn se fue, el Detective Calhoun me dijo que me mantuviera al frente mientras él y el Detective Chesnik miraban atrás. Estaba revisando la silla de madera cerca de la puerta de entrada. Buena silla. Estaba pensando que a mi abuela le gustaría una así cuando hubo un...  bueno, un grito desde atrás. Baker me dijo que me quedara y corrí a la parte trasera de la casa. Los tres regresaron en un minuto. Calhoun y Baker tenían a Chesnik entre ellos. Había una corbata atada alrededor de la pierna de Chesnik, y la pernera de su pantalón estaba empapada de sangre. Gritaron algo acerca de que lo atacaron y necesitan llevarlo a un hospital. Así que pusieron a Chesnik en el asiento trasero y Calhoun comenzó a conducir por el camino de grava.

—¿Qué estaba haciendo Chesnik cuando fue atacado?

—No vi nada. Estaba afuera.

Bien, supongo que el próximo equipo de la UIC que venga a investigar descubrirá que alguien manipuló un candado pero no logró entrar.

—Escuché el choque del automóvil con algo, —dijo Osgood—. Pensé que tal vez Calhoun había estado manejando demasiado rápido en la grava y golpeó un árbol o algo así, y comencé a caminar por la carretera para ver si podía ayudar. Pero Baker debe haber escuchado algo en los árboles de allí porque se alejó de la casa y sacó su arma de servicio, y no estaba seguro de si debía quedarme y ayudarlo o ir a ayudar a Calhoun. Y entonces...  entonces...

—¿Qué viste? — Preguntó Grimshaw cuando Osgood dejó de hablar—. ¡Oficial! ¿Qué viste?

—¡No vi nada! —Una nota de histeria—. En un momento, Baker estaba huyendo de la casa y sacaba su arma y al siguiente... —Osgood tragó convulsivamente—. Algo lo agarró y lo retorció como si estuviera estrujando agua de un trapo mojado.

Osgood buscó en la puerta. Grimshaw soltó las cerraduras a tiempo para que el joven saliera del coche y se tambaleara unos pasos antes de inclinarse y vomitar.

Sonó el teléfono móvil de Grimshaw. Vigilando a Osgood, respondió.
—Grimshaw.

—El conductor todavía está vivo, pero tiene graves lesiones en la cabeza y el cuello, —dijo Julian—. No creo que lo logre, pero los TEM están aquí. También el departamento de bomberos voluntarios de Sproing. Dijeron que alguien los llamó y a los Técnicos de Emergencias Médicas y les dijeron que se acercaran a El Jumble. Creo que fue uno de los Sanguinati que estaban en el banco. Los voluntarios y Técnicos de Emergencias Médicas están trabajando para sacar al conductor del automóvil para que la ambulancia pueda llevarlo al Hospital de Bristol.

El conductor. Ese sería Calhoun.
—Largo trayecto para un hombre gravemente herido.

—No hay nada más cerca. Uno de los doctores de Sproing también está aquí. Hará lo que pueda para ayudar a que los TEM estabilicen al paciente, pero dice que el hombre necesita más ayuda de la que él y su oficina pueden brindar.

—¿Y el otro detective? —Cuando Julian no respondió, la voz de Grimshaw se agudizó—. ¿Julian?

—Algo le destrozó las piernas.

—¿Antiguos?

—No me corresponde a mí decirlo.

Sí. Especialmente al aire libre, donde no sabías quién o qué estaba escuchando.

—¿Qué hay de ti? — Julian preguntó—. ¿Encontraste al bebé policía?

—Está vomitando ahora, pero no parece estar físicamente herido. El otro hombre, el detective Baker...

—¿Qué hay de él?

—Él está muerto. Lesión espinal.

Escuchó a Julian tomar aliento.

—Subiré a encontrarme contigo

Quería decirle a Julian que se quedara quieto, pero se dio cuenta de que si Julian Farrow se sentía bien al ir más lejos en la tierra de El Jumble, no estarían en riesgo, hasta que alguien hiciera algo estúpido.


1 comentario:

  1. Guauuu mucha acción y muerte no aprenden todavía a tratar a los de la tierra Gracias

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