—Capítulo 4—
VALEK
¿Ben Moon
escapó con ayuda? ¿Quién podría haberlo sacado de la prisión de Wirral?
Probablemente un grupo de magos sin escrúpulos. Tendrían que ser inteligentes,
ingeniosos y poderosos para poder pasar por la muy hermética seguridad de
Wirral. Valek clavó las uñas en los apoyabrazos de la silla, pero mantuvo su
expresión neutra mientras el Comandante transmitía la información. Su primer
impulso -el de ir a la carrera hacia la Ciudadela para advertir y proteger a
Yelena-, latía contra su pecho hundido.
—Como ya he dicho,
no nos involucraremos en lo que es estrictamente un asunto de Sitia, —dijo el
Comandante, no dejándose engañar por la conducta tranquila de Valek.
—¿Cuánto hace
que esto sucedió? —Preguntó Valek.
El Comandante
se quedó inmóvil.
—No es asunto
nuestro.
Valek eligió
sus siguientes palabras con el máximo cuidado.
—No
directamente, pero la Enlace Zaltana fue emboscada y recibió un disparo de
flecha hace dos días.
—¿Qué...?
¿Cómo...? ¿Por qué no nos dijiste? —Janco farfulló con indignación.
La preocupación
endureció el rostro de Ari.
—Ella está
bien, —les aseguró Valek—. Kiki se hizo a un lado y la flecha no dio en su
corazón. —Les explicó lo que había sucedido.
—¿Y crees que
este ataque está relacionado con la huida de Ben Moon? —Preguntó el Comandante.
—Eso dependerá
del momento, señor.
—Ya veo. —El
Comandante Ambrose revisó el pergamino.
Valek suprimió
el deseo de arrebatárselo de la mano del hombre.
—El incidente
ocurrió hace diez días. Poco tiempo para que Ben haya planificado el ataque a Yelena.
—A menos que
sus compañeros lo planificaran, y todo lo que Ben tuvo que hacer fue aparecer y
ocultarse detrás del escudo de nulidad y esperar a por ella, —dijo Janco.
Buen punto,
salvo que el Comandante no se mostró impresionado.
—De todos
modos, vamos a dejar que el Consejo de Sitia maneje la investigación. Después
de todo, ella fue emboscada en Sitia. —El Comandante reunió sus archivos.
—¿Puedo enviar
un mensaje a Yelena, advirtiéndole sobre Ben? —Preguntó Valek.
—Probablemente
ya lo sabe, pero si sientes que es necesario, entonces adelante. —Se puso de
pie—. Espero informes diarios sobre su progreso con respecto a las rutas de
contrabando. —El Comandante se detuvo—. Valek, pasa por mis habitaciones más
tarde esta noche.
—Sí señor.
Él asintió con
la cabeza y salió de la Sala de Guerra.
Valek se quedó
mirando la puerta, preguntándose por qué el Comandante puntualizó la orden de
visitar sus habitaciones. Había sido su rutina desde la toma, ordenar la base
antes de acostarse. Valek y el Comandante habían pasado muchas noches juntos
discutiendo estrategias y hablando sobre los problemas, buscando soluciones.
Tal vez el
Comandante pensó que Valek se saltaría esta noche debido a todo el trabajo, que
sin duda tenía apilado mientras estuvo en Sitia. La pila de informes no era tan
preocupante como la indiferencia del Comandante Ambrose sobre la fuga de Ben,
totalmente contraria a la reacción de Valek. Por lo general, estaban en
sincronía y el Comandante compartía toda su información. Pero no dejó que Valek
viera esa carta, lo que le hizo sospechar que el Comandante había mentido u
ocultado algo. ¿Por qué?
Si Yelena hubiera
sido asesinada, la relación entre Ixia y Sitia se vería afectada. Probablemente
no lo suficiente como para provocar una guerra, pero habría aún más tensión que
esta tregua ya incómoda. Aunque que Valek acordaba que las nuevas rutas de
tráfico necesitaban ser descubiertas, el impacto de los productos en el mercado
negro en Ixia era menor en comparación.
Tal vez el
Comandante deseaba romper relaciones con Sitia y tenía previsto hablar con
Valek de ello esta noche.
—Sabes, el
Comandante no especificó a qué mensajero podrías enviar para advertir a Yelena,
—dijo Janco.
Valek esperó.
—Podríamos
entregarle ese mensaje, — dijo Ari, captándolo al momento—. Luego, nos quedamos
por los alrededores a investigar la operación de contrabando.
—Ah sí. La
mejor manera de descubrir las nuevas rutas, es infiltrándose en sus
operaciones. De hecho... —Janco golpeó la mesa—. Todavía tengo algunos
contactos en Fulgor. Puede ser que tengan algunos clientes potenciales para los
contrabandistas.
Janco había
trabajado como oficial encubierto en la prisión de máxima seguridad Wirral, que
estaba ubicada en la ciudad de Fulgor en tierras del Clan Moon.
—Pensé que
estabas deseando quedarte en Ixia y lejos de todos esos "magos arrogantes", —citó Valek.
Janco hizo un
pufff.
—Descubrir a
los contrabandistas es más importante.
Cierto. Sin
embargo, abalanzarse a lo desconocido no iba bien con él. Prefería reunir
información, recopilar datos, observar y luego infiltrarse antes de hacer un
arresto. Yelena tenía su magia, y había prometido volver a la Fortaleza de los
Magos antes de que se fuera. Sin duda, los Maestros le informarían de la
situación de Ben Moon y se asegurarían de que estuviera bien protegida.
La ira lo
encendió por un momento. Debería haber matado a Ben de inmediato. Valek se
había deslizado dentro de Wirral una vez antes de atar algunos cabos sueltos. Y
Ben Moon sin duda era un cabo suelto. Lástima que Ben no fue capturado en Ixia
como su hermano. Owen había intentado robar la Luna de Hielo de una mina de
diamantes en Ixia, coaccionó a Yelena de que le ayudará secuestrando a Leif. Un
mago inteligente y poderoso, Owen casi tuvo éxito, pero fue burlado y ejecutado
cuatro años atrás. Ben culpó a Yelena y, un año más tarde, intentó cortar su
garganta.
Valek meditó.
A pesar de las órdenes del Comandante, no tenía intención de dejar el asunto en
manos de las autoridades de Sitia.
—Antes de
hacer nada, voy a consultar con mi red en Sitia, —dijo Valek—. Uno de los
nuestros que ya tenga los ojos en Ben y su cohorte. Lo mismo con las nuevas
rutas de contrabando.
—¿Qué quieres
que hagamos mientras tanto? —Preguntó Ari.
—Ir de
compras.
—¿Compras?
—Janco se animó—. Yo podría usar una nueva daga y una espada corta y un par de
sais[1]. He
estado babeando por un par desde que Opal...
—No ese tipo
de compras, idiota, —dijo Ari—. Él quiere que compremos en el mercado negro.
—Correcto. Y
vean si pueden... convencer a los vendedores para que revelen sus fuentes.
—Sí señor.
Vamos a ir a primera hora de la mañana. —Ari se puso de pie.
Janco se
quejó.
—¿Qué hay de
malo en ir en la tarde? Vamos a evitar las multitudes y puedo ponerme al día
con mi sueño y hace más calor.
Ari ignoró a
su pareja y se dirigió hacia la puerta.
Janco lo
siguió.
—He estado
trabajando encubierto durante los últimos dos años. Es difícil descansar cuando
hay una posibilidad de despertarse con un cuchillo en la garganta. Debería
visitar a mi madre. No la he visto en...
La puerta
silenció el parloteo de Janco. Podría ser molesto y tenía poca capacidad de
prestar atención, pero se podía contar con él cuando una situación se tornaba
seria. Ahí se concentraba y era mortal con su espada.
Valek se sentó
un momento más, saboreando el silencio. Necesitaba revisar los montones de
informes que lo esperaban en su escritorio para que pudiera prepararse para el
encuentro de esa noche. La postura rígida del Comandante durante la cena, le
advertían que no sería agradable.
* * *
Como era de
esperar, las pilas de archivos llenaban cada pulgada cuadrada de su escritorio.
Aunque Maren había mantenido su oficina limpia de polvo, mientras estuvo en
Sitia la mayor parte del año pasado, la habitación olía a humedad y una falta
de ventilación presionada contra su piel. Valek se movió a través de las pilas
de libros y montones de piedras que cubrían el suelo, encendió las linternas y
velas en su escritorio, abrió la ventana de una grieta y se acomodó en su
silla.
Maren había
estado a cargo durante su ausencia. Una vez más, se preguntó a qué misión fue asignada y cuánto tiempo había
estado ausente. Tal vez lo averiguaría esta noche. Práctica como siempre, Maren
había organizado los informes en tres categorías; actualizaciones generales,
temas importantes y acciones requeridas. Las notas escritas en su sinuosa
letra, acompañaban cada una de ellas. Fácil, esto haría más fácil, pero aún
requería mucho tiempo ya que los informes de su red de espías estaban escritos
en un código que tenía que ser descifrado.
Colarse en
Wirral y ayudar al Clan Bloodrose a ganar su libertad era más atractivo que
tamizar a través de todos los archivos. Sin embargo, años de experiencia le
habían enseñado a Valek que las pepitas de oro de información residían dentro
de estas pilas. Sólo tenía que cavar a través de ellas una a la vez.
Horas después,
un ligero golpe llamó a su puerta, sacudiéndolo de una descripción detallada de
las operaciones de la cantera Hunecker en el DM-4.
—¿Sí? —Dijo,
agarrando el mango de su espada con la mano derecha y palmeando una daga con su
izquierda.
Un guardia
entró lentamente.
Hombre
inteligente.
—El Comandante
Ambrose se ha retirado para la noche, señor.
Valek estudió
el rostro del hombre, grabándose las características del guardia en la memoria.
—Gracias,
¿...?
Se enderezó.
—Sargento
Gerik, señor.
—Es nuevo.
¿Cuánto tiempo ha estado con el equipo de seguridad del Comandante?
—Tres
estaciones, señor. Fui asignado por la Consejera Maren.
Ah.
—¿Alguien más
ha sido promovido en mi ausencia?
—No señor.
—Gracias,
Gerik. Puede retirarse.
Gerik hizo un
giro y se fue. Valek añadió el nombre del hombre a la lista que había escrito
de elementos que necesitaba relevar. Personal nuevo al servicio del Comandante
no era algo inaudito, pero Valek realizaba una verificación de antecedentes
completa sobre cada candidato, antes de que fuera asignado. Tal vez el papeleo
para Gerik esperaba en una de las pilas que aún no había podido leer
detenidamente. Aquellos que le tomarían un par de días para ponerse al
corriente.
Al menos Valek
había encontrado algunas pistas que podrían llevarles a descubrir las nuevas
rutas de contrabando. Y, mejor aún, tenía un plan de acción que informar al
Comandante.
Valek esquivó
unos pocos archivos, apagó las linternas y las velas, y cerró la puerta de su
oficina. Las tres esclusas complejas prevenían que la mayoría de intrusos
pudieran entrar. Sin embargo, un profesional podría burlarlas en cuestión de
minutos.
Dirigiéndose a
la suite del Comandante, Valek pasó algunos sirvientes y soldados, los
reconoció a todos. Asintió a los que se encontraron con su mirada. Algunos
devolvieron el gesto, mientras que otros mantenían sus miradas en el suelo.
Dos puertas de
madera maciza custodiada por dos soldados, que Valek conocía bien, bloqueaban
la entrada de lo que supieron ser los aposentos reales del Rey. Los guardias
abrieron las puertas, permitiendo a Valek pasar al interior de un pasillo
corto.
Cuando las
fuerzas del Comandante tomaron el control de Ixia, hacía unos veintitrés años,
Ambrose dividió las extensas habitaciones del Rey en dos habitaciones, una para
él y otra para Valek. El pasillo tenía sólo dos puertas opuestas entre sí.
Valek llamó a la de la izquierda y esperó.
Un débil
"entra" sonó. Valek entró en la sala principal del Comandante. La
sala de estar del Comandante estaba a juego con el resto del castillo. En una
palabra, funcional. Tras la adquisición, Ambrose había despojado al castillo de
todos sus decoraciones opulentas. Pinturas fueron retiradas, tapices y estatuas
triturados y aplastados. Si no tenían un propósito específico o útil, no tenían
razón de permanecer.
En lugar de
sentarse en su sillón favorito junto a la chimenea, el Comandante estaba
sentado detrás de su escritorio frente a la entrada. Todavía llevaba su uniforme.
Una mala señal. Valek se acercó.
—Siéntate. —El
Comandante señaló una silla dura con su pluma—. Informes.
Valek se sentó
en el borde.
—Ari y Janco
van a olfatear alrededor de los mercados mañana y verán si pueden obtener una
ventaja sobre los proveedores de los bienes ilegales. Una vez que los hayamos
identificado, vamos a seguirlos y ver donde cruzan para regresar a Sitia.
—Un buen
comienzo. ¿Algo más?
—No pero...
—Puedes
retirarte. —El Comandante volvió a su trabajo.
Valek no se
movió.
El Comandante
lo ignoró. Valek estudió a su jefe. Delgado, bien afeitado a pesar de la hora,
y con un par de arrugas más desde la última vez que Valek estuvo en Ixia.
Habían trabajado juntos durante los últimos veinticuatro años. Una fría furia
emanaba de Ambrose y Valek no iba a salir hasta que descubriera el por qué.
La parte
superior del escritorio se parecía al resto de la habitación: limpio,
espartano, y no había tinta manchando la madera. Sin embargo, una única
decoración se destacaba en medio de la desnudez. Una flor de cananga elaborada
a partir de pequeñas piedras multicolores pegadas entre sí. Probablemente un
regalo de Yelena. En su clan, los Zaltana, había una serie de artistas que
creaban esas figuras.
—Estás
desobedeciendo una orden directa, Valek. ¿Tengo que llamar a los guardias y
arrestarte?
—¿Tengo
permiso para hablar libremente, señor? —Preguntó Valek.
—¿Y si digo
que no?
—Entonces
tendrás que llamar a los guardias.
El Comandante
dejó la pluma.
—Tienes un
minuto.
—Escúpelo,
Ambrose. ¿Por qué estás tan molesto conmigo?
El silencio se
prolongó.
Valek agitó
una mano, señalando a ambos.
—Esto no va a
funcionar. Si ya no tenemos una relación abierta entre nosotros compartiendo
ideas de ida y vuelta sin pestañear, entonces despídeme o arréstame.
Nada.
Último
intento.
—Nuestra
relación siempre se ha basado en la completa confianza y...
—Y yo confiaba
en que tú me lo decías todo.
Ah. Allí
estaba. Valek había mantenido una cosa del Comandante. Le informó todas sus aventuras
en Sitia, y obtuvo el permiso para prestar ayuda, pero no había informado a
Ambrose sobre el hecho preocupante de que un escudo de nulidad en una burbuja
podría atraparlo. ¿La razón? Inicialmente para evitar que el conocimiento se
propagara. Pero al omitir al Comandante de la lista de los que lo sabían, Valek
actuó como si no confiara en el Comandante, lo cual no era cierto en absoluto.
Así que ¿por qué no le dijo?
—Lo siento.
¿Cómo lo
descubrió el Comandante? ¿Quién sabía? Los que lucharon en la revuelta
Bloodrose: Opal, Devlen, Ari, Janco, Quinn, Kade, Heli, Nic y Eve. Una lista
extensa. ¿Quién tuvo la oportunidad? Cualquiera podría haber enviado un
mensaje, pero ¿por qué lo harían? Sólo tres personas habían estado en Ixia
desde entonces: Ari, Janco y Kade.
—No es
suficiente, Valek.
—Tienes razón.
—Se puso de pie—. Voy a juntar...
—Siéntate.
Valek volvió a
sentarse.
El Comandante
estudió a Valek. La fuerza de su mirada había quebrado a muchas personas,
dejándolos en un lío tembloroso, ya fuera que pidieran perdón o confesaran
todos los crímenes. Era impresionante. Y Valek sospechaba que el Comandante
utilizaba una forma de magia a pesar de que Valek nunca lo había sentido. Para
él, la magia empujaba contra su piel como la melaza. Cuanto más fuerte era el
poder, más grueso era el aire a su alrededor. La estimación del Comandante, sin
duda cargaba el peso suficiente. La cicatriz en forma de C en su pecho quemaba
en respuesta.
—¿Por qué?
—Preguntó Ambrose.
Cavando
profundamente dentro de sí mismo, Valek examinó la pregunta. Su inmunidad a la
magia no era sólo una parte de él, sino una protección. Años de práctica habían
perfeccionado sus habilidades de combate, y las experiencias con espías,
criminales y estafadores le habían dado una mente aguda. Quedar atrapado en una
burbuja de nulidad y encerrado dentro de un campo de fuerza invisible de magia
le irritaba. Una tontería que tenía circunstancias tan extremas. Pero su
debilidad significaba que ya no podía ser ... ¿Qué? ¿Invencible? ¿Tenía ese
enorme ego? ¿O era otra cosa totalmente distinta ...?
—Por miedo,
—dijo Valek en voz baja—. A que una vez que supieras, ya no me necesitarías. Me
estoy haciendo viejo, y Ari y Janco pueden...
—Volverme
loco. No gracias. ¿De verdad crees que te habría sustituido a causa de un
inconveniente? En realidad, dos.
—¿Dos?
—Yelena.
—Creo que es
un activo.
—Hasta que no
se vea comprometida su vida. Esa sería la forma más fácil de hacerte daño. O
influir en ti.
Cierto.
—Creo que sólo
necesito más tiempo para adaptarme a ... mi situación.
—El tiempo es
una excelente manera de ganar perspectiva. Confío en que esto no vuelva a suceder.
—Sí señor.
El Comandante
se apartó de su escritorio y tomó una botella de brandy antes de instalarse en
el sillón de gamuza cerúleo. Agitó Valek a sentarse en la otra silla y sirvió
dos copas.
Valek bebió el
líquido picante. Mora. Un agradable calor se extendió en el estómago y sonrió,
recordando cuando le enseñó a Yelena cómo detectar venenos en varios sabores de
brandy. Ella se había emborrachado en la reunión de brandy del General y trató
de seducirlo. Hablando de autocontrol. Valek la había depositado en su
dormitorio y trancó la puerta antes de violarla. La preocupación había
triunfado sobre el deseo. Podría haberlo lamentado cuando estuviera sobria, y
él quería más de ella que una aventura de una noche de borrachos.
Con la tensión
entre él y el Comandante ya pasada, Valek le preguntó cómo se había enterado
acerca del escudo de nulidad.
—Janco lo
mencionó antes de tu llegada. Supuso que lo sabía y no lo corregí. Y durante su
monólogo a modo de charla, comentó que él tenía una cierta sensibilidad a la
magia. ¿Es eso cierto?
—Sí, él es
bastante bueno viendo a través de las ilusiones mágicas.
—Útil. ¿Qué
hay de Opal Cowan? Después de todo ese entrenamiento, ¿se va a unir a tu
equipo?
—No del todo.
—Valek bebió un trago de brandy—. Ella se ofreció a ayudar si es que la
necesitamos. —Dejó el vaso—. Y te envió un presente.
—¿Uno de sus
animales de vidrio?
—No. Ya no es
capaz de hacer sus mensajeros mágicos, pero lo que puede hacer ahora es mucho
más útil para nosotros.
—¿Oh?
—Ya vuelvo. —Valek
se precipitó a través del pasillo y agarró el paquete de sus alforjas que
habían sido entregadas según lo prometido. Volvió y se lo entregó al
Comandante.
Al desenvolver
la tela, Ambrose descubrió un gato de nieve de vidrio muy realista. Examinó la
estatua del tamaño de una mano.
—Su habilidad
artística ha mejorado, pero no brilla con un fuego interior. —Él levantó una
ceja delgada, invitando a Valek a explicarse.
—El fuego era
su magia atrapada en el interior. —Y sólo era visible para los magos y el
Comandante—. Lo que hay dentro de ese gato de nieve, es un poco de su
inmunidad. Lo que estás sosteniendo es un detector de magia. Cuando un mago usa
magia cerca de ese gato, parpadeará con luz, avisándote de su presencia.
—Inteligente.
¿Está produciendo masivamente para los Sítianos?
—Los
consejeros tienen todos uno como protección, y en caso de que un mago corrupto
intente usar la magia para influir en ellos. En cuanto a la producción en masa,
no sé qué planea Opal. El Consejo de Sitia desea estar a cargo de la
distribución, pero Opal no les dará el control. Creo que dejará que su padre
maneje la asignación de los detectores.
—Sensato. —El
Comandante dio un golpecito con el dedo en el vidrio—. Y nuestros espías pueden
comprar más de estos para nosotros, tarde emparejan un poco las cosas entre
Ixia y Sitia.
—Todavía
tienen esos súper mensajeros.
Ambrose
frunció el ceño.
—Los que nos dejaron
en una desventaja extrema.
Valek estuvo
de acuerdo. El mensajero era un cubo de vidrio con un diamante negro mágico,
cargado en su corazón. Los cubos permitían a los magos comunicarse a través de
grandes distancias al instante. Una herramienta indispensable, y uno que daría
a Sitia una gran ventaja durante una guerra.
—Podemos
contratar a magos y ya no tendrían la
ventaja, —dijo Valek a pesar del ceño del Comandante—. Sabes cuan versátiles
son los magos y en cuántas formas podrían ayudar a Ixia.
—Es mejor
hacer que los Sítianos dejen de hacer los súper mensajeros. Si asesinamos a
Quinn Bloodrose, Sitia no podrá producir más.
La idea de
matar a Quinn no le cayó bien a Valek.
—No
exactamente. Todavía podrán cargar los negros con magia y encerrarlos en
vidrio, pero una vez que la magia se acabe, serían inútiles. Quinn es el único
que puede recargarlas sin agrietar el diamante.
—Entonces
tenemos que robar los diamantes y sabotear sus operaciones mineras.
Una vez que
habían ganado su libertad, el clan Bloodrose mantenía el dragado de la arena de
los diamantes negros, se hundían más en el mar con cada barrido. Pronto
tendrían que utilizar botes.
—Sería
difícil. —Su estómago se revolvió.
—Investiga
después de encontrar la nueva ruta de contrabando. —El Comandante terminó su
bebida—. Tengo que escribir una nota al General Rasmussen y ponerlo a comprobar
sus playas por los diamantes negros. —Volvió a su escritorio.
Valek levantó
su vaso. La luz del fuego se reflejaba en el líquido ámbar. Un aleatorio paso
extraño sonaba detrás de él. Él se puso de pie, tiró su daga y giró en un
movimiento fluido.
Una figura vestida
de pies a cabeza de negro apretó un cuchillo en la garganta del Comandante.
[1]
Sais: El sai (釵) es una arma de origen asiático. Se
cree que fue una herramienta agrícola que se convirtió en arma, pero también se
afirma que evolucionó desde un principio como un arma. Su forma básica es la de
una daga sin filo pero con una aguda punta, con dos largas protecciones
laterales ('guarda manos' o tsuba en Japonés) también puntiagudas, unidas a la
empuñadura.
Y se vuelve más y más interesante.
ResponderEliminarGracias.
Awwww que emocion!!! Gracias chicas por traducir los libros que han salido de la saga. Las quierooo ��������
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDos capitulos 2015 dos capitulos 2016...creo que tendré una muy laaaaaarga espera ;)
ResponderEliminarCada vez que entro en la computadora checo desde el año pasado haber cuando estará el libro jajaja, gracias por el esfuerzo espero y salga pronto C: ♥
ResponderEliminarBuenas tardes,leyendo sus publicaciones entonces no es posible la traducción de el libro.? He leido algunas de sus traducciones y me parecen geniales. La verdad muchos esperamos este, Ojalá lo retomen. Gracias por todo
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