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viernes, 20 de mayo de 2016

Adelanto Capítulo 4: Shadow Study - Maria V. Snyder


—Capítulo 4—




VALEK

¿Ben Moon escapó con ayuda? ¿Quién podría haberlo sacado de la prisión de Wirral? Probablemente un grupo de magos sin escrúpulos. Tendrían que ser inteligentes, ingeniosos y poderosos para poder pasar por la muy hermética seguridad de Wirral. Valek clavó las uñas en los apoyabrazos de la silla, pero mantuvo su expresión neutra mientras el Comandante transmitía la información. Su primer impulso -el de ir a la carrera hacia la Ciudadela para advertir y proteger a Yelena-, latía contra su pecho hundido.

—Como ya he dicho, no nos involucraremos en lo que es estrictamente un asunto de Sitia, —dijo el Comandante, no dejándose engañar por la conducta tranquila de Valek.

—¿Cuánto hace que esto sucedió? —Preguntó Valek.

El Comandante se quedó inmóvil.
—No es asunto nuestro.

Valek eligió sus siguientes palabras con el máximo cuidado.
—No directamente, pero la Enlace Zaltana fue emboscada y recibió un disparo de flecha hace dos días.

—¿Qué...? ¿Cómo...? ¿Por qué no nos dijiste? —Janco farfulló con indignación.

La preocupación endureció el rostro de Ari.

—Ella está bien, —les aseguró Valek—. Kiki se hizo a un lado y la flecha no dio en su corazón. —Les explicó lo que había sucedido.

—¿Y crees que este ataque está relacionado con la huida de Ben Moon? —Preguntó el Comandante.

—Eso dependerá del momento, señor.

—Ya veo. —El Comandante Ambrose revisó el pergamino.

Valek suprimió el deseo de arrebatárselo de la mano del hombre.

—El incidente ocurrió hace diez días. Poco tiempo para que Ben haya planificado el ataque a Yelena.

—A menos que sus compañeros lo planificaran, y todo lo que Ben tuvo que hacer fue aparecer y ocultarse detrás del escudo de nulidad y esperar a por ella, —dijo Janco.

Buen punto, salvo que el Comandante no se mostró impresionado.

—De todos modos, vamos a dejar que el Consejo de Sitia maneje la investigación. Después de todo, ella fue emboscada en Sitia. —El Comandante reunió sus archivos.

—¿Puedo enviar un mensaje a Yelena, advirtiéndole sobre Ben? —Preguntó Valek.

—Probablemente ya lo sabe, pero si sientes que es necesario, entonces adelante. —Se puso de pie—. Espero informes diarios sobre su progreso con respecto a las rutas de contrabando. —El Comandante se detuvo—. Valek, pasa por mis habitaciones más tarde esta noche.

—Sí señor.

Él asintió con la cabeza y salió de la Sala de Guerra.

Valek se quedó mirando la puerta, preguntándose por qué el Comandante puntualizó la orden de visitar sus habitaciones. Había sido su rutina desde la toma, ordenar la base antes de acostarse. Valek y el Comandante habían pasado muchas noches juntos discutiendo estrategias y hablando sobre los problemas, buscando soluciones.

Tal vez el Comandante pensó que Valek se saltaría esta noche debido a todo el trabajo, que sin duda tenía apilado mientras estuvo en Sitia. La pila de informes no era tan preocupante como la indiferencia del Comandante Ambrose sobre la fuga de Ben, totalmente contraria a la reacción de Valek. Por lo general, estaban en sincronía y el Comandante compartía toda su información. Pero no dejó que Valek viera esa carta, lo que le hizo sospechar que el Comandante había mentido u ocultado algo. ¿Por qué?

Si Yelena hubiera sido asesinada, la relación entre Ixia y Sitia se vería afectada. Probablemente no lo suficiente como para provocar una guerra, pero habría aún más tensión que esta tregua ya incómoda. Aunque que Valek acordaba que las nuevas rutas de tráfico necesitaban ser descubiertas, el impacto de los productos en el mercado negro en Ixia era menor en comparación.

Tal vez el Comandante deseaba romper relaciones con Sitia y tenía previsto hablar con Valek de ello esta noche.

—Sabes, el Comandante no especificó a qué mensajero podrías enviar para advertir a Yelena, —dijo Janco.

Valek esperó.

—Podríamos entregarle ese mensaje, — dijo Ari, captándolo al momento—. Luego, nos quedamos por los alrededores a investigar la operación de contrabando.

—Ah sí. La mejor manera de descubrir las nuevas rutas, es infiltrándose en sus operaciones. De hecho... —Janco golpeó la mesa—. Todavía tengo algunos contactos en Fulgor. Puede ser que tengan algunos clientes potenciales para los contrabandistas.

Janco había trabajado como oficial encubierto en la prisión de máxima seguridad Wirral, que estaba ubicada en la ciudad de Fulgor en tierras del Clan Moon.

—Pensé que estabas deseando quedarte en Ixia y lejos de todos esos "magos arrogantes", —citó Valek.

Janco hizo un pufff.
—Descubrir a los contrabandistas es más importante.

Cierto. Sin embargo, abalanzarse a lo desconocido no iba bien con él. Prefería reunir información, recopilar datos, observar y luego infiltrarse antes de hacer un arresto. Yelena tenía su magia, y había prometido volver a la Fortaleza de los Magos antes de que se fuera. Sin duda, los Maestros le informarían de la situación de Ben Moon y se asegurarían de que estuviera bien protegida.

La ira lo encendió por un momento. Debería haber matado a Ben de inmediato. Valek se había deslizado dentro de Wirral una vez antes de atar algunos cabos sueltos. Y Ben Moon sin duda era un cabo suelto. Lástima que Ben no fue capturado en Ixia como su hermano. Owen había intentado robar la Luna de Hielo de una mina de diamantes en Ixia, coaccionó a Yelena de que le ayudará secuestrando a Leif. Un mago inteligente y poderoso, Owen casi tuvo éxito, pero fue burlado y ejecutado cuatro años atrás. Ben culpó a Yelena y, un año más tarde, intentó cortar su garganta.

Valek meditó. A pesar de las órdenes del Comandante, no tenía intención de dejar el asunto en manos de las autoridades de Sitia.

—Antes de hacer nada, voy a consultar con mi red en Sitia, —dijo Valek—. Uno de los nuestros que ya tenga los ojos en Ben y su cohorte. Lo mismo con las nuevas rutas de contrabando.

—¿Qué quieres que hagamos mientras tanto? —Preguntó Ari.

—Ir de compras.

—¿Compras? —Janco se animó—. Yo podría usar una nueva daga y una espada corta y un par de sais[1]. He estado babeando por un par desde que Opal...

—No ese tipo de compras, idiota, —dijo Ari—. Él quiere que compremos en el mercado negro.

—Correcto. Y vean si pueden... convencer a los vendedores para que revelen sus fuentes.

—Sí señor. Vamos a ir a primera hora de la mañana. —Ari se puso de pie.

Janco se quejó.
—¿Qué hay de malo en ir en la tarde? Vamos a evitar las multitudes y puedo ponerme al día con mi sueño y hace más calor.

Ari ignoró a su pareja y se dirigió hacia la puerta.

Janco lo siguió.
—He estado trabajando encubierto durante los últimos dos años. Es difícil descansar cuando hay una posibilidad de despertarse con un cuchillo en la garganta. Debería visitar a mi madre. No la he visto en...

La puerta silenció el parloteo de Janco. Podría ser molesto y tenía poca capacidad de prestar atención, pero se podía contar con él cuando una situación se tornaba seria. Ahí se concentraba y era mortal con su espada.

Valek se sentó un momento más, saboreando el silencio. Necesitaba revisar los montones de informes que lo esperaban en su escritorio para que pudiera prepararse para el encuentro de esa noche. La postura rígida del Comandante durante la cena, le advertían que no sería agradable.

* * *

Como era de esperar, las pilas de archivos llenaban cada pulgada cuadrada de su escritorio. Aunque Maren había mantenido su oficina limpia de polvo, mientras estuvo en Sitia la mayor parte del año pasado, la habitación olía a humedad y una falta de ventilación presionada contra su piel. Valek se movió a través de las pilas de libros y montones de piedras que cubrían el suelo, encendió las linternas y velas en su escritorio, abrió la ventana de una grieta y se acomodó en su silla.

Maren había estado a cargo durante su ausencia. Una vez más, se preguntó a qué  misión fue asignada y cuánto tiempo había estado ausente. Tal vez lo averiguaría esta noche. Práctica como siempre, Maren había organizado los informes en tres categorías; actualizaciones generales, temas importantes y acciones requeridas. Las notas escritas en su sinuosa letra, acompañaban cada una de ellas. Fácil, esto haría más fácil, pero aún requería mucho tiempo ya que los informes de su red de espías estaban escritos en un código que tenía que ser descifrado.

Colarse en Wirral y ayudar al Clan Bloodrose a ganar su libertad era más atractivo que tamizar a través de todos los archivos. Sin embargo, años de experiencia le habían enseñado a Valek que las pepitas de oro de información residían dentro de estas pilas. Sólo tenía que cavar a través de ellas una a la vez.

Horas después, un ligero golpe llamó a su puerta, sacudiéndolo de una descripción detallada de las operaciones de la cantera Hunecker en el DM-4.

—¿Sí? —Dijo, agarrando el mango de su espada con la mano derecha y palmeando una daga con su izquierda.

Un guardia entró lentamente.

Hombre inteligente.

—El Comandante Ambrose se ha retirado para la noche, señor.

Valek estudió el rostro del hombre, grabándose las características del guardia en la memoria.
—Gracias, ¿...?

Se enderezó.
—Sargento Gerik, señor.

—Es nuevo. ¿Cuánto tiempo ha estado con el equipo de seguridad del Comandante?

—Tres estaciones, señor. Fui asignado por la Consejera Maren.

Ah.
—¿Alguien más ha sido promovido en mi ausencia?

—No señor.

—Gracias, Gerik. Puede retirarse.

Gerik hizo un giro y se fue. Valek añadió el nombre del hombre a la lista que había escrito de elementos que necesitaba relevar. Personal nuevo al servicio del Comandante no era algo inaudito, pero Valek realizaba una verificación de antecedentes completa sobre cada candidato, antes de que fuera asignado. Tal vez el papeleo para Gerik esperaba en una de las pilas que aún no había podido leer detenidamente. Aquellos que le tomarían un par de días para ponerse al corriente.

Al menos Valek había encontrado algunas pistas que podrían llevarles a descubrir las nuevas rutas de contrabando. Y, mejor aún, tenía un plan de acción que informar al Comandante.

Valek esquivó unos pocos archivos, apagó las linternas y las velas, y cerró la puerta de su oficina. Las tres esclusas complejas prevenían que la mayoría de intrusos pudieran entrar. Sin embargo, un profesional podría burlarlas en cuestión de minutos.

Dirigiéndose a la suite del Comandante, Valek pasó algunos sirvientes y soldados, los reconoció a todos. Asintió a los que se encontraron con su mirada. Algunos devolvieron el gesto, mientras que otros mantenían sus miradas en el suelo.

Dos puertas de madera maciza custodiada por dos soldados, que Valek conocía bien, bloqueaban la entrada de lo que supieron ser los aposentos reales del Rey. Los guardias abrieron las puertas, permitiendo a Valek pasar al interior de un pasillo corto.

Cuando las fuerzas del Comandante tomaron el control de Ixia, hacía unos veintitrés años, Ambrose dividió las extensas habitaciones del Rey en dos habitaciones, una para él y otra para Valek. El pasillo tenía sólo dos puertas opuestas entre sí. Valek llamó a la de la izquierda y esperó.

Un débil "entra" sonó. Valek entró en la sala principal del Comandante. La sala de estar del Comandante estaba a juego con el resto del castillo. En una palabra, funcional. Tras la adquisición, Ambrose había despojado al castillo de todos sus decoraciones opulentas. Pinturas fueron retiradas, tapices y estatuas triturados y aplastados. Si no tenían un propósito específico o útil, no tenían razón de permanecer.

En lugar de sentarse en su sillón favorito junto a la chimenea, el Comandante estaba sentado detrás de su escritorio frente a la entrada. Todavía llevaba su uniforme. Una mala señal. Valek se acercó.

—Siéntate. —El Comandante señaló una silla dura con su pluma—. Informes.

Valek se sentó en el borde.
—Ari y Janco van a olfatear alrededor de los mercados mañana y verán si pueden obtener una ventaja sobre los proveedores de los bienes ilegales. Una vez que los hayamos identificado, vamos a seguirlos y ver donde cruzan para regresar a Sitia.

—Un buen comienzo. ¿Algo más?

—No pero...

—Puedes retirarte. —El Comandante volvió a su trabajo.

Valek no se movió.

El Comandante lo ignoró. Valek estudió a su jefe. Delgado, bien afeitado a pesar de la hora, y con un par de arrugas más desde la última vez que Valek estuvo en Ixia. Habían trabajado juntos durante los últimos veinticuatro años. Una fría furia emanaba de Ambrose y Valek no iba a salir hasta que descubriera el por qué.

La parte superior del escritorio se parecía al resto de la habitación: limpio, espartano, y no había tinta manchando la madera. Sin embargo, una única decoración se destacaba en medio de la desnudez. Una flor de cananga elaborada a partir de pequeñas piedras multicolores pegadas entre sí. Probablemente un regalo de Yelena. En su clan, los Zaltana, había una serie de artistas que creaban esas figuras.

—Estás desobedeciendo una orden directa, Valek. ¿Tengo que llamar a los guardias y arrestarte?

—¿Tengo permiso para hablar libremente, señor? —Preguntó Valek.

—¿Y si digo que no?

—Entonces tendrás que llamar a los guardias.

El Comandante dejó la pluma.
—Tienes un minuto.

—Escúpelo, Ambrose. ¿Por qué estás tan molesto conmigo?

El silencio se prolongó.

Valek agitó una mano, señalando a ambos.
—Esto no va a funcionar. Si ya no tenemos una relación abierta entre nosotros compartiendo ideas de ida y vuelta sin pestañear, entonces despídeme o arréstame.

Nada.

Último intento.
—Nuestra relación siempre se ha basado en la completa confianza y...

—Y yo confiaba en que tú me lo decías todo.

Ah. Allí estaba. Valek había mantenido una cosa del Comandante. Le informó todas sus aventuras en Sitia, y obtuvo el permiso para prestar ayuda, pero no había informado a Ambrose sobre el hecho preocupante de que un escudo de nulidad en una burbuja podría atraparlo. ¿La razón? Inicialmente para evitar que el conocimiento se propagara. Pero al omitir al Comandante de la lista de los que lo sabían, Valek actuó como si no confiara en el Comandante, lo cual no era cierto en absoluto. Así que ¿por qué no le dijo?

—Lo siento.

¿Cómo lo descubrió el Comandante? ¿Quién sabía? Los que lucharon en la revuelta Bloodrose: Opal, Devlen, Ari, Janco, Quinn, Kade, Heli, Nic y Eve. Una lista extensa. ¿Quién tuvo la oportunidad? Cualquiera podría haber enviado un mensaje, pero ¿por qué lo harían? Sólo tres personas habían estado en Ixia desde entonces: Ari, Janco y Kade.

—No es suficiente, Valek.

—Tienes razón. —Se puso de pie—. Voy a juntar...

—Siéntate.

Valek volvió a sentarse.

El Comandante estudió a Valek. La fuerza de su mirada había quebrado a muchas personas, dejándolos en un lío tembloroso, ya fuera que pidieran perdón o confesaran todos los crímenes. Era impresionante. Y Valek sospechaba que el Comandante utilizaba una forma de magia a pesar de que Valek nunca lo había sentido. Para él, la magia empujaba contra su piel como la melaza. Cuanto más fuerte era el poder, más grueso era el aire a su alrededor. La estimación del Comandante, sin duda cargaba el peso suficiente. La cicatriz en forma de C en su pecho quemaba en respuesta.

—¿Por qué? —Preguntó Ambrose.

Cavando profundamente dentro de sí mismo, Valek examinó la pregunta. Su inmunidad a la magia no era sólo una parte de él, sino una protección. Años de práctica habían perfeccionado sus habilidades de combate, y las experiencias con espías, criminales y estafadores le habían dado una mente aguda. Quedar atrapado en una burbuja de nulidad y encerrado dentro de un campo de fuerza invisible de magia le irritaba. Una tontería que tenía circunstancias tan extremas. Pero su debilidad significaba que ya no podía ser ... ¿Qué? ¿Invencible? ¿Tenía ese enorme ego? ¿O era otra cosa totalmente distinta ...?

—Por miedo, —dijo Valek en voz baja—. A que una vez que supieras, ya no me necesitarías. Me estoy haciendo viejo, y Ari y Janco pueden...

—Volverme loco. No gracias. ¿De verdad crees que te habría sustituido a causa de un inconveniente? En realidad, dos.

—¿Dos?

—Yelena.

—Creo que es un activo.

—Hasta que no se vea comprometida su vida. Esa sería la forma más fácil de hacerte daño. O influir en ti.

Cierto.
—Creo que sólo necesito más tiempo para adaptarme a ... mi situación.

—El tiempo es una excelente manera de ganar perspectiva. Confío en que esto no vuelva a suceder.

—Sí señor.

El Comandante se apartó de su escritorio y tomó una botella de brandy antes de instalarse en el sillón de gamuza cerúleo. Agitó Valek a sentarse en la otra silla y sirvió dos copas.

Valek bebió el líquido picante. Mora. Un agradable calor se extendió en el estómago y sonrió, recordando cuando le enseñó a Yelena cómo detectar venenos en varios sabores de brandy. Ella se había emborrachado en la reunión de brandy del General y trató de seducirlo. Hablando de autocontrol. Valek la había depositado en su dormitorio y trancó la puerta antes de violarla. La preocupación había triunfado sobre el deseo. Podría haberlo lamentado cuando estuviera sobria, y él quería más de ella que una aventura de una noche de borrachos.

Con la tensión entre él y el Comandante ya pasada, Valek le preguntó cómo se había enterado acerca del escudo de nulidad.

—Janco lo mencionó antes de tu llegada. Supuso que lo sabía y no lo corregí. Y durante su monólogo a modo de charla, comentó que él tenía una cierta sensibilidad a la magia. ¿Es eso cierto?

—Sí, él es bastante bueno viendo a través de las ilusiones mágicas.

—Útil. ¿Qué hay de Opal Cowan? Después de todo ese entrenamiento, ¿se va a unir a tu equipo?

—No del todo. —Valek bebió un trago de brandy—. Ella se ofreció a ayudar si es que la necesitamos. —Dejó el vaso—. Y te envió un presente.

—¿Uno de sus animales de vidrio?

—No. Ya no es capaz de hacer sus mensajeros mágicos, pero lo que puede hacer ahora es mucho más útil para nosotros.

—¿Oh?

—Ya vuelvo. —Valek se precipitó a través del pasillo y agarró el paquete de sus alforjas que habían sido entregadas según lo prometido. Volvió y se lo entregó al Comandante.

Al desenvolver la tela, Ambrose descubrió un gato de nieve de vidrio muy realista. Examinó la estatua del tamaño de una mano.

—Su habilidad artística ha mejorado, pero no brilla con un fuego interior. —Él levantó una ceja delgada, invitando a Valek a explicarse.

—El fuego era su magia atrapada en el interior. —Y sólo era visible para los magos y el Comandante—. Lo que hay dentro de ese gato de nieve, es un poco de su inmunidad. Lo que estás sosteniendo es un detector de magia. Cuando un mago usa magia cerca de ese gato, parpadeará con luz, avisándote de su presencia.

—Inteligente. ¿Está produciendo masivamente para los Sítianos?

—Los consejeros tienen todos uno como protección, y en caso de que un mago corrupto intente usar la magia para influir en ellos. En cuanto a la producción en masa, no sé qué planea Opal. El Consejo de Sitia desea estar a cargo de la distribución, pero Opal no les dará el control. Creo que dejará que su padre maneje la asignación de los detectores.

—Sensato. —El Comandante dio un golpecito con el dedo en el vidrio—. Y nuestros espías pueden comprar más de estos para nosotros, tarde emparejan un poco las cosas entre Ixia y Sitia.

—Todavía tienen esos súper mensajeros.

Ambrose frunció el ceño.
—Los que nos dejaron en una desventaja extrema.

Valek estuvo de acuerdo. El mensajero era un cubo de vidrio con un diamante negro mágico, cargado en su corazón. Los cubos permitían a los magos comunicarse a través de grandes distancias al instante. Una herramienta indispensable, y uno que daría a Sitia una gran ventaja durante una guerra.

—Podemos contratar a magos y  ya no tendrían la ventaja, —dijo Valek a pesar del ceño del Comandante—. Sabes cuan versátiles son los magos y en cuántas formas podrían ayudar a Ixia.

—Es mejor hacer que los Sítianos dejen de hacer los súper mensajeros. Si asesinamos a Quinn Bloodrose, Sitia no podrá producir más.

La idea de matar a Quinn no le cayó bien a Valek.
—No exactamente. Todavía podrán cargar los negros con magia y encerrarlos en vidrio, pero una vez que la magia se acabe, serían inútiles. Quinn es el único que puede recargarlas sin agrietar el diamante.

—Entonces tenemos que robar los diamantes y sabotear sus operaciones mineras.

Una vez que habían ganado su libertad, el clan Bloodrose mantenía el dragado de la arena de los diamantes negros, se hundían más en el mar con cada barrido. Pronto tendrían que utilizar botes.

—Sería difícil. —Su estómago se revolvió.

—Investiga después de encontrar la nueva ruta de contrabando. —El Comandante terminó su bebida—. Tengo que escribir una nota al General Rasmussen y ponerlo a comprobar sus playas por los diamantes negros. —Volvió a su escritorio.

Valek levantó su vaso. La luz del fuego se reflejaba en el líquido ámbar. Un aleatorio paso extraño sonaba detrás de él. Él se puso de pie, tiró su daga y giró en un movimiento fluido.

Una figura vestida de pies a cabeza de negro apretó un cuchillo en la garganta del Comandante.



[1] Sais: El sai () es una arma de origen asiático. Se cree que fue una herramienta agrícola que se convirtió en arma, pero también se afirma que evolucionó desde un principio como un arma. Su forma básica es la de una daga sin filo pero con una aguda punta, con dos largas protecciones laterales ('guarda manos' o tsuba en Japonés) también puntiagudas, unidas a la empuñadura.

6 comentarios:

  1. Y se vuelve más y más interesante.
    Gracias.

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  2. Awwww que emocion!!! Gracias chicas por traducir los libros que han salido de la saga. Las quierooo ��������

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Dos capitulos 2015 dos capitulos 2016...creo que tendré una muy laaaaaarga espera ;)

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  5. Cada vez que entro en la computadora checo desde el año pasado haber cuando estará el libro jajaja, gracias por el esfuerzo espero y salga pronto C: ♥

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  6. Buenas tardes,leyendo sus publicaciones entonces no es posible la traducción de el libro.? He leido algunas de sus traducciones y me parecen geniales. La verdad muchos esperamos este, Ojalá lo retomen. Gracias por todo

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