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jueves, 7 de abril de 2016

Adelanto: Capítulo 21 Marked in Flesh - Anne Bishop


Capítulo 21




Moonsday 18 de Juin

Un intenso debate entre los miembros de la Asociación Empresarial del Courtyard terminó minutos antes de que Jerry Carguero llegara desde la estación de tren, su remolque estaba lleno de bisontes. A ninguno de los Otros les agrado la idea de dejar que Jerry entrara tan lejos en el Courtyard, pero todos coincidieron en que la descarga de los animales en la Plaza Comercial no era una buena idea, sobre todo si los bisontes salieran en estampida por el camino de acceso e hicieran temblar el tráfico en la calle principal.

Esa fue la razón por la que 5 becerros se descargaron en el Establo Poni, y la manada femenina más Kowalski estaban presentes para presenciar la llegada de un futuro elemento del menú.

Simon ardía por salir de su piel humana y ayudar a arrear a los bisontes a la parte del Courtyard donde se quedarían... una vez que todos decidieran exactamente donde sería. Henry simplemente se rió, diciendo que los ciervos poblaban en los trescientos acres del Courtyard  y que los bisontes harían lo mismo. Dado que Simon estuvo de acuerdo con él, no ofreció ninguna opinión. Un bisonte en plena madurez iría donde eligiera, pero la mayoría de los Otros en el Courtyard no habían vivido en el Noroeste y no tenían experiencia con el retumbe de las praderas.

Meg miró a los bisontes y luego a él.
—Dijiste que recibiríamos bisontes pequeños.

—Son pequeños bisontes, — respondió Simon.

Ella hizo un gesto con la mano para señalar a la manada femenina.
—Pensamos que querías decir bisontes bebé.

—Los becerros están cerca de ser bebés.

—No vaya por allí, — murmuró Kowalski.

—Además, — Simon continuó, haciendo caso omiso del hombre—, si hubiéramos traído terneros, también tendríamos que haber traído a las madres, y son grandes.

—Ah, — dijo Meg. Ella y la manada femenina se quedaron mirando a los bisontes.

—Incluso si son más grandes de lo que esperábamos, tienen algo de adorables, —dijo Ruthie—. Y tan dóciles.

Jerry Carguero se rascó la cabeza y miró a los árboles. Vlad apretó un puño contra su boca y se quedó mirando fijamente el suelo. Y Nyx le dio a todos la sonrisa complaciente de un vampiro bien alimentado.

Jackson estaba en ese momento en La Carne no es Verde calmando un fuerte apetito, pero Nyx no había pasado hambre durante el viaje. Los bisontes dóciles eran un testimonio de ello.

—¿Cómo los vas a llamar? — Preguntó Meg.

—¿Almuerzo? — Ofreció Simon.

La manada femenina le dio una mirada que le hizo pensar que huir sería una buena idea, si él no fuera el líder y no podía dar marcha atrás.

—¿Simon? ¿No deberías tú y Jackson partir a la Comunidad River Road para dejar los otros bisontes? — Vlad dio a la manada femenina una mirada significativa—. ¿Y el resto de nosotros no deberíamos ir al trabajo? Sé que algunas de ustedes tienen que revisar los artículos que Jackson trajo de Pradera de Oro.

Ruthie y Theral se alejaron en bicicletas. Meg y Merri Lee marcharon en el Bow.

Simon miró a Kowalski, que por lo general a esa hora estaba trabajando.

—¿Dónde va a dejarlos? — Preguntó Kowalski, señalando a los bisontes.

—¿Por qué?

—Fuera de la vista, fuera de la mente. Si están cerca de donde las chicas los puedan ver todos los días, van a terminar con nombres, y no creo que las chicas le perdonarán si pone en un plato a Fred o Henrietta.

Jerry asintió.
—Ah sí. Tal cual.

Simon lo meditó. Los Lobos no servirían sus bisontes en ningún plato, pero parte de la carne se vendería en la carnicería de la Plaza Comercial para que los humanos compraran. ¿Cómo iban a saber, que bisonte se había convertido en un asado? ¿Importaría?

Los humanos eran un sinfín de problemas, incluso antes de haber hecho algo.

—Correcto, —dijo—. No ponerle nombre a la comida.

—Jackson dijo que los machos y las hembras permanecen separados la mayor parte del tiempo, — dijo Nyx—. Podemos mantener a las hembras en las Cámaras. Está cercado.

También estaba fuera de los límites de todos menos los Sanguinati... no era la mejor opción asentar a los bisontes donde no se los podía cazar. Por otra parte, los ciervos eran abundantes, así que no había razón para cazar bisontes por un año o dos, y la tierra dentro de las Cámaras ofrecía un montón de pasto y agua dulce.

—¿Erebus estará de acuerdo con esto? — Preguntó Simon—. Los bisonte no son delicados cuando hacen caca.

Vlad se encogió de hombros.
—Los ciervos vagabundean dentro de las Cámaras. No veo... —Uno de los bisontes levantó la cola y demostró no ser delicado—. Ah.

—Va a estar bien, — dijo Nyx.

—Será mejor que volvamos, — dijo Jerry—. ¿Algo que quieras que entregue en Desembarco del Ferry?

Simon negó con la cabeza.
—Hoy no.

Los bisontes vagaron a través del camino y se pusieron a pastar.

—¿Alguien quiere un aventón hasta la salida? — Preguntó Jerry.

—Seguro, — respondió Kowalski—. Es tiempo de que vaya a trabajar.

—Voy a caminar, — dijo Simon.

Nyx cambió a humo y fluyó en la dirección de las Cámaras.

Vlad salió con Simon, en dirección a la Plaza Comercial, donde Blair y Jackson se reunirían con la camioneta, ya que dos de los Lobos jóvenes de la manada de Addirondack irían con ellos a la Comunidad River Road.

—¿No hubieran sido unas pocas reses más fáciles de manejar si querías algo... exótico?  — preguntó Vlad.

—Tenemos acceso a la carne vacuna y a los productos lácteos procedentes de las explotaciones Terráneas, —respondió Simon—. No necesitamos vacas aquí. Además, los bisontes no necesitan atención siempre que tengan comida y agua. Y en un año más, uno de ellos puede alimentar a todo el Courtyard por días.

—¿Piensas que los humanos en Lakeside van a seguir permitiendo que los camiones de de los Nativos de la Tierra lleguen al Courtyard para proveernos de carne vacuna, huevos y leche?

—¿Piensas que esta ciudad va a sobrevivir si no permiten que esos camiones lleguen a nosotros? — Respondió Simon.

—No. Afortunadamente, existen aquellos en la policía de Lakeside que entienden eso también.

No hablaron durante un minuto. Entonces Simon dijo:
—¿Vas a mantener un ojo en Meg?

Vlad asintió.
—Henry está trabajando en su estudio, o, más precisamente, dice que ha de lijar una pieza y está trabajando en su jardín. Con la ventana abierta de la sala de clasificación,  va a escuchar lo suficiente de lo que Meg y las otras chicas estén diciendo acerca de los mazos de cartas que Jackson trajo y lo que piensan de los bocetos que Esperanza hizo para Meg.

Blair pasó junto a ellos, pero no se detuvo, dando a Simon unos minutos más antes de llegar a la Plaza Comercial y tener que hacer frente a la tarea siguiente.



*****


Meg abrió un mazo y puso las cartas sobre la mesa de sala de clasificación en fila.

—Estas cartas para leer la fortuna son una preciosa obra de arte, —dijo Ruth—. Es casi como si las ilustraciones constituyeran todo un mundo de fantasía.

—Preciosas, sí, pero no son realistas, — respondió Meg.

—El arte se supone que es un símbolo de lo que las cartas representan, no es realista.

—Ese es el problema, ¿verdad? — Dijo Merri Lee, viendo a Meg—. No vas a tener visiones sobre personas o acontecimientos en ese mundo de fantasía, por lo que necesitas una imagen de fuego, no una imagen de un dragón que representa el fuego.

—Sí, — dijo Meg—. Y tenemos que llamar a las cartas por un nombre diferente porque decir que estamos leyendo la fortuna suena como una especie de entretenimiento, y estamos tratando de usar las cartas como una herramienta para la profecía.

—Entonces así llamaremos: cartas proféticas. — Merri Lee apilo las filas de cartas en mazos, sus movimientos obstaculizados por la férula en el dedo índice izquierdo.

—¿Cuánto tiempo más? — Preguntó Ruth, señalando a la mano de Merri Lee.

—Esperemos que la férula se retire mañana después de que el Dr. Lorenzo compruebe el dedo. Dioses, estaré contenta de tener las dos manos para lavar mi pelo.

—Por lo menos fue una simple rotura. Parecía...

—Como si el hueso hubiera atravesado la piel. Por suerte para mí fue sólo un fragmento de porcelana fina de todos los platos que se rompieron durante la pelea en la feria. Seguro parecía hueso, sobre todo porque me dolía el dedo. — Merri Lee dejó escapar un suspiro—. La mayoría de nosotros tuvimos suerte.

Meg no dijo nada. Las chicas habían ido y venido en el recinto donde la habían criado y utilizado, pero no había conocido a ninguna de ellas lo suficientemente bien como para sentir la pérdida, no de la forma en que sintió la pérdida de Lawrence MacDonald y Crystal Crowgard. Habían sido amigos.

No quiero perder más amigos, pensó mientras Ruth guardaba el mazo en su caja y abría el mazo siguiente.

Ese mazo no le atrajo a ninguna de ellas, pero el tercero...

Las manos de Meg hormiguearon ligeramente mientras  tocaba las cartas. Ilustraciones realistas. Ella sacó todas las imágenes de agua; lagos, arroyos, cascadas, olas.

—Aquí hay una ilustración de los Grandes Lagos, — dijo Merri Lee, dejando la carta con las que Meg ya había seleccionado.

—Específico y general. — Meg fue a un cajón y sacó las postales que había recibido de Lorne. Ella señaló una de las cartas proféticas—. Una cascada sería una imagen general que podría estar en cualquier lugar. — Ella puso una postal de las cataratas de Saltos de Talulah debajo de ella—. Pero esta significaría un lugar específico.

—¿Cuántos lugares específicos aprendiste? — Preguntó Ruth—. Tuvimos la impresión de que se les enseñó una imagen para representar una cosa en particular, como una imagen estándar para perros pequeños y otra para los perros grandes, pero sin raza particular de perro.

—Pero Saltos de Talulah es una señal distintiva, — dijo Merri Lee—. Tal vez diferentes combinaciones de cartas podría significar cosas diferentes. Meg, viendo estas 2 cartas juntas ¿qué significan para ti? — Merri Lee puso la postal de Saltos de Talulah en la parte superior de la carta que ilustraba los Grandes Lagos.

—El lago Etu, — dijo Meg tan pronto como puso sus dedos en las cartas, sorprendida de que no tuvo que pensarlo en absoluto.

—También podría significar Lago Tahkis, — dijo Ruth—. Podría ser necesaria una tercera carta para restringir la ubicación.

—Ese es un buen punto. — Merri Lee entregó a Meg una carta que mostraba el sol detrás de una cordillera—. ¿Qué hay de esta?

—Oeste.

—¿Y junto con esta?

Tomó la segunda tarjeta.
—La puesta del sol.

Ruth la miró.
—¿Cómo te sientes?

—Mis manos hormiguean un poco, pero han estado hormigueando desde que abrimos esta baraja de cartas.

—Eso no prueba nada. — Ruth sonaba decepcionada.

—No hemos hecho una pregunta, — dijo Merri Lee—. Vamos a organizar estas cartas en categorías, de la forma en que Meg hizo con las de agua, y luego hacemos una prueba. Vamos a incluir las postales también.

—¿Qué hay de los otros juegos de cartas?

—Vamos a empezar con las que tenemos y ver qué pasa. ¿Lista?

Meg asintió.

—¿De dónde vinieron los bisonte del Courtyard?

—Ya sé la respuesta.

—Sí, pero si tienes que darnos la respuesta usando cartas, ¿cuáles elegirías?

Meg miró por encima de las cartas y optó por la carta que había dicho significaba Oeste, a continuación, una carta que mostraba hierba alta y poco más. Luego frunció el ceño y se frotó la mano derecha.

—No está aquí. Los guijarros amarillos no están aquí.

—Espera un momento. — Ruth abrió otra baraja de cartas y  rápidamente las revisó. Luego sacó una imagen de varias barras de oro apiladas en una caja fuerte.

—Sí, — dijo Meg, tomando la carta y colocándola debajo de las otras dos.

—Oeste como una dirección o una región, una imagen de lo que supongo es la pradera, -el Sr. Wolfgard puede confirmarlo cuando regrese-, y barras de oro. — Merri Lee sonaba contenta—. La respuesta a la pregunta es Pradera de Oro, que está al oeste de nosotros.

El hormigueo se desvaneció.

Meg se quedó mirando las cartas. ¿Podrían funcionar? ¿Podría realmente responder a las preguntas de esta manera?

—Necesitaríamos cartas que tengan imágenes de cosas malas, — dijo.

—Sí, — Merri Lee le dio la razón—. Pero una imagen de una cosa mala no tiene que ser gráfica.

—Bueno, —dijo Ruth—. ¿Hay algo en este mazo de paisajes que no se siente bien para ti, Meg?

Después de mirar todas las cartas, Meg sacudió la cabeza.
—Ninguna de ellas se sienten mal.

Ruth recuperó la carta con las barras de oro antes de que recogieran el resto de las cartas y  volver a guardarlas en su caja.
—Ese es el mazo de paisajes. Este mazo se llama paisajes urbanos.

Meg se abrazó mientras Merri Lee y Ruth ordenaban las cartas en categorías.

—¿Meg? — Dijo Merri Lee.

Las pantorrillas y los muslos de ambas piernas le ardían, quemaba, quemaba... el preludio de una profecía. Meg apretó los dientes y pasó una mano por encima de las cartas, moviéndose lentamente de una categoría a la siguiente. Su mano zumbó dolorosamente cuando rozó la última categoría. Ella separó esas cartas a un lado, luego se alejó de la mesa hasta que su mano dejo de zumbar y sus piernas dejaron de arder.

Merri Lee y Ruth miraron las cartas y luego a ella.

—¿Meg? — Dijo Ruth en voz baja—. ¿Por qué dejaste estas a un lado? Son todas cartas que muestran perfiles de diferentes ciudades.

Ardor, ardor, ardor. Había tenido la misma sensación por encima de su tobillo cuando había visto la profecía de la tienda quemada de Nadine. Si se hacía un corte, si veía... No. Ella no quería ver lo que iba a pasar en esos lugares. Y no quería que sus amigas cargaran con el peso de ese conocimiento.

—¿Meg? — Dijo Merri Lee—. ¿Por qué dejaste estas cartas a un lado?

Ella se estremeció y tragó saliva.
—No creo que vayamos a necesitarlas. — Su estómago se revolvió—. No puedo mirar más hoy.

Ella corrió al baño, pero una vez que estuvo fuera de la sala de clasificación, su estómago se apaciguó. Cuando volvió, las cartas no estaban, los mazos en sus cajas en el mostrador.

—No queremos deshacernos de ellas, —dijo Ruth.

—Pero podemos hacerlo, — agregó Merri Lee.

—Hice una nota en el mazo que era demasiado fantástico para ti, y en el mazo, que no era de interés, así como en los dos mazos que hemos visto. Y hay otro mazo que puede ser demasiado extravagante para ser útil.

Meg asintió.
—Podemos mirar más mañana.

Sus amigas intercambiaron una mirada.

—No necesito cortarme, — les aseguró. Eso era verdad en cierto modo. Ella no necesitaba un corte, pero ansiaba la euforia que venía del corte—. Sólo necesito un poco de rutina ahora.

—¿Algo que podamos hacer? — Preguntó Ruth.

—No. Gracias.

—¿Hay que decirle a alguien acerca de lo que has dicho sobre no necesitar esas cartas?

—No sabemos nada con certeza.— Cuando el Controlador le había cortado para sus clientes,  no sabía lo que había visto y ciertamente no tenía influencia alguna en que se decía acerca de la profecía—. Si le dicen a alguien...  asegúrense de decir que no sabemos nada con certeza.


Ellas asintieron. Prometiendo volver durante el descanso del mediodía y comer juntas, Merri Lee y Ruth salieron por la puerta de atrás de la Oficina del Enlace.

Meg abrió la puerta privada y estudió a Nathan, que parecía demasiado casualmente tendido en su cama de Lobo bajo una de las ventanas de la fachada. Apostaría la paga de una semana que había estado apoyado en el mostrador, escuchando todo lo que habían dicho para poder reportarle a Simon.

Observó a la camioneta del correo en el área de entrega y se sintió aliviada de que tendría algo de rutina para hacer un poco de tiempo. Antes de que el cartero saliera de la camioneta, le dijo a Nathan:
—Asegúrate de decirle a Simon que no sabemos nada con certeza.



4 comentarios:

  1. —¿Cómo los vas a llamar? — Preguntó Meg.

    —¿Almuerzo? — Ofreció Simon.

    La manada femenina le dio una mirada que le hizo pensar que huir sería una buena idea, si él no fuera el líder y no podía dar marcha atrás.

    Jajajaj Simon es lo más

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    1. Es un 🐺 y sobre todo un hombre con un fuerte instinto de supervivencia. Jaja.

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  2. Si pero se imaginan la escena de Meg discutiendo con Simón x que se quiere comer a "rudolf" y no lo deja y el otro tratar de explicarle que son carne jajajaja 😄😀😀😂😂

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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