Capítulo
21
Moonsday
18 de Juin
Un intenso
debate entre los miembros de la Asociación Empresarial del Courtyard terminó
minutos antes de que Jerry Carguero llegara desde la estación de tren, su
remolque estaba lleno de bisontes. A ninguno de los Otros les agrado la idea de
dejar que Jerry entrara tan lejos en el Courtyard, pero todos coincidieron en
que la descarga de los animales en la Plaza Comercial no era una buena idea,
sobre todo si los bisontes salieran en estampida por el camino de acceso e
hicieran temblar el tráfico en la calle principal.
Esa fue la
razón por la que 5 becerros se descargaron en el Establo Poni, y la manada
femenina más Kowalski estaban presentes para presenciar la llegada de un futuro
elemento del menú.
Simon ardía
por salir de su piel humana y ayudar a arrear a los bisontes a la parte del
Courtyard donde se quedarían... una vez que todos decidieran exactamente donde
sería. Henry simplemente se rió, diciendo que los ciervos poblaban en los
trescientos acres del Courtyard y que
los bisontes harían lo mismo. Dado que Simon estuvo de acuerdo con él, no ofreció
ninguna opinión. Un bisonte en plena madurez iría donde eligiera, pero la
mayoría de los Otros en el Courtyard no habían vivido en el Noroeste y no
tenían experiencia con el retumbe de las praderas.
Meg miró a los
bisontes y luego a él.
—Dijiste que
recibiríamos bisontes pequeños.
—Son pequeños
bisontes, — respondió Simon.
Ella hizo un
gesto con la mano para señalar a la manada femenina.
—Pensamos que
querías decir bisontes bebé.
—Los becerros
están cerca de ser bebés.
—No vaya por
allí, — murmuró Kowalski.
—Además, —
Simon continuó, haciendo caso omiso del hombre—, si hubiéramos traído terneros,
también tendríamos que haber traído a las madres, y son grandes.
—Ah, — dijo
Meg. Ella y la manada femenina se quedaron mirando a los bisontes.
—Incluso si
son más grandes de lo que esperábamos, tienen algo de adorables, —dijo Ruthie—.
Y tan dóciles.
Jerry Carguero
se rascó la cabeza y miró a los árboles. Vlad apretó un puño contra su boca y
se quedó mirando fijamente el suelo. Y Nyx le dio a todos la sonrisa
complaciente de un vampiro bien alimentado.
Jackson estaba
en ese momento en La Carne no es Verde
calmando un fuerte apetito, pero Nyx no había pasado hambre durante el viaje.
Los bisontes dóciles eran un testimonio de ello.
—¿Cómo los vas
a llamar? — Preguntó Meg.
—¿Almuerzo? — Ofreció
Simon.
La manada
femenina le dio una mirada que le hizo pensar que huir sería una buena idea, si
él no fuera el líder y no podía dar marcha atrás.
—¿Simon? ¿No
deberías tú y Jackson partir a la Comunidad River Road para dejar los otros
bisontes? — Vlad dio a la manada femenina una mirada significativa—. ¿Y el
resto de nosotros no deberíamos ir al trabajo? Sé que algunas de ustedes tienen
que revisar los artículos que Jackson trajo de Pradera de Oro.
Ruthie y
Theral se alejaron en bicicletas. Meg y Merri Lee marcharon en el Bow.
Simon miró a
Kowalski, que por lo general a esa hora estaba trabajando.
—¿Dónde va a
dejarlos? — Preguntó Kowalski, señalando a los bisontes.
—¿Por qué?
—Fuera de la
vista, fuera de la mente. Si están cerca de donde las chicas los puedan ver
todos los días, van a terminar con nombres, y no creo que las chicas le
perdonarán si pone en un plato a Fred o Henrietta.
Jerry asintió.
—Ah sí. Tal
cual.
Simon lo
meditó. Los Lobos no servirían sus bisontes en ningún plato, pero parte de la
carne se vendería en la carnicería de la Plaza Comercial para que los humanos
compraran. ¿Cómo iban a saber, que bisonte se había convertido en un asado?
¿Importaría?
Los humanos
eran un sinfín de problemas, incluso antes de haber hecho algo.
—Correcto,
—dijo—. No ponerle nombre a la comida.
—Jackson dijo
que los machos y las hembras permanecen separados la mayor parte del tiempo, —
dijo Nyx—. Podemos mantener a las hembras en las Cámaras. Está cercado.
También estaba
fuera de los límites de todos menos los Sanguinati... no era la mejor opción
asentar a los bisontes donde no se los podía cazar. Por otra parte, los ciervos
eran abundantes, así que no había razón para cazar bisontes por un año o dos, y
la tierra dentro de las Cámaras ofrecía un montón de pasto y agua dulce.
—¿Erebus
estará de acuerdo con esto? — Preguntó Simon—. Los bisonte no son delicados
cuando hacen caca.
Vlad se
encogió de hombros.
—Los ciervos
vagabundean dentro de las Cámaras. No veo... —Uno de los bisontes levantó la
cola y demostró no ser delicado—. Ah.
—Va a estar
bien, — dijo Nyx.
—Será mejor
que volvamos, — dijo Jerry—. ¿Algo que quieras que entregue en Desembarco del
Ferry?
Simon negó con
la cabeza.
—Hoy no.
Los bisontes
vagaron a través del camino y se pusieron a pastar.
—¿Alguien
quiere un aventón hasta la salida? — Preguntó Jerry.
—Seguro, —
respondió Kowalski—. Es tiempo de que vaya a trabajar.
—Voy a
caminar, — dijo Simon.
Nyx cambió a
humo y fluyó en la dirección de las Cámaras.
Vlad salió con
Simon, en dirección a la Plaza Comercial, donde Blair y Jackson se reunirían
con la camioneta, ya que dos de los Lobos jóvenes de la manada de Addirondack
irían con ellos a la Comunidad River Road.
—¿No hubieran
sido unas pocas reses más fáciles de manejar si querías algo... exótico? — preguntó Vlad.
—Tenemos
acceso a la carne vacuna y a los productos lácteos procedentes de las
explotaciones Terráneas, —respondió Simon—. No necesitamos vacas aquí. Además,
los bisontes no necesitan atención siempre que tengan comida y agua. Y en un
año más, uno de ellos puede alimentar a todo el Courtyard por días.
—¿Piensas que
los humanos en Lakeside van a seguir permitiendo que los camiones de de los
Nativos de la Tierra lleguen al Courtyard para proveernos de carne vacuna,
huevos y leche?
—¿Piensas que
esta ciudad va a sobrevivir si no permiten que esos camiones lleguen a
nosotros? — Respondió Simon.
—No.
Afortunadamente, existen aquellos en la policía de Lakeside que entienden eso
también.
No hablaron
durante un minuto. Entonces Simon dijo:
—¿Vas a
mantener un ojo en Meg?
Vlad asintió.
—Henry está
trabajando en su estudio, o, más precisamente, dice que ha de lijar una pieza y
está trabajando en su jardín. Con la ventana abierta de la sala de
clasificación, va a escuchar lo
suficiente de lo que Meg y las otras chicas estén diciendo acerca de los mazos
de cartas que Jackson trajo y lo que piensan de los bocetos que Esperanza hizo
para Meg.
Blair pasó
junto a ellos, pero no se detuvo, dando a Simon unos minutos más antes de
llegar a la Plaza Comercial y tener que hacer frente a la tarea siguiente.
*****
Meg abrió un
mazo y puso las cartas sobre la mesa de sala de clasificación en fila.
—Estas cartas
para leer la fortuna son una preciosa obra de arte, —dijo Ruth—. Es casi como
si las ilustraciones constituyeran todo un mundo de fantasía.
—Preciosas,
sí, pero no son realistas, — respondió Meg.
—El arte se
supone que es un símbolo de lo que las cartas representan, no es realista.
—Ese es el
problema, ¿verdad? — Dijo Merri Lee, viendo a Meg—. No vas a tener visiones
sobre personas o acontecimientos en ese mundo de fantasía, por lo que necesitas
una imagen de fuego, no una imagen de un dragón que representa el fuego.
—Sí, — dijo
Meg—. Y tenemos que llamar a las cartas por un nombre diferente porque decir
que estamos leyendo la fortuna suena como una especie de entretenimiento, y
estamos tratando de usar las cartas como una herramienta para la profecía.
—Entonces así
llamaremos: cartas proféticas. —
Merri Lee apilo las filas de cartas en mazos, sus movimientos obstaculizados
por la férula en el dedo índice izquierdo.
—¿Cuánto
tiempo más? — Preguntó Ruth, señalando a la mano de Merri Lee.
—Esperemos que
la férula se retire mañana después de que el Dr. Lorenzo compruebe el dedo.
Dioses, estaré contenta de tener las dos manos para lavar mi pelo.
—Por lo menos
fue una simple rotura. Parecía...
—Como si el
hueso hubiera atravesado la piel. Por suerte para mí fue sólo un fragmento de porcelana
fina de todos los platos que se rompieron durante la pelea en la feria. Seguro
parecía hueso, sobre todo porque me dolía el dedo. — Merri Lee dejó escapar un
suspiro—. La mayoría de nosotros tuvimos suerte.
Meg no dijo
nada. Las chicas habían ido y venido en el recinto donde la habían criado y
utilizado, pero no había conocido a ninguna de ellas lo suficientemente bien
como para sentir la pérdida, no de la forma en que sintió la pérdida de
Lawrence MacDonald y Crystal Crowgard. Habían sido amigos.
No quiero perder más amigos, pensó
mientras Ruth guardaba el mazo en su caja y abría el mazo siguiente.
Ese mazo no le
atrajo a ninguna de ellas, pero el tercero...
Las manos de
Meg hormiguearon ligeramente mientras
tocaba las cartas. Ilustraciones
realistas. Ella sacó todas las imágenes de agua; lagos, arroyos, cascadas,
olas.
—Aquí hay una
ilustración de los Grandes Lagos, — dijo Merri Lee, dejando la carta con las
que Meg ya había seleccionado.
—Específico y
general. — Meg fue a un cajón y sacó las postales que había recibido de Lorne.
Ella señaló una de las cartas proféticas—.
Una cascada sería una imagen general que podría estar en cualquier lugar. —
Ella puso una postal de las cataratas de Saltos de Talulah debajo de ella—.
Pero esta significaría un lugar específico.
—¿Cuántos
lugares específicos aprendiste? — Preguntó Ruth—. Tuvimos la impresión de que
se les enseñó una imagen para representar una cosa en particular, como una
imagen estándar para perros pequeños y otra para los perros grandes, pero sin
raza particular de perro.
—Pero Saltos
de Talulah es una señal distintiva, — dijo Merri Lee—. Tal vez diferentes
combinaciones de cartas podría significar cosas diferentes. Meg, viendo estas 2
cartas juntas ¿qué significan para ti? — Merri Lee puso la postal de Saltos de
Talulah en la parte superior de la carta que ilustraba los Grandes Lagos.
—El lago Etu,
— dijo Meg tan pronto como puso sus dedos en las cartas, sorprendida de que no
tuvo que pensarlo en absoluto.
—También
podría significar Lago Tahkis, — dijo Ruth—. Podría ser necesaria una tercera
carta para restringir la ubicación.
—Ese es un
buen punto. — Merri Lee entregó a Meg una carta que mostraba el sol detrás de
una cordillera—. ¿Qué hay de esta?
—Oeste.
—¿Y junto con
esta?
Tomó la
segunda tarjeta.
—La puesta del
sol.
Ruth la miró.
—¿Cómo te
sientes?
—Mis manos
hormiguean un poco, pero han estado hormigueando desde que abrimos esta baraja
de cartas.
—Eso no prueba
nada. — Ruth sonaba decepcionada.
—No hemos
hecho una pregunta, — dijo Merri Lee—. Vamos a organizar estas cartas en
categorías, de la forma en que Meg hizo con las de agua, y luego hacemos una
prueba. Vamos a incluir las postales también.
—¿Qué hay de
los otros juegos de cartas?
—Vamos a
empezar con las que tenemos y ver qué pasa. ¿Lista?
Meg asintió.
—¿De dónde
vinieron los bisonte del Courtyard?
—Ya sé la
respuesta.
—Sí, pero si
tienes que darnos la respuesta usando cartas, ¿cuáles elegirías?
Meg miró por
encima de las cartas y optó por la carta que había dicho significaba Oeste, a
continuación, una carta que mostraba hierba alta y poco más. Luego frunció el
ceño y se frotó la mano derecha.
—No está aquí.
Los guijarros amarillos no están aquí.
—Espera un
momento. — Ruth abrió otra baraja de cartas y
rápidamente las revisó. Luego sacó una imagen de varias barras de oro
apiladas en una caja fuerte.
—Sí, — dijo
Meg, tomando la carta y colocándola debajo de las otras dos.
—Oeste como
una dirección o una región, una imagen de lo que supongo es la pradera, -el Sr.
Wolfgard puede confirmarlo cuando regrese-, y barras de oro. — Merri Lee sonaba
contenta—. La respuesta a la pregunta es Pradera de Oro, que está al oeste de
nosotros.
El hormigueo
se desvaneció.
Meg se quedó
mirando las cartas. ¿Podrían funcionar? ¿Podría realmente responder a las
preguntas de esta manera?
—Necesitaríamos
cartas que tengan imágenes de cosas malas, — dijo.
—Sí, — Merri
Lee le dio la razón—. Pero una imagen de una cosa mala no tiene que ser
gráfica.
—Bueno, —dijo
Ruth—. ¿Hay algo en este mazo de paisajes que no se siente bien para ti, Meg?
Después de
mirar todas las cartas, Meg sacudió la cabeza.
—Ninguna de
ellas se sienten mal.
Ruth recuperó
la carta con las barras de oro antes de que recogieran el resto de las cartas
y volver a guardarlas en su caja.
—Ese es el
mazo de paisajes. Este mazo se llama paisajes urbanos.
Meg se abrazó
mientras Merri Lee y Ruth ordenaban las cartas en categorías.
—¿Meg? — Dijo
Merri Lee.
Las
pantorrillas y los muslos de ambas piernas le ardían, quemaba, quemaba... el
preludio de una profecía. Meg apretó los dientes y pasó una mano por encima de
las cartas, moviéndose lentamente de una categoría a la siguiente. Su mano
zumbó dolorosamente cuando rozó la última categoría. Ella separó esas cartas a
un lado, luego se alejó de la mesa hasta que su mano dejo de zumbar y sus
piernas dejaron de arder.
Merri Lee y
Ruth miraron las cartas y luego a ella.
—¿Meg? — Dijo
Ruth en voz baja—. ¿Por qué dejaste estas a un lado? Son todas cartas que
muestran perfiles de diferentes ciudades.
Ardor, ardor,
ardor. Había tenido la misma sensación por encima de su tobillo cuando había
visto la profecía de la tienda quemada de Nadine. Si se hacía un corte, si
veía... No. Ella no quería ver lo que iba a pasar en esos lugares. Y no quería que
sus amigas cargaran con el peso de ese conocimiento.
—¿Meg? — Dijo
Merri Lee—. ¿Por qué dejaste estas cartas a un lado?
Ella se
estremeció y tragó saliva.
—No creo que
vayamos a necesitarlas. — Su estómago se revolvió—. No puedo mirar más hoy.
Ella corrió al
baño, pero una vez que estuvo fuera de la sala de clasificación, su estómago se
apaciguó. Cuando volvió, las cartas no estaban, los mazos en sus cajas en el
mostrador.
—No queremos
deshacernos de ellas, —dijo Ruth.
—Pero podemos
hacerlo, — agregó Merri Lee.
—Hice una nota
en el mazo que era demasiado fantástico para ti, y en el mazo, que no era de
interés, así como en los dos mazos que hemos visto. Y hay otro mazo que puede
ser demasiado extravagante para ser útil.
Meg asintió.
—Podemos mirar
más mañana.
Sus amigas
intercambiaron una mirada.
—No necesito
cortarme, — les aseguró. Eso era verdad en cierto modo. Ella no necesitaba un
corte, pero ansiaba la euforia que venía del corte—. Sólo necesito un poco de
rutina ahora.
—¿Algo que
podamos hacer? — Preguntó Ruth.
—No. Gracias.
—¿Hay que
decirle a alguien acerca de lo que has dicho sobre no necesitar esas cartas?
—No sabemos
nada con certeza.— Cuando el Controlador le había cortado para sus
clientes, no sabía lo que había visto y
ciertamente no tenía influencia alguna en que se decía acerca de la profecía—.
Si le dicen a alguien... asegúrense de
decir que no sabemos nada con certeza.
Ellas
asintieron. Prometiendo volver durante el descanso del mediodía y comer juntas,
Merri Lee y Ruth salieron por la puerta de atrás de la Oficina del Enlace.
Meg abrió la
puerta privada y estudió a Nathan, que parecía demasiado casualmente tendido en
su cama de Lobo bajo una de las ventanas de la fachada. Apostaría la paga de
una semana que había estado apoyado en el mostrador, escuchando todo lo que
habían dicho para poder reportarle a Simon.
Observó a la
camioneta del correo en el área de entrega y se sintió aliviada de que tendría
algo de rutina para hacer un poco de tiempo. Antes de que el cartero saliera de
la camioneta, le dijo a Nathan:
—Asegúrate de
decirle a Simon que no sabemos nada con certeza.
—¿Cómo los vas a llamar? — Preguntó Meg.
ResponderEliminar—¿Almuerzo? — Ofreció Simon.
La manada femenina le dio una mirada que le hizo pensar que huir sería una buena idea, si él no fuera el líder y no podía dar marcha atrás.
Jajajaj Simon es lo más
Es un 🐺 y sobre todo un hombre con un fuerte instinto de supervivencia. Jaja.
EliminarSi pero se imaginan la escena de Meg discutiendo con Simón x que se quiere comer a "rudolf" y no lo deja y el otro tratar de explicarle que son carne jajajaja 😄😀😀😂😂
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