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sábado, 2 de abril de 2016

Adelanto: Capítulo 17 Marked in Flesh - Anne Bishop (Primera parte)



Capítulo 17




Windsday 13 de Juin


Una brisa bailaba sobre el Courtyard, suavizando el calor del día mientras Simon y Sam trotaban por el camino. Meg y Tess habían conducido a la Plaza Comercial, llevándoles ropa para los dos Lobos. Sam podría permanecer en forma de Lobo, pero Simon sentía que debería verse esta noche humano, como cortesía a los humanos que se unirían a ellos.

«Recuerda, cachorro, no aullamos durante cada canción,» dijo Simon. «Charlie Crowgard nos dirá cuando podemos participar.»

«Ya sé,» respondió Sam. «Yo sé cómo comportarme.»

Lo que significaba que alguien no lo sabía. ¿Los cachorros humanos tendían a comportarse mal durante los eventos públicos? ¿Debería advertirle al Teniente Montgomery y a Pete Denby que cualquier interrupción de la música conseguiría una mordida? Él pensaba que los humanos iban a asistir al concierto por cortesía, pero podría estar equivocado. Theral iba a tocar su violín, y esas canciones serían familiares para los otros humanos. La manada femenina estaba entusiasmada con el concierto, tanto por oír tocar a Theral como por escuchar a Charlie Crowgard. Y Kowalski y Debany habían preguntado dos veces si Charlie iba a cantar la canción sobre Meg y Merri Lee derrotando al humano malvado, Phineas Jones.

Cuando él y Sam llegaron a la Plaza Comercial, Kowalski y Debany ya tenían acomodadas tres pequeñas hileras de sillas en el área abierta del centro de la plaza.

—Vlad nos dijo que había que hacerlo de esta manera, — dijo Kowalski cuando Simon se acercó—. Y Henry dijo que colocáramos algunas perchas detrás de las sillas y alrededor de ambos lados.

No todos los Terráneos asistirían a este concierto. Algunos todavía necesitaban montar guardia. Pero esta noche consistía tanto en mezclarse con los humanos, como en la oportunidad de escuchar música. Charlie daría una actuación privada a aquellos que no pudieran asistir esta noche, o no quisieran mezclarse.

Tess salió de La Carne no es Verde, seguida por Meg, Merri Lee, Ruthie, y Eva.

—Estamos listas, —dijo Tess—. Tenemos pizza de Corteza Caliente que podemos calentar, fresas recién cortadas, bocadillos, dulces, y bisonte molido ya preparado para aquellos que necesitan o desean, sus hamburguesas cocinadas.

Charlie se sentó en una silla, a afinar su guitarra. Tenía un poco más de plumas de lo habitual en su cabello negro, una señal de que se sentía ansioso por actuar delante de humanos.

Henry entró con un gran tambor. Nathan lo siguió, llevando una flauta de madera, que dejó en un taburete cerca de Charlie, antes de tomar su lugar en la audiencia.

«Si vas a tocar la flauta, ¿quién va a tocar el tambor?» Simon preguntó a Henry.

«Tendremos que ver,» replicó el Oso Pardo. Se puso de pie junto a Charlie cuando Theral salió del consultorio médico, donde debió haber hecho su aseo personal antes de la actuación.

El aire llevó el olor de sus nervios y sudor, pero la sonrisa que le dio a Charlie parecía auténtica, y Simon notó que el olor nervioso se desvaneció cuando mostró su violín al entusiasta Cuervo.

Los Lobos entraron en la Plaza Comercial: Blair, Elliot, Jane, y John, junto con los seis Lobos de Addirondack. Trece Lobos, incluyéndolo a él, Sam, y Nathan. Los suficientes como para equilibrar a los humanos que estarían allí, sobre todo cuando Simon vio el humo fluyendo hacia el otro lado de las sillas. Erebus y otros dos Sanguinati tomaron forma humana, mientras que las otras dos columnas de humo se instalaron en las sombras para vigilar.

Los Búhos se acercaron y se posaron en las perchas en un lado de la plaza. Halcones volaron y usaron las perchas detrás de Erebus y sus parientes. Eso dejaba a las perchas directamente detrás de las sillas para los Cuervos... y les daba la mejor vista de Charlie.

Se alegró de ver a Jake volando, seguido de Jenni y Starr. La muerte de Crystal había golpeado a todos los Crowgard muy duro, y la Asociación Empresarial del Courtyard se preguntaba si Jenni y Starr permanecerían en Lakeside, y si lo hicieran, si se seguiría gestionando Chucherías y brillantes.

No era una pregunta para esta noche. Estaban aquí entre humanos, una especie que, en su mayoría, estaban convirtiéndose en verdaderos enemigos de los Terráneos. Simon esperaba que su presencia fuera una buena señal de que los Cuervos podían hacer la distinción entre amigos y enemigos.

Ahora más humanos llegaron. Los Denby con sus dos cachorros, y el Teniente Montgomery estaba con ellos. También la Lizzy.

Sam fue dando saltos para saludarlos, pero regresó un minuto después.

«¿Sam? ¿Quieres cambiar? Meg trajo ropa para ti, si quieres jugar con los cachorros humanos.»

«Están siendo tontos,» respondió Sam. «Quiero estar contigo y Meg. Y quiero escuchar la música.» Sam dio saltitos para Meg y se metió entre sus piernas. Si sus piernas desnudas se acaloraban demasiado por el roce de la piel, ella lo sacaría. Pero eso era entre Meg y Sam. Los humanos, por la otra pata...

Los cachorros humanos parecían estar tozudamente desobedientes, actuando deliberadamente para perturbar. Los Lobos conocían la diferencia entre estar animados y ser alborotadores, y estaban mirando a los cachorros de dos piernas un poco demasiado bruscamente. Igual Ruthie. Tenía una mirada en sus ojos que le recordaba a Simon a la cuidadora de la manada justo antes de poner fin a alguna tontería.

Los Denby discutieron con Montgomery. Entonces Pete, dando a Simon una mirada de disculpa, se llevo a los niños, mientras que Eva entró en La Carne no es Verde y salió con envases de alimentos. Ella dijo algo a Tess antes de seguir a su pareja.

«Creen que los cachorros no se comportaran esta noche,» dijo Tess en respuesta a las miradas inquisitivas de él y Vlad. «No quieren echar a perder las cosas para el resto de nosotros, por lo que van a llevar a los niños a casa a ver una película. Pero sospecho que Pete y Eva se turnarán para salir a la calle para escuchar lo mejor que pueden.»

«Una mordida alentaría un buen comportamiento,» Simon respondió.

«Cada Lobo adulto aquí, probablemente está pensando lo mismo, razón por la cual Pete y Eva se llevan a los niños a casa.»

Simon se preguntó cómo los tres adultos habían resuelto quién se quedaría a escuchar la música y quién atendería a los cachorros. Entonces vio al Capitán Burke y a otro macho entrar en la Plaza Comercial y comprendió que no hubo debate. Montgomery se había quedado porque la policía era otro tipo de manada que bordeaba los límites del Courtyard, y necesitaba estar aquí con Burke, el líder de la manada policial.

—¿Simon? —Meg no levantó su voz; no lo necesitaba para llamar su atención. Pero escucharla le recordó que era el momento de cambiar a su forma humana, para  poder conocer al desconocido que Burke había metido entre ellos.

Se giró hacia Meg y la miró expectante.

—Puse la ropa justo dentro de La Carne no es Verde,— dijo.

Él fue trotando a cambiarse de ropa y cumplir con sus deberes como anfitrión de la velada. Y, como recompensa, por ser esta noche humano, sostendría la mano de Meg durante el concierto.



*****



Meg había visto imágenes de orquestas y salas de conciertos y teatros. Pero esas imágenes no se ajustaban a esta experiencia. El centro de la Plaza Comercial tenía tres grandes pasos hacia un área que a veces tenía bancos y mesas, donde los Otros podían sentarse y comer, leer o simplemente pasar por las tiendas como una interacción social cuando estaban en forma humana.

Ella identificó la guitarra y el tambor como instrumentos musicales, y Henry le había mostrado la flauta de madera durante una de sus visitas a su estudio.

Inclinándose puso una mano sobre el hombro de Sam para que el cachorro no pudiera saltar y golpearle la barbilla con su cabeza.

—Esto es emocionante, —susurró ella, acariciándolo distraídamente—. ¿Has estado en un concierto antes?

—Arroo. — Sam echó la cabeza hacia atrás y le lamió la barbilla.

No estaba segura de si eso significaba sí o no, pero decidió que no importaba.

El Capitán Burke, el Teniente Montgomery, y un desconocido se acercaron a ella. Sus dedos se apretaron en Sam, y él dejó escapar un pequeño soplo de preocupación.

No había razón para tener miedo. Estaba en el Courtyard, y confiaba en el Capitán Burke y el Teniente Montgomery. Ellos no traerían a alguien aquí que supusiera un peligro para cualquiera de ellos.

—¿Sra. Corbyn? — Burke le sonrió—. Este es mi primo, Shamus Burke. El vino desde Britania a visitarme y conocer un poco de Lakeside.

—Hola, señor Burke, — dijo Meg.

—Es un placer conocerla, — Shamus respondió con una sonrisa—. Llámame Shady. Todo el mundo lo hace.

Relajando su control sobre Sam, y sintiéndose mejor sobre Shady cuando el hombre se agachó y le tendió una mano para que Sam lo olfateara, Meg le devolvió la sonrisa.

No necesitaba ver, para saber que todos los Lobos se habían acercado, observando al humano desconocido que estaba demasiado cerca de un cachorro. Ella sólo tuvo que observar la forma en que Shady se levantó rápidamente y dio un paso atrás. Entonces Simon, ahora en forma humana, se interpuso entre los humanos y los Lobos y se presentó a Shady.

Charlie Crowgard pulsó una cuerda, y todo el mundo se dio prisa para tomar sus asientos. Merri Lee y Michael Debany se sentaron a la derecha de Meg, dejando un asiento libre para Simon. Karl y Ruthie estaban en la fila detrás de ellos, junto con el Teniente Montgomery y Tess. Mirando por encima del hombro, Meg vio a Burke y Shady en la tercera fila, junto con Vlad y Erebus. Cuando todo el mundo estuvo sentado, Simon se sentó junto a Meg.

Las perchas, así como los tejados, estaban llenos de Cuervos, Halcones y Búhos. Los Sanguinati, se deslizaron en la Plaza Comercial tan sigilosamente, que Meg se preguntó si alguien más se dio cuenta de que estaban allí, entonces se sentaron en los amplios escalones de un lado de la plaza, mientras que los Lobos llenaban el otro lado.

Las lámparas de aceite, estaban agrupadas en las esquinas de los escalones más cercanos a los artistas, aportando iluminación para los músicos, y varias tiendas alrededor de la plaza estaban iluminadas también.

Al ver a Henry prender una cerilla y encender otra lámpara de aceite, Meg se inclinó y se frotó la piel por encima de su tobillo derecho.

—¿Meg? — Merri Lee susurró cuando se incorporó—. ¿Estás bien?

Simon se inclinó tan cerca que podía sentir su calor y  la piel por encima de su tobillo le picó un poco.

—Sólo una picazón, — susurró, queriendo creer eso.

—He traído un poco de loción repelente. — Merri Lee miraba a Simon e hizo una mueca—. Es probable que huela muy mal para ustedes, pero no sabemos todavía cómo Meg va a reaccionar a una picadura de insecto, por lo que traje un poco conmigo.

Charlie comenzó a cantar. El cosquilleo se desvaneció.

—Estoy bien, — susurró Meg.

Ella sostuvo la mano de Simon y escuchó la música, maravillada cuando Henry tocó un poco de música Terránea con su flauta... música que había oído en los CD que escuchaba cuando trabajaba en sus esculturas y tótems. Ella y Merri Lee se encogieron cuando Charlie cantó "Mujer Tetera  y  Chica Palo de escoba". Y se encogieron aún más cuando los Cuervos graznaron, los Lobos aullaron, los Sanguinati aplaudieron, y Karl y Michael se rieron y gritaron su aprobación.

Theral tocó una canción en su violín. Entonces Shady subió y se unió a los músicos con una canción popular originaria de Brittania, cantando las palabras en voz de tenor.

Todo el mundo aplaudió. Meg se frotó la piel por encima del tobillo y suavemente empujó a Sam lejos de sus piernas. El cachorro obedeció,  lloriqueando una protesta suave mientras se trasladaba a un lugar justo en frente de la silla.

—¿Meg? —  Dijo Simon. Preocupación,  alerta, y  demanda, todo envuelto en una suave palabra.

—No hay alfileres y agujas, — susurró—. Sólo un poco demasiado caluroso. — Ella dio a Sam una sonrisa de disculpa.

Sólo un poco demasiado caluroso. Merri Lee le había descrito una quemadura de sol como un calor que causaba escozor en la piel que se pelaba. Lo cual sonaba desagradable y posiblemente peligroso para una Casandra de sangre, a pesar de que la piel realmente no se cortaba. ¿Podría haber estado demasiado tiempo al sol hoy? ¿Ese poco de piel realmente se sentía más caliente que el resto de la pierna?, ¿o era debido a Sam?, ¿o incluso por su propio roce?

—Necesitamos alguien que toque el tambor, — dijo Charlie—. ¿Alguien dispuesto a probar?

Nadie se movió. Entonces el Capitán Burke se levantó y se dirigió al tambor.
—Vamos a ver si recuerdo algo de mi juventud perdida.

Pasó un minuto tocando el tambor y aprendiendo los diferentes sonidos que hacía. Luego asintió hacia Charlie.

—Danos un ritmo, — dijo Henry—. Encontraremos algo para adaptarse a él. — A continuación, el Oso Pardo asintió a Simon, que miraba a los Lobos.

Capturando la mirada de su tío, Sam se sentó con anticipación.

Un simple ritmo llenó la plaza. Henry y Charlie se unieron, sus instrumentos le recordaron a Meg el sonido de las hojas agitadas por el viento. Luego Theral se unió, y su violín se convirtió en el sonido de un arroyo poco profundo. Y entonces los Lobos cantaron... y el Courtyard, con sus tiendas humanas e instrumentos humanos, abrazó el sonido del País Salvaje.

Cuando Simon echó la cabeza hacia atrás y aulló, Meg se unió a él, y Merri Lee y Ruth se unieron a ella. Luego, Karl y Michael añadieron sus voces, mientras que los Cuervos graznaron y los Búhos ulularon. Sólo los Halcones y Sanguinati se quedaron en silencio.

Meg miró a su derecha, donde los Sanguinati se sentaban en los escalones o flotaban como columnas de humo negro.

Humo, pensó mientras la piel por encima de su tobillo le picaba. Sándwich de queso fundido. Merri Lee diciendo: "No te preocupes por eso, Meg. Fue tu primer intento. Así que la corteza se quemó un poco. Vamos a quitar las esquinas quemadas, y el sándwich estará bien".

Meg miró las lámparas de aceite que proporcionaban la luz, cómo las llamas, incluso las protegidas dentro de los globos de vidrio, parpadeaban y bailaban.

Humo... y fuego.

El malestar que había sentido dentro y fuera del concierto de repente se convirtió en un zumbido bajo su piel que se sentía tan doloroso que quemaba.

Ella gritó y se agarró el tobillo. En el silencio que siguió a su llanto, le pareció oír una sirena distante, pero no estaba segura de si el sonido era real.

—Tengo que cortarme, — se quedó sin aliento—. Tengo que...

No había tiempo para explicar o discutir. No había tiempo.

Meg salió de la Plaza Comercial. Tenía que llegar a la oficina del Enlace. Intimidad. Vendajes.

—¡Meg! — Simon aulló mientras corría tras ella.

Ella cayó contra la puerta trasera de la oficina, y casi cayó de nuevo cuando giró el pomo y la puerta se abrió.

Simon corrió detrás de ella, agarrándola para evitar que se cayera. Sentía sus garras pinchando a través de su camiseta.

—¿Qué podemos hacer? — Preguntó Charlie, amontonado en la trastienda con algunos de los Lobos.

—Déjame pasar. Muévanse. — Merri Lee se abrió paso a través de los Lobos, que, sorprendidos, levantaron sus labios en una mueca silenciosa.

—Todo el mundo, afuera.

Meg no podía verla, pero la voz de Tess sonaba extrañamente dura.

Los Lobos y Charlie le dieron una mirada a Tess, que venía detrás de ellos, y giraron para la sala de clasificación.

—Tengo que cortarme, — Meg jadeó, sacando la navaja plegable de plata de su bolsillo—. Tengo que hacerlo. — Demasiado desesperada ahora para caminar los pocos pasos para el baño, se sentó en el suelo y abrió la navaja con manos temblorosas.

—Está bien, tienes que cortarte, pero vamos a hacer esto de la manera correcta, —dijo Merri Lee, su voz severa y temblorosa. Ella tomó el bolígrafo y el bloc de papel que Meg mantenía sobre la mesa en la trastienda.

Sí. Tenía que hacerlo bien.

Humo. Fuego. Sirenas.

Meg miró a Simon, que la miraba con ojos color ámbar que mantenían destellos de rojo, una señal de ira. No era totalmente humano ahora. Demasiado molesto para mantener la forma.

—No puedo... esperar, — se quedó sin aliento.

—Enfócate en nosotros, — Tess mandó, de rodillas delante de ella—. Sabes lo que tienes que decirnos. Habla, profeta, y vamos a escuchar.

Comando y promesa. La mano de Meg firme mientras dejaba a la navaja tocar la piel por encima de su tobillo ardiente e hizo el corte.



*****



Monty se metió en la trastienda, siguiendo a Tess. Burke y Shady entraron detrás de él. Sintiendo un cambio en el aire, supuso que alguien había abierto las puertas de la sala de entrega hacia la sala de clasificación para permitir que varios de los Otros se agolparan en la oficina sin antagonizar con Tess... o Simon.

—Sabes lo que tienes que decirnos. —dijo Tess—. Habla, profeta, y vamos a escuchar.

Vio el cambio en Meg cuando Tess dijo esas palabras. Estaba seguro de que Burke y, sobre todo, Shady, nunca habían visto esto antes, estaban mirándolo todo, desde la forma en que Merri Lee se arrodilló junto a Meg, la pluma suspendida sobre el papel para grabar todo lo que se dijera, hasta la agonía estampada en la cara de Meg cuando se hizo el corte y cómo su expresión cambió a una vacía disipación cuando comenzó a hablar.

—Mujer, — Meg dijo como en sueños—. Pelo oscuro. Una barra de pan. Costra ennegrecida. Brazos ennegrecidos. Humo. Fuego. Gritos. El pan se está quemando. La mujer está gritando. Se quema.

Suspirando, Meg se tendió en el suelo.

—Ay, dioses, — dijo Merri Lee, mirando el bloc de papel.

Tess se giró en dirección a Monty, pero mantuvo los ojos centrados en el suelo, mientras las hebras onduladas de su pelo negro y rojo se movían alrededor de su cabeza.

Nadine Bizcochos & Café, — dijo Monty, enfermo por la certeza. Luego se volvió hacia Burke, horrorizado—. Su apartamento está arriba de su tienda. Ella vive arriba de su tienda.

Empujando para abrirse camino a través de los cuerpos agrupados alrededor de la puerta de atrás, Monty sacó su teléfono móvil. No sabía el número de la casa de Nadine, pero sabía el número de teléfono de la empresa. Miró su reloj, sorprendido de lo tarde que era. ¿Si Nadine estaba dormida, la llamada telefónica a la tienda, sería suficiente para despertarla?

Burke salió de la oficina, ya estaba marcando números en su propio teléfono móvil, sus grandes pasos y expresión furiosa dispersó a las chicas y a sus propios hombres, que estaban esperando sus órdenes.

Vlad corrió alrededor de la esquina de la oficina con una agenda telefónica abierta.
—¿Es este el número? — Señaló a la agenda.

—Sí. — Monty colgó y marcó el número de su casa.

Nadine respondió a la segunda llamada.
—¿Chris? ¿Dónde estás?

—Nadine, soy el Teniente Montgomery. Tu edificio está en llamas. Sal ahora. — ¿El fuego ya había comenzado?, ¿o la advertencia llegaba justo anticipando lo que iba a pasar?

—Sí... Chris.

—Lo encontraremos. Sal, Nadine.

Ella colgó.

—Haz lo que puedas, — oyó a Burke decir antes de que su Capitán terminara la llamada y jurara brutalmente. Burke miró a todos ellos, a sus oficiales de policía, a las chicas, a Simon, Vlad, y Tess, que todavía no estaba mirando a los ojos de nadie—Un puñado de empresas han sido incendiadas en la Calle Comercial, y hay más incendios en los alrededores de la ciudad. Demasiados. Teniente, venga conmigo.

—Un minuto, Teniente, — dijo Kowalski—. Voy a buscar su arma de servicio.

Ninguno de ellos, con la posible excepción de Burke, portaban un arma de fuego esta noche.
—Armario de la cocina. El estante superior. — Él sacó sus llaves y se las entregó a Kowalski, señalando dos en particular—. Llaves del apartamento. Llave de la caja de seguridad.

Kowalski tomó las llaves y corrió a las escaleras que conducían a los monoambientes.

—Voy a esperar aquí y hacer lo que pueda para ayudar, — dijo Shady Burke.

—Debany, tu y Kowalski llamen a los hospitales y otros recintos, — dijo Monty—. Tenemos que localizar a Chris Fallacaro.

—¿Piensa que ha sido dañado? — Preguntó Vlad.

Monty miró a Simon y se preguntó si el Lobo era capaz de hablar como humano.
—Espero que no, pero tenemos que localizarlo. — Chris, que era un cerrajero, también trabajó en el Courtyard y podría ser un objetivo.

—¡Teniente! — Kowalski regresó y le entregó a Monty su arma y la funda—. Esta cargada. Y aquí están las balas adicionales si las necesita.

Monty deslizó el cargador velozmente en el bolsillo de la chaqueta.

—¡Teniente! — Gritó Burke.

Monty corrió para alcanzar a Burke, que ya había llegado al estacionamiento de empleados donde había dejado su coche, tenía la luz azul en el techo, y estaba listo para partir. Apenas había cerrado la puerta antes de que Burke saliera a toda máquina. Pero el Capitán sacó el coche con facilidad fuera del lote y por el camino de acceso, consciente de los Lobos y humanos acuñados. Giró a la derecha, luego a la derecha otra vez, sacudiendo las sirenas y la luz , mientras corría a lo largo de de la Avenida Crowfield hacia la Avenida del Parque, donde se dirigió hacia el norte en lo que sería una velocidad imprudente si alguien más hubiera estado conduciendo.

—No podemos luchar contra un incendio, — Monty dijo en voz baja. Las profecías podrían cambiarse. ¿Pan quemado? Sí, se perdería la tienda. Pero...

—No, no podemos luchar contra un incendio, pero podemos asegurarnos de que la Sra. Fallacaro sobreviva cuando salga del edificio, — respondió Burke.

—¿Sobreviva? —Se sintió enfermo—. ¿Cree que alguien estará esperando por ella?

—¿Cree que no?


9 comentarios:

  1. Me encanta esta historia,gracias por su trabajo!!

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  2. Me fascina esta novela, empieza lo más interesante si ( dando saltitos👏👏👏) esperemos salven a todos Odio a HPU😡😡😡😬😬

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. ufff.... por un momento pense que seria eva y los niños quienes corrian peligro. No se como se salvará lakaside de la extinsion si los humanos siguen tan agesivos.

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  5. felicidades chicas van muy rápido con los cap. gracias...........me encanta esta serie

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  6. Gracias por el capítulo.

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  7. Que estrés...gracias por su trabajo en fin de semana...

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  8. tengo el alma en vilo. Cada vez se va enredando más y hay más suspenso. Gracias por la traducción.

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  9. GRACIAS POR SU TRABAJO!!! espero ansiosamente poder leerlo completo

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