* * *
Meg y Merri
Lee se miraron la una a la otra.
—Antes de que
nos ocupamos de las otras cosas... —Merri Lee hizo un gesto con la mano para
indicar el pelo de Meg—. ¿Por qué tan corto?
—Me cansé de
la manera en que los repartidores miran mi pelo. Me cansé de la forma en que
los Otros miran mi pelo. ¡No se suponía que debía ser naranja! — Meg resopló—.
Fui a la peluquería en la Plaza Comercial. Yo no conocía al Cuervo que estaba
trabajando allí. Ella dijo que podría cortarme el pelo para quitar la parte de
color naranja. ¡Pero pensé que me quedaría más largo!
Merri tocó su
cabello en capas oscuras.
—Me tomó años
para encontrar un estilista en quien confiar, por lo que nunca fui a la
peluquería en la Plaza Comercial. Pero creo que las dos mujeres que trabajaban
allí a tiempo parcial, se les pagaba para enseñar a algunos de los Otros a
cortar el cabello, así como hacer peinados. Me pregunto si el Cuervo había
estado aprendiendo a cortar el pelo antes de que las mujeres renunciaran, o si
simplemente se ofreció como voluntaria para prestar el servicio y no sabe lo
que está haciendo.
—¿Así que
ahora hay un Cuervo semi-entrenada cortando el pelo a todo el mundo? — Meg
levantó la voz. Se imaginó un dibujo animado de un Cuervo cortando el pelo de
alguien, agitando violentamente las tijeras mientras retazos de pelo volaban
por todas partes. La imagen parecía lo bastante ridícula como para hacerla
sentir más tranquila.
»—No fue
descuidada, — dijo—. No podía ver lo que estaba pasando, pero los movimientos
se sentían precisos, incluso reflexivos.— El ligero tirón de pelo que se
levantó, el sonido de las tijeras. ¿La Crowgard habría quedado tan absorta con
el movimiento, de las tijeras brillantes, abriendo y cerrándose, que no quiso
que la experiencia terminara?
—Bueno, —
Merri Lee dijo después de un momento—. Tu pelo es de un negro sólido ahora. Ni
siquiera hay una punta naranja perdida en alguna parte. Y por el lado bueno, el
pelo va a ser fácil para manejar este verano.
Meg vacilante
pasó una mano por la cabeza. Diferente.
Todo se sentiría diferente; todas sus rutinas necesitaban un reajuste.
—¿Qué? —
Preguntó Merri Lee—. Tienes una mirada en tu cara, como si acabaras de
descubrir algo.
—No estoy
segura. Necesito usar el baño.
—¿Tienes un
bloc de notas de repuesto? Voy a recoger un cuaderno en Las Tres P más tarde, para tenerlo aquí para nuestras notas.
—En ese cajón.
— Señaló Meg—. Tengo un bloc extra que se ajusta al portapapeles que uso para
las entregas.
Entró en el
cuarto de baño, manteniendo sus ojos fijos por debajo del nivel del espejo.
Estudió sus manos, una forma familiar. Las cicatrices, familiares. Luego apoyó
los dedos sobre su cara y se miró en el espejo. Piel clara con un toque de rosa
en las mejillas. Ojos grises. Cabello negro, las cejas, las pestañas.
Hoy esta es mi cara. Esta es la cara que Simon
reconoce como Meg.
Ella bajó sus
manos. Esta vez no hubo pánico.
No recordaba
ninguna imagen de formación de una persona sorprendida por tener un corte de
pelo. Ahora tenía la imagen de su propio rostro en el espejo, conmocionada y
sin preparación para la alteración física. Y tenía la historia de Merri Lee de
una acción similar que había sacudido el sentido de sí misma de una persona.
Cuando Meg
salió del baño, miró a la nevera bajo el
mostrador y se dio cuenta que no había almorzado todavía. Si Merri Lee no había
comido tampoco, tal vez podrían llamar a Corteza
Caliente y pedir una entrega de pizza. Pizza era alimento cómodo, ¿no?
Cruzó el
umbral, miró a su alrededor, y se congeló.
—No. — Ella
corrió hacia el reproductor de CD en el mostrador, golpeando a Merri Lee a un
lado, y movió la pila de CD de la izquierda a la derecha.
Merri Lee dio
un paso atrás.
—Dioses encima
y por debajo, ¡Meg! ¿Qué te pasa?
Meg puso sus
manos en la pila de CD.
—No puedes
moverlos.
—¡Estaba
haciendo un poco de espacio en el mostrador!
—¡No puedes
cambiar las cosas constantes! — Meg gritó.
Merri Lee la
miró durante un largo momento. Entonces se adelantó y puso su mano sobre la de
Meg.
—Cálmate. Los CD
están de vuelta a donde pertenecen. Respira, Meg. Sólo respira.
Respirar. Ella podía respirar. Simple. Rutina.
—¿Vas a estar
bien si me voy al cuarto de atrás para traernos un poco de agua? —Preguntó
Merri Lee.
Meg asintió.
Merri Lee se
apresuró a salir de la habitación, y luego se apresuró a regresar llevando una
botella de agua y dos vasos. Después de verter el agua, ella dio un vaso a Meg.
Bebieron, evitando el contacto visual, permaneciendo en silencio.
—Bien, — dijo
Merri Lee—. Creo que es el momento de hacer algunas preguntas. Has estado aquí
cuatro meses y medio. Las cosas cambian en esta oficina todos los días, y no te
has asustado hasta ahora. ¿Fue el corte de pelo el detonante? ¿La cosa que te
sobrepasó? Si no puedes tolerar los cambios, ¿cómo has sobrevivido? ¿Cómo
sobrevivir? Tenemos que resolver esto.
—Es sólo un
mal día, — Meg protestó débilmente.
—Sí, un mal
día y el choque por el corte de pelo. Sobrecarga emocional. Entiendo eso, Meg.
Lo entiendo. Al igual que entiendo cuando experimentas la sobrecarga de
información, cuando simplemente no puedes absorber ninguna otra cosa. Incluso
entiendo el que seas un poco obsesiva-compulsiva acerca de tus cosas. Pero me
empujaste a un lado y me gritaste. Que supongo es mejor que desmoronarte, porque
al menos estas aún interactuando conmigo. Y ese es el punto. Has hecho tanto, y
tanto ha sucedido en los últimos meses, y hoy, -hoy- llegaste a tu límite. Pero
Simon dijo que esas otras chicas se están desmoronando todos los días, y han estado fuera del recinto menos de un mes.
¿Qué pasa con las otras chicas que quieren salir?, ¿qué quieren vivir afuera y
se enfrentan a tratar de salir adelante?
—No sé cómo
ayudarlas. — Las lágrimas le escocían los ojos de Meg.
—Sí, lo sabes,
pero lo que has hecho para ayudarte a ti misma, lo hiciste por instinto. Ahora
Meg, La Trailblazer, tiene que
averiguar lo que ha hecho para que podamos decirles a las otras chicas.
Secándose las
lágrimas, Meg tomó otro sorbo de agua.
—Las cosas
constantes no pueden cambiar,— Merri Lee le dio pie—. ¿Qué hace que una cosa
sea constante? — Ella estudió la pila de CD—. ¿Siempre cinco? ¿Pero no los
mismos cinco? ¿Y siempre en el lado derecho del reproductor?
—Sí. — Meg
miró alrededor de la habitación—. Espero que las cosas cambien en la sala de
clasificación, porque eso es lo que pasa aquí. Esa es la función de la
habitación. Las cosas entran y salen, pero la habitación sigue siendo la misma.
La mesa esta siempre en el mismo lugar. Así como el teléfono y el reproductor
de CD. Los casilleros en la pared del fondo no se mueven.
—¿Qué pasa
cuando estás en casa?
—Tengo una
rutina. Yo sigo la rutina, al igual que sigo los caminos en el Courtyard cuando
estoy haciendo las entregas.
—¿Y cuando se
interrumpe la rutina? ¿Como cuando fue cancelada nuestra clase de Mente Serena?
—Me siento...
inquieta... hasta que decida qué hacer en su lugar.
—Constancia vs
el cambio. Una tolerancia limitada para el cambio dentro de las constantes. Y
te sientes estresada cuando se interrumpen las rutinas.
Meg recordó
imágenes de expresiones y decidió que miedo era la más cercana a lo que vio en
el rostro de Merri.
—Descubriste
algo.
—Nada todavía.
Tenemos que conseguir el permiso del señor Wolfgard para hacer algunos
experimentos antes de que me sienta segura de decirle a otra persona lo que
estoy pensando. Pero si estoy en lo cierto acerca de por qué las profetas de la
sangre en la Isla Grande están teniendo desmoronamientos, todas las Casandra de
sangre que dejaron el cautiverio están en serios problemas.
muchs gracias por el adelanto! :D dios, realmente, realmente estoy ansiosa por el libro (sueno tan desesperada como me siento XD)
ResponderEliminarObrigada pelo excelente trabalho!
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