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domingo, 19 de julio de 2015

Adelanto Capítulo 30: Visiones en Plata - Anne Bishop


Capítulo 30



Watersday 12 de Maius

Más tarde esa noche, mientras una suave lluvia caía sobre el Courtyard, los Owlgard observaron a Douglas Burke meter una bolsa de papel contra la puerta trasera de Aullidos, Buena Lectura.

Respondiendo a la llamada de los Búhos, Vladimir y Nyx Sanguinati fueron a buscar la bolsa  y fluyeron hacia Chucherías y brillantes, donde Jenni Crowgard, Jester Coyotegard, Jane Wolfgard, y Blair Wolfgard esperaban por ellos.

Una por una, las joyas de la bolsa se guardaron en una pequeña caja de madera, forrada de terciopelo, sustituyéndolas por brillantes que encontraron en la tienda. Después de estudiar el anillo de lujo, Blair hizo una linda copia usando alambre fino y trozos de cristal que Jenni sacó de una pieza de joyería de fantasía.

Habiendo terminado con su cometido, sustituyeron la bolsa dentro de Oso Boo y Jane, -como sanadora de los Wolfgard- hizo las costuras. Tras un breve debate, no restauraron el brazo y la pierna, dejando al oso igual a como se veía cuando llegó.

Al primer indicio de la luz del día, Vlad colocó la bolsa de papel fuera de la puerta trasera de ABL, cambió a su forma de humo, y esperó en las sombras. Unos minutos después, los Búhos informaron de alguien estacionando al otro lado de la calle del Courtyard. Un minuto después, Douglas Burke en silencio se dirigió a la puerta trasera de ABL y recogió la bolsa de papel.

Cuando Burke se alejó manejando, Vlad se unió a Nyx, que había esperado a por él en la Plaza Comercial. Juntos, llevaron la pequeña caja a la casa de mármol del Abuelo del Erebus en las Cámaras, un lugar donde ningún humano podría buscar las joyas y sobrevivir.


* * *


Llevando dos candelabros a la madera reluciente de una mesa antigua, Vlad encendió las velas y el abuelo Erebus lo vio inclinar la caja, y suavemente derramar las joyas sobre la madera oscura.

—Una brillante fortuna, — dijo Erebus—. Los humanos se han matado unos a otros por una sola joya. No dudarían en matar a una mujer y su hija por lo que estas piedras bonitas podrían comprar.

—Cosas, — dijo Vlad, revelando sus colmillos—. Matan por cosas.

Erebus agitó las piedras.
—Eso podría decirse de nosotros también.

—Matamos por alimento, por proteger nuestras tierras y hogares. Por proteger a nuestros familiares.

—Comida, tierras, casas. Esas son cosas importantes, que valen la pena proteger, pero todavía son cosas, Vladimir. ¿Cuánta comida crees que estas bonitas podrían comprar?

—No puedes comprar lo que no está allí. — Vlad consideró lo que él acababa de decir. ¿Cuando, exactamente, había empezado esta charla acerca de la escasez de alimentos?

Se quedó mirando las joyas.
—Tal vez la comida no está allí porque ya ha sido comprada. Tal vez las joyas eran el pago. Pero ¿por qué acaparar la comida y dejar que la gente piense que ellos y sus crías pasarán hambre?

—Veremos la respuesta muy pronto. El hambre puede ser una afilada maestra. —Erebus guardó las joyas nuevamente dentro de la caja de madera de terciopelo forrada—. Ahora. Háblame de los humanos que estaban criando sangre dulce. ¿Han sido encontrados?

—No. — Vlad se tragó la amargura—. He hablado con los Sanguinati que viven en las regiones donde se encontraron a las chicas abandonados o donde se descubrieron los cuerpos de los bebés. Por lo que pueden decir, nadie está en busca de las granjas. Nadie está buscando a los humanos que dirigían esas granjas.

—¿Qué pasa con la policía, el gobierno de aquí?

—Habría que preguntarle a Elliot sobre el gobierno. La policía aquí hizo la búsqueda. Eso lo sé con certeza. Ellos buscaron y confirmaron que no había sitios como esos en ningún lugar alrededor de Lakeside. No había chicas abandonadas. No había bebés muertos.

Erebus no dijo nada. Pero luego:
—No sólo las cosas tienen un precio, Vladimir. La lealtad también se puede comprar. — Él tocó la caja con una espesa uña amarillenta—. Dado que los humanos no van a buscar las granjas, entonces, lo haremos nosotros. Dile a los Sanguinati que tienen que encontrar a los humanos que dañaron a las sangre dulce y mataron a sus crías.

—¿Debo hablar con las chicas en la lago? Sus parientes podrían destruir los edificios una vez que fueran encontrados.

—Madera. Piedra. Vidrio. — Erebus negó con la cabeza—.  Deja los edificios intactos. No significan nada. Encuentra a los humanos que trabajaban en esos lugares y mátalos.

—¿Deben dejarse los cuerpos en donde los puedan encontrar? — Es decir, ¿Erebus quería que los humanos supieran que los Sanguinati había librado su propia forma de justicia?

Erebus lo miró. Vlad no estaba seguro de si el asombro era real o fingido.


—Después de que los Sanguinati se hayan alimentado, no hay razón para perder la carne, Vladimir, — dijo Erebus, su voz una suave reprimenda—. No, no. Lleven la carne al país salvaje donde será útil. Hay muchos allí además de los Terráneos que darán la bienvenida a la comida fácil para sus crías.



4 comentarios:

  1. Obrigada pelos capítulos, estou encantada com os Terrâneos!

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  2. Gracias por los capítulos.

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  3. El abuelo Erebus me encanta, muchas gracias por los capítulos! ^ω^

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  4. Que cortos me han parecido...
    A mi el abuelo Erebus me asusta.
    GRACIAS

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