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viernes, 17 de julio de 2015

Adelanto Capítulo 28 (segunda parte) : Visiones en Plata - Anne Bishop



* * *


Meg dejó irse a Nathan por la puerta trasera de la Oficina del Enlace y lo observó correr con prisa hacia la puerta trasera de Aullidos, Buena Lectura.

Reportándose a Simon, naturalmente.

Después de cerrar la puerta,  fue al baño para lavarse la cara.

Enfado. Cautela. Desconfianza. No tenía ninguna imagen de entrenamiento para identificar las emociones en la cara de un Lobo, pero había pasado el tiempo suficiente en torno a Nathan como para poder interpretar sus expresiones.

¿El corte fue innecesario? Todo el mundo pensaba así.

Meg abrió el grifo, se echó agua en la cara, y luego permaneció inclinada sobre el lavabo.

La sensación de alfileres y agujas era irritante, a menudo dolorosa. Pero era una especie de varilla de zahorí que había ido evolucionando desde que había llegado al Courtyard. Así que tal vez si se hubiera alejado...

No, no, no, no. Había un peligro para alguien en el Establo Poni. Ese rumor doloroso fue una advertencia sobre un enemigo...

Meg apretó los dientes contra el zumbido repentino que llenaba sus dos brazos. Ella se enderezó y vio su cara en el espejo sobre el lavabo.

El zumbido se desvaneció.

Meg se quedó mirando su reflejo.

—Fui yo, — susurró—. Yo era el enemigo.

Ella dio un paso atrás del lavabo, puso una mano sobre el vendaje en su cintura, y pensó en lo que Merri Lee había dicho: Y entonces Meg, la Trailblazer, pensó en lo que le gustaría que las otras profetas de la sangre aprendieran de lo sucedido ese día.

—Nadie tiene el derecho de decidir si, o cuando cortamos nuestra piel, pero si no aprendemos a interpretar las señales de advertencia, las que nos dicen si realmente tenemos que cortar, podemos transformarnos en las esclavizadoras, así como las esclavas. Podemos llegar a ser nuestro propio enemigo.

Esa fue la segunda lección que Meg, la Trailblazer, había aprendido hoy. La primera lección, la más difícil, era la más importante; ella no era la única que resultaba herida cuando se cortaba.


* * *


Simon dio la vuelta al escritorio cuando Nathan apareció en la puerta de la oficina de ABL.

—Eso no llevó mucho tiempo.

Nathan se acercó a él lentamente, a regañadientes. No era un comportamiento típico del ejecutor, a menos que hubiera hecho algo mal.

Simon se inclinó sobre el otro Lobo, pero no tuvo que inclinarse mucho para captar el olor.
—¿Por qué hueles como Meg? — Exigió.

«Ella lloró sobre mí,» dijo Nathan. «Yo no pude entender la mayor parte de lo que dijo, pero lloró hasta que mi piel quedó mojada.» Sonaba desconcertado y molesto.

—Supongo que se siente mal por hacerse un corte y asustarte. Asustarnos a todos.

Nathan no dijo nada por un momento. Entonces:
«No hay nada en mi piel, ¿no?»

Simon dio al otro Lobo una mirada cuidadosa.
—No hay mocos.

«Bien. Odio lavar los mocos de la piel.»

—¿Quién no? Lo que sale de la nariz humana es repugnante. — Simon se sentó en el suelo, su espalda contra el escritorio. Nathan se sentó junto a él—. ¿Quieres que Blair asigne a otro como el guardián Lobo de la Oficina del Enlace Humano?

«No. Ver a los humanos es interesante, y me gusta Meg. Pero necesitamos reglas acerca de la navaja. Hoy... Eso estuvo mal. Meg estaba mal, y la Lizzy estaba equivocada. No fue justo que no pudiera morder a ninguna cuando ambas lo merecían.»

—Lo sé. — Simon cerró los ojos y esperó hasta que sintió la tensión drenarse de ambos—. ¿Todavía crees que es una buena idea tener a algunos de los Lobos de Addirondak visitando el Courtyard? Tenemos humanos que trabajan para nosotros que no saben cómo comportarse, pero no podemos atacarlos y echarlos fuera como lo haríamos con un enemigo.

«Si no hubiera empujado a Meg a cortarse, el error de la Lizzy habría sido molesto pero nada más. Y nuestros cachorros también cometen errores.»

Por supuesto, ¿quién podría decir cuánto tiempo podría haber pasado antes de que alguien descubriera las joyas dentro Oso Boo si Saltarín y Sam no le hubieran arrancado un brazo y una pierna? Eso había comenzado algunos de los problemas. Por otra parte, Burke y Montgomery no habrían sabido que la Lizzy estaba en peligro si no hubieran encontrado las joyas.

Simon se puso de pie.
—Vete a casa. Corre. Mañana es Earthday, y vamos a pretender que no existen los humanos.

«Excepto Meg.»

—Excepto Meg.

Nathan se levantó, sacudió su pelo, y se fue.

Simon apagó el ordenador, apagó las luces y sintió como si un peso lo hubiera abandonado cuando salió de Aullidos, Buena Lectura. No podía quitarse de encima todo lo humano. No quería librarse de Meg, que lo esperaba en la puerta trasera de la Oficina del Enlace, sus ojos muy hinchados  y toda de la piel con manchas.

Él le pasó una mano por su pelo corto negro y le dio una rascadita detrás de su oreja.

—¿Simon?— Dijo en un hilo de voz—. ¿Podemos ir a casa?

—Claro. Déjame buscar el Bow.

Encontró una de las cajas de panadería en la parte posterior del Bow. Puesto que él no creía que Meg hubiera comido mucho hoy, le dio la bienvenida a la consideración de Tess.

Mientras sacaba el Bow del garaje y esperaba a Meg para cerrar la puerta del garaje, miró hacia los monoambientes, luego sacudió la cabeza.


Ya había tenido suficiente. Todos habían tenido suficiente. Los Owlgard mantendrían la vigilancia esta noche, pero para el resto del día, el Teniente Montgomery tendría que hacerse cargo de la Lizzy por su cuenta.



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