Capítulo 28
Watersday 12 de Maius
—El cartel
dice "No estacionar en la
calzada", — dijo Blair.
—No hay nada
cerca en la calle, así que estacionaremos aquí, — respondió Simon—. No quiero
que demasiados humanos vean a un Lobo.— Volvió a mirar a Nathan, que se había
negado a cambiar de forma de Lobo, otra vez, alguien más podría hacerse cargo
de Meg—. ¿Todavía quieres venir con nosotros?
«Sí.»
Todavía suena débil, pensó Simon.
Pero le dio crédito a Nathan por resistirse a la tentación de lamer la sangre
de Meg, una vez que se hizo el corte. No había sido capaz de resistirse cuando
la había encontrado después de que se había hecho un corte incontrolado el mes
pasado. Por otra parte, no tuvo a Fuego allí, dispuesta a quemarlo por su
propio bien.
Blair se
detuvo en el camino de entrada al lado del edificio del apartamento de
Montgomery. Simon bajó y abrió la puerta del lado de Nathan. Entonces los tres entraron
en el edificio y subieron las escaleras.
Ninguno de los
Lobos se sentía amistosos hacia los humanos en ese momento, así que Simon no se
molestó en reprimir el gruñido cuando vio a Montgomery y Burke esperándolos
justo dentro de la puerta del apartamento.
—Gracias por
venir, — dijo Montgomery—. Se lo agradezco.
—El Teniente
sospecha que alguien buscó en su apartamento después de que Lizzy llegó a
Lakeside ayer, — dijo Burke—. Supongo que fue en algún momento temprano esta
mañana.
Simon se puso
rígido, insultado.
—¡No somos
unos malditos perros rastreadores!
—No, señor, no
los son, — dijo Montgomery, su voz generalmente cortés, sonaba tensa—. Pero
pueden confirmar si alguien estaba aquí sin que tenga que pasar por los canales
oficiales.
Simon meditó
sus palabras. Al igual que los lobos, los Lobos Terráneos mantenían territorios
en los que cazaban la comida o cultivaban alimentos que sus formas humanas
disfrutaban. Pero los Lobos que vivían en diferentes territorios trabajaban
juntos para protegerse a sí mismos y al país salvaje de un invasor. Había
pensado en las comisarías de policía en esos términos: diferentes manadas que
custodiaban un territorio específico, pero trabajaban juntas para proteger a
toda la ciudad de Lakeside.
—No confía en
los otras manadas de la policía.
Ningún humano
habló. Finalmente Burke dijo:
—Eso dependerá
de lo que nos pueda decir.
«Ya que
estamos aquí, voy a darle a la guarida de Montgomery una aspiración,» Nathan
dijo mientras se metía más allá de los dos humanos.
Simon y Blair
entraron. Montgomery cerró la puerta.
Mientras
Nathan exploraba sistemáticamente la sala de estar, Simon dio un paso hacia la
cocina y la olió. Luego miró a Montgomery.
—Algo huele
mal en acá.
—Quise sacar
la basura de la cocina cuando llegué a casa ayer, — dijo Montgomery, luciendo
avergonzado.
«Huele viejo
aquí» Nathan informó cuando olió la parte posterior y los lados del sofá.
Cuando Simon
transmitió el comentario, Montgomery asintió.
—El sofá
estaba aquí cuando alquilé el lugar, lo dejó el anterior inquilino. No lo he
reemplazado todavía.
«Olor de
Kowalski en algunos de los libros,» Nathan dijo mientras revisaba una
estantería antes de volver al sofá.
—¿Kowalski
estuvo aquí?—Preguntó Simon.
Montgomery
asintió.
—Él llenó una
bolsa para mí ayer.— Él parpadeó—. ¿Puede saber que estaba aquí? ¿reconoce su
olor?
—Por supuesto,
— respondió Simon, mirando a Blair echar un vistazo a la cocina, incluyendo la
nevera y armarios. No había razón para que los intrusos buscaran en esos
lugares a la Lizzy u Oso Boo, pero los Lobos no recibían invitaciones para
mirar guaridas humanas. ¿Por qué desperdiciar la oportunidad?
«Vive
austeramente,» dijo Blair. Entonces se detuvo cerca del contenedor de residuos.
Se agachó y olfateó alrededor de la parte superior antes de poner las manos
sobre sus y rodillas para olfatear el
pedal que levantaba la tapa.
Simon observó
a Blair, pero se dio cuenta de cómo Monty hizo una mueca, probablemente
pensando en que había en la basura que fuera interesante... y notó cómo Burke
se centraba en el Lobo.
«Alguien que
no es Montgomery o Kowalski tocaron este contenedor,» dijo Blair.
«Algunos
nuevos aromas en los bordes de los cojines,» reportó Nathan.
Simon
transmitió las observaciones mientras los otros dos Lobos comprobaban el resto
de la vivienda.
—Ah... —
Montgomery corrió hacia adelante cuando incluso los oídos humanos podían oír
Blair hurgando en el botiquín del baño.
Los tres
llegaron a la habitación a tiempo para ver a Nathan cambiar sus patas
delanteras lo suficientes para abrir los cajones y hurgar. Abandonando la
cómoda, el Lobo olfateó la ropa en el armario antes de pararse sobre sus patas
traseras para rastrear la plataforma por encima de la barra de la ropa.
Acabado con el
armario, Nathan asomó la cabeza debajo de la cama, y luego se echó hacia atrás,
estornudando.
«Polvo»
A juzgar por
la expresión de la cara de Montgomery, Simon no tenía que transmitir ese
comentario.
Montgomery
suspiró.
—Si fuera mi
mamá quien notará el polvo, habría dicho, "Crispin James, estás faltándole el respeto a tu casa".
—¿Crispin
James?—Dijo Simon—. ¿No Montgomery?
—Mamá me llama
Crispin o Crispin James. El resto de la familia me llama CJ, y mis amigos me
llaman Monty.
—¿Por qué los
humanos necesitan tantos nombres?
—No sé.—
Después de un momento, dijo—: A veces los nombres representan un aspecto
diferente de la misma persona. Crispin James es el hijo de Twyla y James
Montgomery. Teniente Montgomery es un oficial de policía. Misma persona, pero
las personas que me rodean tienen diferentes expectativas, necesitan cosas
diferentes de mí.
—Cada uno de
nosotros tenemos un nombre, — dijo Simon.
—Eso no es del
todo cierto, — dijo Monty—. He oído que se refieren a usted como el Wolfgard
cuando otro Terráneo le habla como líder del Courtyard. Y luego está Meg Corbyn
y cs759. La misma persona.
—No. — Simon
mostró sus dientes para hacer hincapié en la negación—. Una de ellas era
propiedad. La otra es Meg.
—La misma
persona, lo que era, y lo que es, esos nombres tiene peso y significado, para
ella y para las personas a su alrededor, — Monty contrarrestó.
Las cachorras profeta de la sangre en la Isla
Grande necesitan tener nombres para ayudarles a aprender que no son más
propiedad,
Simon pensó mientras Nathan le dio al baño y la cocina una aspiración rápida
entre tanto Blair entraba en el dormitorio. Algo para discutir con Steve
Barquero ya que el Intuye bien podría saber algunos nombres adecuados.
Eso lo calmó,
al menos momentáneamente, Simon observó a los humanos sin ser obvio. Burke
seguía centrado en los Lobos. Montgomery, por el contrario, parecía que
lamentaba haber llamando al Courtyard y dejar que esas narices sensibles se
asomaran en todos los rincones de su vida.
Blair y Nathan
volvieron a la sala de estar.
—Dos olores
que no son de Kowalski o Montgomery, — dijo Blair—. No los reconocemos, así que
no son de los que ha dado la vueltas por el Courtyard.
Simon vio la
tensión liberándose de ambos hombres. No era una traición de alguien en quien
Montgomery confiaba.
—Gracias por
su ayuda, — dijo Burke.
Simon miró
alrededor del apartamento. No había manada aquí para ayudar a proteger a los
jóvenes. Nadie para proteger a la Lizzy cuando Montgomery tenía que hacer las
cosas de la policía.
Los humanos
eran como pegajosas enredaderas. Si no escapabas al primer toque, quedabas más
y más enredado.
La mayoría de
ellos eran carne, siempre serían carne. Pero, mierda, ahora, cuando veía a
algunos de ellos, simplemente ya no los veía como carne, incluso cuando quería
morderlos por alguna transgresión.
—Los
depredadores han encontrado su guarida, — dijo de mala gana, recordando cómo
Montgomery y Burke habían ayudado a proteger a Meg—. La Lizzy no puede quedarse
aquí. — Al escuchar el suave gemido de Nathan, angustiado, añadió con algo de
calor—. Pero no quiero que juegue con Meg o Nathan hasta que entienda la
cantidad de problemas que causó hoy por un ser una humana quejumbrosa.
A juzgar por
la forma en que Montgomery se puso rígido, sus plumas se habrían levantado en
defensa de su cría... si es que los
humanos tuvieran plumas.
Pero Simon
escuchó más lamento que ira, en la voz de Montgomery cuando el hombre dijo:
—Lamento que
Meg y Nathan fueran perjudicados por las acciones de Lizzy. Los humanos jóvenes
se portan mal y cometen errores.
—Los Lobos
jóvenes se portan mal y también cometen errores, — dijo Simon—. Sin embargo,
para el bienestar de la manada, el joven debe aprender de los errores y ser
disciplinado cuando se porta mal.
«La Lizzy es
sólo una cachorra,» Nathan se quejó. «No vamos a morderla duro.»
«Pero vamos a
morderla,» dijo Blair.
«Si la Lizzy
se queda en el Courtyard, por supuesto que va a conseguir algún pellizcó por
portarse mal, igual que cualquier otro cachorro,» Simon le dio la razón. Ellos
simplemente no le dirían a Montgomery. Y si la Lizzy era inteligente, no le
contaría tampoco.
—Aprecio que
nos permita quedarnos en el Courtyard mientras arregle las cosas, —dijo
Montgomery—. Me aseguraré de que Lizzy entienda que tiene que seguir sus
reglas.
—Hemos estado
aquí el tiempo suficiente, — Blair se quejó.
Simon asintió.
—Hemos hablado
con una panadería en la calle principal y tenemos algunas muestras para Tess,
de la comida que Nadine Fallacaro puede ofrecer, — dijo Montgomery—. Si la
comida cuenta con la aprobación de Tess, puede hablar con la Sra. Fallacaro
para concretar un pedido para Un Pequeño
Bocado.
—Voy a ayudar
a cargar las cajas de la panadería y la hielera, Teniente, —dijo Burke—. ¿Por
qué no hace las maletas con lo que necesitará para unos días más?
—Y no se
olvide de sacar la basura de la cocina, —dijo Simon—. En un par de días más,
incluso de otros humanos serán capaces de oler.
Salieron.
Blair abrió la camioneta para que Nathan pudiera salir de la vista, mientras
que Simon cruzaba la calle con Burke en busca de la comida.
—La comida en
la hielera debe ponerse en una nevera tan pronto como estén el Courtyard, —
dijo Burke mientras caminaban de regreso a la camioneta.
Algo en la voz
de Burke le recordó a Simon a un Oso Pardo enojado.
—Cuando los
Lobos están de caza, van a seguir el rastro de la presa por un largo tiempo, —
dijo Simon—. ¿No cree que los depredadores seguirían a la Lizzy?
—No van tras
de Lizzy, — Burke gruñó mientras él y Simon colocaban las cajas de panadería y
la hielera en el piso detrás del asiento del pasajero delantero—. Van tras las joyas. Y estas personas ya han matado a
una mujer y entrado en el apartamento de un oficial de policía a causa de esas
joyas.
—¿No puede
mantener a Oso Boo en la jaula? — Simplemente el decir la palabra jaula hizo
que los caninos de Simon se alargaran, pero trató de no hacer otros cambios.
—¿Arresto al
oso como un ladrón de joyas? — Burke sonaba divertido.
No se burla de mí, Simon
decidió. Sólo le divierte la idea.
Aún así, era una oportunidad para hacer preguntas. Y si Burke no le contestaba,
simplemente le preguntaría a Kowalski o Debany el por qué era divertido.
—En los
programas de televisión, la policía tiene una jaula de pruebas, —dijo Simon—.
¿No tiene la estación de policía una jaula de esas?
—Tiene. —
Burke ya no parecía divertido—. Pero creo que esas joyas necesitan ser
escondidas en un lugar no revelado hasta que sepamos de dónde vienen y quién
las quiere de vuelta. El que mató a Elayne Borden no debe beneficiarse de
ellas.
Simon estudió
al Capitán de la policía. Luego sacó su teléfono móvil y llamó a Jester Coyotegard,
alguien a quien le gustaba las travesuras.
—Establo Poni,
— dijo Jester.
—Soy Simon. Si
quieres mantener una bolsa de joyas lejos de los humanos malos, pero no quieres
que sepan que tienes guardadas las joyas, ¿qué harías?
—Ir a Chucherías y brillantes y reemplazar las
joyas con cosas brillantes que sean aproximadamente del mismo tamaño y color, —
Jester respondió con prontitud—. Por supuesto, si yo tuviera la intención de
dar las verdaderas joyas a alguien en el futuro, no las dejaría con los
Cuervos.
Buen punto.
—Gracias,
Jester. — Simon terminó la llamada y miró a Burke—. Tal vez, después de que la
Lizzy este dormida, alguien podría llevar a Oso Boo al Courtyard a visitar a su
familia. Y tal vez alguien podría recogerlo de nuevo antes de que la Lizzy este
despierta.
—Tal vez
alguien podría, — dijo Burke, sonriendo—. Se alejó de la camioneta—. Gracias
por toda la ayuda.
Tan pronto
como Simon entró y cerró la puerta, Blair sacó la camioneta de la calzada y se
dirigió de nuevo al Courtyard.
Ya había
tenido suficiente, y todo lo que Simon quería ahora, era salir de esa piel.
Pero a medida que se detenían en la entrada principal de la calle del
Courtyard, Meg salió corriendo de la oficina del Enlace.
—¿Nathan está
contigo? — Preguntó, sonando sin aliento—. No he sido capaz de encontrarlo en
ningún lugar.
—Está en la
parte de atrás, — dijo Blair.
—¿Puedo hablar
con él?
Simon giró lo
suficiente para mirar en la parte trasera de la camioneta.
«¿Nathan?
Depende de ti.»
Nathan
suspiró, pero se puso de pie.
«Hay que abrir
la puerta y mover las cajas.»
Simon hizo
espacio para que el Lobo saltara fuera de la minivan. Observó a Meg volver a la
oficina con Nathan. Luego suspiró, cerró las puertas, y le dijo a Blair:
—Te veré en Un Pequeño Bocado.
Caminó por el
camino de acceso y otra vez a la puerta trasera de la cafetería, se resignó a
ser humano un poco más. Bien podría hacer los despachos con Vlad después de
hablar con Tess.
Había un
montón de cosas que todavía tenía que hacer antes de ir a casa. Así que nadie
pensaría que estaba esperando alrededor para averiguar el por qué Meg quería
hablar con Nathan.
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