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viernes, 17 de julio de 2015

Adelanto Capítulo 27: Visiones en Plata - Anne Bishop


Capítulo 27




Watersday 12 de Maius

—Lo siento, Meg, — dijo Merri Lee—. Pero creo que Henry tiene razón. No deberías haberte hecho ese corte, sobre todo cuando te sentías tan fuera de control.

Estaban sentadas en la trastienda de la Oficina del Enlace, haciendo un registro de lo que había sucedido para precipitar la necesidad de Meg de hacerse el corte, incluyendo todo lo que Lizzy había dicho, mientras que la sensación de alfileres y agujas escalaba de un rumor doloroso. Ahora Meg se apartó de la mesa y fue a la sala de clasificación, en busca de algo que hacer que le diera una excusa para poner fin a esta discusión.

—Eso no es lo que querías escuchar.— Merri Lee siguió a Meg a la sala de clasificación y dejó el bloc de papel y el lápiz sobre el mostrador.

—¡Tenía que cortarme! — gritó Meg—. ¿Por qué nadie entiende eso?

—Tal vez nadie lo entiende porque nadie más lo ve de esa manera,— Merri Lee respondió acaloradamente—. Te equivocaste, y ahora estás tratando de justificar tus acciones.

—Lizzy...

—Tuvo un berrinche y trató de salirse con la suya. Tal vez sea una niña mimada y piensa que siempre debe salirse con la suya. Tal vez ha estado portándose mal y saliéndose con la suya, porque su madre se derrumbó cuando empezó a lloriquear y el Teniente Montgomery no estaba allí para inculcar un buen comportamiento. O tal vez ella está actuando así porque tan sólo tiene 6 o 7 años y ha pasado por muchas cosas en las últimas 24 horas. — Merri Lee dejó escapar un suspiro—. Mira, Meg, trataste de hacer algo bueno mostrándole los ponis. Son regordetes y se ven muy lindos de una gruñona manera. Y todo iba bien hasta que ella empezó a insistir acerca de montar un poni, ¿verdad?

Meg puso una mano contra su cintura, sintiendo el vendaje sobre el corte.
—Sí, pero entonces...

—Entonces tuviste el picor advertencia de que algo estaba pasando, — Merri Lee interrumpió—. Lo que se extendió a sentirte tan mal y desesperada, que te habrías hecho -tú lo sabes- mucho daño si hubieras estado a solas con la navaja.

Las lágrimas le escocían de los ojos de Meg. Había esperado apoyo, no otra persona diciéndole que estaba mal, que no podía hacer frente al mundo exterior de una celda estéril.

—Lo hice por Lizzy, — insistió.

Merri Lee hizo una mueca.
—Muy bien, vamos a echar un vistazo a eso. Lo hiciste por Lizzy porque estabas absolutamente segura de que el cosquilleo que sentiste era una profecía sobre Lizzy. Pero si me has dicho todo lo que recuerdas, Lizzy no era la única persona contigo. Te enfocaste en Lizzy, por lo que las visiones que viste eran sobre Lizzy. Pero tal vez el picor inicial había sido realmente una advertencia sobre problemas de Nathan o Jester o los ponis o uno de los Elementales, ya que Fuego estaba de pie allí cuando Lizzy hizo la gran afirmación de que la abuela la dejaría montar en el poni. Que puede o no ser verdad, por cierto. No es que se pueda llamar precisamente a la abuela y preguntarle, ¿verdad? Ese cosquilleo podría haber sido por ti, advirtiéndote que necesitabas alejarte de Lizzy y el Establo Poni, porque algo podría sucederte si te quedabas. ¿Siquiera consideraste eso?

Meg miró a Merri Lee.
—¿Crees que debería haberme alejado.

—Sí. Tu piel tiene picores varias veces al día. Todos te hemos visto frotarte los brazos o las piernas. Pero no te cortas cada vez que tienes esa sensación. ¿Por qué esos momentos son diferentes de lo que pasó hoy?

—A veces la sensación de alfileres y agujas se desvanece.— Meg se frotó el brazo, no porque tuviera esa sensación, simplemente como una manera de recordar lo que solía hacer—. Cuando fueron envenenados los terrones de azúcar, sabía que el peligro estaba en la trastienda de la oficina del Enlace, pero tuve que cortarme para ver la visión que le diría a alguien lo que estaba mal.

—¿Cómo sabías que el peligro estaba en el cuarto de atrás?

—La sensación se fue cuando me fui de esa habitación y volvió cuando regrese.

Merri Lee tomó el lápiz y comenzó a garabatear en el bloc de papel.
—Así que el picor desaparece cuando pones algo de distancia entre tú y una persona u objeto, lo que te da una indicación de lo que podría ser importante. Eso significa que el hormigueo es una especie de varilla de zahorí[1]. Un cosquilleo podría significar las llaves de un coche, cosas menores fuera de lugar que no valen la pena para un corte, mientras que un zumbido que causa malestar físico por lo general significa algo muy importante. ¿Es eso exacto?

Meg asintió.

—Así que si te hubieras marchado y luego tomado un enfoque de cada persona ahí, te habrías dado cuenta de que lo que estabas sintiendo no se trataba de Lizzy en absoluto. — Merri Lee soltó el lápiz y tomó las manos de Meg—. Lizzy estaba sobrepasada, lo cual es comprensible. Pero tú también. Ir con ella por tu cuenta no fue la mejor idea. Y tener a Nathan contigo no cuenta porque no sabía qué hacer con una niña humana lanzando un berrinche.

—Habría mordido a la cachorra. Él muerde a Saltarín un montón cuando ambos son los Lobos guardianes de la oficina.

—Ahí tienes.

Meg suspiró.
—¿Qué tengo que hacer?

—Si yo fuera tú, llamaría a la panadería en Desembarco del Ferry y le compraría a Nathan su propia caja de galletas de Lobo como una disculpa por causarle malestar. Y entonces... — Con una sonrisa forzada, Merri Lee soltó las manos de Meg y se alejó.

—¿Y luego?

—Y entonces, Meg, la Trailblazer, debe pensar en lo que le gustaría que las otras profetas de la sangre aprendan de lo que pasó hoy. Hice algunas notas. Agrega tus pensamientos; lego, Ruth puede arreglarlo un poco y darle a Vlad para que lo envié.

Después de que Merri Lee se fue, Meg miró el reloj. Demasiado pronto para cerrar la oficina. Las entregas se habían reducido, pero todavía había una posibilidad de que algo podría llegar.

Suspirando, entró en la sala y vio a Simon en el asiento del copiloto de la camioneta justo antes de que se retirara de la zona de entrega y se alejara del Courtyard.




[1] Varilla de zahorí: Nombre que determina en Radiestesia las dos varitas de material flexible, incluso hechas artificialmente, que están separadas por un extremo y unidas en el otro y cuya función es amplificar la percepción de los campos telúricos o magnéticos, los cuales, mediante los movimientos de la varilla hacia la tierra, hacen posible la detección de los campos geopatógenos del lugar. Actualmente se utilizan péndulos y varillas metálicas, que además son plegables para facilitar su transporte.



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