Capítulo 27
Watersday 12 de Maius
—Lo siento,
Meg, — dijo Merri Lee—. Pero creo que Henry tiene razón. No deberías haberte
hecho ese corte, sobre todo cuando te sentías tan fuera de control.
Estaban
sentadas en la trastienda de la Oficina del Enlace, haciendo un registro de lo
que había sucedido para precipitar la necesidad de Meg de hacerse el corte,
incluyendo todo lo que Lizzy había dicho, mientras que la sensación de
alfileres y agujas escalaba de un rumor doloroso. Ahora Meg se apartó de la
mesa y fue a la sala de clasificación, en busca de algo que hacer que le diera
una excusa para poner fin a esta discusión.
—Eso no es lo
que querías escuchar.— Merri Lee siguió a Meg a la sala de clasificación y dejó
el bloc de papel y el lápiz sobre el mostrador.
—¡Tenía que
cortarme! — gritó Meg—. ¿Por qué nadie entiende eso?
—Tal vez nadie
lo entiende porque nadie más lo ve de esa manera,— Merri Lee respondió
acaloradamente—. Te equivocaste, y ahora estás tratando de justificar tus
acciones.
—Lizzy...
—Tuvo un
berrinche y trató de salirse con la suya. Tal vez sea una niña mimada y piensa
que siempre debe salirse con la suya. Tal vez ha estado portándose mal y
saliéndose con la suya, porque su madre se derrumbó cuando empezó a lloriquear
y el Teniente Montgomery no estaba allí para inculcar un buen comportamiento. O
tal vez ella está actuando así porque tan sólo tiene 6 o 7 años y ha pasado por
muchas cosas en las últimas 24 horas. — Merri Lee dejó escapar un suspiro—.
Mira, Meg, trataste de hacer algo bueno mostrándole los ponis. Son regordetes y
se ven muy lindos de una gruñona manera. Y todo iba bien hasta que ella empezó
a insistir acerca de montar un poni, ¿verdad?
Meg puso una
mano contra su cintura, sintiendo el vendaje sobre el corte.
—Sí, pero
entonces...
—Entonces
tuviste el picor advertencia de que algo estaba pasando, — Merri Lee
interrumpió—. Lo que se extendió a sentirte tan mal y desesperada, que te
habrías hecho -tú lo sabes- mucho daño si hubieras estado a solas con la
navaja.
Las lágrimas
le escocían de los ojos de Meg. Había esperado apoyo, no otra persona
diciéndole que estaba mal, que no podía hacer frente al mundo exterior de una
celda estéril.
—Lo hice por
Lizzy, — insistió.
Merri Lee hizo
una mueca.
—Muy bien,
vamos a echar un vistazo a eso. Lo hiciste por Lizzy porque estabas
absolutamente segura de que el cosquilleo que sentiste era una profecía sobre
Lizzy. Pero si me has dicho todo lo que recuerdas, Lizzy no era la única
persona contigo. Te enfocaste en Lizzy, por lo que las visiones que viste eran
sobre Lizzy. Pero tal vez el picor inicial había sido realmente una advertencia
sobre problemas de Nathan o Jester o los ponis o uno de los Elementales, ya que
Fuego estaba de pie allí cuando Lizzy hizo la gran afirmación de que la abuela
la dejaría montar en el poni. Que puede o no ser verdad, por cierto. No es que
se pueda llamar precisamente a la abuela y preguntarle, ¿verdad? Ese cosquilleo
podría haber sido por ti, advirtiéndote que necesitabas alejarte de Lizzy y el
Establo Poni, porque algo podría sucederte si te quedabas. ¿Siquiera consideraste
eso?
Meg miró a
Merri Lee.
—¿Crees que
debería haberme alejado.
—Sí. Tu piel
tiene picores varias veces al día. Todos te hemos visto frotarte los brazos o
las piernas. Pero no te cortas cada vez que tienes esa sensación. ¿Por qué esos
momentos son diferentes de lo que pasó hoy?
—A veces la
sensación de alfileres y agujas se desvanece.— Meg se frotó el brazo, no porque
tuviera esa sensación, simplemente como una manera de recordar lo que solía
hacer—. Cuando fueron envenenados los terrones de azúcar, sabía que el peligro
estaba en la trastienda de la oficina del Enlace, pero tuve que cortarme para
ver la visión que le diría a alguien lo que estaba mal.
—¿Cómo sabías
que el peligro estaba en el cuarto de atrás?
—La sensación
se fue cuando me fui de esa habitación y volvió cuando regrese.
Merri Lee tomó
el lápiz y comenzó a garabatear en el bloc de papel.
—Así que el
picor desaparece cuando pones algo de distancia entre tú y una persona u
objeto, lo que te da una indicación de lo que podría ser importante. Eso
significa que el hormigueo es una especie de varilla de zahorí[1]. Un
cosquilleo podría significar las llaves de un coche, cosas menores fuera de
lugar que no valen la pena para un corte, mientras que un zumbido que causa
malestar físico por lo general significa algo muy importante. ¿Es eso exacto?
Meg asintió.
—Así que si te
hubieras marchado y luego tomado un enfoque de cada persona ahí, te habrías
dado cuenta de que lo que estabas sintiendo no se trataba de Lizzy en absoluto.
— Merri Lee soltó el lápiz y tomó las manos de Meg—. Lizzy estaba sobrepasada,
lo cual es comprensible. Pero tú también. Ir con ella por tu cuenta no fue la
mejor idea. Y tener a Nathan contigo no cuenta porque no sabía qué hacer con
una niña humana lanzando un berrinche.
—Habría
mordido a la cachorra. Él muerde a Saltarín un montón cuando ambos son los
Lobos guardianes de la oficina.
—Ahí tienes.
Meg suspiró.
—¿Qué tengo
que hacer?
—Si yo fuera
tú, llamaría a la panadería en Desembarco del Ferry y le compraría a Nathan su
propia caja de galletas de Lobo como una disculpa por causarle malestar. Y
entonces... — Con una sonrisa forzada, Merri Lee soltó las manos de Meg y se
alejó.
—¿Y luego?
—Y entonces,
Meg, la Trailblazer, debe pensar en
lo que le gustaría que las otras profetas de la sangre aprendan de lo que pasó
hoy. Hice algunas notas. Agrega tus pensamientos; lego, Ruth puede arreglarlo
un poco y darle a Vlad para que lo envié.
Después de que
Merri Lee se fue, Meg miró el reloj. Demasiado pronto para cerrar la oficina.
Las entregas se habían reducido, pero todavía había una posibilidad de que algo
podría llegar.
Suspirando,
entró en la sala y vio a Simon en el asiento del copiloto de la camioneta justo
antes de que se retirara de la zona de entrega y se alejara del Courtyard.
[1]
Varilla de zahorí: Nombre que
determina en Radiestesia las dos varitas de material flexible, incluso hechas
artificialmente, que están separadas por un extremo y unidas en el otro y cuya
función es amplificar la percepción de los campos telúricos o magnéticos, los
cuales, mediante los movimientos de la varilla hacia la tierra, hacen posible
la detección de los campos geopatógenos del lugar. Actualmente se utilizan
péndulos y varillas metálicas, que además son plegables para facilitar su transporte.
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