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martes, 17 de abril de 2018

Adelanto: Capítulo 33 - Lake Silence - Anne Bisho




CAPÍTULO 33



Vicki


Sunsday, 20 de Juin


Mi cabello era largo, dorado y liso, salvo por un ligero rizo en los extremos. Esa debió de ser mi primera pista. El camisón transparente que se deslizaba por mis hombros bien definidos y resbalaba hasta mis delgados muslos debería haber sido la segunda. Pero el hombre que atrapó mi atención, haciendo que mi corazón palpitara mientras se acercaba a la cama… Vestía pantalones negros ceñidos y una camisa blanca abierta a la cintura con grandes mangas. Su sonrisa trasmitía seguridad, era casi presumida.

No hay ningún lugar para correr, por lo cual vas a hacer lo que se te diga, —dijo. Sonaba como Yorick, tenía la voz de Yorick, de todos modos, aunque Yorick nunca sonaba tan sexy excepto cuando estaba teniendo una aventura y quería que yo supiera cómo sería con otra persona.

¿Ah sí? Pensé, sintiéndome desafiante y asustada. Me escapé antes y puedo hacerlo de nuevo.

Primera lección. —Sostenía abrazaderas de pezones de oro conectadas por una cadena, pero las abrazaderas eran del tamaño de las cositas mecánicas conectadas a las baterías para arrancar los autos.

Su rostro se transformó en alguien que se parecía al hermano más desagradable de Grimshaw. Eso solo duró un momento. Mientras se inclinaba sobre mí, sonriendo porque parecía que no podía moverme lo suficiente como para alejarme, su cabello se oscurecía, y el rostro, ahora delgado y esculpido, tenía una delgada cicatriz debajo del pómulo izquierdo. Luego los ojos grises se volvieron de un color marrón chocolate derretido mientras colocaba las abrazaderas sobre mis dedos gordos y dijo...

—¿Caw?

Me desperté. Mi brazo izquierdo se enredó en la sábana superior, asegurándome a la cama, creando la sensación de inmovilidad.

Tintineo, tintineo.

Levanté mi cabeza de la almohada y miré al Cuervo posado en mis dedos gordos. La pulsera de brillitos alrededor de su cuello tintineó mientras meneaba los dedos de mis pies, clavando las uñas mientras intentaba mantener el equilibrio.

—¿Aggie?

—Caw.

Liberándome de la sábana, me froté la cara con las manos, y luego gimoteé porque el área alrededor de mi ojo izquierdo aún vivía en la Tierra del Ay

—¿Podrías liberar mis dedos? Necesito usar el baño.

Aggie saltó al colchón. Un Cuervo tintineante no es un Cuervo sigiloso. Por otra parte, dado que ella tenía acceso a comida comprada y lo que fuera que creciera salvajemente en los huertos de la cocina, a los que no he tenido la oportunidad de restaurar, el procurar sus comidas no requiriera más sigilo que las mías.

Me tambaleé hacia el baño. Tuve un dolor de cabeza de bajo grado y mi estómago se sintió un poco blandito. Esos podrían ser los síntomas de la aparición del morado alrededor de mi ojo, pero también era la respuesta típica de mi cuerpo cuando el clima se volvía tan húmedo que parecía que estaba respirando agua.

Esa idea congeló mi cerebro por un momento. Encendí las luces del baño y estudié mi cuello cuidadosamente para asegurarme de no haber adquirido agallas durante la noche. Por supuesto, no había comido la extraña comida que era el único sustento para la mujer valiente que había sido secuestrada por el misterioso pirata que la llevaba a su isla secreta.

Con cuidado me eché agua fría en la cara y me revisé el cuello otra vez. Aún sin branquias. Hice una nota mental de que, de todos modos, durante los próximos días, debería leer una forma más suave de romance antes de acostarme.

Regresé a mi habitación para encontrar a Aggie explorando mi joyero. No tenía mucho que no fuera bisutería, e incluso los colgantes más bonitos no se habían usado en un tiempo porque las cadenas se habían anudado en algún momento durante mi traslado a un apartamento en Hubbney cuando Yorick y yo nos separamos por primera vez y luego cuando llegué a El Jumble, y al parecer no podía desenredarlos.

Aparentemente, un pico de Cuervo podría hacer lo que los dedos humanos no podían. Aggie había zafado los nudos en cuatro de los collares y los dejó sobre la cómoda.

—Gracias. — Tal vez Pops Davies tendría un joyero que me permitiera colgar algunas de estas piezas. El hecho de que no hubiera notado algo así en la tienda general no significaba que Pops no lo tuviera.

Apenas despierta y ya estaba cansada, malhumorada y adolorida. La lista de cosas para hacer nunca parecía acortarse, y si no me metía en una rutina para manejar el día a día, nunca sería capaz de manejar el tener más de un inquilino y proporcionarles comodidades en la casa principal, y ni que decir de proporcionar algún tipo de servicio de limpieza en las cabañas.

Pero no tenía otros huéspedes además de Aggie. No contaba a Conan y Cougar porque no me pagaban nada por usar las cabañas primitivas. Por supuesto, no les estaba pagando por lo que estaban haciendo alrededor de El Jumble como un intercambio por el alojamiento.

Tal vez debería preguntarles qué estaban haciendo además de bloquear el camino de acceso para que la gente no pudiera conducir hasta la casa principal. Cougar se presentaba todas las mañanas para verme respirar y decidir si todavía estaba viva o si ya calificaba como una merienda, pero no había visto a Conan a excepción de las tardes de lectura. El Oso aparecía entonces en forma humana, pero tuve la impresión de que era la única vez que no estaba seriamente peludo.

Cansada de trabajar, cansada de preocuparme, cansada de pensar en por qué alguien -que podría o no ser Yorick- quería que El Jumble fuera lo suficientemente problemático, agarré mi bañador y entré al baño a cambiarme. Claro, Aggie era una chica, y estaba tan absorta en descubrir qué más podría enredarse en mi joyero, que no era probable que se diera cuenta si me cambiaba de camisón, pero tenía un montón de problemas con la imagen corporal, por lo que ser vista por alguien más me importaba.

Me puse el traje de baño, un poco sorprendida de que encajara un poquito mejor que hace un par de semanas. Poniéndome una bata de playa, volví al dormitorio y encontré mis sandalias junto a la cama. Estudié al pirata de pelo dorado en la portada de la novela romántica que había estado leyendo anoche. Sí. Podría haber sido el hermano menos confiable de Grimshaw.

Claro que no era algo que fuera a mencionárselo al gran oficial de policía que tenía una pistola y esposas y ya pensaba que era un dolor en el culo. Burlarse de Grimshaw sería como enrollar un periódico y golpear a Cougar en la cabeza. Podría apostar que los resultados serían bastante similares.

Empaqué dos toallas de playa en mi gran bolsa tejida, junto con una botella de agua y una botella más pequeña con jugo. También metí una de las novelas de Alan Wolfgard en el bolsillo de la bolsa. Entonces Aggie y yo salimos de la casa. Ella voló y bajé a mi playa privada.

Parte del litoral que formaba parte de El Jumble era pedregoso, pero un tramo largo más cercano a la casa era de arena. En algún momento quise preguntar si eso era típico de los Lagos Finger, pero al final no me importó. Era un lugar agradable para caminar, incluso cuando el agua estaba demasiado fría para nadar, y tenía la sensación de que alguien había hecho algún trabajo para que esta playa fuera tan agradable como era.

Extendí una toalla, anclándola con la bolsa tejida. Guardé la bata en la bolsa y usé las sandalias como segunda ancla. Luego caminé hacia el agua, dejándola pasar por mis tobillos. Todavía era lo suficientemente temprano en verano para que el agua estuviera fría, pero se podía salir unos metros antes de que la pendiente gradual se convirtiera en una pendiente abrupta, y el agua poco profunda se parecía más a una refrescante ducha fría. Así que caí hasta mis rodillas, luego mis muslos. Finalmente levanté mis piernas y volví a meterme en el agua, extendiendo mis brazos mientras el agua lo cubría todo, pero mi cara y mi cabello flotaban alrededor de mi cabeza.

El agua se sintió deliciosa. De vez en cuando, pateaba mis pies y usaba mis manos para dirigir. De vez en cuando, me enderezaba y tocaba abajo para confirmar que no me había metido en aguas profundas. Finalmente comencé a soltar todas las preocupaciones, cerré los ojos y disfruté el agua.

Entonces una mano tocó mi hombro, empujándolo suavemente hacia abajo.

Mi cuerpo se dio vuelta con el empuje y me hundí. Salí farfullando y asustada porque no escuché entrar a nadie al lago. Puse mis pies en la arena, aparté mi pelo de mi cara y me preparé para hacer estallar a la persona que no tenía nada que hacer allí. Entonces pude verla bien.

Desde las caderas hacia arriba, ella era agua, con forma de mujer humana. Sabía que era agua porque vi pececillos que salían de su torso, creando pequeñas salpicaduras cuando regresaban al lago. Tenía una constitución delicada, esbelta y sinuosa. Había membranas entre sus dedos. Tenía ojos oscuros, pero no podía decir si estos eran típicos en la otra forma Terránea que podía asumir o si se formaron a partir de las sombras. Incluso su cabello era agua, pero era del color de la pizarra.

—¿No te gusta mi lago? —Si el sonido del agua murmurado sobre la arena se pudiera moldear en palabras, esa sería su voz.

—Sí, claro, —respondí—. Es un lago encantador.

—Pero permaneces anclada a la tierra. —No parecía molesta; más bien curiosa sobre mi comportamiento.

—Sé nadar, pero no soy una buena nadadora. No aún, de todos modos. Así que me siento más cómoda nadando a lo largo de la playa y siendo capaz de tocar fondo en lugar de nadar en aguas profundas. —No mencioné el peligro potencial de ser atropellada por un bote de remos o una canoa, o que el agua más profunda todavía estaba fría para un ser humano por algún período de tiempo más. Podría entender el peligro de ser golpeada, pero no pensaba que la temperatura del agua significaría mucho para ella.

—Soy Vicki.

—Lo sé. Tú eres la custodia de la tierra ahora.

Esperé pero no ofreció un nombre. Tal vez no tenía uno que los humanos pudieran pronunciar. Tal vez asumió que su identidad era obvia.

—Ineke, ¿conoces a Ineke? Ella y yo hablamos de hacer algunas fiestas en la playa para sus internos y mis inquilinos. ¿Estaría bien si otros humanos vienen a nadar a esta playa?

—¿Por qué preguntas?

—Bueno... —Agité un brazo hacia el centro del lago, con las puntas de los dedos en el agua—. Esta es tu casa. Somos invitados.

Sonrió, claramente complacida de que yo comprendiera.
—Tus invitados serán mis invitados. —Luego levantó una mano y miró con severidad—. Pero no habrá cosas motoras.

—No habrá cosas con motor. —Como estábamos charlando, aproveché la oportunidad de preguntar—. ¿Por qué no motores? ¿Echan a perder el agua?

—Algunos Antiguos viven en el extremo norte del lago, pero cazan a lo largo y ancho de mi casa. El sonido de las cosas motoras es el sonido de la presa y del rival, y el sonido les molesta, por lo que atacarán incluso si no tienen hambre.

Ay, Dios mío.
—¿Qué pasa con la forma en que los humanos chapotean cuando están nadando? Los tiburones se sienten atraídos por ese sonido porque suena como un pez en apuros. Al menos, eso es lo que he leído.

Ella rió.
—No hay tiburones, o Sharkgard, en los Lagos Feather. —Pensó por un momento antes de agregar—: Los Antiguos en el lago son más pequeños que muchas de las formas antiguas de Terráneos, pero son rápidos y feroces. Sin embargo, no atacan a los humanos que se comportan como huéspedes, a menos que esos humanos ingresen al agua por su casa en el extremo norte del lago.

Los Antiguos en el lago podrían ser más pequeños, pero había al menos una forma de vida Terránea en El Jumble que era lo suficientemente grande como para levantar a un hombre adulto y retorcerlo. ¿Qué tan grande era el Antiguo más grande que vivía en el lago? ¿Y de qué estábamos hablando? ¿Algo que parecía un cocodrilo pero que era lo suficientemente grande como para atravesar una lancha? ¿Y qué hay de los más pequeños? ¿Eran del tamaño de un perro? ¿Del tamaño de la gente? Y si tuvieran hambre, ¿qué tan rápido podrían consumir un humano?

Mi cerebro tartamudeó. ¿Era un pececillo lo que trataba de mordisquear mi tobillo o algo más?

Me centré en mi compañera. Era como ver el flujo y el reflujo de agua en un contenedor con forma humana. Ella me miró como si fuera la cosa más entretenida que había visto en bastante tiempo. Me pregunté si eso sería cierto.

—¿Vicki? ¡Vicki!

Me volví hacia la orilla.
—Esa es mi amiga Ineke. ¿Te gustaría conocerla?

—Hoy no. — Ella se hundió hasta la cintura. Entonces la figura humana se elevó sobre una columna de agua, como uno de esos peces saltando. Cuando llegó al punto más alto del salto y se dirigió hacia abajo, su forma se disolvió hasta que solo un chorro de agua con brillo solar se encontró con el resto del lago.

Salí tambaleándome del agua, deteniéndome donde la arena húmeda cambiaba a arena seca y caliente.

—¿Vicki? — La voz de Ineke sonaba preocupada.

—¡Aquí!

Ella apareció un minuto después.
—Pensé que podrías querer refrescarte. Es un buen día para eso, y...  ¡Dioses! ¿Qué pasó? —Me llevó a la toalla, buscó en mi bolso, y abrió la botella de jugo—. Bebe algo de esto. Estás blanca como una sábana.

—Acabo de conocer a la Dama del Lago.

Ineke me miró.
—¿Cómo es ella?

—Acuosa. Y bastante agradable. —Bebí un poco del jugo—. No tiene objeciones a nuestros días de playa, siempre y cuando le demos a su casa el mismo cuidado y respeto que a la nuestra.

Ineke tomó el jugo y bebió un poco antes de devolverme la botella.
—Suena justo.

Me incliné hacia ella.
—Me dijo que los Antiguos viven en el lago. Su hogar es el extremo norte del lago Silence, pero cazan a lo largo de todo el lago, y a ellos no les gustan las cosas con motores.

—Entonces deberíamos estar lo suficientemente seguros. —Me miró—. ¿Cierto?

—Así es. —Pero la próxima vez que fuera a Lettuce Reed, buscaría qué libros tenía Julian sobre caimanes y antiguos depredadores de agua dulce.

Por si acaso.

3 comentarios:

  1. La dama del lago, esta es su casa, somos invitados.
    Me encanto, muchas gracias.

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  2. que valiente Vicki no se arredro por la dama del lago
    Mil gracias por su trabajo

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