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miércoles, 12 de abril de 2017

Adelanto: Capítulo 20 (segunda parte) Etched in Bone - Anne Bishop



*****

— ¿Qué? —exclamó Simon cuando Vlad, que estaba detrás del mostrador de salida de ABL, sin hacer nada útil, continuaba mirándolo.

—Estoy viendo que todos los libros que estás poniendo en la mesa de exhibición son thrillers de autores Terráneos y son del tipo que podría ser descrito como rasgar y romper.

— ¿Y?

— ¿No crees que el mensaje es demasiado brusco?

Gruñendo, se volvió hacia el mostrador y advirtió que la señora Twyla estaba de pie en silencio entre los estantes que separaban la zona frontal del resto de la tienda.

— ¿Hay algo que podamos hacer por usted, señora Twyla? —preguntó Vlad.

—Entiendo que toda la carne que fue entregada ayer fue robada.

—Actualmente no hay nada en la carnicería para la venta.

—Ya veo.

Simon no podía soportar que ella pensara que no había carne, que la manada femenina no tendría nada más que verduras.

—La carne que los ladrones no tomaron se la dimos a La Carne no es Verde para usar. Y podemos descongelar un par de paquetes de carne de bisonte.

La señora Twyla asintió.
—Ese es un buen plan. Y los humanos no necesitan tanta carne como ustedes, así que un poco puede servir para mucho.

Quería creerla. No estaba seguro de que fuera a hacerlo.

—Las chicas me dicen que tienen arroyos corriendo por el Courtyard. ¿Alguno de ustedes captura peses en esos arroyos? —preguntó la señora Twyla.

—Henry lo hace.

—El pescado es otro tipo de carne.

¿A Meg le gustaba el pescado?

Como Simon no dijo nada, Vlad sonrió a la señora Twyla.
—Gracias por la sugerencia. —Como no se fue, añadió—: ¿Hay algo más?

La señora Twyla miró a Simon de una manera que le hacía querer dar un paso atrás, o mostrarle sus mejores dientes en advertencia.

—Mi James era un buen hombre, y lo amé durante todos los años que estuvimos casados. Todavía lo hago, aunque hace algunos años que ya no está. Pero le gustaba comer un queso que dejaba un olor en la casa peor que un mal caso de pedos.

Simon parpadeó. Se rascó detrás de una oreja. No sabía cómo responder a la señora Twyla diciendo "pedos".
— ¿Te gustaba el queso?

—A mí no. Pero una o dos veces al año se le antojaba y compraba suficiente queso para hacer unos bocadillos, y era el mejor regalo que podía pensar en comprar. Comía esos bocadillos de queso antes de casarnos y todos los años que pasamos juntos.

—Pero era apestoso.

—Lo era. Pero era parte de quién era. No me pidió que lo comiera, y no le pedí que renunciara a comerlo. Así es como funciona cuando dos personas son compañeros.

Dio un paso adelante. Simon se mantuvo firme todo el tiempo que pudo antes de dar un paso atrás.

—Tiene más valor del que está mostrando en este momento, y evitar a la chica no les hace ningún favor a ninguno de los dos. Háblenlo, dejen las cosas claras, decidan con lo que cada uno puede vivir.

—Me comí a un humano, —dijo bruscamente, sintiéndose acorralado.

— ¿Todo el humano? Debió  haber tenido hambre.

— ¡No, no solo yo! Nosotros... —Simon miró a Vlad, quien se encogió de hombros.

— ¿Creen que hay alguien aquí, excepto los niños que no han descubierto lo que les pasó a los ladrones? La señorita Merri dice que solían poner un cartel en la puerta de la carnicería cuando atrapaban algo de lo que llaman carne especial, aunque lo único que puedo ver es que no lo han cazado con mucha frecuencia y sin duda no fueron a buscarlo a su propia tierra. — Miró intencionadamente a Vlad—. No la carne de todos modos. —Se volvió hacia Simon—. ¿Tengo razón al pensar que no mezclan esa carne con otras?

—Nunca la vendimos en la carnicería —gruñó Simon. Antes de Meg, podrían haber guardado un poco en el refrigerador grande porque la carne era carne, pero aprendieron la diferencia entre la limpieza y la limpieza humana, y como llegaron a conocer la manada femenina, empezó a importar el no hacer cosas que podría hacer que las chicas enfermaran—. Y no hemos guardado nada de esa carne en la tienda desde hace mucho tiempo. —No desde el día en que Meg llamó a Boone y pidió una carne especial para Sam, sin saber que había un tipo especial de carne.

—Tenían un paquete en la tienda, —dijo la señora Twyla.

—En un refrigerador aparte. Y el refrigerador no estuvo en la tienda por mucho tiempo.

— ¿Sólo el tiempo suficiente para que Cyrus se lleve el cebo? —Ella asintió de nuevo, como si algo hubiera sido confirmado—. Si merecía que le dieran ese paquete, entonces que así sea, y aunque no puedo decir que me sorprenda, el saber que estuvo involucrado con esos ladrones hace que mi corazón se sienta pesado. Pero estoy agradecida de que el oficial Kowalski haya intervenido y no dejara que Cyrus llevara el paquete a casa para que los niños lo vean.

—No íbamos  a dejar que saliera del Courtyard con el paquete, —dijo Vlad en voz baja—. No habríamos dejado que su pareja y los jóvenes vean la carne. Vendérselo a él fue un castigo y advertencia para ese Cyrus. Kowalski no tenía autoridad para arrestar a ese Cyrus y llevarlo a él - y al paquete- a la comisaría. Pero lo dejamos hacerlo.

—Sólo demuestra que todos aprenden a trabajar como equipo. —La señora Twyla le dirigió una mirada dura a Simon: el mismo tipo de mirada que una cuidadora de manada le daría a un cachorro equivocado. Pero una cuidadora podría añadir un golpe de pata o un mordisco en la cara—. Hable con la señorita Meg y arregle las cosas.

Caminó hasta el fondo de la tienda. Un momento después, oyeron que la puerta se abría y se cerraba.

Todavía sintiéndose acorralado, Simon miró furioso a Vlad.
—No ayudaste.

—No te regañó por comer a un humano. Te regañó por molestar a Meg, cosa que yo no he hecho.

—No es lo mismo para ti, —murmuró Simon.

Vlad lo miró fijamente.
—No te molestó cuando matamos a esos intrusos y los Lobos desgarraron la carne. No te molestó cuando le mordías la mano y el codo y le diste la carne entintada a Boone para que la envuelva para ese Cyrus. Estabas bien con todo eso hasta que te fuiste a casa y viste a Meg durmiendo... y no estuviste seguro de que fueras bienvenido. —Vlad apartó la vista—. La señora Twyla tiene razón. Necesitas averiguar si esto cambia las cosas entre tú y Meg.

Viendo la verdad en las palabras de Vlad, Simon asintió y volvió a trabajar en el exhibidor con el fin de evitar descubrirlo por un poco más de tiempo.

*****

Meg se paró en un extremo de la huerta del Complejo Verde y miró las cestas tejidas llenas de calabacín.
— ¿Esto es normal?

—Incluso para el calabacín, esta es una cosecha excelente. — Ruth se limpió el sudor de la frente con una mano y presionó la otra mano en su cintura mientras se enderezaba.

—Nadine dijo que tomará algunos para hacer pan de calabacín para Un Pequeño Bocado, —dijo Merri Lee. Ella le tendió dos calabacines de tamaño modesto—. Deberías tomar estos, Meg.

Meg suspiró pero  los tomó. Comer alimentos que estaban en temporada estaba bien y era sano, pero ahora entendía lo de tener demasiado de una cosa buena.

—No tienes que comerlos esta noche, —dijo Merri Lee—. Se mantendrán un día o dos.

Bueno. Una comida sin calabacín. Por supuesto, no estaba segura de qué comerían, o si iba a comer sola.

Entonces vio al Lobo moviéndose hacia ella. Simon, con su pelaje oscuro moteado con un gris más claros. Había pasado un tiempo desde que tuvo esa extraña sensación de no poder verlo claramente cuando se movía, como si estuviera viendo una imagen superpuesta de algo aún más grande atravesando un traje de Lobo, haciendo el contorno indistinto. Tal vez era un poco de su verdadera forma, lo que él era, que se mostraba cuando estaba estresado, como cuando estaba en forma humana y las cosas cambiaban involuntariamente porque estaba enojado o molesto.

¿Alguien más experimentaba esto cuando veía a los Otros? ¿O al ver las visiones de la profecía sesgaba la forma en que veía el mundo mundano? Si es que se pudiera llamar a cualquier Terráneo mundano.

Ruth y Merri Lee miraron alrededor y vieron a Simon.

—Deberíamos irnos, —dijo Ruth.

—No es necesario, —dijo Meg rápidamente.

Merri Lee recogió una de las cestas.
—Sí. No siempre van a estar de acuerdo o se van a llevar bien, pero van a ser infelices hasta que lo hablen.

—Podría acabar con él teniendo en la cabeza un gran calabacín.

Ruth tomó la otra canasta.
—Algo que cada mujer ha imaginado hacer a un hombre en un momento u otro.

Observó a sus amigas poner las cestas tejidas en las cestas de alambre en la parte delantera de sus bicicletas. Ella las vio alejarse. Luego miró a Simon, que se había acercado más a la huerta mientras Merri Lee y Ruth se alejaban.

—Tenemos que hablar. —le dijo.

No se apresuró a regresar al Complejo Verde. Simon caminó a su lado, sin detenerse a oler nada para averiguar quién había estado cerca hoy. Eso era tan inusual que le hizo preguntarse si también estaba infeliz.

Abriendo la puerta principal, ella lo dejó entrar en su apartamento, luego subió a su propio lugar para poner el calabacín en la nevera y verter dos vasos de agua fría. Un minuto más tarde, abrió la puerta de la cocina y se sentó a la mesa.

¿Qué decir? ¿Cómo empezar?

—Eran malos humanos. — La voz de Simon era áspera, pero sus ojos ámbar no tenían los destellos de rojo que indicaban ira.

Meg tomó un sorbo de agua.
—Fue su error robar la carne de nuestra carnicería, igual que si hubieran robado una tienda de humanos.

—Sí.

Por supuesto, habría sido más inteligente que esos hombres robaran una tienda humana. La policía los habría arrestado en lugar de comerlos.

— ¿Cuántos eran?

—Cuatro.

No conocía a todos los Lobos personalmente, pero entre los que cuidaban de los cachorros y el Complejo Wolfgard y los que, como Simon y Nathan, trabajaban en las partes más visibles del Courtyard, tenía una idea bastante buena de cuantos Lobos vivían en Lakeside.

— ¿Eran hombres escuálidos? —preguntó.

Simon entrecerró los ojos e inclinó la cabeza.
—No lo que yo llamaría escuálidos. No eran gordos, pero eran más voluminosos que Kowalski o Debany e igual de altos.

— ¿Y la manada se comió a los cuatro?

Se echó hacia atrás, un poco exhausto.
—No. Los dos Antiguos que están en el Courtyard comieron uno cada uno, y el resto de los Terráneos comimos los otros dos.

Eso explicaba el comentario de Jester sobre el desayuno.
— ¿Sam...?

Simon meneó la cabeza.
—No le dimos nada de la carne especial a los cachorros o a Saltarín. Ahora están jugando con cachorros humanos, y no queremos confundirlos.

Meg suspiró. No podía decir por qué el pensamiento de Sam y Saltarín masticando un trozo humano la molestaba más que Simon desgarrando a una persona, pero así era. Y eso la hizo preguntarse algo.

Pasó los dedos por su vaso, limpiando la condensación y evitando mirar directamente al Lobo sentado frente a ella. ¿Debería preguntar? ¿Podría preguntar?
— ¿Cómo es el gusto humano?

Simon se rascó detrás de una oreja.
—No sabe tan bien como un ciervo pero mejor que el pollo. —Pensó por un momento—. Mucho mejor que el pollo.

Ella intentó visualizar ilustraciones en una carta profética que clasificara los gustos de la carne. En una escala de uno al diez, ¿los ciervos serían un diez y el pollo uno? ¿Las vacas y los cerdos serían siete u ocho y los humanos serían cuatro o cinco?

— ¿Meg? ¿Qué estás pensando?

Ella le dijo.

Él la miró antes de decir lentamente.
—No necesitas una carta profética como esa.

No, no necesitaba. Pero...
— ¿Qué tan exacta sería la carta ilustrada de esa manera?

—Suficientemente cerca.

—Así que la carne especial no es especial porque sabe mucho mejor que la otra carne. Es especial porque no se come a menudo.

Pareció aliviado cuando su teléfono móvil comenzó a sonar. Lo sacó de uno de los bolsillos de sus pantalones cortos y dijo:
— ¿Qué? —Escuchó un momento y miró a Meg—. Kowalski está haciendo pizza. ¿Quieres una?

—Sí. —Igualmente iba a cortar y saltear uno de los calabacines para el plato de verduras.

—Gracias, —dijo Simon, y luego colgó.

Meg empezó a levantarse pero se dio cuenta de que tenía una pregunta más.
—Si esos hombres hubieran intentado robar algo que no fuera comida, ¿los habrías matado?

— ¿El verano pasado? Sí, lo habríamos hecho. ¿Ahora? —Él la miró a los ojos—. Los habríamos desgarrado como una advertencia a otros humanos, pero probablemente habríamos aullado por Montgomery y hubiéramos dejado que la manada policial tratara con los intrusos.

Después de que Simon se fuera en el Bow a la Plaza Comercial para recoger su pizza, Meg preparó todo para cocinar uno de los calabacines.

Muerte, policía, cárcel. Esas cosas habían ocurrido hoy y concluiría en peligro, lo que daría lugar a que terminara conectada de alguna manera a un bosque y una tumba.

Debería decírselo a Simon. Se lo diría a Simon. Pero no esa noche. Decir algo ahora despertaría a los Otros, y no quería que todo el mundo se molestara sólo porque su lengua estaba punzando de nuevo.

Meg apoyó las manos en el mostrador de la cocina. No quería hacerse un corte en la lengua. Demasiado fácil cometer errores y terminar con un daño permanente. Y una Casandra de sangre que no pudiera hablar con claridad no servía para nada a las personas que solían viajar a los recintos para comprar un vistazo de su futuro. Pero pronto su lengua iba a sangrar y vería la profecía que esperaba ser revelada.

*****

Cuanto más tiempo pasaba alrededor de los humanos, más confuso se sentía. Todos los otros depredadores que los Terráneos habían absorbido tenían una estructura social que tenía sentido. ¡Pero los humanos no!

Simon entró en el estacionamiento para empleados, salió del Bow, y abrió la puerta de madera que proporcionaba el acceso entre el lote de empleados y el de los clientes.

Sin señal de Kowalski todavía.

Podían no comerse entre ellos, pero los humanos mataban a otros humanos todo el tiempo. Lo había visto con sus propios ojos cuando Lawrence MacDonald fue baleado y asesinado en los puestos de la feria, cuando hombres del movimiento HPU atacaron a su grupo. Aunque el grupo humano se vio  entristecido, su comportamiento no cambió hacia los Terráneos. De hecho, las muertes de MacDonald y Crystal Crowgard hicieron aún más fuerte el vínculo entre el grupo humano y los Otros.

¿Sería que ellos aceptaban que los Terráneos vieran a los humanos como carne porque se daban cuenta de que a aquellos que vivían en el Courtyard ya no se los veía así? ¿O la aceptación venía porque entendían que ellos también serían vistos como carne por los Terráneos que vivía más allá de Lakeside y los lugares conectados como Isla Grande, Cataratas de Talulah y la Comunidad River Road?

Simon miró a Kowalski y Pete Denby entrar en el estacionamiento para clientes. Vio a Montgomery salir del edificio de apartamentos y caminar hasta la acera pública. El Teniente parecía estar escuchando algo, pero Simon no detectó ningún sonido inusual.

Kowalski abrió la puerta trasera, sacó una pizza de tamaño de familiar y dijo:
—No estaba seguro de si Sam y Saltarín se unirían a ustedes esta noche, así que quise asegurarme de que tuvieran bastante. La mitad es de pepperoni y salchichas; La otra mitad tiene verduras.

Simon tomó la caja de la pizza.
—Eso está bien. Te debo dinero.

—Es nuestro regalo para esta noche.

Tratando de compensar algo que otros humanos hicieron. Tratando de ayudar a cuidar la manada.

Kowalski cerró la puerta trasera, y luego vaciló.
— ¿Tienes carne en casa? ¿Algo congelado?

—Piezas de bisonte.

—Ruthie hizo un estofado de carne el otro día. Carne de vaca. Congelamos una parte en un par de contenedores. Un recipiente probablemente no sería suficiente para grandes apetitos como los nuestros, pero para las chicas, para Meg...

—Le preguntaré. Gracias por la pizza. —Simon regresó al Bow, deteniéndose lo suficiente como para cerrar y trancar la puerta de madera entre los dos estacionamientos. No se sorprendió al oír a alguien golpear la puerta, -Kowalski- asegurándose de que estaba cerrada con llave.

En el camino de regreso al Complejo Verde, pensó en lo que se dijo. Apetitos como los nuestros. Un Lobo podía comer libras de carne de una vez, mucho más de lo que un estómago humano podría aguantar. Pero Kowalski había hecho sonar como si la diferencia estuviera entre lo que los machos y las hembras podrían consumir, no los humanos y los Lobos.

No estaba seguro de lo que significaba, pero pensó que era interesante.

*****

Jimmy se sentó en el porche a meditar. Había estado en el porche desde que la policía lo trajo de vuelta. Si Sandee hubiera estado afuera a su regreso, habría empacado, vaciado su escondite de dinero y tomado el par de piezas de joyería que mantenía ocultas, y se hubiera escabullido tomando un autobús a cualquier lugar, libre de esa perra y sus mocosos. Pero ella estaba en casa, gimiendo por comida y dinero hasta que le mostró el puño. No necesitaba usarlo, no muy a menudo de todos modos, para hacerla callar rápidamente y dejarlo solo para pensar.

No había errores en su plan. Debería haber funcionado. Su pandilla debería haber entrado y salido en vez de terminar asesinados y...

Tragó saliva para evitar que la garganta se le atorara.

¿Qué había de malo con la gente de esta ciudad, que actuaban como si fuera normal que esos malditos monstruos se comieran a la gente? ¡Eso nunca había sucedido en Toland! En Toland, la gente normal no tenía que ver a los Otros, no tenían que preocuparse de ser agarrados o mordidos o algo peor. Esto no habría ocurrido en una gran ciudad humana, una ciudad humana apropiada. Pero aquí los policías eran todos unos vendidos, comprados por los monstruos. Incluso ese bastardo de Burke debía de estar trabajando para los Otros. ¿Por qué más iba a ir tras un hombre que sólo quería cuidar de su familia en lugar de disparar a esos monstruos? ¿Por qué otra cosa el amante de Lobo Kowalski iría tras de un hombre que había sido engañado en una compra...?

Jimmy apartó ese pensamiento.

Esos monstruos sabían que su pandilla vendría. Lo sabían desde antes de que hiciera los planes finales. ¿Cómo pudo pasar?

Se percató de una conmoción dentro del apartamento, la llorona Fanny gritando por su Mamá y Clarence...

Jimmy se tiró de la silla y entró para detener la mierda que hacían los mocosos, pero se detuvo en la puerta del dormitorio.

Clarence sostenía un cuchillo para la mantequilla y estaba persiguiendo a Fanny por la sala de estar, riendo mientras le daba un golpe en la cara.

—Vas a cortarte, perra, —dijo Clarence—. Voy a convertirte en una chica cicatriz. Entonces vas a decir la fortuna y nos darás una pila de dinero.

— ¡Mamá! —gritó Fanny.

Había oído algo sobre cicatrices y chicas, pero ¿cómo se suponía que iba a recordar con Fanny gritando así? Y si seguía así, ¿cuánto tiempo pasaría antes de que uno de los malditos policías empezara a golpear la puerta?

— ¡Paren! —Rugió—. ¿Qué es esta mierda?

La alegría en la cara de Clarence de que podría "accidentalmente" cortar a su hermana cambió a cautela cuando Jimmy entró en la sala de estar.

—Estamos jugando, papá.

— ¿Qué es eso de chica cicatriz? —Él ignoró a Fanny, que salió corriendo de la habitación llorando por Sandee, y se concentró en el chico—. ¿Y?

—Las chicas llenas de cicatrices. Recuerdas, papá. Las vimos en la televisión. Las chicas que pueden ver el futuro.

—Claro, recuerdo. ¿Por qué estás molestando a Fanny con eso?

—Tienen una de esas chicas en el Courtyard. Su nombre es Meg. Ella tiene pelo corto y anda por ahí con las perras de los policías.

Un vago recuerdo de ser advertido de mantenerse alejado de alguien llamado Meg. Entonces recordó más. La había visto cuando ese mocoso Lobo atacó a Clarence. Su hijo resultó herido, necesitaba un viaje al hospital, pero todo el mundo se mantuvo cuidando a una perra que no tenía más que un labio ensangrentado.

¿Esa era Meg?

Un duro golpe en la puerta del apartamento. Sandee salió de la cocina, miró y luego se apresuró a responder.

Jimmy vio a CJ en la puerta sosteniendo una gran caja de pizza. ¿Creía CJ que comprar una pizza ajustaría las cosas después de la manera en que dejó que los otros policías trataran a su propio hermano? ¿Después de la manera en que había tratado a su propio hermano, mostrándole las imágenes enfermas de un brazo cortado, tratando de asustarlo para que confesara algo que no hizo?

No. No CJ. Burke. Sí. Burke se lo había pedido, estaba tratando de inculparlo. El bastardo podría haber matado a su pandilla y tomado toda la carne de la carnicería, podría haber cortado ese brazo él mismo y pagado al monstruo para asegurarse de que terminara en manos de un hombre que sólo trataba de alimentar a su familia. Sí. Burke lo había inculpado y CJ cooperó para mandarlo lejos.

Sandee tomó la caja de la pizza, cerró la puerta, y corrió a la cocina. Jimmy se apresuró tras ella, agarró a ambos niños por los brazos y los apartó de la mesa. Él venía primero. A veces se olvidaban de eso.

Los platos estaban todavía en el lavabo, así que Sandee sacó un trozo de toallas de papel del rollo para usar en su lugar. Cuando abrió la caja, Jimmy sintió que la ira le quemaba el estómago.

— ¿Qué es esto? —preguntó.

—CJ compró una pizza grande para dividir con nosotros, —dijo Sandee, un poco asustada por su tono.

—Él te lanza lo que no quiere, y ya estás pronta para ponerte de rodillas y darle un gran beso.

— ¡Jimmy! —Ella parecía horrorizada mientras miraba a los mocosos. Entonces su rostro adquirió esa mirada dura que siempre ponía cuando dejaba de intentar complacerlo—. Si no quieres las sobras de tu hermano, no comas nada. Pero no hay nada más en la casa.
Miró a Fanny, por quien CJ se había interesado últimamente. ¿Era otro ejemplo de las sobras de su hermano? No era de extrañar que nunca hubiera sentido cariño hacia la pequeña perra.

Sandee cogió la pizza. Él la apartó de la mesa. Tomando un montón de las sobras y la última cerveza en el refrigerador, se retiró al porche para comer en paz, dejando que los tres se pelearan por los restos.

Mordió la pizza. Masticado. Tragando. Pensando y meditando en cómo nada había ido de la manera en que debía desde que llegó a Lakeside.

Necesitaba salir de esa maldita ciudad. Era demasiado pequeña, demasiado estrecha para un hombre emprendedor como él. Necesitaba algo que trajera dinero, que le diera influencia, que le permitiría vivir de la manera que se suponía.

Él masticó. Tragó. Pensó.

Necesitaba una manera de mantenerse por delante de los monstruos y los policías. Necesitaba una de esas chicas profetas... ¿y no era por el maldito destino que una de ellas estuviera ahí, madura para la recolección? Sólo cortar su piel y haría una fortuna. Podía ofrecer una profecía a un falsificador experto a cambio de una nueva identidad. Entonces se convertiría en alguien más en una de las grandes ciudades humanas. Él podría conseguir pasar de las restricciones de viaje e ir todo el camino a Sparkletown en la costa oeste y entrar en el negocio de las películas. Usando a la chica de la cicatriz, tendría los medios para decirle a los productores y distribuidores si una película sería un golpe incluso antes de que contrataran al primer actor. Y tendría su selección de mujeres hermosas que harían lo que quisiera por sólo mirar su futuro.

Sí. Así debía vivir. Solo necesitaba sacudirse toda esta mierda... y necesitaba sacar a la chica de la cicatriz del Courtyard y sacarlos a ambos de esta maldita ciudad. Pero esta vez, lo haría solo. No iba a confiarle este plan a cabrones como los que no pudieron tomar un poco de carne de un montón de animales.

Así que masticó, tragó y pensó. Cuando el sol se había puesto y las luces de la calle se encendieron, Cyrus James Montgomery tenía un plan.


15 comentarios:

  1. OMG !!!!! Ese niño está mal hecho !!! No puede ser!!! Esta va a ser el último capítulo por ahora??? Me muero!!! jajajaja gracias chicas por todo su trabajo!!

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  2. Oh ese Cyrus está cavando su propia tumba... ahora si a esperar el libro completo. Gracias a todo el Staff

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  3. Corrección
    "¿Alguno de ustedes captura peses [peces] en esos arroyos? —"

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    1. ay no te puedo creer que ese se me pasó... mil gracias!!

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  4. "¿Sólo el tiempo suficiente para que Cyrus se lleve [llevara] el cebo?"

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  5. "Simon, con su pelaje oscuro moteado con un gris más claros [claro]"

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  6. ¿No se van a publicar más adelantos hasta que el libro esté completo?

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    1. No, ahora esta casi terminada la traducción, falta un par de capítulos, así que nos vamos a concentrar en la corrección de los capítulos que no se van a subir y una re lectura del libro para ver si hay coherencia en la traducción y si se escapó algo.

      Si te mandamos por mail algunos capi, nos darías una mano?

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    2. La idea es que el libro este pronto entre el Lunes y el miércoles de la semana que viene

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    3. Claro. No me importa ayudaros.

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    4. Te he mandado un mensaje por "Contáctanos" con mi correo.

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  7. Ayyy que nervios, no puedo esperar, y sí yo también odio a Jimmy. ¡Cuántos problemas puede provocar!. Muchas gracias por su trabajo y su tiempo como siempre.

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  8. Realmente es muy malvada la mente de Jimmy, pero también debería ser fácil de adivinar, tarde o temprano terminaría por pensar en las Casandra de sangre y su beneficio. Muchas gracias por su trabajo, a esperar el libro

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  9. La tumba del bosque quizá sea la de Cyrus? otra amenaza para Meg

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  10. Dios!! Quede con la emoción... Cyrus literalmente está cavando su propia tumba, y aquí suponiendo a partir de las cartas proféticas, puede que el tenga éxito en sacarla y terminen cerca de algún bosque y ahí le llega la muerte a ese tipo...

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