Capítulo
13
Watersday
9 de Juin
—Por lo
general no venimos hasta Bennett más de una vez a la semana para recoger
suministros, —Tobias Walker dijo mientras entraba en un estacionamiento en la
estación de tren.
Joe Wolfgard
trató de identificar el tono en la voz del hombre.
—¿Estás
quejándote porque este segundo viaje a Bennett esta a un largo camino de
Pradera de Oro?
—Nop. Me
limito a proporcionar información que puede resultar útil. — Tobias cruzó sus
muñecas sobre la parte superior del volante—. En general tratamos de conservar
el combustible. Es especialmente importante en este momento porque el camión de
combustible que llena los tanques subterráneos de la gasolinera no se presentó
ayer, cuando se suponía que debía. Tenemos un vehículo de emergencia que está
equipado para llevar a alguien a Bennett si la persona está demasiado enferma o
herida para que el médico de nuestra pequeña clínica pueda manejarlo. Ese
vehículo tiene su tanque lleno antes que otros. El camión refrigerado de la
granja de productos lácteos también tiene prioridad. La gente tiende a llenarse
cerca del momento de la próxima entrega así aseguramos nuestra cobertura total
de gasolina.
—¿Podemos
comprar combustible para la camioneta aquí? — Preguntó Joe. Averiguar qué le
ocurrió al camión de combustible, era parte de su responsabilidad ahora, ¿o era
considerado un problema de los humanos? Simon podría saberlo, aunque Blair
podría ser a quien debía preguntar, porque el ejecutor dominante del Courtyard
de Lakeside era el que pasaba más tiempo con los vehículos que circulaban y
probablemente tenía más experiencia con la compra de gasolina.
—Podemos... la
gasolinera de aquí recibió su suministro programado de gasolina. —Tobias
vaciló—. Los invitados que estás esperando. ¿Saben que todo lo que tenemos para
ofrecer es habitaciones sencillas en un motel?
—Jesse Walker
le dijo a Vlad lo que estaba disponible, por lo cual, lo saben.
—¿Hay alguna
razón por la que tus invitados no quieren permanecer en el asentamiento? Sólo
pregunto.
—Vlad fue
específico acerca de los arreglos de alojamiento. — Pero no especificó quiénes
llegarían con los libros. Eso lo hacía sentirse incómodo, pero no le veía el
punto de aullar por ello hasta que no tuviera una razón para hacerlo.
Llegaron a la
plataforma justo cuando el tren se detuvo. La mitad de la estación era una zona
de espera para los humanos. La otra mitad era un área de mercancías y paquetes
que iban a transportarse en el tren. Le hizo pensar a Joe en la oficina de Meg
Corbyn con una persona en el mostrador y un cuarto separado para mantener los
paquetes hasta que alguien viniera a recogerlos.
Los humanos
corrían a toda prisa por las escaleras de los dos vías. Algunos parecían
pálidos, olían a debilidad. Si estuviera cazando con una manada de Lobos, que
se centraría en la presa de olor débil como la más fácil de derribar.
—Debe haber
algunas personas la-di-da[1] en el
tren esta vez, — dijo Tobias.
—¿La-di-da?—
Joe nunca había oído hablar de tal ser humano.
Tobias levantó
la barbilla para indicar el tercer vagón de pasajeros.
—Rico.
Importante. No siempre se ve un vagón privado.
Ricos. Importantes. O letales, Joe pensó
mientras observaba a un hombre con una bolsa de viaje descender, luego, giró y
ofreció una mano a la hembra. El macho estaba vestido con un traje negro con
una camisa gris pálido. La mujer llevaba un vestido de terciopelo negro pasado
de moda, largo con mangas drapeadas. Ambos tenían la piel de oliva, cabello
negro y ojos oscuros. El macho, estando solo, podría haber pasado por humano y
mezclarse en la multitud, al menos por un rato. La hembra no hacía ningún
esfuerzo por ocultar lo que era.
—Dioses encima
y por debajo, — exhaló Tobias—. ¿Ellos son...?
—Sanguinati,—
Joe terminó—. Vamos. — Él se movió rápidamente, más para evitar que los humanos
entraran en pánico si se percataban de quien ahora estaba entre ellos, que
porque tuviera prisa de encontrarse con sus invitados.
El macho los
vio y sonrió, mientras que la hembra se deslizó por la plataforma para ver a
los hombres que descargaban el equipaje del vagón.
Joe olió el
miedo en el sudor de Tobias. No era una buena manera de relacionarse con
depredadores como los Sanguinati.
—¿Joe
Wolfgard? — Dijo el macho—. Soy Tolya Sanguinati. Nos conocimos hace unos meses
en Lakeside. — Él movió su mano en un ligero gesto para señalar a la otra
Sanguinati—. ¿Vlad te comentó que vendríamos?
—Él lo hizo. —
Joe miró hacia los hombres que descargaban las cajas cuidadosamente cerca de la
hembra, las apilaban como si fueran a construir un muro entre los humanos y
ella.
El Sanguinati
fue parte de los Terráneos que terminaron con el Controlador y el compuesto en
el que mantenían a las Casandra de sangre como Meg Corbyn. Joe podía
apreciarlos como depredadores, pero no estaba seguro de poder ser amigo de uno
como Simon era amigo de Vlad.
Ahora sé por qué Vlad quería mantenerlos cerca de
los humanos,
aunque, cuando toman la forma del humo, pueden
cazar cualquier cosa por la noche.
—Él es Tobias
Walker, el capataz del rancho de Pradera de Oro, — dijo Joe.
—Hemos traído
muchos libros para Jesse Walker y Shelley Bookman, — Tolya dijo cuando la
hembra se unió a ellos—. Ella es Nyx.
—Señora.
—Tobias rozó el ala de su sombrero con un dedo antes de pasar a Joe—. Señor
Wolfgard, debemos cargar las cajas y
ponernos en camino.
Al oír la
cautela, Joe miró a su alrededor. Había demasiados humanos para prestarles
atención a ellos.
—Sí,
deberíamos.
Tobias arrancó
un carrito de los despachadores. Joe le ayudó a apilar las cajas en el carro y
lo traslado al estacionamiento, mientras que Tolya y Nyx iban detrás de ellos.
Después de
cargar las cajas en la caja de la camioneta, Joe recordó el comentario de
Tobias sobre los viajes hasta Bennett.
—¿Hay algo
para comprar aprovechando que ya que estamos en la ciudad?
—Sólo la
gasolina para el camión. — Tobias movió los ojos en la dirección de Nyx, pero
no la miraba. Simplemente abrió la puerta del pasajero—. Señora.
Ella cambió a
humo de la cintura para abajo y fluyó a la camioneta.
—Hay espacio
en el asiento para ti, también, Tolya, — dijo Joe—. Puedo montar en la parte de
atrás.
Tobias le
lanzó una mirada de pánico antes de bajar la cabeza lo suficiente para que su
sombrero ocultara su rostro.
—Puedo montar
en la parte trasera contigo, — dijo Tolya.
Joe sacudió la
cabeza y se paso una mano por su pierna.
—Esta ropa se
ajusta a montar en la parte trasera de una camioneta. Tu ropa no, al menos
mientras estemos en la población humana. — Una vez que dejaran Bennett, no
importaría, y pensó que Tobias se sentiría menos amenazado si sólo hubiera un
Sanguinati en la delantera con él.
—Estás más
familiarizado con las costumbres de esta parte de Thaisia. — Tolya entró y cerró
la puerta del pasajero.
Joe saltó en
la parte posterior y se instaló en el espacio restante. Un montón de libros.
Más de lo que esperaba que Simon y Vlad enviaran a los humanos. Entonces vio su
nombre en dos de las cajas y felizmente comprendió que habían enviado libros
para el asentamiento Terráneo también.
Tobias dio la
vuelta y cerró la puerta trasera.
—Señor
Wolfgard...
—No van a
alimentarse de ti, — dijo Joe, y luego añadió en silencio, al menos no mientras estés conduciendo.
Tobias se puso
al volante y condujo a la gasolinera. Mientras se estacionaban, Joe estudió a los
varones humanos que se habían reunido alrededor mirando a un hombre de overol
con cinta adhesiva pegando un cartel escrito a mano por encima de las bombas.
«Tu humano
está enfadado,» dijo Tolya. «No entiendo todo lo que está diciendo, él habla
diferente de los humanos en Toland... pero entiendo algunas de las palabras,
palabrotas mezcladas con el resto.»
Tan pronto
como Tobias se detuvo en las bombas y apagó el camión, Joe saltó por encima de
la puerta trasera y dio la vuelta para evitar que Tobias mordiera al hombre con
de overol. O le diera un puñetazo. El puñetazo era lo más probable, ya que
Tobias tenía las manos fuertes por el trabajo en el rancho, pero tenía dientes
pequeños.
—¿Qué clase de
mierda es esto? — Preguntó Tobias—. Se duplicó el precio de la gasolina cuando
nos vio venir?
—La oferta y
la demanda, — dijo el de overol, dando a Tobias una sonrisa desagradable. La
sonrisa se apago cuando Tolya abrió la puerta y salió de la camioneta, pero el de
overol se centró en Tobias—. Usted debe saber acerca de la oferta y la demanda.
—Lo sabemos, —
dijo Tolya tan afablemente que a Joe le hizo sentir escalofríos. Después, el
Sanguinati dio una mirada a Tobias que advirtió al humano de no crear
problemas—. Como tuviste que hacer el viaje en nuestro beneficio, pagaré el
precio de la gasolina. — Sacó una billetera de la chaqueta, y luego apartó dos
billetes de cincuenta mientras se concentraba en hombre de overol—. Así que ya
sabe que podemos pagar.
Queriendo
alejarse de la ciudad y de esa manada de humanos que parecían listos para
atacar, Joe abrió la tapa de la gasolina y espetó:
—Tobias. —
Luego a Tolya—, «Dejarlos cambiar el precio porque queríamos un poco de
gasolina no difiere de dejar a los depredadores más pequeños adelantarse en la
cacería antes de que tu propia manada se haya alimentado. Si se les paga ahora,
van a seguir haciendo que los humanos de Pradera de Oro paguen más.»
«No por mucho
tiempo.»
Las palabras
de mal agüero lo dejaron nervioso, pero el olor en el aire... algo que estuvo y se fue cuando el viento
cambió, fue más inquietante.
—Lo que están
haciendo no es correcto, — dijo Tobias mientras empezaba a bombear la gasolina.
Joe le gruñó
porque este no era el momento ni el lugar para discutir sobre la maldad humana
o la codicia, no cuando los Antiguos
estaban tan cerca de la ciudad que su olor estaba en el aire.
Tobias llenó
el tanque, Tolya pagó por la gasolina, y se alejaron mientras el grupo de
hombres gritaron lo que Joe asumió eran comentarios insultantes.
«¿Necesitan
algo de comida?» Joe preguntó a Tolya.
«No, gracias.
Comimos en el tren.»
Tan pronto
como cruzaron el límite de la ciudad de Bennett, Tobias se detuvo y Nyx y Tolya
se bajaron. Joe, que viajaban en la caja de la camioneta, se quitó la camisa, y
luego se quitó los zapatos.
—Tengo que ser
Lobo.—Se puso de pie y se desabrochó el cinturón.
—Espera un
minuto, — protestó Tobias.
Joe sacudió la
cabeza.
—Tengo que ser
Lobo. — Se bajó los pantalones por sus piernas y dio un paso fuera de ellos,
pateándolos antes de desplazarse a una forma que sentía natural y con la que
tenía sentidos más agudos. Dio a su piel una buena sacudida, luego se sentó y
miró a Tobias, que había dado la espalda a la camioneta.
—Podemos
seguir ahora, — dijo Tolya cortésmente.
Tobias miró
sobre su hombro, y luego se volvió hacia ellos.
—Tengo cosas
que decir.
Como no
continuó, Tolya dijo:
—Te
escuchamos. — Y luego a Joe—, «Él está enojado, pero creo que teme el castigo.»
Esa era la
opinión de Joe también.
«Quiero saber
por qué está enojado.»
Tolya
transmitió el mensaje.
—Nos
esperaban, — dijo Tobias—. Tal vez sabían que el camión de combustible no había
llegado a Pradera de Oro ayer, y cualquiera que fuera hasta Bennett querría
comprar gasolina. Usted podía permitirse el lujo de pagar ese precio hoy, y lo
aprecio. Pero mañana el precio podrá duplicarse de nuevo, y ¿qué va a pasar con
la próxima persona que venga a la ciudad? ¿Jugársela a que va a tener suficiente
combustible para llegar a casa porque no pueden permitirse el lujo de pagar
esos precios? ¿Esperará que el camión de combustible haya hecho la entrega a
nuestra estación de servicio?
—Puedo ayudar
a Joe a saber por qué el camión de combustible no llegó a tu ciudad, — dijo
Tolya—. Entre nosotros, debemos ser capaces de encontrar un proveedor... en
otras palabras, una refinería de petróleo más fiable que pertenezca a los Terráneos
y esté dirigida por Intuye.
Tobias
parpadeó.
—¿Existen?
—Una o dos. Lo
suficiente como para asegurar que los pueblos Intuye tengan lo que necesitan
para el transporte esencial y la maquinaria. La producción es limitada, pero
creo que podemos organizar que tu ciudad sea suministrada de esta manera a
partir de ahora.
Joe trató de
no gruñir. ¿Tolya había llegado a Pradera de Oro para tomar su lugar como el
líder del asentamiento Terráneo? Si ese fuera el caso, le deberían haber avisado, sobre todo porque
había sido elegido como el nuevo líder hacía menos de un mes. Sin embargo tener
a un Terráneo cerca que sabía de esas
cosas humanas, como refinerías, sería útil. Él mismo era uno de los Terráneos
que podían pasar por humanos, y había recibido alguna educación en un centro
humano, para poder hacer frente a los humanos en nombre de su propia especie.
Pero a diferencia de Simon, nunca había querido dirigir un Courtyard o incluso
vivir en uno.
—Entendemos
sobre la oferta y la demanda, Sr.
Walker, — dijo Tolya—. Cuando hay un exceso de presas, depredadores vienen de
otros territorios para cazar y alimentarse. Hay suficiente para todos nosotros,
y nuestros jóvenes sobreviven y crecen fuertes y, a su vez, aprenden a cazar.
Cuando la presa se vuelve más escasa, los depredadores regresan a su propio
territorio, o de lo contrario terminan luchando entre sí por una parte de la
matanza. No todos sus crías sobreviven, ni tampoco los más débiles entre ellos.
Con el tiempo el equilibrio de Namid se restaura, y hay suficiente comida para
ambos, depredadores y presas.
Tobias tragó
saliva.
—¿Está diciendo
que hay un exceso de oferta de presas en Bennett?
—Estoy
diciendo que Bennett no es la preocupación de los Terráneos de Pradera de Oro,
— respondió Tolya—. ¿Deberíamos continuar?
Tobias se
deslizó en el asiento del conductor y encendió la camioneta. Nyx salió y fluyó
sobre el lado de la camioneta, posándose en la parte de atrás al lado de Joe,
mientras Tolya se sentó en el frente con Tobias.
«Los humanos
en Bennett son la preocupación de la manada de Pradera de Oro,» dijo Joe a
Tolya. «Se supone que debemos vigilar y recoger el pago por la tierra que los
humanos arriendan acá. Eso incluye los ranchos, así como la ciudad.»
«Si se rompen
los acuerdos, los Otros pueden reclamar la tierra y obligarlos a irse ¿no es
así?» Tolya contrarrestó.
«Sí.» A Joe no
le gustaba las huellas que el Sanguinati estaba siguiendo.
«Quizás
deberías permitirles este tipo de pequeñas maldades, deja que las propias
acciones de los humanos demuestren que no deberían ser autorizados a permanecer
aquí.»
«Pero a los
Intuye se les ha prometido protección de otros tipos de humanos a cambio de
habilidades que no deseamos aprender pero sabemos que son necesarias,» Joe
argumentó. «Dejar que los humanos aumenten el precio de la gasolina hasta que
los Intuye no puedan permitirse, no es protección.»
Tolya no dijo
nada durante un minuto.
«Siempre he
vivido alrededor de ciudades humanas más grandes, por lo que esta parte de Thaisia
es muy nueva para mí. Sentí algo en Bennett que reconocí como Terráneo, pero
que nunca encontré antes.»
«Antiguos. Los Terráneos que viven y
velan en el País Salvaje. Por lo general no vienen tan cerca de una ciudad
humana.»
«Si ese es el
caso, tal vez no deberían depender de Bennett por los suministros necesarios en
Pradera de Oro.»
Había una
advertencia en esas palabras.
Pero Tolya tiene razón, Joe pensó
con un suspiro. Había aprendido lo suficiente acerca de su nuevo territorio
para saber que los humanos que vivían en Bennett odiaban a los Otros por
establecer límites de lo que los humanos podían y no podían tener, y se
resentían de los Intuye porque Pradera de Oro tenía algo que los ranchos de
propiedad humana carecían: el agua que fluía desde las colinas y seguía los
cauces naturales de los agujeros de riego que hacían que fuera más fácil para
los Intuye sacar adelante su granja de productos lácteos, la granja agrícola y
el rancho que criaba ganado y caballos. Y unos pocos hombres, a lo largo de los
años, se habían adentrado en las colinas y regresaron con oro. Pero lo que un
hombre podría ser capaz de hacer, una docena no podía. La creencia de que allí
había una riqueza incalculable, y sin dueño,
en los cauces de los arroyos que podrían hacer que un hombre se
enriqueciera más allá de sus sueños más salvajes, pero sin embargo no podían
alcanzarla, se estaba convirtiendo en un tipo diferente de enfermedad en
algunos humanos. Ellos querían lo que no podían tener porque algo ya había
reclamado la tierra y el agua, no por la riqueza, sino por la vida.
Joe no sabía
exactamente donde Tolya y Nyx se ubicaban en su manada, pero no le sorprendería
que sus funciones fueran el equivalente de los ejecutores o custodios. ¿Por qué
enviarlos aquí para entregar algunos libros? ¿O es que su llegada tenía más que
ver con los dibujos realizados por la cachorra profeta de Jackson?
Cuando Pradera
de Oro apareció a la vista, Joe cambió de nuevo a su forma humana y se vistió.
Su primera parada fue el motel, para que Tolya y Nyx pudieran registrarse y
dejar su equipaje personal. Ahí es donde escucharon la noticia de que un camión
de combustible explotó en la carretera el día anterior. Los dos hombres que
conducían el camión murieron. Hubo cierta discusión sobre si la explosión fue
un accidente causado por un error del conductor, o si los controladores ya
estaban heridos o muertos cuando el camión explotó.
—Oferta y
demanda de mierda, — dijo Tobias cuando escuchó la noticia. Luego miró a Nyx—.
Perdone mi lenguaje, señora.
Ya fuera
intencional o no, Pradera de Oro no iba a recibir su esperado y necesario
combustible hasta que los Otros realizaran los arreglos con un proveedor
diferente.
La
preocupación por la escasez de gasolina atenuó el placer de Jesse Walker cuando
trajeron las cajas de libros para su tienda, pero fue muy amable en sus gracias
hacia Tolya y Nyx. Shelley Bookman, por otro lado, echó un vistazo a los
Sanguinati cuando entraron en la biblioteca y parecía tener problemas para
controlar su respiración.
Después de
recibir la promesa de Tobias de dejar a las cajas de libros en el lugar donde
los Terráneos recibían los bienes humanos, Joe observó al humano alejarse antes
de dar los dos Sanguinati un recorrido por la ciudad. Los humanos les
observaban desde las puertas y ventanas.
—¿Cuánto
tiempo se quedaran? — Preguntó Joe—. ¿Debo pedirle a algunos de los Terráneos
que permanezcan cerca de la ciudad?
—Este es un
asentamiento Intuye en tierra Terránea, —respondió Tolya—. ¿Hay alguna razón
para temer a estos humanos?
—No. Me
recuerdan a los humanos de la manada de Meg Corbyn. Ellos quieren ser miembros
de una manda más grande.
—Eso es sabio,
— dijo Nyx—. Me voy a quedar unos días antes de volver a Lakeside. Tolya
permanecerá más tiempo.
—Si eso es
aceptable para ti, — dijo Tolya, mirando a Joe—. El abuelo Erebus quiere que
los Sanguinati tengan más presencia en el Medio Oeste. Él quiere que estemos
disponibles para ayudar a los cambiantes. Y mi estancia en el motel significa
que puedo mantener un ojo en los Intuye mientras tú mantienes la vigilancia de
todo lo demás. —Hizo una pausa—. Creo que los Terráneos deben visitar Bennett
lo menos posible.
Joe estaba de
acuerdo con eso, claro que ni siquiera le gustaba estar allí, para empezar.
—No
necesitamos ir a ninguna parte de Bennett, salvo la estación de tren. — A
medida que la implicación de sus propias palabras lo golpeó, piel le brotó en
el pecho y hombros, y sus colmillos se alargaron al tamaño del Lobo. Se detuvo
y se tomó un momento para cambiar de nuevo a totalmente humano.
»—Nuestro
aroma aquí implica una señal de
aceptación, — dijo—. Envía un mensaje, una indicación de que estos son los
humanos que trabajan con nosotros.— ¿Los Antiguos
respetarían esa señal?
Tolya asintió.
—La falta de
aroma también envía un mensaje, ¿verdad?
Otra
advertencia tacita, sobre todo después de la sugerencia de Tolya de que los Otros
evitaran visitar Bennett y su anterior observación acerca de la recuperación de
la tierra.
Se dirigieron
al motel. Nyx quería explorar más allá de la ciudad. Tolya quería hacer un par
de llamadas telefónicas. Y Joe quería librarse de los pensamientos sobre
humanos molestos, volver a casa, y averiguar qué libros Simon había enviado a
los Lobos.
A invitación
de Tolya, se despojó de su ropa, las dobló, y las puso en el último cajón de la
cómoda.
—Tendrías que
convertirte en un inquilino a largo plazo de una de estas habitaciones, — dijo
Tolya—. Es un lugar conveniente para guardar la ropa y tiene agua para lavarte
en cuando tengas que estar en forma humana.
Era una buena
sugerencia, y la consideraría. En lugar de un Courtyard, los Otros a menudo
tenían una casa en un pequeño pueblo humano, pero no habían casas vacías en
Pradera de Oro. Habían construido sólo las que necesitaban. Una habitación
sería suficiente, y tenerla podría alentar a más cambiantes a experimentar un
contacto limitado con los humanos.
[1]
La-di-da: Es una vieja expresión (de
la cuál desconocemos su origen) para referirse a alguien como afectado, cursi,
snob o pijo. (N de T)
conectado y releyendo los anteriores
ResponderEliminarGracias debido al trabajo no puedo leemos inmediatomente 😮😮😡😡 gracias por el capítulo me encanta que los sanguinati ayuden a otros terrenos
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuchas gracias
ResponderEliminarGracias Chicas !!! increible la velocidad a la que traducen... es para agradecer !!
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