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miércoles, 15 de julio de 2015

Adelanto Capítulo 24: Visiones en Plata - Anne Bishop


Capítulo 24




Watersday 12 de Maius

—¿Por qué no puedo montar un poni?— Lizzy se quejó.

Que sonido tan molesto. Si alguna vez se quejaba de esa manera, Meg esperaba que Simon la mordiera. Realmente duro.

Pero los Lobos se quejaron también. ¿Por qué no le molestaba cuando ellos lo hacían?

—Porque los ponis del Courtyard no son ponis para montar, — dijo Meg por tercera vez. Su piel se erizaba cada vez que Lizzy pedía montar un poni, haciéndola sentir extraña, abrumada. Tenía que hacer que Lizzy entendiera que, en el Courtyard, se suponía que los cachorros obedecían a los adultos, y que no era no. Pero ¿qué más podía hacer? ¿Qué más podía decir?

La primera vez que había visto a los ponis, no había querido montarlos, y no se le había ocurrido, cuando se ofreció a llevar a Lizzy al Establo Poni, que la niña querría hacerlo, o que fuera tan persistente en salirse con la suya.

Y los ponis, que habían estado lo suficientemente curiosos por la pequeña humana como para permitirle a Lizzy acariciar sus narices, ahora mostraban sus rostros gruñones mientras trotaban alejándose.

—Tenemos que volver a la Plaza Comercial, —dijo Meg. ¿Alguien la oía? ¿Había hablado en voz alta?

Jester Coyotegard le gruñó a Lizzy.
—Meg dijo que no, y siendo el que se ocupa de los ponis, digo que no. Así que ese es el final del asunto, cachorra.

—¡Eso no es justo!— Lizzy golpeó el suelo con el pie—.  ¡La abuela Borden me dejaba montar un poni!

La voz de Lizzy transformó a la sensación de alfileres y agujas a un rumor doloroso. Meg clavó los dedos en su costado, justo por encima de la cintura de sus pantalones vaqueros, arañando su piel a través de la camiseta. Necesitaba pensar. No podía pensar, no con la voz de Lizzy zumbando en sus oídos. Demasiado. ¡Demasiado!
Tenía que... ¿qué?

—Típico de los humanos, —dijo una voz femenina—. Dales algo y siempre quieren más.

Meg se quedó mirando al Elemental cuyo pelo rojo tenía mechones en amarillo y azul, y el rostro de mujer que nunca podría pasar por humana. Pero a veces el peligro podía ocultarse silenciosa y muy fácilmente.

—¿Meg? — La voz de Nathan.

Nathan. ¿Está en peligro?

El rumor se convirtió en una agonía que tenía que arrancar de su piel antes de que se la comiera viva.

Tengo que mantener el control, pensó. Tengo que...

Sacó la navaja de plata de su bolsillo.


* * *


—Meg, — Nathan gruñó, agarrándole la mano que sostenía la navaja cerrada—. Meg, ¿qué pasa? — ¿Debería haber sentido algo? ¿Distraído por el Lizzy, se había perdido la señal de que Meg se iba a cortar?

—¡Quiero montar un poni!—Gritó Lizzy.

Soltó a Meg, se dio la vuelta y le gritó a Lizzy, sus dientes casi le tocaron la nariz, asustando a la niña y haciéndola callar. Entonces agarró a Meg de nuevo, atrapando la mano con la navaja y tirando de la otra mano para su costado.

—¿La pequeña humana ha herido a nuestra Meg?— Preguntó Fuego, mirando a Meg y luego a la Lizzy.

«¡Jane!» Nathan llamó. «Ven al Establo Poni. Meg necesita ayuda. ¡Date prisa!» Más en concreto, él necesitaba ayuda.

—¡Déjame!— Meg luchaba por liberarse—. Necesito cortarme. Lo necesito.

—¿Meg?— Ahora la Lizzy sonaba asustada.

«Voy a llevar a la cachorra de regreso con su padre,» dijo Jester. El Coyote agarró a la niña, la metió en el Bow de Meg, y se marchó.

—Demasiado, — gritó Meg—. ¡Demasiado peligro! Tengo que cortarme. Tengo que cortarme ahora.

—Te cortaste hace un par de días,— Nathan protestó—. Es demasiado pronto.

—Tengo que hacerlo,— jadeó—. Lizzy. Tengo que hacerlo.

No se suponía que debía estar cerca de ella cuando sangraba. Ninguno de los Lobos se suponía que tenían que estar cerca. La sangre de las Casandra de sangre era una tentación casi irresistible, así como la droga humana llamada Bienestar. Simon había aprendido de la manera difícil cuando lamió uno de los cortes de Meg y sufrió una sobredosis, llegando a ser tan pasivo que había estado indefenso durante horas.

—Meg, — Nathan gruñó—. Meg—. Si seguía conteniéndola, terminaría perjudicándola. Si la soltaba, se haría el corte mientras estaba actuando como una loca, y podría matarse.

Meg gritó como si tuviera un terrible dolor. ¿Y si así era? ¿Qué pasaba si al no dejarla cortarse, la estaba dañando de alguna manera que no entendía?

Aullidos del Complejo Wolfgard. La ayuda venía... pero no a tiempo.

Nathan miró a Fuego.
—La única forma de protegerla es cortarla. Pero voy a tener problemas una vez que empiece a sangrar.

Fuego lo miró fijamente. Entonces asintió.
—Voy a proteger a Meg. Incluso de ti, Lobo.

Asintiendo con la cabeza, Nathan metió a Meg en el establo. Agarrando una manta, la arrojó sobre la paja en el primer puesto y la acostó.

Lloraba. Suplicaba. ¿Era siempre así? Él no lo creía.

Le sacó la navaja de la mano y la abrió. Sus manos, ahora libres, arañaron su piel justo por encima de la cintura de sus pantalones, tratando de cortarse la piel con las uñas.

Nathan cubrió una de las manos de Meg bajo su rodilla. Fuego agarró la otra mano.

¿Cuán largo? ¿Qué tan profundo? No había tiempo para esperar respuestas.

El acero agudo besó la piel que se había estado rascando. Ella se estremeció, y su rostro estaba lleno de un dolor tan terrible que Nathan estuvo seguro de que la había matado. Entonces su rostro cambió, y él captó el fuerte olor de la lujuria cuando Meg empezó a hablar.

El delicioso olor de la sangre fresca llenó el aire. De sangre dulce. Fuerte. Rica. Más potente que cualquier otro aroma a su alrededor.

La boca de Nathan salivó, anhelando el sabor de esa sangre. Sólo un poco de sabor.

Sacudió la cabeza, tratando de aclararla. Tenía que escuchar. Ese era su trabajo ahora, escuchar.

—Máscara feliz, —dijo Meg—. Cara enojada. Hielera. Corazón. Carne podrida.

Ella dijo las mismas palabras dos veces. Luego suspiró... y se distendió.

Nathan se acercó más. Él debía lamer la sangre, limpiar la herida.

—Lobo. — Una advertencia ardiente.

Levantó la vista, sorprendido. Había estado tan atraído por el olor de la sangre de Meg, que se había olvidado de Fuego.

—Vete, — dijo una voz.

Gruñendo, él se puso de pie y giró para enfrentar al intruso, quien le tendió una mano salpicada de plumas.

Búho. Masculino. Sanador. No era una amenaza.

—Ve afuera, — dijo el Búho de nuevo.

Nathan salió corriendo del Establo Poni.


* * *


La euforia pasó rápidamente, y con su desaparición, Meg percibió lo que la rodeaba de nuevo. Su rostro estaba mojado, alguien estaba presionando sobre su costado demasiado duro para conseguir una mayor comodidad, los vaqueros y camiseta estaban empapados, y Nathan aullaba, un sonido tan lleno de miseria que quería llorar en respuesta.

Deslizándose una mano por la cara, abrió los ojos y miró a la nariz del poni gris. Una niebla fina continuaba cayendo sobre su rostro.

—Estoy despierta, Niebla, —dijo, parpadeando para sacarse el agua de sus ojos.

—Lo cual demuestra que tienes menos sentido que una chica aún dentro del huevo.

Volvió la cabeza y miró a un hombre que no conocía.

—Soy Welby, el sanador Owlgard, — dijo—. Jane Wolfgard está en camino, pero no sé si sabe cómo coser esto tampoco.

—¿Coser... ?

Meg levantó la cabeza para mirar la mano presionando un paño contra su costado. Cuando rozó el hocico de Niebla, babeó su corto cabello antes de dar un paso atrás.

Welby la empujó hacia abajo, no muy gentilmente.
—Tú y la pequeña humana han causado bastantes problemas hoy,  para que te lastimes más aún.

—Yo... — Lizzy. ¿Dónde estaba Lizzy?—. ¿Causamos problemas?

—Lastimaste al Lobo y molestaste a los Elementales y Sanguinati. — El pelo de Welby cambió a plumas, una señal de que él también estaba angustiado hasta el punto en que no podía mantener la forma humana.

Ella luchó para pensar en una pregunta segura.
—¿Por qué estoy tan mojada?

—Fuego se enfadó y el heno comenzó a arder. Agua llegó y empapó todo.

Jane Wolfgard se precipitó en el establo.
—Simon dice que el sanador humano está en la oficina de la Plaza Comercial. Blair está fuera con un Bow. Él dice que puede quedarse humano lo suficientemente como para llevar a Meg a la oficina.

—¿Dónde está mi navaja? — Meg preguntó una vez que envolvieron su cintura para sostener un paño doblado sobre el corte.

—Simon y Henry dijeron que toda esta paja y la manta, deben ser quemadas, — dijo Jane mientras ella y  Welby levantaron a Meg y la llevaron al Bow—. Cualquier cosa con sangre fresca debe ser quemada.

No quisieron hablar con ella directamente, mientras la instalaban en el asiento del pasajero. Y Blair simplemente le gruñó, por lo que estaba claro que no iba a hablar con ella tampoco.

Mejor así, pensó mientras presionó una mano sobre el corte. Estaba segura de que Simon tendría mucho que decir cuando la viera.

¿Sería él capaz de contarle que pasó?


* * *


Henry tendió una mano.
—Dámela.

Cosa odiosa, pensó Simon, girando la navaja de plata una y otra vez en las manos que eran peludas y con garras.

—Simon, — el Oso Pardo retumbó.

Le dio a Henry la navaja.
—Pensé que a Meg le gustaba Nathan. ¿Por qué le haría eso a él? ¿Qué se supone que debo decirle a ella?

No podía morder a la Lizzy, que había comenzado el problema, ya que era el deber de Montgomery disciplinar a la cachorra. Y no podía morder a Meg porque era Meg. Pero estaba tan asustado y furioso en este momento, que realmente quería morder a alguien.

—No vas a decirle nada, — dijo Henry—. Yo soy el guía espiritual de este Courtyard, así que voy a tratar con Meg.

Jester había caído en la trastienda de ABL aullando por Simon y Vlad y todos y cada uno. Desde Burke y Montgomery seguían allí, por donde habían salido corriendo también.

Algo sobre la Lizzy no dándole permiso para montar a los ponis. ¡Por supuesto que no podía montar a ninguno de los corceles Elementales, sin importar la forma en la que estaban! Pero el lloriqueo de la Lizzy había causado que Meg tratara de hacerse un corte cuando estaba fuera de control. Si Nathan no hubiera estado allí...

¡Si fuera otra salvo Meg, hubiera conseguido un mordisco por molestar a un miembro de la manada de esa manera!

—Sí, — dijo, sintiendo que sus colmillos se alargaban—. Trata con Meg. Veré lo que puedo hacer por Nathan.

Nathan había corrido a ABL tan pronto como Jane Wolfgard corrió hacia el Establo Poni. En el momento en que entregó la navaja a Simon, se quitó la ropa y cambió a Lobo. Ante la insistencia de Tess, había comido parte de una galleta de manzanilla, pero incluso con ese gran efecto calmante, aún estaba tan molesto que no podía dejar de temblar o lloriquear.

Después que el Dr. Lorenzo le diera a la Lizzy una comprobación rápida y aseguró a Montgomery que la niña estaba bien, el Teniente llevo a la Lizzy de nuevo al monoambiente. Ahora el médico esperaba a Meg.

«Estoy dejando a Meg en el consultorio médico ahora,» dijo Blair.

«Muy bien,» Simon respondió. Vaciló antes de añadir, «Henry se ocupará de Meg.»

«Bien. En este momento, realmente quiero morderla. Y a esa cachorra idiota del policía también.»

«Una vez que Meg este con el Dr. Lorenzo, ven a ABL y ayúdame con Nathan.»

Simon miró a Henry.
—Tal vez fue un error dejar que los humanos estuvieran en el Courtyard. Si la Lizzy no hubiera ido al Establo Poni con Meg, esto no habría sucedido.

—Tal vez, — dijo Henry—. Pero todos estamos de acuerdo en tratar con algo que no se ha hecho antes. Todos estamos aprendiendo, y eso significa que habrá errores. Esta vez, Meg fue quien cometió el error, y  tiene que entender lo que ha hecho. Ve a atender a Nathan, y esperemos que el día de hoy no haya deteriorado por completo su voluntad de trabajar con los humanos.



3 comentarios:

  1. Gracias, la que se está preparando en el pueblo...

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  2. muchas gracias por los capis! :D y la que se esta por armar...va a ser una masacre .-.

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  3. Obrigada pela postagem. A história está ficando cada vez melhor!

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