Capítulo 17
Watersday 12 de Maius
A las siete de
la mañana, Douglas Burke le dio al teléfono a su típica sonrisa de feroz
cordialidad y esperó hasta el tercer tono antes de contestar.
—Estación de
la calle Chestnut, habla el Capitán Burke.
—Capitán,
—dijo Vladimir Sanguinati diplomáticamente—. ¿Tiene un minuto para hablar?
—Claro.
Fue una
decepción, pero no es una sorpresa, que el Sanguinati se hubiera puesto en
contacto con él, antes de que la policía de Toland llamara para preguntar sobre
una niña desaparecida.
Había pocas
razones por las que Elayne Borden hubiera enviado a su hija a Lakeside, dejando
a la niña viajar varias ciento de millas sola. Según el informe verbal que
había recibido del Oficial Kowalski, Lizzy había dicho que su madre resultó
herida en el vientre. Un malestar intestinal agudo, podría ser responsable de
que Elayne pareciera lastimada o estar adolorida. También podría explicar su
decisión de enviar a la niña a Monty, mientras ella buscaba ayuda médica,
especialmente si estaba lo suficientemente adolorida para no estar pensando con
claridad. O bien, teniendo en cuenta lo que había sido hallado en el oso de
peluche, tal vez estaba pensando con claridad, y se dio cuenta de que no podía
confiar en nadie más que en Monty, en lo que a Lizzy concernía.
O podría haber
puesto a la niña en un tren desentendiéndose, para poder irse con su nuevo
amante, socialmente prominente y no comprometido.
No creía que
Elayne fuera tan fría o insensible en lo que a Lizzy se refería, o ninguna de
sus especulaciones eran certeras, pero eran argumentos que podía esgrimir si
alguien le preguntaba por qué no había llamado a la policía de Toland ni bien Lizzy
llegó a Lakeside.
¿Monty no
había llamado a nadie de la familia de Elayne todavía? Él no lo creía, pero tenía
que averiguarlo.
—¿Sus
parientes escucharon algo en las noticias, acerca de una mujer herida o enferma
en la estación de tren ayer? — Preguntó Burke. Los Lobos habían hablado de
sangre seca en el oso de Lizzy, pero la verdad era, que el pedazo de piel que
había rozado un poco de sangre, era tan pequeño, que la sangre podría haber
venido de un corte en la mano de alguien, un empujón rápido mientras la gente
se embarcaba en el tren. Un humano lo habría pasado por alto. Los humanos lo
habían pasado por alto. Si no hubiera sido así, un guarda conductor o alguien
en el tren, habrían preguntado a la niña acerca de un oso con sangre y la
ausencia de un adulto.
Una
vacilación. Entonces Vlad dijo:
—Stavros
considera parte de su trabajo para el Courtyard de Toland, leer el periódico
humano y escuchar las noticias. Hubo un informe ayer por la tarde sobre una
mujer apuñalada en la estación de tren de Toland. Muerta en la escena. La
policía está investigando. No se aporta el nombre hasta que los familiares sean
notificados. Cuando hablé con él, no había escuchado las noticias de la mañana,
así que no sé si han dado el nombre de la mujer todavía.
—Así que la
policía está investigando una muerte sospechosa.
Lizzy había
estado en el tren con rumbo al oeste temprano. Los familiares habrían sido
notificados antes de que el noticiero de la noche saliera al aire. Si la mujer
muerta y Elayne eran una y la misma, entonces alguien ya sabría que Elayne
estaba muerta... y no habían llamado al padre de su hija.
¿Ni siquiera
se habían dado cuenta de que Lizzy faltaba?
Otra larga
vacilación, antes de que Vlad dijera:
—Las
estaciones de tren son un buen coto de caza.
Burke se
enderezó.
—¿Estás
diciendo que uno de los Sanguinati mató a Elayne Borden?
—No. Estoy
diciendo que los Sanguinati a menudo están en las estaciones de tren,
especialmente en las estaciones de las ciudades más grandes como Toland, porque
muchos trenes entran y salen, y por lo general hay una abundancia de presas.
Pero las estaciones también proporcionan una manera de estudiar a los humanos.
Los Sanguinati observan, tanto como
cazan. No estaban en la parte de la estación de Toland cuando sucedió, por lo
que no vieron el ataque, y no vieron a Lizzy subir en un tren. Sintieron
curiosidad por toda la actividad una vez que la policía llegó y entonces
escucharon.
Genial. ¿Estaban por lo general los
Sanguinati en las multitudes alrededor de escenas del crimen, atraídos por la
conmoción y por los humanos que serían presas fáciles? Algo en que pensar. Más
tarde.
—¿Qué
escucharon?
—El baño donde
se encontró a la mujer tenía un cartel de ocupado en la puerta. El personal de
mantenimiento en la estación insistió en que el cartel era de la puerta del
baño de los hombres, no de las mujeres. No estaba claro si la mujer movió el
cartel en un intento de ocultarse o si su atacante lo trasladó para retrasar a
que alguien la encontrara. La mujer llevaba una pequeña llave de oro en una
cadena larga y delgada escondida debajo de la camiseta. Se especuló que la
llave abría la cerradura de una caja de joyería, pero la maleta de la mujer no
se abrió en la estación, por lo que los Sanguinati no podían decir si encontraron
la caja.
Burke escribió
notas.
—¿Algo más?
—La mujer
tenía dos boletos para un tren suburbano que iba a Hubb NE. Ella fue encontrada
poco antes de que el tren saliera de la estación, por lo que la policía buscó a
su acompañante entre los pasajeros que lo abordaban, pero no localizaron a
ninguna persona que conociera a la mujer.
Burke pensó
por un momento. ¿Elayne compró otros billetes para darse otra vía de escape? ¿O
fueron una distracción? Si Lizzy tenía dos boletos para Lakeside, eso podría
explicar por qué nadie había cuestionado la ausencia de un adulto. Mamá estaba en el baño. Aquí está el billete.
Mamá estaba en
el cuarto de baño. Pero no el baño del tren.
—Gracias por
la información,— Burke comenzó.
—¿Capitán? —
La voz de Vlad, que había tenido un tono coloquial hasta ese momento, de
repente se volvió fría—. ¿Alguien lo llamó a usted o al Teniente Montgomery
para preguntar sobre la niña?
Burke sintió
que su corazón golpeó fuerte contra su pecho.
—No, — dijo,
tragando un sabor amargo que reconoció como miedo—. Nadie ha llamado para
preguntar por la niña.
—Es lo que
pensábamos. — Vlad colgó.
Dioses encima y por debajo, pensó,
notando cómo le temblaba la mano cuando regresó el receptor a su base. Una cosa
era que él condenara el desprecio por el bienestar de la niña. Era muy distinto
a preguntarse cómo el Sanguinati veía ese desprecio.
Teniendo en
cuenta cómo los Terráneos habían reaccionado a la muerte de los bebés de las
Casandra de sangre, no creía que los Otros iban a permitir que los humanos tomaran las decisiones en lo que
concernía a la niña de Montgomery.
Burke se dejó
caer en su silla, pero se enderezó de nuevo un momento después, cuando Louis
Gresh tocó en su puerta. Agitando al comandante del escuadrón de bombas, él le
dijo:
—Entra y
cierra la puerta. — Estudió a Louis y añadió—: ¿No estabas fuera de servicio
hoy?
—Se suponía
que debía estarlo, pero con Monty fuera pensé que podrías necesitar una mano
extra. — Louis se encogió de hombros—. ¿Te has enterado algo por la policía
Toland?
—Nada de la
policía, aún, pero tengo novedades de los Sanguinati. Llamé a Vlad anoche y le
pedí que hiciera algunas consultas con sus parientes de Toland. —Burke dejó
escapar un suspiro—. Una mujer fue atacada y asesinada ayer por la mañana en la
estación de tren. Supongo que era Elayne Borden.
—Dioses, —
Louis exhaló—. ¿Lo sabe Monty?
—Todavía no. —
Burke se sentó y cruzó las manos sobre su vientre guarnecido—. Tienes hijos.
—Un barón y
una chica. Ambos adolescentes, que los dioses me ayuden.
—Es un viaje
de siete horas de Toland a Lakeside. El ataque ocurrió temprano en la mañana.
La policía es llamada, investigadores de la escena del crimen comienzan su
trabajo, y alguien se comunica con los familiares. Si te informaran de la
muerte de un miembro de la familia, una madre soltera, ¿qué dirías después de
pasado el impacto inicial?
—¿Dónde está
la niña? — Louis se frotó la barbilla—. Suponiendo que la niña no estaba
quedándose con uno o su ubicación ya se conocía.
—Exactamente.
La mujer ha muerto en circunstancias sospechosas. Su hija ha desaparecido, y
tanto los familiares como la policía lo sabían mucho antes de que el tren
llegara a la estación de Lakeside. Y sin embargo, nadie llamó al Teniente
Montgomery para preguntar si Lizzy de alguna manera subió a un tren hacia
Lakeside. Nadie llamó para ver si ella estaba con su padre, si estaba a salvo.
Veinticuatro horas han pasado, y nadie ha llamado en busca de la niña.
Louis se
acomodó en la silla del visitante.
—Monty apagó
su teléfono móvil y no está en su propio apartamento. Alguien podría haber
tratado de comunicarse con él.
—Él es un
policía, — dijo Burke en voz baja—. Si llamas a la estación y dices a alguien
que algo le pasó a su hija y que necesitas encontrarlo, puedes estar muy seguro
de que lo encontrarás ya sea que su teléfono este encendido o no.
—Es verdad. —
Louis suspiró—. Pero si no han estado buscando a la niña, ¿qué han estado
buscando?
¿Un joyero que
abre con una llave de oro pequeña? ¿Una fortuna en joyas que alguien escondió
dentro de un oso de peluche?
—He respondido
un par de llamadas de teléfono de la oficina de Monty esta mañana, —dijo Louis—. La voz de un hombre. No me iba
a dejar su nombre. No me iba a dejar un número. Dijo que tenía que hacer una
entrega y quería estar seguro de que Monty estaría en casa hoy. Cuando le
pregunté por el nombre de la tienda que hacía la entrega, colgó. La segunda vez
que llamó, él debe haber reconocido mi voz tan rápido como yo lo reconocí, ya
que colgó antes de hacer su perorata. El Oficial Kowalski está aquí, así que le
hablé del hombre que llamó a Monty. Podría ser uno de los parientes de la
señora Borden.
O puede ser el hombre que necesita encontrar una
bolsa de joyas,
pensó Burke.
Uno-dos golpe
en la puerta antes de que se abriera hasta la mitad y Kowalski se arrimara en
la oficina.
—Perdón por la
intrusión, Capitán, pero hay un Capitán Felix Scaffoldon de la policía de
Toland, pidiendo por el Teniente Montgomery. Dice que está en la Unidad de
Investigación de Delitos. Está en la línea 2.
—Esto va a ser
interesante. — Burke agitó un dedo a Kowalski para indicar al Oficial que
entrara. Luego tomó el teléfono—. Aquí el Capitán Douglas Burke.
Una pausa
antes de que una voz demasiado cordial, dijera:
Supongo que el
hombre que me atendió no ha tenido suficiente café aún. Pedí por Crispin James
Montgomery.
—El Teniente
Montgomery está tomándose un par de días de licencia personal. Soy su oficial
al mando. ¿Qué puedo hacer por usted?
—Es importante
que hable con él. ¿Podría darme su domicilio y número del móvil?
—¿Hablar con
él acerca de qué?
—Es privado.
—Entonces deme
su número, y le voy a dar el mensaje cuando él se reporte.
—Me dijo que
se está tomando un tiempo personal.
—Lo está. Pero
él es un funcionario diligente, por lo que va a reportarse. — Colocándose el
teléfono entre el hombro y la oreja, Burke arrancó una hoja de papel de una
libreta y escribió Llama a Peter. Tema
custodia. Lo más breve posible. Le entregó el papel a Kowalski, quien lo
miró y se apresuró a salir de la habitación.
Burke podía
sentir la hostilidad viniendo a través de la línea telefónica.
—Mire, —dijo Scaffoldon—. Tengo que verificar el
paradero de Montgomery durante las últimas 48 horas.
Esperó un
latido.
—¿Por qué?
—¡Maldita sea,
Burke! — Una respiración pesada antes de que Scaffoldon continuara con más
control—. Él es una persona interesada en la muerte sospechosa de Elayne
Borden.
—No pudo ser.
El Teniente Montgomery no ha estado fuera de servicio las suficientes horas
consecutivas para hacer el viaje desde y hacia Toland.
—Usted dijo
que había tomado un tiempo personal. — Scaffoldon se había aferrado a esas
palabras.
—Tiempo que
comenzó después de que su turno terminara ayer.— Burke se cansó de ese baile—. Está tomándose
un tiempo personal porque su hija llegó en una visita sorpresa.
—Ella... ¿Ella
está ahí? ¿Cómo?
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