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domingo, 12 de julio de 2015

Adelanto Capítulo 17 (primera parte): Visiones en Plata - Anne Bishop

Capítulo 17


Watersday 12 de Maius

A las siete de la mañana, Douglas Burke le dio al teléfono a su típica sonrisa de feroz cordialidad y esperó hasta el tercer tono antes de contestar.

—Estación de la calle Chestnut, habla el Capitán Burke.

—Capitán, —dijo Vladimir Sanguinati diplomáticamente—. ¿Tiene un minuto para hablar?

—Claro.

Fue una decepción, pero no es una sorpresa, que el Sanguinati se hubiera puesto en contacto con él, antes de que la policía de Toland llamara para preguntar sobre una niña desaparecida.

Había pocas razones por las que Elayne Borden hubiera enviado a su hija a Lakeside, dejando a la niña viajar varias ciento de millas sola. Según el informe verbal que había recibido del Oficial Kowalski, Lizzy había dicho que su madre resultó herida en el vientre. Un malestar intestinal agudo, podría ser responsable de que Elayne pareciera lastimada o estar adolorida. También podría explicar su decisión de enviar a la niña a Monty, mientras ella buscaba ayuda médica, especialmente si estaba lo suficientemente adolorida para no estar pensando con claridad. O bien, teniendo en cuenta lo que había sido hallado en el oso de peluche, tal vez estaba pensando con claridad, y se dio cuenta de que no podía confiar en nadie más que en Monty, en lo que a Lizzy concernía.

O podría haber puesto a la niña en un tren desentendiéndose, para poder irse con su nuevo amante, socialmente prominente y no comprometido.

No creía que Elayne fuera tan fría o insensible en lo que a Lizzy se refería, o ninguna de sus especulaciones eran certeras, pero eran argumentos que podía esgrimir si alguien le preguntaba por qué no había llamado a la policía de Toland ni bien Lizzy llegó a Lakeside.

¿Monty no había llamado a nadie de la familia de Elayne todavía? Él no lo creía, pero tenía que averiguarlo.

—¿Sus parientes escucharon algo en las noticias, acerca de una mujer herida o enferma en la estación de tren ayer? — Preguntó Burke. Los Lobos habían hablado de sangre seca en el oso de Lizzy, pero la verdad era, que el pedazo de piel que había rozado un poco de sangre, era tan pequeño, que la sangre podría haber venido de un corte en la mano de alguien, un empujón rápido mientras la gente se embarcaba en el tren. Un humano lo habría pasado por alto. Los humanos lo habían pasado por alto. Si no hubiera sido así, un guarda conductor o alguien en el tren, habrían preguntado a la niña acerca de un oso con sangre y la ausencia de un adulto.

Una vacilación. Entonces Vlad dijo:
—Stavros considera parte de su trabajo para el Courtyard de Toland, leer el periódico humano y escuchar las noticias. Hubo un informe ayer por la tarde sobre una mujer apuñalada en la estación de tren de Toland. Muerta en la escena. La policía está investigando. No se aporta el nombre hasta que los familiares sean notificados. Cuando hablé con él, no había escuchado las noticias de la mañana, así que no sé si han dado el nombre de la mujer todavía.

—Así que la policía está investigando una muerte sospechosa.

Lizzy había estado en el tren con rumbo al oeste temprano. Los familiares habrían sido notificados antes de que el noticiero de la noche saliera al aire. Si la mujer muerta y Elayne eran una y la misma, entonces alguien ya sabría que Elayne estaba muerta... y no habían llamado al padre de su hija.

¿Ni siquiera se habían dado cuenta de que Lizzy faltaba?

Otra larga vacilación, antes de que Vlad dijera:
—Las estaciones de tren son un buen coto de caza.

Burke se enderezó.
—¿Estás diciendo que uno de los Sanguinati mató a Elayne Borden?

—No. Estoy diciendo que los Sanguinati a menudo están en las estaciones de tren, especialmente en las estaciones de las ciudades más grandes como Toland, porque muchos trenes entran y salen, y por lo general hay una abundancia de presas. Pero las estaciones también proporcionan una manera de estudiar a los humanos. Los Sanguinati observan,  tanto como cazan. No estaban en la parte de la estación de Toland cuando sucedió, por lo que no vieron el ataque, y no vieron a Lizzy subir en un tren. Sintieron curiosidad por toda la actividad una vez que la policía llegó y entonces escucharon.

Genial. ¿Estaban por lo general los Sanguinati en las multitudes alrededor de escenas del crimen, atraídos por la conmoción y por los humanos que serían presas fáciles? Algo en que pensar. Más tarde.

—¿Qué escucharon?

—El baño donde se encontró a la mujer tenía un cartel de ocupado en la puerta. El personal de mantenimiento en la estación insistió en que el cartel era de la puerta del baño de los hombres, no de las mujeres. No estaba claro si la mujer movió el cartel en un intento de ocultarse o si su atacante lo trasladó para retrasar a que alguien la encontrara. La mujer llevaba una pequeña llave de oro en una cadena larga y delgada escondida debajo de la camiseta. Se especuló que la llave abría la cerradura de una caja de joyería, pero la maleta de la mujer no se abrió en la estación, por lo que los Sanguinati no podían decir si encontraron la caja.

Burke escribió notas.
—¿Algo más?

—La mujer tenía dos boletos para un tren suburbano que iba a Hubb NE. Ella fue encontrada poco antes de que el tren saliera de la estación, por lo que la policía buscó a su acompañante entre los pasajeros que lo abordaban, pero no localizaron a ninguna persona que conociera a la mujer.

Burke pensó por un momento. ¿Elayne compró otros billetes para darse otra vía de escape? ¿O fueron una distracción? Si Lizzy tenía dos boletos para Lakeside, eso podría explicar por qué nadie había cuestionado la ausencia de un adulto. Mamá estaba en el baño. Aquí está el billete.

Mamá estaba en el cuarto de baño. Pero no el baño del tren.

—Gracias por la información,— Burke comenzó.

—¿Capitán? — La voz de Vlad, que había tenido un tono coloquial hasta ese momento, de repente se volvió fría—. ¿Alguien lo llamó a usted o al Teniente Montgomery para preguntar sobre la niña?

Burke sintió que su corazón golpeó fuerte contra su pecho.
—No, — dijo, tragando un sabor amargo que reconoció como miedo—. Nadie ha llamado para preguntar por la niña.

—Es lo que pensábamos. — Vlad colgó.

Dioses encima y por debajo, pensó, notando cómo le temblaba la mano cuando regresó el receptor a su base. Una cosa era que él condenara el desprecio por el bienestar de la niña. Era muy distinto a preguntarse cómo el Sanguinati veía ese desprecio.

Teniendo en cuenta cómo los Terráneos habían reaccionado a la muerte de los bebés de las Casandra de sangre, no creía que los Otros iban a permitir que los  humanos tomaran las decisiones en lo que concernía a la niña de Montgomery.

Burke se dejó caer en su silla, pero se enderezó de nuevo un momento después, cuando Louis Gresh tocó en su puerta. Agitando al comandante del escuadrón de bombas, él le dijo:
—Entra y cierra la puerta. — Estudió a Louis y añadió—: ¿No estabas fuera de servicio hoy?

—Se suponía que debía estarlo, pero con Monty fuera pensé que podrías necesitar una mano extra. — Louis se encogió de hombros—. ¿Te has enterado algo por la policía Toland?

—Nada de la policía, aún, pero tengo novedades de los Sanguinati. Llamé a Vlad anoche y le pedí que hiciera algunas consultas con sus parientes de Toland. —Burke dejó escapar un suspiro—. Una mujer fue atacada y asesinada ayer por la mañana en la estación de tren. Supongo que era Elayne Borden.

—Dioses, — Louis exhaló—. ¿Lo sabe Monty?

—Todavía no. — Burke se sentó y cruzó las manos sobre su vientre guarnecido—. Tienes hijos.

—Un barón y una chica. Ambos adolescentes, que los dioses me ayuden.

—Es un viaje de siete horas de Toland a Lakeside. El ataque ocurrió temprano en la mañana. La policía es llamada, investigadores de la escena del crimen comienzan su trabajo, y alguien se comunica con los familiares. Si te informaran de la muerte de un miembro de la familia, una madre soltera, ¿qué dirías después de pasado el impacto inicial?

—¿Dónde está la niña? — Louis se frotó la barbilla—. Suponiendo que la niña no estaba quedándose con uno o su ubicación ya se conocía.

—Exactamente. La mujer ha muerto en circunstancias sospechosas. Su hija ha desaparecido, y tanto los familiares como la policía lo sabían mucho antes de que el tren llegara a la estación de Lakeside. Y sin embargo, nadie llamó al Teniente Montgomery para preguntar si Lizzy de alguna manera subió a un tren hacia Lakeside. Nadie llamó para ver si ella estaba con su padre, si estaba a salvo. Veinticuatro horas han pasado, y nadie ha llamado en busca de la niña.

Louis se acomodó en la silla del visitante.
—Monty apagó su teléfono móvil y no está en su propio apartamento. Alguien podría haber tratado de comunicarse con él.

—Él es un policía, — dijo Burke en voz baja—. Si llamas a la estación y dices a alguien que algo le pasó a su hija y que necesitas encontrarlo, puedes estar muy seguro de que lo encontrarás ya sea que su teléfono este encendido o no.

—Es verdad. — Louis suspiró—. Pero si no han estado buscando a la niña, ¿qué han estado buscando?

¿Un joyero que abre con una llave de oro pequeña? ¿Una fortuna en joyas que alguien escondió dentro de un oso de peluche?

—He respondido un par de llamadas de teléfono de la oficina de Monty esta mañana,  —dijo Louis—. La voz de un hombre. No me iba a dejar su nombre. No me iba a dejar un número. Dijo que tenía que hacer una entrega y quería estar seguro de que Monty estaría en casa hoy. Cuando le pregunté por el nombre de la tienda que hacía la entrega, colgó. La segunda vez que llamó, él debe haber reconocido mi voz tan rápido como yo lo reconocí, ya que colgó antes de hacer su perorata. El Oficial Kowalski está aquí, así que le hablé del hombre que llamó a Monty. Podría ser uno de los parientes de la señora Borden.

O puede ser el hombre que necesita encontrar una bolsa de joyas, pensó Burke.

Uno-dos golpe en la puerta antes de que se abriera hasta la mitad y Kowalski se arrimara en la oficina.

—Perdón por la intrusión, Capitán, pero hay un Capitán Felix Scaffoldon de la policía de Toland, pidiendo por el Teniente Montgomery. Dice que está en la Unidad de Investigación de Delitos. Está en la línea 2.

—Esto va a ser interesante. — Burke agitó un dedo a Kowalski para indicar al Oficial que entrara. Luego tomó el teléfono—. Aquí el Capitán Douglas Burke.

Una pausa antes de que una voz demasiado cordial, dijera:
Supongo que el hombre que me atendió no ha tenido suficiente café aún. Pedí por Crispin James Montgomery.

—El Teniente Montgomery está tomándose un par de días de licencia personal. Soy su oficial al mando. ¿Qué puedo hacer por usted?

—Es importante que hable con él. ¿Podría darme su domicilio y número del móvil?

—¿Hablar con él acerca de qué?

—Es privado.

—Entonces deme su número, y le voy a dar el mensaje cuando él se reporte.

—Me dijo que se está tomando un tiempo personal.

—Lo está. Pero él es un funcionario diligente, por lo que va a reportarse. — Colocándose el teléfono entre el hombro y la oreja, Burke arrancó una hoja de papel de una libreta y escribió Llama a Peter. Tema custodia. Lo más breve posible. Le entregó el papel a Kowalski, quien lo miró y se apresuró a salir de la habitación.

Burke podía sentir la hostilidad viniendo a través de la línea telefónica.

—Mire,  —dijo Scaffoldon—. Tengo que verificar el paradero de Montgomery durante las últimas 48 horas.

Esperó un latido.
—¿Por qué?

—¡Maldita sea, Burke! — Una respiración pesada antes de que Scaffoldon continuara con más control—. Él es una persona interesada en la muerte sospechosa de Elayne Borden.

—No pudo ser. El Teniente Montgomery no ha estado fuera de servicio las suficientes horas consecutivas para hacer el viaje desde y hacia Toland.

—Usted dijo que había tomado un tiempo personal. — Scaffoldon se había aferrado a esas palabras.

—Tiempo que comenzó después de que su turno terminara ayer.—  Burke se cansó de ese baile—. Está tomándose un tiempo personal porque su hija llegó en una visita sorpresa.


—Ella... ¿Ella está ahí? ¿Cómo? 

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