Capítulo 1
Thaisday 10 de Maius
Meg Corbyn
entró en el cuarto de baño en la Oficina del Enlace Humano y dejó los elementos
necesarios para la profecía: ungüento antiséptico, vendas, y la navaja plegable
de plata decorada con hojas y flores bonitas en un lado. En el otro, tenía
grabado en letras llanas; cs759, una designación. Durante 24 años, esa
designación fue lo más parecido que había tenido a un nombre.
Tenía un
nombre ahora y un verdadero apartamento en lugar de una celda estéril. En el
recinto donde se había criado y entrenado... y donde la usaron... tuvo una amiga: Jean, la chica que no
permitió a nadie que la hiciera olvidar que una vez tuvo un hogar y una familia
fuera del recinto... la chica que ayudo
a Meg a escapar.
Ahora Meg
tenía muchos amigos, y no le importaba que la mayoría de ellos no fueran
humanos. Los Terráneos le dieron la oportunidad de tener una vida, donde
encontrar una forma de vivir con la adicción que finalmente la mataría. Pero
Simon Wolfgard, líder del Courtyard de Lakeside, insistía en que había visto a
alguien como ella, que había sobrevivido el tiempo suficiente para convertirse
en una anciana.
Quería creer
que eso fuera posible. Esperaba que el experimento de esta mañana pudiera darle
una pista sobre cómo podía ser posible.
Después de
comprobar para asegurarse de que no había olvidado nada que fueran a necesitar, Meg se
sentó en el asiento del inodoro tapado y esperó a Merri Lee, la amiga humana
que estaba aprendiendo a trabajar como su interlocutora e intérprete.
Las Casandra
de sangre veían profecías cuando su piel se cortaba. Eran entrenadas para
describir las visiones e imágenes. Pero a las chicas no se les enseñaba cómo
interpretar lo que veían. Habría sido inútil. En el momento en que una chica empezaba a hablar,
una euforia la llenaba, velando su mente y protegiéndola de lo que esas
imágenes revelaran. De hecho, la única manera en que una profeta de la sangre
podría recordar lo que veía, era guardando silencio. Si no decía las palabras en
voz alta, podían recordar lo que veían.
Requería de
una particular determinación -o desesperación- para soportar la agonía que inundaba
a una chica cuando no hablaba después de que su piel fuera cortada. Y
experimentar la euforia que era casi orgásmica, era la razón principal de que
las Casandra de sangre se volvieran adictas al corte.
Requería de un
tipo particular de valor, el reconocer que no podía escapar por completo de la
adicción, después de tantos años de ser cortada en un horario regular para el
beneficio de otra persona. Las profecías dentro de ella no se podían negar.
Quisiera o no, Meg tenía que cortarse.
De ahí que la
cita de hoy con la navaja fuera tan importante. No estaba experimentando la
sensación de alfileres y agujas que señalaban que algo iba a suceder. Nada la
empujaba, lo que hacía de esta mañana el momento perfecto para descubrir lo que
pasaba cuando se hacía un corte controlado.
La puerta trasera
de la oficina se abrió. Un momento después, Merri Lee estaba en la puerta del
baño sosteniendo un pequeño bloc de papel y un lápiz.
Ambas eran
mujeres pequeñas, tenían casi la misma
edad, y ambas tenían la piel blanca. Pero Merri Lee tenía ojos oscuros y el
pelo en capas oscuras que caía por debajo de los hombros, mientras Meg tenía
ojos claros grises y cabello negro corto que todavía cargaba con un rojo
anaranjado raro, fruto de sus esfuerzos para disfrazarse cuando había huido del
hombre conocido como el Controlador.
—¿Estás segura
de esto? — Preguntó Merri Lee—. Tal vez deberíamos esperar hasta que Simon y
Henry vuelvan de Isla Grande.
Meg negó con
la cabeza.
—Debemos hacer
esto ahora, antes de abrir la oficina y haya algún...aporte adicional... que pueda cambiar lo que vea. Vlad está
trabajando en Aullidos, Buena Lectura
hoy. Podemos contarle sobre la profecía, y está lo suficientemente cerca si
necesitamos ayuda.
—Está bien. —
Merri Lee arrastró una silla de la pequeña zona del comedor, dejándola justo
fuera de la puerta del baño, y se sentó—. ¿Qué debo preguntar?
Meg había
pensado en eso. Cuando los clientes llegaban al recinto del Controlador, tenían
una pregunta específica. Ella no estaba buscando nada tan definido, pero
necesitaba algún tipo de límite.
—Esto es lo
que debes preguntar: ¿A qué deben estar atentos los residentes del Courtyard de
Lakeside en la próxima quincena?
—Eso es
demasiado vago, — dijo Merri Lee—. ¿Y... quincena?
—Si pregunto
acerca de una cosa específica en el Courtyard, alguna cosa podría ser pasada
por alto, y podría ser la cosa más
importante que los Otros deban saber, —respondió Meg—. Dos semanas es tiempo
suficiente. En cuanto a "quincena",
acabo de descubrir esa palabra y me gusta como suena. Creo que encaja con las
profecías mejor que decir "dos
semanas".
—Pero si no
funciona, si no conseguimos nada útil, entonces te habrás cortado por nada. —
Merri Lee argumentó.
—No va a ser
por nada, — dijo Meg. La euforia era razón suficiente para cortarse. No era
algo que podía decirle a su amiga, por lo que ofreció una verdad diferente—. Si
puedo estirar el tiempo entre cortes, porque un corte suministrará las
advertencias que necesitamos para dos semanas y con eso calmar la sensación de
alfileres y agujas que me empuja a cortarme, voy a tener más años de vida. Y
quiero vivir, sobre todo ahora que tengo una vida real.
Un momento de
silencio. Entonces Merri Lee dijo:
—¿Lista?
—Sí. —
Abriendo la navaja de plata, Meg puso la parte plana de la hoja contra su piel,
su anchura de un cuarto de pulgada, proporcionaba la distancia perfecta entre
cortes, -la distancia que mantenía separadas a las profecías, sin perder piel valiosa-. Alineo la hoja a la última cicatriz en su antebrazo izquierdo.
Luego giró la mano y cortó justo lo suficientemente profundo para que la sangre
fluyera libremente e, igualmente importante, para que el corte dejara una
cicatriz.
Le embargo la
agonía, preludio de la profecía. Al escuchar a alguien llorando, -alguien que
nadie más podía oír- Meg apretó los dientes, dejó a un lado la navaja, y
descanso el brazo en el lavabo del baño. Luego le dio Merri Lee un gruñido
agudo.
—¿A qué deben
estar atentos los residentes del Courtyard de Lakeside en la próxima quincena?
— Dijo Merri Lee—. Habla, profeta, y yo te escuchare.
Ella habló,
revelando todo lo que veía. Las imágenes se desvanecieron con el sonido de las
palabras en forma de ondas de euforia que le produjo un delicioso cosquilleo en
los pechos y un tirón rítmico entre sus piernas, en sustitución del dolor.
No sabía
cuánto tiempo flotó en el placer producido por la euforia. A veces parecía desaparecer cuando liberaba la última imagen,
mientras que otras veces se deslizaba por un tiempo más, en una bruma de placer
físico. Cuando volvió a ser consciente de su entorno, Meg se dio cuenta de que había
pasado el tiempo suficiente como para que Merri Lee le vendara el corte,
limpiara la navaja, y lavara el lavabo.
La sangre de
las Casandra de sangre era peligrosa para los humanos y Otros por igual. Había
sido usada para fabricar Repasando el lobo y Bienestar, dos drogas que habían causado muchos problemas a lo
largo Thaisia en los últimos meses. Esa fue la razón por la cual, cuando
hicieron planes para este corte, ella y Merri Lee acordaron que toda la sangre
se eliminaría por el lavabo y las vendas se recogerían después y las llevarían al
Complejo de Servicios Públicos para su incineración.
—¿Funcionó? —
Preguntó Meg—. ¿Liberé una profecía? ¿Vi algo útil? — Su voz sonaba áspera, y
le dolía la garganta. Quería pedirle a Merri Lee un vaso de agua o tal vez un
poco de jugo, pero no podía despejarse lo suficiente como para decir algo más.
—Meg, ¿confías
en mí?
Eso sonó como
una forma ominosa para responder a sus propias preguntas.
—Sí, confío en
ti.
Merri Lee
asintió, como si hubiera tomado una decisión.
—Sí, funcionó.
Mejor de lo que podríamos haber esperado. Necesito un poco de tiempo para poner
las imágenes en algún tipo de orden.
No era una
mentira, exactamente, pero tampoco era la verdad.
Meg estudió a
su amiga.
—No quieres
decirme lo que dije, lo que vi.
—No, no
quiero. Realmente no.
—Pero...
—Meg. — Merri
Lee cerró los ojos por un momento—. Nadie en el Courtyard está en peligro
inmediato, pero dijiste un par de cosas que eran... inquietantes, cosas que no
se bien cómo interpretar. Quiero hacer una distribución preliminar de las
imágenes, como lo hicimos la última vez cuando dibujamos las imágenes en
tarjetas y las fuimos reordenando hasta que nos contaron una historia. Luego
iré a Aullidos, Buena Lectura y
hablare con Vlad.
—¿Vi que algo
malo le sucedía a Sam? ¿O a Simon? O... ¿ a alguien de aquí? — En forma humana,
Sam Wolfgard parecía estar cerca de los 8 o 9 años ahora, pero todavía era un
cachorro. Simon era su amigo. Sólo la idea de que algo le sucediera a cualquiera de ellos le causaba un dolor en
el pecho.
Merri Lee negó
con la cabeza.
—No dijiste
nada que indicara que alguien de aquí iba a estar en problemas. — Le tocó la
mano de Meg—. Ambas estamos aprendiendo cómo hacer esto, y quiero la opinión de
otra persona antes de que hablemos de lo que viste. ¿Vale?
No había
peligro inmediato. Ninguno de sus amigos en riesgo.
—Bien.
—Ya son casi
las 9. Debes comer algo antes de abrir la oficina.
Meg siguió a
Merri Lee saliendo del baño, sintiéndose un poco mareada. Sí, tenía que comer,
necesitaba un poco de tiempo de tranquilidad. Necesitaba averiguar qué decir a
cualquier Lobo que tuviera la guardia hoy. Aunque tratara de evitarlo, el Lobo
olería la sangre y el ungüento. Estaba bastante segura de poder convencer a
John de que no diera la alarma, y si era el turno de Saltarín como Lobo
guardián, un par de galletas sería suficiente para distraerlo. Pero si Blair,
el ejecutor principal del Courtyard, apareciera con Saltarín, como era su
costumbre...
Tal vez Merri
Lee tenía razón en contarle a Vlad antes de que alguien empezara a aullar
acerca del corte, atrayendo a todo el mundo exigiendo respuestas.
—¿Merri? —
Dijo Meg cuando Merri Lee abrió la puerta trasera de la oficina—. ¿Yo no vi
nada más sobre los Otros?
Merri Lee negó
con la cabeza. Luego frunció el ceño.
—Bueno, viste
patas cavando.
—¿Cavando? —
Ahora Meg frunció el ceño—. ¿Por qué sería lo suficientemente importante como
para verlo en una visión?
—No sé. Quizás
Vlad o los Lobos podrán entenderlo. — Merri Lee vaciló—. ¿Vas a estar bien? ¿No
estás mareada o algo?
—No, estoy
bien.
—Recuerda
comer.
—Lo haré.
Tan pronto
como Merri Lee cerró la puerta de atrás, Meg miró en la nevera bajo el
mostrador. En el recinto, los Nombres
Caminantes que se encargaban de las chicas, nunca les daban la posibilidad
de elegir qué comer después de un corte. Las alimentaban bien, pero nunca les
daban la posibilidad de elección. Sobre nada.
Incapaz de
decidir, Meg calentó un pequeño trozo de tarta salada y la mitad de un sándwich
de carne en el microondas. Se sirvió un vaso de jugo de naranja, luego llevó su
comida a la sala de clasificación.
Podía elegir
uno de los CD que había tomado de Música
y Películas y escuchar música mientras comía. O podría mirar a una de las
revistas que estaba usando para abastecerse a sí misma con imágenes para las
profecías.
Pero no quería
nuevos sonidos o imágenes nuevas en este momento. Quería saber lo que había
visto. Quería ayudar a averiguar lo que significaban las imágenes.
Y a pesar de
que su amiga había tratado de sonar apaciguadora, Meg quería saber lo que había
visto, lo que Merri Lee no quería decir.
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