Capítulo 43
Las palabras
se convirtieron en pensamientos transmitidos como un viento que agitaba la
superficie de los lagos; como un sabor en la hierba; como el humo de un fuego natural
de corta duración. Esos pensamientos, esas ideas, se movieron rápidamente hacia
el norte, sur, oeste, este.
Degustando los
pensamientos cuando llegaron con las olas, Alantea los convirtió en palabras.
Distracción. Desviación.
Ataque en un lugar para destruir a la verdadera presa que vivía en otro lugar.
Puedo crear una distracción. Alantea
envió ese pensamiento para que besara las costas de Thaisia.
Podemos ser la desviación, ofrecieron
otros Elementales.
Esperaron la
respuesta de los dientes y las garras de Namid.
Durante dos
días los Elementales, desde el más pequeño hasta el más poderoso, esperaron por
una respuesta.
Entonces, por
un momento, un silencio extraño y terrible dio forma a una piel sobre todo el
mundo. Luego desapareció, dejando tras de sí la respuesta.
Distracción.
Desviación.
Destrucción de la verdadera presa.
Reducir los rebaños.
*****
Un viento
comenzó a soplar desde el extremo norte de Thaisia.
Un viento
comenzó a soplar desde el sur, provocando a los Elementales de agua que vivían
alrededor del golfo, hasta que ellos golpearon el viento, creando oleadas que
se deslizaron sobre las barreras que los humanos habían construido para
proteger sus ciudades.
Una de los
Elementales conocidas como Tierra fingió un desacuerdo contra Pacifikus, el
Elemental que gobernaba el Océano Pacifik. Tierra golpeó el suelo con el pie, y
luego saltó sobre el lomo de Tsunami y cabalgó hacia la costa oeste de Thaisia.
Pacifikus rió, montando a Tifón, e inició la persecución, aún sin decidir si
iba a conducir la tormenta lejos de la mayor parte de la costa o correr con
Tierra y alimentar a la tormenta hasta que llegara a su máximo potencial.
Y frente a la
costa de las orientales Islas Tormenta, Alantea montó a Huracán y empezó a
precalentar a su montura.
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