Capítulo
6
Windsday
6 de Juin
Vlad se apoyó
en la puerta de la oficina de arriba de ABL.
—¿Podrías
dejar de despertar a Meg tan temprano en la mañana? A algunos de nosotros nos
gustaría dormir un poco más.
Simon mostró
los dientes.
—No la desperté
esta mañana. Ella me despertó. — Se giró hacia la computadora. Todos los que
vivían en el Complejo Verde habían arrancado temprano esta mañana y todo el
mundo era igual de rápido en echarle la culpa.
No fue su
culpa. En un momento estaba durmiendo felizmente; al siguiente, Meg gritó y se
tiró encima de él, sorprendiéndolo lo suficiente como para que él gritara.
Ruidosamente. Y puesto que las ventanas estaban abiertas, y dado que los
Terráneos tenían todos un excelente oído, el grito y aullido habían traído a la
carrera al resto de los residentes del Complejo Verde, para averiguar lo que
estaba mal.
Vlad se acercó
al escritorio.
—¿Sólo tuvo un
sueño? ¿Estás seguro de que no se cortó, incluso por accidente?
—No hubo
corte. Ni tampoco piel rota.
—¿Estás
seguro?
Simon asintió.
Antes de que Henry Beargard golpeara en la puerta principal de Meg y Vlad, en
la forma de humo de los Sanguinati, fluyera a través de la ventana de la
habitación, Simon había plantado una pata en la espalda de Meg y le había dado
una aspiración rápida pero completa para asegurarse de que no había nada de
sangre.
No es que
fuera a mencionar ello a alguno.
—No fuiste tú solo
quien empezó el día tan temprano, —gruñó Simon—. Y fuiste tú el que dijo que
necesitábamos ordenar nuestros pedidos de libros hoy, para asegurarnos de que
la tienda este provista por completo cuando los Lobos de Addirondack lleguen la
próxima semana.
—Bien. Voy a
empezar con aquellos, y tú puedes...
El teléfono
sonó. Simon agarró el receptor al segundo ring.
—Aullidos, Buena Lectura.
—¿Simon? Soy
Jackson. Tenemos que hablar con Meg.
Simon miró a
Vlad.
«Ve a por Meg.
Ahora.»
Vlad abrió la
ventana trasera de la oficina, se desplazó a la forma de humo, y fluyó por el
costado del edificio, la manera más rápida para llegar a la parte trasera de la
Oficina del Enlace.
—Vlad fue a
buscarla, — dijo Simon—. ¿La manada está bien? ¿Y tú?
—Sí. Mira,
tenemos el teléfono en la cosa de voz alta, Grace y Esperanza están conmigo. —
Puesto que Jackson había terminado la frase con un gruñido y necesitaba hablar
con Meg, era fácil darse cuenta de quien
había causado problemas para la manada de Aguas Dulces.
Pasos en la
escalera. Luego, Meg se precipitó en la oficina.
—¿Simon? —
Ella sonaba un poco sin aliento. Iba a tener que perseguirla más para
fortificar mejor sus pulmones—. Vlad dijo...
Simon le hizo
un gesto hacia el escritorio. Cuando vaciló, Vlad la agarró suavemente por los
hombros y la llevó detrás de la mesa.
—¿Jackson? —
Dijo Simon—. Voy a ponerte el altavoz ahora que Meg está aquí.
—¿Meg? — Una
tímida voz femenina.
Meg se sentó
en la silla, por lo que Simon apoyó una cadera en el escritorio, mientras que
Vlad se hizo a un lado.
—Sí, soy Meg.
—¡Dile por qué
ella ha sido una cachorra mala!
Oyendo la
angustia por debajo de la ira de Jackson, los caninos de Simon se alargaron en
gesto de simpatía. Se asomó por el hombro de Meg.
—Sí, Meg. Dile
por qué ha sido una mala cachorra.
Vlad le dio
una mirada penetrante.
—¡Sólo
necesitaba el color! — Soltó un gemido.
—Me acuerdo de
ti, — dijo Meg, fingiendo que no había oído su comentario—. Te designaron como
cs821.
—Sí.
—¿Has elegido
un nombre por ti misma?
—Esperanza. —
Sorbió—. Esperanza Wolfsong.
—Ese es un
nombre maravilloso.
«Después de
ser gruñida hoy, me pregunto si ese va a ser su nombre mañana» dijo Vlad,
sonando divertido.
Pero no estaba
realmente divertido, Simon decidió después de estudiar al Sanguinati. No había
nada divertido en una Casandra de sangre usando una navaja.
—Te gustaba los
colores, te gustaba dibujar, — continuó Meg.
—Sí. Me dejan
dibujar ahora. O así era.
Pobre cachorra, pensó Simon. Sonaba tan
asustada. Pero aún así seguía de parte de Jackson, ya que el Lobo probablemente
estaba demasiado asustado también.
—Hiciste un
dibujo, — incitó Meg.
—Sí.
—Y luego te
cortaste, ¿usaste la navaja?
—Sí. No. Yo no
estaba tratando de cortarme; Sólo necesitaba la intensidad del color rojo.
Simon empujó
el hombro de Meg de nuevo.
—Dile las
reglas. — Alzó la voz, a pesar de que Jackson le oía muy bien—. Hay reglas.
Meg se lo
quedó mirando y le enseñó los dientes.
Vlad amortiguó
una risa.
Meg se inclinó
hacia el teléfono.
—¿Esperanza?
¿Es la primera vez que te has cortado desde que dejaste el Compuesto?
—No
exactamente.
—¿La primera
vez con la navaja?
—Sí.
—Bueno, Simon
tiene razón; hay reglas.
—Te lo dije, —
dijo él en voz baja.
Meg resopló.
—Esperanza,
tarde o temprano, el corte va a matarte. Lo sabes, ¿verdad?
Un susurro
—Sí.
—El corte se
centra en revelar profecías, y la euforia que sentimos cuando nos cortamos, es
la forma de nuestro cuerpo de proteger nuestra mente de lo que vemos. La única
forma en que podemos recordar las visiones es callando la profecía, si no
hablamos, si no describimos lo que vemos, lo recordaremos.
—Puedo ver mis
dibujos, — dijo Esperanza.
Meg asintió a
pesar de que Esperanza no podía verla.
—Es diferente
para ti. Pero tus dibujos también significan que no tienes que cortarte para
liberar las visiones de la profecía.
—Hice un
dibujo para ti.
Meg se echó
hacia atrás.
—¿Sobre mi?
—No. Sí.
—Hay una
tienda en la parte de los Intuye de Aguas Dulces, — interrumpió Jackson—.
Tienen una cámara que tomará una foto que puede ser enviada a través de correo
electrónico. Tendremos un cuadro hecho para Meg y lo enviaremos, Simon.
—Eso está
bien.
—Voy a crear
una cuenta de correo electrónico para Meg, añadiéndolo a los que tenemos para Aullidos, Buena Lectura, — dijo Vlad—.
Ella será capaz de recibir correo propio en un día o dos.
«Ella puede
compartir mi e-mail,» dijo Simon.
Vlad sonrió.
«Ella será más
honesta si piensa que sus mensajes son privados.»
Simon lo
consideró. Por un tiempo, de todos modos, Meg sabría sólo lo que Vlad le
enseñara sobre el correo electrónico.
«¿Tú vas a ser
quien ponga las contraseñas?»
«Por
supuesto.»
«Eso es astuto.»
«Yo prefiero
pensar en ello como protector.»
Nada que
argumentar.
—¿El dibujo
que hiciste para mi te asustó lo suficiente para cortarte? — Preguntó Meg.
—¡No! No
estaba asustada, y no fue por el dibujo que hice para ti! Fue el otro dibujo.
Hice otro dibujo. — Esperanza contuvo el aliento—. Y entonces vi...
—¿Qué? —
Preguntó Simon cuando el único sonido que provino del teléfono fue una respiración
irregular.
—Bisontes
muertos, — Jackson respondió con gravedad—. Un montículo de bisontes muertos.
—¿Un montículo?
— Simon frunció el ceño, desconcertado—. El bisonte es grande. ¿Quién iba a
ponerlos en un montículo? ¿Quién iba a matar a tantos?
Un teléfono
empezó a sonar abajo. La otra línea de ABL.
—Voy a
contestar, — dijo Vlad, corriendo fuera de la oficina y bajando las escaleras.
—¿Puedes
enviar ese dibujo también? — Preguntó Simon.
Vacilación.
—Está bien, —
respondió Jackson. Entonces su voz se volvió urgente—. Tenemos que saber qué
hacer con el asunto del corte.
Nadie
interrumpido mientras Meg les explicaba sobre cortar solo con la profundidad
suficiente para dejar una cicatriz, pero no tan profundo como para causar un
daño grave; sobre la colocación de la parte posterior de la hoja de la navaja
contra una vieja cicatriz, luego, girar la mano para que la navaja quedara en
el lugar correcto para cortar la piel nueva. Simon asintió cuando Meg hizo
hincapié en la necesidad de tener a alguien allí antes de que Esperanza se
hiciera el corte, que alguien tenía que estar allí para escuchar y para ayudar
si algo salía mal.
—¿Tienes un
pedazo de papel? — Preguntó Meg—. Te voy a dar el número de teléfono de la
oficina del Enlace. Me puedes llamar si tiene otras preguntas.
—Es larga
distancia, Meg, — dijo Simon—. Las compañías telefónicas cobran una gran
cantidad de dinero por la larga distancia. Además, tendrás la dirección de
correo electrónico.
—¿Esperanza?
Si es urgente, me llamas. De lo contrario,
puedes usar el correo electrónico. —Meg se iluminó—. O podemos
intercambiar cartas. ¿Dónde puedo enviarte una carta?
Grace se unió
a la conversación, dando a Meg la designación de correo de Aguas Dulces para el
asentamiento Terráneo.
—¿Te sientes
mejor? — Preguntó Meg.
Simon no
estaba seguro de quién debía responder a la pregunta, pero Esperanza, dijo:
—Sí.
—¿Simon? —
Dijo Jackson—. Todavía tenemos algo de que hablar.
Simon miró a
Meg.
—Vete.
Ella parpadeó.
—Vete, — dijo
de nuevo.
Estaba
bastante seguro de que Meg no estaba tratando de pasar las ruedas de la silla
sobre su pie mientras se apartaba de la mesa.
Él esperó
hasta que la oyó partir de la planta baja. Luego tomó el receptor y desconectó
el altavoz.
—¿Qué más?
—¿Sabes algo
de Joe?
—Sé que fue
reasentando. Todos los Lobos que ayudaron a destruir al Controlador y ese
Compuesto decidieron reubicarse, y formaron una nueva manada para vigilar a los
humanos en la ciudad. Joe dijo que me haría saber dónde encontrarlo tan pronto
como pudiera. — Simon se detuvo—. ¿Por qué?
—Bisontes
muertos. Los Halcones, Águilas y Cuervos estuvieron comprobando el territorio
de Aguas Dulces esta mañana. Tenemos una manada de bisontes que pastan por
aquí, pero nuestra cachorra de profeta hace dibujos que están conectados a
nosotros, pero no siempre se trata de nosotros. No creo que nos vamos a
encontrar a humanos matando bisontes por aquí.
—Si hay tanta
carne, no podrían haber sido humanos los que mataron a los bisontes.
—Tal vez.
—Creo que Joe
todavía está en el norte del Medio Oeste, — dijo Simon después de un momento—.
Podría haber oído algo acerca de bisontes muertos.
—Esperanza
pintó Lobos en todos los bisonte. Ella los pintó con su sangre. Y entonces ella
gritó.
Simon se
estremeció. ¿Qué ha visto la cachorra más
allá de su dibujo? No Lobos, ¿pero tal vez eso fue lo más cerca que podía
llegar a lo que había visto de alguna manera?
—Mantente en
contacto, —dijo—. Voy a hablar con Steve Barquero. Su pueblo envía correos
electrónicos a los asentamientos Intuye,
transmitiendo información acerca de las profetas de la sangre y cómo
ayudarlas a mantenerse con vida. Voy a hacer que te incluya en la lista de
Lakeside. Y le voy a preguntar que averigüe si en algún asentamiento Intuye han
oído hablar de bisontes masacrados. — Y él llamaría al Teniente Montgomery. No
era probable que la policía escuchara hablar de bisontes muertos, pero
Montgomery y su Capitán, Burke, escuchaban hablar de un sorprendente número de
cosas que pasaban más allá de su territorio.
Finalizando la
llamada con Jackson, Simon hizo sus llamadas a Steve Barquero y al teniente
Montgomery.
Luego bajó
para averiguar quién estaba en la otra línea.
"—¡Dile por qué ella ha sido una cachorra mala! Oyendo la angustia por debajo de la ira de Jackson, los caninos de Simon se alargaron en gesto de simpatía. Se asomó por el hombro de Meg. —Sí, Meg. Dile por qué ha sido una mala cachorra."
ResponderEliminarMe morí de ternura con esta parte
Impresionante, espectacular, super, geniaaaaaaal.
ResponderEliminargracias por lo que hacen
Cierto, pero Vladimir y Simón de seguro que vigilarán el correo de Meg, 😁😀😀☺😉😊😄
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAdore el capitulo, morí de ternura en la parte que le piden a Meg decirle que fue una cachorra mala. Muchas gracias por el capitulo ≧ω≦
ResponderEliminarMe encanto el capitulo, ya quiero saber como continua. Muchas gracias por su trabajo.
ResponderEliminarMe encantó el capítulo, gracias.
ResponderEliminarSoy yo o cada vez Meg es mas "lobuna" jajajaja. Me encanto lo de la silla.
ResponderEliminarMeg es una Wolfgard más
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