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sábado, 19 de marzo de 2016

Adelanto: Capítulo 5 Marked in Flesh - Anne Bishop



Capítulo 5



Windsday 6 de Juin


Joe Wolfgard entrecerró los ojos contra el sol y el polvo de la carretera. Era el líder recién elegido del asentamiento Terráneo situado en el extremo sur de las Colinas Antiguas y en gran medida era desconocido para los Intuye que vivían en Pradera de Oro, la ciudad humana conectada al asentamiento. Así que  trató de no gruñir al Intuye que conducía la camioneta. No era culpa de Tobias que a algunos humanos les había atacado la rabia y mataron a muchos bisontes.

—Tendrán que colocar guardias en la ciudad, — dijo Joe—. Tal vez poner una barrera a través del camino para detener a los extraños antes de que lleguen demasiado cerca de sus parejas y crías. — Y él hablaría con los Halcones, Águilas y Cuervos para que se mantengan vigilando e informando sobre cualquier humano o  vehículo que vaya en dirección a la ciudad.

Tobias Walker, el capataz del rancho de Pradera de Oro, apretó sus manos en el volante.
—¿Cree que estamos en peligro?

—¿Tú no?

Tobias no respondió.

—Solo por que los humanos que hicieron esto comenzaron con los animales de cuatro patas no significa que no vayan a ir tras objetivos que se parezcan a sí mismos.

—Habrá que preguntarle a mi madre acerca de eso, —dijo Tobias—. Ella es la que entre nosotros es más sensible a otras personas.

Jesse Walker, la madre de Tobias, era una vigorosa, hembra mayor de pelo gris y líder de los Intuye en Pradera de Oro, -a lo menos, eso parecía-  ya que el resto de los humanos le enviaban a ella cuando buscaba respuestas a sus preguntas sobre el pueblo. Ella dirigía el almacén de ramos generales y sabía todo sobre todo el mundo, incluyendo a los Terráneos que habían comenzado a aventurarse a comprar artículos hechos por el hombre en lugar de recibir las cajas de suministros que venían dos veces al mes y que se dejaban en el límite del asentamiento. Ella tenía la curiosidad de un Cuervo, siempre haciendo preguntas y metiéndose en la vida de la gente, pero era muy amable cuando lo hacía, a nadie parecía importarle, especialmente cuando la siguiente vez que uno iba a su tienda, tendría justo lo que necesitaba, pero ni siquiera sabía que lo quería.

A pesar de la diferencia en las edades de las dos hembras, la amabilidad de Jesse, el genuino interés en otros seres, le recordaba a Joe a Meg Corbyn. De hecho, había sido elegido para ser el nuevo líder de Pradera de Oro, porque había conocido a Meg durante su visita al Courtyard de Lakeside y había visto cómo los humanos y los Otros podrían trabajar juntos. Desde su llegada un par de semanas atrás, había hecho un esfuerzo para visitar el almacén de ramos generales una o dos veces a la semana para interactuar con Jesse Walker, mientras que un par de otros Terráneos -que podían pasar por humanos- se quedaban atrás y observaban. Este fue un primer paso para aprender más acerca de los Intuye que habían recibido permiso para construir una comunidad dentro de la tierra Terránea hace tres generaciones humanas. Junto con las empresas de la ciudad, los Intuye dirigían una granja de productos, una granja lechera, y el rancho que criaba los caballos que necesitaban, así como el ganado para la carne.

—Parece que no somos los únicos que se enteraron de esto, — dijo Tobias.

Algunos de los Cuervos, Halcones y Águilas habían descubierto los cadáveres temprano en la mañana y dieron la voz de alarma, y ​​Joe, a su vez, partió rumbo al rancho de Pradera de Oro en busca de Tobias y sus hombres, así como el equipo necesario para hacer frente a la carne disponible. Pero los hombres que trabajaban en el rancho -de propiedad humana- adyacente a la tierra Terránea, debían de haber sido advertidos también, porque Joe vio a tres camiones y una docena de hombres de pie cerca del ganado muerto.

—Detente aquí, — dijo Joe—. No queremos estar hocico con hocico con ellos.

Tobias frenó y estacionó la camioneta. Joe se bajó y abrió la puerta trasera para que los tres Lobos que habían estado montando en la parte posterior salieran. Saltaron e inmediatamente comenzaron a comprobar la zona por los olores. Lo mismo hicieron los Coyotes que estaban en la parte trasera de la segunda camioneta. Su tercer vehículo era un tráiler de la ciudad, ya que tenía un cabestrante y podría llevar grandes cargas pesadas... así como cadáveres. Y el último camión tenía un remolque de dos caballos anexado, llevar los animales les ayudaría a arrastrar algo de la carne para el cabestrante.

—Maldita sea, — dijo Tobias cuando él y Joe estudiaron a los bisontes muertos—. Tiene que haber un centenar de ellos. Esa cantidad de carne habría alimentado a la ciudad y el asentamiento por un año o más.

—Más, — dijo Wyatt Beargard, uniéndose a ellos—. Incluso con alguien como yo, alimentándose de la carne disponible ahora.

El Oso Pardo también era un recién llegado al asentamiento. Su olor era suficiente para disuadir a los bovinos de propiedad humana de "perderse" en la tierra de los Otros, y su presencia era ahora una advertencia justa a los ganaderos humanos de que cualquier cabeza de ganado que "escapara" a través de una ruptura en la valla y se encontrara pastoreando en suelo no arrendado a los humano, se consideraría una caza comestible.

Por supuesto, el Oso Pardo no era el mayor depredador en la zona que tenía esa opinión. Más allá de los pocos ranchos controlados por el hombre en la zona y la ciudad bajo control humano: Bennett, -que era una estación de paso para los trenes que traían los suministros-, este era el País Salvaje, y los cambiantes como Joe eran los enlaces entre lo humano y los primigenios Antiguos, cuyo tamaño y apetito ayudaban a mantener controlado el número de animales que pastaban en las praderas. También eran los guardianes del agua que fluía a través de las colinas y proporcionaba una fuente constante para los residentes y los cultivos de Pradera de Oro.

Claro, los ganaderos humanos tenían un poco de agua en su tierra, pero el agua que suministraba a Pradera de Oro corría con una fluidez que los ganaderos envidiaban. Y como el movimiento HPU se había vuelto más estridente acerca de lo que los humanos tenían derecho a reclamar, los ganaderos no se molestan en ocultar esa envidia... fue una observación que Jesse había compartido el día anterior, cuando Joe fue a la tienda de ramos generales.

Soltando un suspiro, Joe miró a los Lobos que seguían husmeando los cadáveres de bisontes más cercanos a la carretera.

«¿Y?»

«La mayoría de los olores son viejos y nuevos, y coinciden con los humanos dando vueltas en el otro lado de la carretera,» dijeron. «Tres aromas que no reconocemos. Tal vez de la ciudad, quizás extraños.»

¿Podrían tres cazadores haber hecho tal matanza? ¿Por qué no hubo más bisontes huyendo después del primer par de disparos?

A los humanos no se les permite cazar en nuestra tierra sin permiso, por lo que los bisontes no los reconocerían como un depredador y no se habrían alarmado por un animal de dos patas con un palo, al menos no hasta que algunos de los bisontes comenzaron a morir.

Joe miró el salegar que el ranchero vecino había dejado para los bisontes... supuestamente un gesto amistoso. ¿Podría alguien haber puesto esa droga, Bienestar, en el salegar para que los animales quedaran pasivos? Le habían dicho que las drogas Repasando al lobo y Bienestar, no habían causado ningún problema en esta parte de la región del Medio Oeste, pero eso no quería decir que las drogas no podría llegar aquí ahora. El hecho de que el Controlador, el hombre que había hecho las drogas, hubiera muerto, no significaba que el suministro se hubiera agotado por completo. Pero, ¿cuántos humanos -más allá de los selectos agentes de policía- sabían que las drogas se fabricaban a partir de la sangre de las Casandra de sangre? Algunas de esas chicas todavía estaban siendo atendidas por humanos. Algunas todavía estaban viviendo en los Compuestos, más dispuestas a negociar un corte en la piel a que otra persona se encargara de ellas. Por lo que el peligro que las dos drogas planteaban, no se había ido, simplemente estaba cubierto con un poco de suciedad.

«¿Huelen algo malo con la carne?», Preguntó Joe. «¿Enfermedad? ¿O a esas malas drogas de las que les hablé?»

Lobos y Coyotes se detuvieron y luego comenzaron a oler de nuevo.

«Huele a buena carne.»

Un Lobo desgarró un bisonte pequeño. Después de comer un par de bocados, esperó. Todos esperaron.

«Sólo carne,» informó el Lobo. «No me siento débil o enojado; solo hambriento.»

—¿Cuántos de estos pueden mantener sus congeladores de carne? — Preguntó Joe a Tobias, agitando una mano hacia los cadáveres.

—Unos pocos, pero no lo suficiente, — dijo Tobias—. Floyd Tanner lo sabrá, ya que él es el carnicero de la ciudad y tiene un gran congelador. La casa de la estancia se supone que debe guardar alimentos durante un mes para todos los que viven allí, pero no sé si  hemos recogido ya la oferta de carne de este mes.

—Tenemos una fresquera en la que almacenamos un poco de carne. Ahí se podría tener uno de los bisontes más pequeños si lo cortamos. Y Floyd Tanner puede cortar otro cadáver y distribuir la carne a todas las familias de la ciudad. — Y tal vez él podría enviar parte de la carne a Simon, la cambiaría por cosas que Simon pudiera adquirir más fácilmente en Lakeside que aquí.

Tobias parecía sombrío.
—Esta era una tercera parte de la manada de bisontes de Pradera de Oro. Incluso después de que tomemos la carne que podamos, la mayor parte se va a pudrir donde cayeron los animales.

Joe captó un salvaje, peligroso aroma en el aire. Lo mismo el resto de los Lobos y Coyotes.

No habrá tanta carne pudriéndose como piensas. Los Antiguos se reúnen para un banquete. Joe miró a Wyatt. Al igual que el resto de los cambiantes, el Oso Pardo estaba mirando a la tierra más allá de los bisontes muertos.

—Vamos a hacer uso de lo que podamos y alejarnos de la masacre, — dijo Wyatt en un estruendo sereno.

Joe asintió. Había un montón de Cuervos, Halcones y Águilas volando en círculos, esperando a descender por su parte del banquete. Ellos mantendrían un ojo en lo que los humanos estaban haciendo del otro lado de la carretera.

—Tomemos los bisontes más jóvenes, —dijo—. Es más fácil para nosotros transportarlos ya que estamos tratando de aprovechar tanta carne como sea posible. — Luego miró a Tobias—. Dile a Truman que enganche los caballos.

Tobias miró por encima del hombro, y luego se apartó de la carretera y dijo suavemente:
—¿El hombre que está un poco apartado de los otros? Es Daniel Black. Él es el dueño del rancho. Si le ofrece cualquier carne del ganado, no lo acepte.

Joe ladeó la cabeza.
—¿Es un presentimiento? — Los Intuye reaccionaban a lo que los rodeaba... tiempo, animales, humanos, y cuando uno de ellos se sentía incómodo sobre algo, lo mejor era prestar atención.

—No es acerca de la carne, sino sobre nosotros tomando algo.

Tobias se alejó al mismo tiempo que Daniel Black cruzó la carretera.

—Mal negocio, — dijo Black—. ¿Tiene alguna idea sobre quién hizo esto?

—Humanos con armas de fuego,— respondió Joe, a pesar de que debería haber sido obvio para todos que nada con dientes y garras había matado a los bisontes o querría desperdiciar tanta comida.

Un cambio en el olor del humano. Una falta de algo que había estado allí un momento antes. Miedo. Faltaba el miedo ahora. Lo que significaba que el ganadero se alegraba de que los Terráneos no sabían quién había disparado a los bisontes.

—Mire, ambos tenemos el mismo problema: demasiada carne que va a pudrirse. No hay ningún beneficio en eso. — Black se quitó el sombrero, se rascó la cabeza, después se puso de nuevo el sombrero—. ¿Quiere algo de mi ganado?

Había algo malo en los ojos del hombre. Las palabras sonaron bastante amables, pero los ojos eran severos y vigilantes. Le recordaron a Joe a una serpiente de cascabel... salvo que la serpiente de cascabel tendría la cortesía de advertirle de sus intenciones antes de que tratara de morderlo.

—Gracias por la oferta, pero tenemos un montón de carne. — Hizo un gesto hacia los bisontes—. He leído en el periódico que algunos lugares humanos no tienen suficiente comida. ¿Tal vez podría enviarle la carne a ellos?

La severidad se agudizó en los ojos de Black.
—Ellos no tienen granos o harina. Necesitan pan, no carne.

—Cuando uno tiene hambre, la comida es comida. — Al parecer, eso no era tan cierto  para los humanos como lo era para los Otros, ya que su respuesta hizo a Black enojarse, incluso a pesar de que el hombre trató de ocultar el deseo de morderlo.

—Como quiera. — Black se volvió hacia sus hombres. Después de unas pocas palabras gruñidas, se metió en uno de los camiones. Lo mismo hicieron el resto de los hombres.

Ellos se alejaron, dejando el ganado donde había caído.

Tobias regresó.
—Hemos encontrado un par de terneros que fueron asesinados.

—Tómalos; es carne sabrosa, — replicó Joe, mirando a los hombres partir.

—¿Señor Wolfgard?

Joe se volvió hacia el capataz, que de repente olía raro.
—Tú puedes llamarme Joe.

Tobias asintió.
—¿Por qué Wyatt...? — Señaló discretamente.

Joe siguió el dedo hacia donde el Oso Pardo, que había cambiado sus manos para dar cabida a las útiles garras, se movía entre los cadáveres, desgarrando los vientres de unos pocos bisontes.

—Esa es la segunda razón por la que otros animales esperan para participar en una matanza de bisontes. Los Lobos y los Osos Pardos pueden abrir el cuerpo y llegar a la carne. Hace que sea más fácil para que todos los demás puedan agarrar un poco para ellos y sus crías.

Llenaron el tráiler con tanto como el vehículo podría llevar, luego, enviaron el vehículo a Pradera de Oro, donde se descargaría para volver lo más rápido posible.

Los Lobos y los Coyotes vagaban entre los bisontes derribados, en busca de la carne más joven. Algunos cadáveres fueron atados a los caballos para transportar por la carretera. La carne más pequeña fue llevada por los hombres que tiraban juntos... o por Wyatt solo.

Entonces, mientras esperaban que el tráiler retornara y los hombres refrescaban a los caballos, Truman Skye, uno de los trabajadores del rancho, palideció y susurró:

—Dioses encima y por debajo, ¿qué es eso?

Un bisonte joven parecía flotar por encima de la hierba, sus patas traseras rozaban el suelo mientras se alejaba de ellos. El aire brillaba como cuando aumentaba el calor, pero el brillo también tenía la forma vaga de algo muy grande.

—No has visto eso, — dijo Joe, su voz peligrosamente suave.

Tobias tragó saliva.
—¿Qué podría levantar varios cientos de libras como si fuera nada más que un cervatillo?

Joe miró a los Lobos y Coyotes. La mitad de ellos estaban prestando atención a los Intuye. El resto mantenía vigilancia sobre lo que ahora se movían entre los cadáveres, seleccionando la comida.

Agarrando los brazos de Tobias y Truman, los dirigió hacia la carretera y gruñó:
—Si desean que las personas en su ciudad permanezcan seguras, no vieron eso.

Tobias se encontró con los ojos de Joe... casi, pero no del todo, un reto para la dominación de Joe.

—Nos ocupamos del ganado del rancho; acampamos fuera, lejos del rancho cuando necesitamos. Muchas veces, uno de nosotros está montando guardia en solitario. Si los Intuye y los Terráneos van a trabajar juntos ahora, se nos debería permitir conocer algunas de las cosas que sabes. Al igual que lo que hay ahí afuera.

El hombre tenía un punto. Una de las razones por las que los Intuye y Otros comenzaron estos acuerdos hace generaciones fue porque reconocían un enemigo común: el otro tipo de humano.

—Lo que hay ahí fuera ha estado ahí mucho antes de que tu gente pidiera asentarse en estas colinas, — dijo Joe—. Este es el País Salvaje con pequeñas bolsas de tierra que han sido... alteradas... por la presencia humana. Los que bajan de las colinas para cazar bisontes... Su tipo de Terráneo han existido desde hace mucho tiempo.

—Pero, ¿qué son? — Preguntó Tobias en voz baja.

—Son los dientes y garras de Namid. — Joe se golpeó el pecho—. Los Terráneos como yo, los llamamos los Antiguos. Rara vez se desplazan fuera de su verdadera forma, y cuando lo hacen... — Se encogió de hombros, incómodo por decir más.

—Así que ahora son conscientes de nosotros.

—Ellos siempre han sido conscientes de ustedes. Hoy les han permitido tener una visión de quién vigila, —y juzga—, a los humanos cuando pasan más allá de sus pueblos y ciudades. En cierto modo, esas colinas son la ciudad de los Antiguos en esta parte de Thaisia. Localizamos nuestro asentamiento más cerca de tu ciudad con el fin de actuar como un amortiguador entre ellos y ustedes. Se les permite tener cierto acceso, a través de nosotros, a la madera, el agua y a la presa que también vive en las colinas.

—Así que pretendes que no están ahí fuera, — dijo Tobias.

Joe sacudió la cabeza.
—Mi forma Terránea es pequeña en comparación con ellos. Incluso una manada grande de Lobos no podría sobrevivir a un ataque de uno solo de los Antiguos. Tu eres un depredador pequeño en comparación con nosotros, por lo que ser respetuoso es tu mejor oportunidad de sobrevivir a un encuentro con uno de ellos.

Wyatt se unió a ellos, lamiendo cuidadosamente la sangre de sus garras.

«Les molestó verte hacer eso mientras te veías en gran parte humano,» Joe le dijo, mirando a Tobias y a Truman.

El Oso Pardo le dio a Joe una larga mirada, luego bajó su pata.
—El tráiler ha regresado. Una vez que carguemos lo que pueda llevar, vamos a tener suficiente carne.

—Queremos la carne de un bisonte más para el comercio, — dijo Joe.

Wyatt gruñó, haciendo que Tobias y Truman se encogieran.
—¿Con los humanos? Han dejado buena carne echar a perder en el calor;  no van a querer nada de lo nuestro.

—No con los humanos. Quiero saber si podemos enviar algo de esta carne al Courtyard de Lakeside.

Wyatt finalmente asintió.
—Volveremos para uno más.

Después de que arrastraron un bisonte joven más, lo suficientemente cerca para que los hombres fueran capaces de izarlo hacia el tráiler, regresaron, los caballos fueron cargados en el remolque y partieron hacia al rancho. El tráiler condujo lentamente con su carga. Los Lobos y los Coyotes, al haber comido lo suficiente, saltaron al piso de las camionetas, felices de tomar una siesta en el camino de regreso al asentamiento Terráneo.

Tobias arrancó el camión, y luego miró a Joe.
—¿Quieres que te deje cerca de tu lugar?

Joe sacudió la cabeza.
—Necesito hablar con Jesse Walker y usar el teléfono. — Esperó a que Tobias pusiera el camión en marcha—. ¿Algo más?

—Los Antiguos. ¿Quieren hacernos daño, Joe? Supongo que los humanos han hecho mucho para joderla últimamente, así que tengo que preguntar.

Él consideró sus palabras con cuidado.
—Si honran los acuerdos que han realizado con los Terráneos, no hay ninguna razón para que los Antiguos hagan más que vigilarlos y seguir con sus propias vidas. Sin embargo, ¿Tobias? Si hubieran querido hacerte a ti y a tu comunidad algún daño, no habrías sobrevivido el tiempo suficiente para hacer la pregunta.

Tobias puso el camión en marcha y se dirigió de nuevo a Pradera de Oro.



*****


Sus pasos llenaron la tierra de un terrible silencio. Se movían entre los cadáveres, inhalaban los olores mezclados de los Lobos, Coyotes, de los caballos y las bestias de dos patas llamados humanos.

Se trasladaron hasta la carretera, donde los olores no se mezclaban. Un olor diferente aquí, una acidez en el aire que les disgustaba y les recordaba a las bestias humanas que habían entrado en sus colinas sin su consentimiento. Aquellas bestias se habían escurrido, como si eso fuera a mantenerlos ocultos de los Terráneos, y se escabulleron hacia un arroyuelo para recoger algunos guijarros amarillos. Preguntándose si el nuevo Lobo les había dado permiso, habían dejado a las bestias llevarse los guijarros e irse. Pero el nuevo Lobo no les había dado permiso, por lo que la próxima vez que las bestias vinieran por los guijarros amarillos, se convertirían en carne, y los guijarros serían devueltos al arroyuelo donde el Terráneo más pequeño las encontraría.

Los humanos eran todavía nuevos en esta parte de Thaisia, seguían siendo algo que vigilar. El nuevo Lobo era también algo que vigilar, algo interesante, algo relacionado con el Lobo que vivía cerca de Etu, el Lobo que estaba siendo observado por muchos, mientras que los Antiguos en el este consideraban si los pequeños depredadores llamados humanos eran necesarios para el mundo.

Desgarraron los cuerpos de la pradera del trueno y comieron hasta saciarse. Luego, arrancaron pedazos grandes de carne y regresaron a las montañas para alimentar a sus crías, para descansar y para vigilar.


10 comentarios:

  1. Increíble capítulo... Gracias por la traducción, es por ustedes que Anne Bishop se volvió mi escritora favorita ♥ Besos...

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    1. Lo increíble es que sea tan poco conocida en los países de habla hispana. Para nosotras fue un grato descubrimiento.

      Otro tema; Los Antiguos cada vez dan más curiosidad

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  2. Concuerdo los Antiguos son misteriosos y están al pendientes de Simón y Meg, de lo que hacen.
    Gracias por los capítulos y también Anne Bishop es mi autora favorita 😍😉

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  3. Muchas gracias por hacer posible que leamos historias tan interesantes, Anne Bishop también se ha convertido en una de mis autoras favoritas.

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  4. me ha sorprendido e intrigado, espero con ansias mas

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  5. Muchas gracias por vuestro trabajo. Me gustaria leer mas libros de esta autora pero no encuentro ninguno en español. Lo dicho GRACIAS por su tarea de divulgacion.

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  6. Gracias, espero con ansia los siguientes

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  7. Gracias, espero con ansia los siguientes

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