*****
—
¿Qué? —exclamó Simon cuando Vlad, que estaba detrás del mostrador de salida de
ABL, sin hacer nada útil, continuaba mirándolo.
—Estoy
viendo que todos los libros que estás poniendo en la mesa de exhibición son
thrillers de autores Terráneos y son del tipo que podría ser descrito como
rasgar y romper.
— ¿Y?
— ¿No
crees que el mensaje es demasiado brusco?
Gruñendo,
se volvió hacia el mostrador y advirtió que la señora Twyla estaba de pie en
silencio entre los estantes que separaban la zona frontal del resto de la
tienda.
— ¿Hay
algo que podamos hacer por usted, señora Twyla? —preguntó Vlad.
—Entiendo
que toda la carne que fue entregada ayer fue robada.
—Actualmente
no hay nada en la carnicería para la venta.
—Ya
veo.
Simon
no podía soportar que ella pensara que no había carne, que la manada femenina
no tendría nada más que verduras.
—La
carne que los ladrones no tomaron se la dimos a La Carne no es Verde para usar. Y podemos descongelar un par de
paquetes de carne de bisonte.
La
señora Twyla asintió.
—Ese
es un buen plan. Y los humanos no necesitan tanta carne como ustedes, así que
un poco puede servir para mucho.
Quería
creerla. No estaba seguro de que fuera a hacerlo.
—Las
chicas me dicen que tienen arroyos corriendo por el Courtyard. ¿Alguno de
ustedes captura peses en esos arroyos? —preguntó la señora Twyla.
—Henry
lo hace.
—El
pescado es otro tipo de carne.
¿A Meg
le gustaba el pescado?
Como
Simon no dijo nada, Vlad sonrió a la señora Twyla.
—Gracias
por la sugerencia. —Como no se fue, añadió—: ¿Hay algo más?
La
señora Twyla miró a Simon de una manera que le hacía querer dar un paso atrás,
o mostrarle sus mejores dientes en advertencia.
—Mi
James era un buen hombre, y lo amé durante todos los años que estuvimos
casados. Todavía lo hago, aunque hace algunos años que ya no está. Pero le
gustaba comer un queso que dejaba un olor en la casa peor que un mal caso de
pedos.
Simon
parpadeó. Se rascó detrás de una oreja. No sabía cómo responder a la señora
Twyla diciendo "pedos".
— ¿Te
gustaba el queso?
—A mí
no. Pero una o dos veces al año se le antojaba y compraba suficiente queso para
hacer unos bocadillos, y era el mejor regalo que podía pensar en comprar. Comía
esos bocadillos de queso antes de casarnos y todos los años que pasamos juntos.
—Pero
era apestoso.
—Lo
era. Pero era parte de quién era. No me pidió que lo comiera, y no le pedí que
renunciara a comerlo. Así es como funciona cuando dos personas son compañeros.
Dio un
paso adelante. Simon se mantuvo firme todo el tiempo que pudo antes de dar un
paso atrás.
—Tiene
más valor del que está mostrando en este momento, y evitar a la chica no les
hace ningún favor a ninguno de los dos. Háblenlo, dejen las cosas claras,
decidan con lo que cada uno puede vivir.
—Me
comí a un humano, —dijo bruscamente, sintiéndose acorralado.
— ¿Todo
el humano? Debió haber tenido hambre.
— ¡No,
no solo yo! Nosotros... —Simon miró a Vlad, quien se encogió de hombros.
—
¿Creen que hay alguien aquí, excepto los niños que no han descubierto lo que
les pasó a los ladrones? La señorita Merri dice que solían poner un cartel en
la puerta de la carnicería cuando atrapaban algo de lo que llaman carne
especial, aunque lo único que puedo ver es que no lo han cazado con mucha
frecuencia y sin duda no fueron a buscarlo a su propia tierra. — Miró
intencionadamente a Vlad—. No la carne de todos modos. —Se volvió hacia Simon—.
¿Tengo razón al pensar que no mezclan esa carne con otras?
—Nunca
la vendimos en la carnicería —gruñó Simon. Antes de Meg, podrían haber guardado
un poco en el refrigerador grande porque la carne era carne, pero aprendieron
la diferencia entre la limpieza y la limpieza humana, y como llegaron a conocer
la manada femenina, empezó a importar el no hacer cosas que podría hacer que
las chicas enfermaran—. Y no hemos guardado nada de esa carne en la tienda
desde hace mucho tiempo. —No desde el día en que Meg llamó a Boone y pidió una
carne especial para Sam, sin saber que había un tipo especial de carne.
—Tenían
un paquete en la tienda, —dijo la señora Twyla.
—En un
refrigerador aparte. Y el refrigerador no estuvo en la tienda por mucho tiempo.
—
¿Sólo el tiempo suficiente para que Cyrus se lleve el cebo? —Ella asintió de
nuevo, como si algo hubiera sido confirmado—. Si merecía que le dieran ese
paquete, entonces que así sea, y aunque no puedo decir que me sorprenda, el saber que estuvo involucrado con esos ladrones hace
que mi corazón se sienta pesado. Pero estoy agradecida de que el oficial Kowalski haya intervenido y
no dejara que Cyrus llevara el paquete a casa para que los niños lo vean.
—No
íbamos a dejar que saliera del Courtyard
con el paquete, —dijo Vlad en voz baja—. No habríamos dejado que su pareja y
los jóvenes vean la carne. Vendérselo a él fue un castigo y advertencia para ese
Cyrus. Kowalski no tenía autoridad para arrestar a ese Cyrus y llevarlo a él -
y al paquete- a la comisaría. Pero lo dejamos hacerlo.
—Sólo
demuestra que todos aprenden a trabajar como equipo. —La señora Twyla le
dirigió una mirada dura a Simon: el mismo tipo de mirada que una cuidadora de
manada le daría a un cachorro equivocado. Pero una cuidadora podría añadir un
golpe de pata o un mordisco en la cara—. Hable con la señorita Meg y arregle
las cosas.
Caminó
hasta el fondo de la tienda. Un momento después, oyeron que la puerta se abría
y se cerraba.
Todavía
sintiéndose acorralado, Simon miró furioso a Vlad.
—No
ayudaste.
—No te
regañó por comer a un humano. Te regañó por molestar a Meg, cosa que yo no he
hecho.
—No es
lo mismo para ti, —murmuró Simon.
Vlad
lo miró fijamente.
—No te
molestó cuando matamos a esos intrusos y los Lobos desgarraron la carne.
No te molestó cuando le mordías la mano y el codo y le diste la carne entintada
a Boone para que la envuelva para ese Cyrus. Estabas bien con todo eso hasta que te
fuiste a casa y viste a Meg durmiendo... y no estuviste seguro de que fueras
bienvenido. —Vlad apartó la vista—. La señora Twyla tiene razón. Necesitas
averiguar si esto cambia las cosas entre tú y Meg.
Viendo
la verdad en las palabras de Vlad, Simon asintió y volvió a trabajar en el
exhibidor con el fin de evitar descubrirlo por un poco más de tiempo.
*****
Meg se
paró en un extremo de la huerta del Complejo Verde y miró las cestas tejidas
llenas de calabacín.
—
¿Esto es normal?
—Incluso
para el calabacín, esta es una cosecha excelente. — Ruth se limpió el sudor de
la frente con una mano y presionó la otra mano en su cintura mientras se
enderezaba.
—Nadine
dijo que tomará algunos para hacer pan de calabacín para Un Pequeño Bocado, —dijo Merri Lee. Ella le tendió dos calabacines de
tamaño modesto—. Deberías tomar estos, Meg.
Meg
suspiró pero los tomó. Comer alimentos
que estaban en temporada estaba bien y era sano, pero ahora entendía lo de tener
demasiado de una cosa buena.
—No
tienes que comerlos esta noche, —dijo Merri Lee—. Se mantendrán un día o dos.
Bueno.
Una comida sin calabacín. Por supuesto, no estaba segura de qué comerían, o si
iba a comer sola.
Entonces
vio al Lobo moviéndose hacia ella. Simon, con su pelaje oscuro moteado con un
gris más claros. Había pasado un tiempo desde que tuvo esa extraña
sensación de no poder verlo claramente cuando se movía, como si estuviera
viendo una imagen superpuesta de algo aún más grande atravesando un traje de
Lobo, haciendo el contorno indistinto. Tal vez era un poco de su verdadera
forma, lo que él era, que se mostraba cuando estaba estresado, como cuando estaba
en forma humana y las cosas cambiaban involuntariamente porque estaba enojado o
molesto.
¿Alguien
más experimentaba esto cuando veía a los Otros? ¿O al ver las visiones de la
profecía sesgaba la forma en que veía el mundo mundano? Si es que se pudiera
llamar a cualquier Terráneo mundano.
Ruth y
Merri Lee miraron alrededor y vieron a Simon.
—Deberíamos
irnos, —dijo Ruth.
—No es
necesario, —dijo Meg rápidamente.
Merri
Lee recogió una de las cestas.
—Sí.
No siempre van a estar de acuerdo o se van a llevar bien, pero van a ser
infelices hasta que lo hablen.
—Podría
acabar con él teniendo en la cabeza un gran calabacín.
Ruth
tomó la otra canasta.
—Algo
que cada mujer ha imaginado hacer a un hombre en un momento u otro.
Observó
a sus amigas poner las cestas tejidas en las cestas de alambre en la parte
delantera de sus bicicletas. Ella las vio alejarse. Luego miró a Simon, que se
había acercado más a la huerta mientras Merri Lee y Ruth se alejaban.
—Tenemos
que hablar. —le dijo.
No se
apresuró a regresar al Complejo Verde. Simon caminó a su lado, sin detenerse a
oler nada para averiguar quién había estado cerca hoy. Eso era tan inusual que
le hizo preguntarse si también estaba infeliz.
Abriendo
la puerta principal, ella lo dejó entrar en su apartamento, luego subió a su
propio lugar para poner el calabacín en la nevera y verter dos vasos de agua
fría. Un minuto más tarde, abrió la puerta de la cocina y se sentó a la mesa.
¿Qué
decir? ¿Cómo empezar?
—Eran
malos humanos. — La voz de Simon era áspera, pero sus ojos ámbar no tenían los
destellos de rojo que indicaban ira.
Meg
tomó un sorbo de agua.
—Fue
su error robar la carne de nuestra carnicería, igual que si hubieran
robado una tienda de humanos.
—Sí.
Por
supuesto, habría sido más inteligente que esos hombres robaran una tienda
humana. La policía los habría arrestado en lugar de comerlos.
—
¿Cuántos eran?
—Cuatro.
No
conocía a todos los Lobos personalmente, pero entre los que cuidaban de los
cachorros y el Complejo Wolfgard y los que, como Simon y Nathan, trabajaban en
las partes más visibles del Courtyard, tenía una idea bastante buena de cuantos
Lobos vivían en Lakeside.
— ¿Eran
hombres escuálidos? —preguntó.
Simon
entrecerró los ojos e inclinó la cabeza.
—No lo
que yo llamaría escuálidos. No eran gordos, pero eran más voluminosos que
Kowalski o Debany e igual de altos.
— ¿Y
la manada se comió a los cuatro?
Se
echó hacia atrás, un poco exhausto.
—No.
Los dos Antiguos que están en el
Courtyard comieron uno cada uno, y el resto de los Terráneos comimos los otros
dos.
Eso
explicaba el comentario de Jester sobre el desayuno.
— ¿Sam...?
Simon
meneó la cabeza.
—No le
dimos nada de la carne especial a los cachorros o a Saltarín. Ahora están
jugando con cachorros humanos, y no queremos confundirlos.
Meg
suspiró. No podía decir por qué el pensamiento de Sam y Saltarín masticando un
trozo humano la molestaba más que Simon desgarrando a una persona, pero así
era. Y eso la hizo preguntarse algo.
Pasó
los dedos por su vaso, limpiando la condensación y evitando mirar directamente
al Lobo sentado frente a ella. ¿Debería preguntar? ¿Podría preguntar?
—
¿Cómo es el gusto humano?
Simon
se rascó detrás de una oreja.
—No
sabe tan bien como un ciervo pero mejor que el pollo. —Pensó por un momento—.
Mucho mejor que el pollo.
Ella
intentó visualizar ilustraciones en una carta profética que clasificara los
gustos de la carne. En una escala de uno al diez, ¿los ciervos serían un diez y
el pollo uno? ¿Las vacas y los cerdos serían siete u ocho y los humanos serían
cuatro o cinco?
—
¿Meg? ¿Qué estás pensando?
Ella
le dijo.
Él la
miró antes de decir lentamente.
—No
necesitas una carta profética como esa.
No, no
necesitaba. Pero...
— ¿Qué
tan exacta sería la carta ilustrada de esa manera?
—Suficientemente
cerca.
—Así
que la carne especial no es especial porque sabe mucho mejor que la otra carne.
Es especial porque no se come a menudo.
Pareció
aliviado cuando su teléfono móvil comenzó a sonar. Lo sacó de uno de los
bolsillos de sus pantalones cortos y dijo:
—
¿Qué? —Escuchó un momento y miró a Meg—. Kowalski está haciendo pizza. ¿Quieres
una?
—Sí.
—Igualmente iba a cortar y saltear uno de los calabacines para el plato
de verduras.
—Gracias,
—dijo Simon, y luego colgó.
Meg
empezó a levantarse pero se dio cuenta de que tenía una pregunta más.
—Si
esos hombres hubieran intentado robar algo que no fuera comida, ¿los habrías
matado?
— ¿El
verano pasado? Sí, lo habríamos hecho. ¿Ahora? —Él la miró a los ojos—. Los
habríamos desgarrado como una advertencia a otros humanos, pero probablemente
habríamos aullado por Montgomery y hubiéramos dejado que la manada policial
tratara con los intrusos.
Después
de que Simon se fuera en el Bow a la Plaza Comercial para recoger su pizza, Meg
preparó todo para cocinar uno de los calabacines.
Muerte,
policía, cárcel. Esas cosas habían ocurrido hoy y concluiría en peligro, lo que
daría lugar a que terminara conectada de alguna manera a un bosque y una tumba.
Debería
decírselo a Simon. Se lo diría a Simon. Pero no esa noche. Decir algo ahora
despertaría a los Otros, y no quería que todo el mundo se molestara sólo porque
su lengua estaba punzando de nuevo.
Meg
apoyó las manos en el mostrador de la cocina. No quería hacerse un corte en la
lengua. Demasiado fácil cometer errores y terminar con un daño permanente. Y
una Casandra de sangre que no pudiera hablar con claridad no servía para nada a
las personas que solían viajar a los recintos para comprar un vistazo de su
futuro. Pero pronto su lengua iba a sangrar y vería la profecía que esperaba
ser revelada.
*****
Cuanto
más tiempo pasaba alrededor de los humanos, más confuso se sentía. Todos los
otros depredadores que los Terráneos habían absorbido tenían una estructura
social que tenía sentido. ¡Pero los humanos no!
Simon
entró en el estacionamiento para empleados, salió del Bow, y abrió la puerta de
madera que proporcionaba el acceso entre el lote de empleados y el de los
clientes.
Sin
señal de Kowalski todavía.
Podían
no comerse entre ellos, pero los humanos mataban a otros humanos todo el
tiempo. Lo había visto con sus propios ojos cuando Lawrence MacDonald fue
baleado y asesinado en los puestos de la feria, cuando hombres del movimiento
HPU atacaron a su grupo. Aunque el grupo humano se vio entristecido, su comportamiento no cambió
hacia los Terráneos. De hecho, las muertes de MacDonald y Crystal Crowgard
hicieron aún más fuerte el vínculo entre el grupo humano y los Otros.
¿Sería
que ellos aceptaban que los Terráneos vieran a los humanos como carne porque se
daban cuenta de que a aquellos que vivían en el Courtyard ya no se los veía
así? ¿O la aceptación venía porque entendían que ellos también serían vistos
como carne por los Terráneos que vivía más allá de Lakeside y los lugares
conectados como Isla Grande, Cataratas de Talulah y la Comunidad River Road?
Simon
miró a Kowalski y Pete Denby entrar en el estacionamiento para clientes. Vio a
Montgomery salir del edificio de apartamentos y caminar hasta la acera pública.
El Teniente parecía estar escuchando algo, pero Simon no detectó ningún sonido
inusual.
Kowalski
abrió la puerta trasera, sacó una pizza de tamaño de familiar y dijo:
—No
estaba seguro de si Sam y Saltarín se unirían a ustedes esta noche, así que
quise asegurarme de que tuvieran bastante. La mitad es de pepperoni y
salchichas; La otra mitad tiene verduras.
Simon
tomó la caja de la pizza.
—Eso está
bien. Te debo dinero.
—Es
nuestro regalo para esta noche.
Tratando
de compensar algo que otros humanos hicieron. Tratando de ayudar a cuidar la
manada.
Kowalski
cerró la puerta trasera, y luego vaciló.
—
¿Tienes carne en casa? ¿Algo congelado?
—Piezas
de bisonte.
—Ruthie
hizo un estofado de carne el otro día. Carne de vaca. Congelamos una parte en
un par de contenedores. Un recipiente probablemente no sería suficiente para
grandes apetitos como los nuestros, pero para las chicas, para Meg...
—Le
preguntaré. Gracias por la pizza. —Simon regresó al Bow, deteniéndose lo
suficiente como para cerrar y trancar la puerta de madera entre los dos
estacionamientos. No se sorprendió al oír a alguien golpear la puerta,
-Kowalski- asegurándose de que estaba cerrada con llave.
En el
camino de regreso al Complejo Verde, pensó en lo que se dijo. Apetitos como los nuestros. Un Lobo
podía comer libras de carne de una vez, mucho más de lo que un estómago humano
podría aguantar. Pero Kowalski había hecho sonar como si la diferencia
estuviera entre lo que los machos y las hembras podrían consumir, no los
humanos y los Lobos.
No
estaba seguro de lo que significaba, pero pensó que era interesante.
*****
Jimmy
se sentó en el porche a meditar. Había estado en el porche desde que la policía
lo trajo de vuelta. Si Sandee hubiera estado afuera a su regreso, habría
empacado, vaciado su escondite de dinero y tomado el par de piezas de joyería
que mantenía ocultas, y se hubiera escabullido tomando un autobús a cualquier
lugar, libre de esa perra y sus mocosos. Pero ella estaba en casa, gimiendo por
comida y dinero hasta que le mostró el puño. No necesitaba usarlo, no muy a
menudo de todos modos, para hacerla callar rápidamente y dejarlo solo para
pensar.
No
había errores en su plan. Debería haber funcionado. Su pandilla debería haber
entrado y salido en vez de terminar asesinados y...
Tragó
saliva para evitar que la garganta se le atorara.
¿Qué
había de malo con la gente de esta ciudad, que actuaban como si fuera normal
que esos malditos monstruos se comieran a la gente? ¡Eso nunca había sucedido
en Toland! En Toland, la gente normal no tenía que ver a los Otros, no tenían
que preocuparse de ser agarrados o mordidos o algo peor. Esto no habría
ocurrido en una gran ciudad humana, una ciudad humana apropiada. Pero aquí los
policías eran todos unos vendidos, comprados por los monstruos. Incluso ese
bastardo de Burke debía de estar trabajando para los Otros. ¿Por qué más iba a
ir tras un hombre que sólo quería cuidar de su familia en lugar de disparar a
esos monstruos? ¿Por qué otra cosa el amante de Lobo Kowalski iría tras de un
hombre que había sido engañado en una compra...?
Jimmy
apartó ese pensamiento.
Esos
monstruos sabían que su pandilla vendría. Lo sabían desde antes de que hiciera
los planes finales. ¿Cómo pudo pasar?
Se percató
de una conmoción dentro del apartamento, la llorona Fanny gritando por su Mamá
y Clarence...
Jimmy
se tiró de la silla y entró para detener la mierda que hacían los mocosos, pero
se detuvo en la puerta del dormitorio.
Clarence
sostenía un cuchillo para la mantequilla y estaba persiguiendo a Fanny por la
sala de estar, riendo mientras le daba un golpe en la cara.
—Vas a
cortarte, perra, —dijo Clarence—. Voy a convertirte en una chica cicatriz.
Entonces vas a decir la fortuna y nos darás una pila de dinero.
— ¡Mamá!
—gritó Fanny.
Había
oído algo sobre cicatrices y chicas, pero ¿cómo se suponía que iba a recordar
con Fanny gritando así? Y si seguía así, ¿cuánto tiempo pasaría antes de que
uno de los malditos policías empezara a golpear la puerta?
— ¡Paren!
—Rugió—. ¿Qué es esta mierda?
La
alegría en la cara de Clarence de que podría "accidentalmente" cortar
a su hermana cambió a cautela cuando Jimmy entró en la sala de estar.
—Estamos
jugando, papá.
— ¿Qué
es eso de chica cicatriz? —Él ignoró a Fanny, que salió corriendo de la
habitación llorando por Sandee, y se concentró en el chico—. ¿Y?
—Las
chicas llenas de cicatrices. Recuerdas, papá. Las vimos en la televisión. Las
chicas que pueden ver el futuro.
—Claro,
recuerdo. ¿Por qué estás molestando a Fanny con eso?
—Tienen
una de esas chicas en el Courtyard. Su nombre es Meg. Ella tiene pelo corto y
anda por ahí con las perras de los policías.
Un
vago recuerdo de ser advertido de mantenerse alejado de alguien llamado Meg.
Entonces recordó más. La había visto cuando ese mocoso Lobo atacó a Clarence.
Su hijo resultó herido, necesitaba un viaje al hospital, pero todo el mundo se
mantuvo cuidando a una perra que no tenía más que un labio ensangrentado.
¿Esa
era Meg?
Un
duro golpe en la puerta del apartamento. Sandee salió de la cocina, miró y
luego se apresuró a responder.
Jimmy
vio a CJ en la puerta sosteniendo una gran caja de pizza. ¿Creía CJ que comprar
una pizza ajustaría las cosas después de la manera en que dejó que los otros
policías trataran a su propio hermano? ¿Después de la manera en que había
tratado a su propio hermano, mostrándole las imágenes enfermas de un brazo
cortado, tratando de asustarlo para que confesara algo que no hizo?
No. No
CJ. Burke. Sí. Burke se lo había pedido, estaba tratando de inculparlo. El
bastardo podría haber matado a su pandilla y tomado toda la carne de la
carnicería, podría haber cortado ese brazo él mismo y pagado al monstruo para
asegurarse de que terminara en manos de un hombre que sólo trataba de alimentar
a su familia. Sí. Burke lo había inculpado y CJ cooperó para mandarlo lejos.
Sandee
tomó la caja de la pizza, cerró la puerta, y corrió a la cocina. Jimmy se
apresuró tras ella, agarró a ambos niños por los brazos y los apartó de la
mesa. Él venía primero. A veces se olvidaban de eso.
Los
platos estaban todavía en el lavabo, así que Sandee sacó un trozo de toallas de
papel del rollo para usar en su lugar. Cuando abrió la caja, Jimmy sintió que
la ira le quemaba el estómago.
— ¿Qué
es esto? —preguntó.
—CJ
compró una pizza grande para dividir con nosotros, —dijo Sandee, un poco
asustada por su tono.
—Él te
lanza lo que no quiere, y ya estás pronta para ponerte de rodillas y darle un
gran beso.
—
¡Jimmy! —Ella parecía horrorizada mientras miraba a los mocosos. Entonces su
rostro adquirió esa mirada dura que siempre ponía cuando dejaba de intentar
complacerlo—. Si no quieres las sobras de tu hermano, no comas nada. Pero no
hay nada más en la casa.
Miró a
Fanny, por quien CJ se había interesado últimamente. ¿Era otro ejemplo de las
sobras de su hermano? No era de extrañar que nunca hubiera sentido cariño hacia
la pequeña perra.
Sandee
cogió la pizza. Él la apartó de la mesa. Tomando un montón de las sobras y la
última cerveza en el refrigerador, se retiró al porche para comer en paz,
dejando que los tres se pelearan por los restos.
Mordió
la pizza. Masticado. Tragando. Pensando y meditando en cómo nada había ido de
la manera en que debía desde que llegó a Lakeside.
Necesitaba
salir de esa maldita ciudad. Era demasiado pequeña, demasiado estrecha para un
hombre emprendedor como él. Necesitaba algo que trajera dinero, que le diera
influencia, que le permitiría vivir de la manera que se suponía.
Él
masticó. Tragó. Pensó.
Necesitaba
una manera de mantenerse por delante de los monstruos y los policías.
Necesitaba una de esas chicas profetas... ¿y no era por el maldito destino que
una de ellas estuviera ahí, madura para la recolección? Sólo cortar su piel y
haría una fortuna. Podía ofrecer una profecía a un falsificador experto a
cambio de una nueva identidad. Entonces se convertiría en alguien más en una de
las grandes ciudades humanas. Él podría conseguir pasar de las restricciones de
viaje e ir todo el camino a Sparkletown en la costa oeste y entrar en el
negocio de las películas. Usando a la chica de la cicatriz, tendría los medios para
decirle a los productores y distribuidores si una película sería un golpe
incluso antes de que contrataran al primer actor. Y tendría su selección de
mujeres hermosas que harían lo que quisiera por sólo mirar su futuro.
Sí.
Así debía vivir. Solo necesitaba sacudirse toda esta mierda... y necesitaba
sacar a la chica de la cicatriz del Courtyard y sacarlos a ambos de esta
maldita ciudad. Pero esta vez, lo haría solo. No iba a confiarle este plan a
cabrones como los que no pudieron tomar un poco de carne de un montón de
animales.
Así
que masticó, tragó y pensó. Cuando el sol se había puesto y las luces de la
calle se encendieron, Cyrus James Montgomery tenía un plan.
OMG !!!!! Ese niño está mal hecho !!! No puede ser!!! Esta va a ser el último capítulo por ahora??? Me muero!!! jajajaja gracias chicas por todo su trabajo!!
ResponderEliminarOh ese Cyrus está cavando su propia tumba... ahora si a esperar el libro completo. Gracias a todo el Staff
ResponderEliminarCorrección
ResponderEliminar"¿Alguno de ustedes captura peses [peces] en esos arroyos? —"
ay no te puedo creer que ese se me pasó... mil gracias!!
Eliminar"¿Sólo el tiempo suficiente para que Cyrus se lleve [llevara] el cebo?"
ResponderEliminar"Simon, con su pelaje oscuro moteado con un gris más claros [claro]"
ResponderEliminar¿No se van a publicar más adelantos hasta que el libro esté completo?
ResponderEliminarNo, ahora esta casi terminada la traducción, falta un par de capítulos, así que nos vamos a concentrar en la corrección de los capítulos que no se van a subir y una re lectura del libro para ver si hay coherencia en la traducción y si se escapó algo.
EliminarSi te mandamos por mail algunos capi, nos darías una mano?
La idea es que el libro este pronto entre el Lunes y el miércoles de la semana que viene
EliminarClaro. No me importa ayudaros.
EliminarTe he mandado un mensaje por "Contáctanos" con mi correo.
EliminarAyyy que nervios, no puedo esperar, y sí yo también odio a Jimmy. ¡Cuántos problemas puede provocar!. Muchas gracias por su trabajo y su tiempo como siempre.
ResponderEliminarRealmente es muy malvada la mente de Jimmy, pero también debería ser fácil de adivinar, tarde o temprano terminaría por pensar en las Casandra de sangre y su beneficio. Muchas gracias por su trabajo, a esperar el libro
ResponderEliminarLa tumba del bosque quizá sea la de Cyrus? otra amenaza para Meg
ResponderEliminarDios!! Quede con la emoción... Cyrus literalmente está cavando su propia tumba, y aquí suponiendo a partir de las cartas proféticas, puede que el tenga éxito en sacarla y terminen cerca de algún bosque y ahí le llega la muerte a ese tipo...
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